Tres dirigentes sociale coinciden en la decepción que deja la primera etapa del Gobierno

Tras la caída de Gutiérrez en la que participaron sus organizaciones, se nota un gran vacío político. Como si los protagonistas de esas jornadas hubieran desertado el espacio que crearon.

Valeria Merino: No hemos abandonado ese espacio. Estamos trabajando, pues nadie está poniendo propuestas concretas sobre la mesa. Sin embargo, creo que el Presidente no puede dejar de lado el liderazgo. No puede llamar a un proceso de diálogo y no decir sobre qué vamos a dialogar. No se puede discutir al infinito sobre cientos de problemas cuando los tiempos son cortos y se viene otra elección.

Augusto Barrera: Creo que en el Gobierno hay un poco de inexperiencia y mucha debilidad. Lo único que parece ser inamovible es la fecha de la consulta pues durante el partido con Colombia, la propaganda decía “talleres de concertación”. Esa figura no constaba en el formato inicial que era el 1-800. Esto hace pensar que ese formato estuvo pensado desde una racionalidad metodológica tecnocrática.

César Montúfar: La metodología del árbol de problemas.

AB.: Claro. Pero la agenda política no se construye así. No es un taller de ONG. Ese modelo se salta a la sociedad. No se relaciona con la producción de una esfera pública de debate.

Pero para el régimen eso parece inalterable.

AB.: No creo. Lo que sí parece serlo es la fecha y esto sí tiene grandes implicaciones pues, mientras más lejana sea, significa que el Gobierno apuesta a darle oxígeno al Congreso.

VM: ¿Pero crees tú que el Gobierno apuntaba a una consulta? Yo creo que estaba apostando a que el Congreso reforme.

AB: Se puede entender que el calendario excluye como opción la consulta. Y segundo, le da seis meses al Congreso durante los cuales puede irse bajando los temas de la consulta. Al Gobierno esto le ahorra tener tesis pero lo debilita aún más.

CM: El problema no es metodológico, es político. Y el fundamental es que el Presidente no ha querido asumir el liderazgo y, ha dejado el espacio para que el Congreso y los partidos lideren las reformas. Esta cesión no es casual. La racionalidad que está detrás de la gestión del Ejecutivo es buscar que la clase política tradicional y el Congreso tomen la iniciativa a costa de que el Presidente la abandone, pero a cambio de que el Presidente termine. Es lo que siempre ha pasado.

El problema es que la crisis de representación es tan fuerte que este arreglo puede servirle a Palacio para terminar su mandato como un presidente totalmente anodino. Pero para el país sigue siendo, y cada vez con mayor agudeza, una bomba de tiempo. Y esta le va a estallar al próximo gobierno y al próximo Congreso.

¿Cómo piensan sus organizaciones crear contrapesos al escenario que describen porque hasta ahora ni se ven ni se sienten políticamente?

CM.: Es cierto, pero no es un problema nuestro. Estamos trabajando pero la atención pública y la lógica de la información, que no critico ni en la cual interfiero, han estado en otro lado.

AB.: Hay tres hechos clave. Uno: la competencia perversa de quién es más forajido, sobre todo en la versión del forajidismo como nuevo mecanismo de negociación de cargos públicos; eso nos obligó a marcar cierta distancia. Dos: hemos establecido una tregua ante el nuevo gobierno. Necesitábamos sus señales para saber por dónde iba. Tres: hay un vaciamiento de la interlocución política. El Gobierno no habla con la sociedad pero sí lo hace, por interpuestos mecanismos, con los partidos tradicionales.

VM.: Nosotros estamos tratando de impulsar la veeduría internacional de la CAN, las Naciones Unidas y la Unión Europea. Si esto no se da, creemos que el problema de la Corte va a quedar peor de lo que estaba. El otro problema es el TC. Hemos recibido información fidedigna de una intervención directa del Prian para obtener puestos en esas cortes. Muy poca gente le está haciendo seguimiento a estos temas creyendo que, como la Corte se cayó y el Congreso pasó la ley, se van a resolver solos.

Extraña la forma como César Montúfar explica que sus organizaciones no hayan suscitado hechos políticos. En el caso de la Corte, Participación Ciudadana, con muy poca gente, supo captar la atención de la opinión.

CM.: Quizá hemos cometido errores de comunicación. Pero le hemos pedido liderazgo al Presidente y lanzamos la agenda de los 100-100 cien (para que apresurara en 100 días la reforma) sin mayor repercusión.

¿Qué van a hacer para reactivar la agenda pública ante el vacío de interlocución que creó el presidente Palacio?

CM.: Es importante distinguir entre lo extremadamente urgente y lo importante. Proponemos que haya consulta y asamblea. La consulta para tratar los temas del sistema electoral y de representación que son urgentes. La Asamblea debería ser convocada en el mismo acto de consulta para que se traten, con más tiempo y sin presión, los otros temas.

Estamos proponiendo reformas en el caso de la representación y en el sistema de partidos políticos. Y dentro de eso, lo central es la actualización del registro electoral. Todos los partidos deben inscribirse de nuevo.

AB.: Vivimos la bajada de la ola en donde los poderes fácticos buscan un proceso de reacomodo; lo cual, probablemente, le quita mucha fuerza a las acciones que podemos emprender. Talvez deberíamos mirar más autocráticamente las iniciativas que estamos pensando.

VM.: Nosotros tenemos dudas sobre si podemos conducir un proceso de reforma. Primero, no hay propuesta y, segundo, el sistema político está completamente recompuesto. El Presidente les da el espacio (a los partidos políticos) para que ellos hagan la reforma de la manera que la entiendan. Nosotros participamos, con energía y esperanza, pensando que se podía cambiar las cortes tras la caída de Gutiérrez. Pero vimos en tres semanas que al Congreso el mensaje le entró por una oreja y le salió por otra.

¿El pesimismo funge ahora de proyecto político?

VM.: No creo que esto se vaya a resolver en el mediano plazo. No creo que el Congreso hará ninguna reforma de fondo. Peor, no creo que habrá consulta popular y olvídense de la constituyente. El tema de la Corte era la primera prueba, más o menos palpable, para ver si el sistema político entendía algo. Y veo al Presidente dándole espacio a ese grupo, que no entendió nada, para que decida cuál es la reforma. Creo que las cosas se pondrán peor y que la ciudadanía va a reaccionar violentamente a este “1-800-dígame-lo-que-quiera-y-para-febrero-no-habrá-nada”.

AB: Valeria dice que los partidos no entendieron. Entendieron perfectamente. Entendieron el contexto de extrema vulnerabilidad y amenaza brutal a los mecanismos de representación, que son los de dominación. En los sondeos se ve que la simpatía, poca o mucha por los partidos, cayó en este proceso.

Me parece peligroso generar un proceso de vaciamiento a los mecanismos de representación. De esto pueden salir políticamente más golpeados los partidos que han tenido un rol razonable en términos del escenario político. No es lo mismo Pachakutik y la ID, que el PRE o el Prian. Es problemático que quizás el ámbito de mayor cuestionamiento sea la Sierra y los sectores más democráticos y que el efecto más visible sea un deterioro precisamente de partidos como la ID y Pachakutik.

¿En dónde están las diferencias de Pachakutik? Su único afán, y la Izquierda Democrática hace lo mismo, es participar en el eterno reparto.

AB: Pachakutik ha vivido esta coyuntura con una gran tensión interna. Sentimos poco acompañamiento y nos hemos jugado mucho más como foro urbano. Además tenemos matices respecto al rol parlamentario. En Quito tenemos la certeza de un clarísimo mandato de no reencauchar el mismo sistema de distribución de tribunales.

CM.: En Participación Ciudadana vamos a la refundación total del sistema de partidos. No hacemos la diferencia de Augusto. No podemos pensar en una reforma que le favorezca a la ID y no al Prian. Tiene que ser una tabla rasa para todos.

VM: Tampoco yo hago ninguna distinción. ¿Cómo votaron todos en el caso de la Corte? La Izquierda Democrática lideró ese tema en el Congreso. Pachakutik votó en contra del veto, como el PSC. A todos les entró por una oreja y les salió por otra.

AB: A lo que iba es que no podemos construir un discurso maniqueo entre los políticos y los no políticos. Ese no es el mecanismo para refundar la actoría política. Incluso la ID y Pachakutik tienen que ser capaces -quizás no lo hagan- de replantearse. Coincido en que hay un tema fundamental de representación y un tema de partidos y elecciones. Hay otros elementos como el de la autonomía de la política. Que no sea una dependencia de grupos, mafias, familias o castas. Ahí hay un tema que tiene que ver con construir un espacio para discutir el país. Estamos discutiendo quién paga los guardias privados en Guayaquil o las deudas de la empresa Eléctrica de Quito. No tenemos ni espacio de construcción de un proyecto de país.

¿Qué acciones inmediatas y qué tiempos se dan sus organizaciones para incidir realmente en las reformas?

CM.: Estoy de acuerdo con Augusto en que hay una línea divisoria: o uno está por la reconstitución de los actores políticos que tenemos, o por la refundación del sistema de partidos democráticos. El Presidente con su silencio ha optado por la primera y ha cerrado el espacio para que la ciudadanía e incluso los partidos tengan la posibilidad de crear el segundo escenario.

En Participación Ciudadana no creemos en la refundación del país pero sí en la de los partidos. Creemos que es necesario tomar partido con medidas drásticas para que, a través de una consulta o una constituyente, se arrastre a la opinión para una refundación en esa dirección.

VM: El director de Transparencia Internacional estará aquí hoy y hemos pedido una cita con el presidente Palacio. El objetivo es plantearle tres o cuatro temas fundamentales. El primero, decirle que él tiene la responsabilidad del liderazgo político. El segundo es que raye la cancha. Luego están los temas de partidos, elecciones, las relaciones Ejecutivo- Legislativo y las autonomías.

AB: La primera tarea es hacer consistente y legible la agenda de reformas cuyos contenidos a veces no han pasado de los títulos. Ahí podemos tener acuerdos o discrepancias alrededor de cuatro o cinco puntos. Uno, revertir el hiperpresidencialismo. Dos, reestructurar los mecanismos de representación, aunque no creo, como César, que estemos viviendo una crisis de representación como la peruana o la venezolana. Tres, un tema relacionado con los derechos políticos del ciudadano. La revocatoria es un cuento, pues ¿cómo se consigue el 30% de firmas del padrón electoral cuando los votos válidos suelen ser algo cercano al 50%? Otro punto es ser capaces de colocar otra vez la movilización en esta agenda.

CM: Este fin de semana comenzamos foros en las provincias para discutir propuestas de la reforma política. Vamos a generar una movilización para demandar que este proceso ponga la reforma electoral en primer lugar.

La consulta debería hacerse en octubre. La esperanza debiera ser que el próximo Congreso y el próximo Presidente sean electos con otro estatuto electoral y en la perspectiva de refundar el sistema de representación.

AB: No debemos perder la perspectiva de meterle pueblo a la reforma. Objetivamente hay un componente muy técnico pero el gran reto debe ser recuperar ese espíritu de movilización. Debemos articular un conjunto de iniciativas, combinar la viabilidad jurídica y política pero también darle movilización a la propuesta. Esa es la agenda.

La sensación que dejan es que el país va de nuevo hacia la decepción y que la sociedad no tiene cómo revertir esa certeza.

CM: Soy pesimista en el diagnóstico en el sentido que el Presidente ya tomó partido por reencauchar el viejo sistema de representación. Pero tengo la esperanza de que con las propuestas y la movilización se pueda abrir un dique para la reforma de cara a las próximas elecciones. Dependerá de la acción ciudadana el que esta reforma pueda canalizarse.

VM: Creo que si no hay interacción entre lo que la sociedad quiere y lo que quieren el Gobierno y los partidos, no va a pasar nada. Hay que reconstruir el movimiento ciudadano desde la propuesta. Debemos proponer pero también exigir que propongan.

AB: La percepción es decreciente. Cuando uno ve el abismo que hay entre refundar el país y agregar propuestas de los individuos que tienen mail, es desesperanzador. Sin embargo, una agenda clara y acuerdos entre nosotros pueden, en el peor de los escenarios, ser un factor de presión al Congreso. La vía es agenda-consulta-asamblea. Pero si no hay esa vía, podemos revertir la posibilidad de secuestro y del reparto posgutierrista.

César Montúfar, director de Participación Ciudadana
“El tema fundamental es que el Presidente no ha querido asumir el liderazgo político y, al no hacerlo, ha dejado el espacio para que el Congreso y los partidos lideren las reformas”.

Valeria Merino, directora de Corporación Latinoamericana para la Democracia
“Creo que las cosas se pondrán peor y que la ciudadanía va a reaccionar violentamente a este “1-800-dígame-lo-que-quiera-y-para-febrero-no-habrá-nada”.

Augusto Barrera, concejal de Quito (PK) y miembro de Foro Urbano
“La competencia perversa de ver quién es más ‘forajido’, sobre todo en la versión del ‘forajidismo’ como mecanismo de negociación de cargos públicos, nos obligó a tomar distancias”.
EXPLORED
en Ciudad Quito

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