Quito. 02.12.93. Era una de esas tÃpicas noches frÃas de Quito,
de un viernes cinco de diciembre de 1959, cuando dos músicos,
Luis Alberto Valencia y Gonzalo BenÃtez, fueron llamados por la
gerencia de Radio Quito para hacer una grabación relacionada con
una costumbre española, que consistÃa en despertar al vecindario
a las cinco de la mañana con cánticos y procesiones en las
calles.
Esta tradición conocida como "albazo" fue grabado por el dúo
BenÃtez-Valencia, y transmitida por primera vez por Radio Quito
el seis de diciembre de 1959, justamente a las cinco de la
mañana. Y tuvo tanto éxito esta primera serenata quiteña, que al
siguiente año el dúo fue requerido para brindar una serenata al
alcalde y otras autoridades.
Asà fue como a los BenÃtez-Valencia se les ocurrió proponer al
jefe de redacción de el Diario Ultimas Noticias, César Larrea,
promover una verdadera serenata quiteña, invitando al pueblo a
salir de sus casas el cinco de diciembre de cada año, para cantar
y divertirse. La idea sonó bien, por lo que el cinco de diciembre
de 1961 el dúo, con el acompañamiento de BolÃvar Ortiz, se
presentaron ante una multitud que se congregó en el atrio de la
Catedral Metropolitana en la Plaza de la Independencia.
El poder de por medio
Asà nacieron las fiestas de Quito, o por lo menos, esta es una de
las versiones que explican su nacimiento. Hay otras, más
complicadas talvez, que interpretan el momento histórico que se
vivÃa en la década de los 50, y desde ahà intentan explicar el
nacimiento de los festejos de la fundación española de la
capital.
El historiador Galo Ramón, dice que la modernización y la
secularización de la sociedad quiteña, expresada en grandes
cambios como la urbanizaciónEn 1959 se lanza la idea de las
fiestas de Quito, y en 1960, se da la primera Feria Taurina Jesús
del Gran Poder, porque por ese entonces se inaugura la plaza de
toros monumental de Quito, construida por la Cámara de
Agricultura.
Las ideas de la fiesta, con la primera feria, para la cual los
padres franciscanos ofrecen el trofeo Jesús del Gran Poder, pues
desde el primer momento tomaron la fiesta como una cosa propia, y
participan la antevÃspera de la fiesta en la gran minga para
limpiar la plaza de San Francisco.
De tal manera cuajan estas ideas, que el municipio se ve obligado
o tomar a su cargo, particularmente en el año de 1972 el alcalde
Jorge Ballarino Donoso, que toma a su cargo las fiestas, y se va
ampliando con desfile de Unidad Nacional, que atrae a multitudes,
y que reemplaza al antiguo Corso de flores que se celebraba el
seis de enero, que era la terminación de las tradicionales
fiestas de inocentes, que comenzaban el 28 de diciembre con
disfraces y bailes populares en la plaza Belmonte y la Plaza
Arenas, y culminaba con un desfile de carros alegóricos.
Pero el desfile de carros alegóricos de las fiestas de Quito
suplanta al Corso de flores que habÃa perdido fuerza en los
últimos años. La idea era que todas las ciudades celebraban su
fiesta, pero Quito no tenÃa fiesta, porque aunque el gran dÃa era
el 10 de agosto, por ser este un dÃa polÃtico, pasaba
desapercibido.
Todos estos factores contribuyeron a que las fiestas cuajen en la
opinión pública, en las clases populares. Hay además otro factor,
que es negativo, el interés de los productores de licores en que
se desarrolle en gran escala la fiesta para poder vender más, por
eso auspician bailes populares en los barrios, con ventas de
licores...
Quito ha tenido varias fundaciones, una primera fundación
prehistórica que no sabemos exactamente cuando fue, luego una
fundación por parte de los Caras, una fundación por parte de los
Incas y sobre las ruinas de esa ciudad destruida por Rumiñahui,
Benalcázar funda la ciudad de Quito. Y esta fundación, con la
organización inmediata del Municipio es la que comienza a
estructurar el Quito de hoy.
Quito es la primera capital de sudamérica fundada por los
españoles.
La idea de la que partieron las fiestas de Quito no era
exactamente celebrar la fundación española, sino celebrar a la
ciudad de Quito. TenÃa que ser una fecha que facilite la
realización de los festejos. habÃa otras dos fechas posibles, el
24 de mayo -batalla de Pichincha- era una fecha mas bien de tipo
castrense, y el 10 de agosto, que pasaba desapercibido por los
asuntos polÃticos.
El seis de diciembre era la fecha perfecta porque además estaba
cerca de fin de año. En un principio se pensó empatar los
festejos quiteños con las fiestas de inocentes, aunque los
organizadores jamás pensaron que las fiestas de Quito iban a
matar a las fiestas de inocentes.
Los festejos acercados a la reivindicción de valores españoles
responden a una visión errónea de la historia. El seis de
diciembre es como una gran medalla que tiene dos lados. La
fundación española de Quito no se podrÃa explicar sin gesta de la
defensa de Quito por parte de Rumiñahui. Quito ya existÃa, y
Rumiñahui la defiende.
Entonces por un lado están las corridas de toros, de origen
español, y por el otro los concursos de bandas populares, y sobre
todo la gran minga que es una institución aborigen de trabajo
comunitario para el bien común. Esta fue pensada desde el
principio para limpiar la ciudad. Esa es entones la gran
manifestación indÃgena de las fiestas de Quito, la otra cara de
la medalla.
Pero sà hay una predominancia española, porque a la postre
durante tres siglos nosotros tuvimos aquà la predominancia de lo
español.
Los toros son una cosa de minorÃa, aunque movilizan mucho dinero.
Aunque la idea de las fiestas de Quito no fue reivindicar valores
españoles sobre los valores autóctonos, sino que era mas bien un
intento por exaltar la nacionalidad ecuatoriana, la nacionalidad
mestiza. Yo veo que se exalta algunos valores que vinieron de
España pero que ya son nuestras, como los toros.
Quito era una ciudad que estaba ampliamente rodeada de pueblos
indÃgenas. Ahà estaba Chillogallo, Chimbacalle, PuengasÃ, Nayón,
Zámbiza, Cotocollao, Carapungo, IlluriquÃ, Conocoto, Guangopolo,
todos núcleos aborÃgenes, que poco a poco, con el proceso del
mestizaje fueron perdiendo vigor y fuerza. Esta perdida del
folclore indigenista hizo que en Quito, a diferencia de otras
ciudades, haya manifestaciones mestizas y blancas. Porque la
población que predomina en Quito es una población cosmopolita con
un predominio absoluto de gente mestiza e incluso blanca, y los
indÃgenas asentados en esta ciudad se han asimilado a ese modo de
ser.
Hay que primero entender la década de los 50 como una etapa de
modernización de las ciudades, y que como toda modernización
generó un sentido de recuperar valores y tradiciones, y al mismo
tiempo de generar identidades.
Uno de los principales problemas de Quito en esta década era que
no tenÃa una identidad local especÃfica o marcada, a diferencia
de Guayaquil.
Además, en la misma década está otro fenómeno: se acentúan los
localismos en términos de identidades a través de un fenómeno
musical que era el pasacalle, que surge en esta década y promueve
canciones que se vuelven verdaderos emblemas de la ciudad: el
Chulla quiteño, la Chola cuencana, Ambato tierra de flores... El
pasacalle define entonces una identidad local de criollismo.
El poder local era una preocupación de dos grupos. Por un lado
las aristocracias de origen señorial y la capas medias que
también están deseosas de generar un campo cultural donde se
identifique una noción de ciudad, donde estos sectores aparecen
como los sectores que generan el ámbito cultural de la ciudad.
El chulla quiteño revela es mezcolanza donde no está expresada ni
una estructura social moderna, ni una estructura tradicional
anterior.
Las fiestas responden a esta idea de reivindicar la identidad y
el poder local. Además la década del 50 es una época de fuerte
crecimiento demográfico, es la década que muestra la tasa de
crecimiento más alta que existe en todo el periodo histórico de
Quito. Entre el censo del 50 y del 62 existe una tasa de
crecimiento de alrededor del 6%, que hasta ahora no se ha
recuperado.
Es entonces una etapa donde se registran muchas migraciones, por
lo que se necesita una respuesta cultural interna de los
habitantes de Quito, para reivindicar una identidad quiteña
frente a la avalancha de migración, y una especie de
provincialización de la ciudad, asà como un abandono de
asentamientos tradicionales como el centro histórico, cuyos
habitantes lo abandonan y se desplazan para la zona norte. Es un
momento en que se está fracturando la antigua identidad de Quito
como ciudad señorial, que era básicamente la del centro
histórico, que con el proceso de urbanización empieza a ser
abandonado y deja asà de ser el sitio preferido por las
aristocracias. Por eso la necesidad de reivindicar una ciudad que
se está provincializando y adquiriendo rasgos donde se pierde lo
quiteño como identidad definida.
Esta es la primera etapa de las fiestas, en las que aparecen dos
sÃmbolos de la ciudad, el dúo Benitez-Valencia, con las serenatas
para la ciudad, donde se reivindica un sentido de la música
nacional.
En cambio luego, en la década del 60, viene una etapa de
transformación de las fiestas de Quito, que toman un sabor
españolizante, a través de la primera Feria Taurina. La fiesta
permitió a los sectores medios y altos de la ciudad, reivindicar
las fiestas de los toros como una vinculación a España, y
construir una identidad que se asocia a un criollismo de
raigambre hispánica.
Y esto sucedió en varios paÃses de América. Por ejemplo, el
escritor Alfredo Bryce Echenique, en su libro "Un mundo para
Julius" relata la etapa en que la tauromaquia se vuelve la locura
y la obsesión de las fiestas de Lima, también en la década del
50, pues era el enlace con la identidad española, aquà se ya no
habÃa nada que ver con lo mestizo.
Esto nos hace pensar entonces, que las manifestaciones de las
fiestas de Quito en la década de los 60 responden a ese proceso
de modernización que se inició en la década de los 50, en donde
se siente un proceso de "blanqueamiento", en el sentido en que se
reconoce como cultura hegemónica a la cultura blanca criolla, y
al mismo tiempo se niega las raÃces indÃgenas. (5B)
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Ciudad N/D
Publicado el 02/Diciembre/1993 | 00:00