Quito. 19.10.94. La institución municipal ecuatoriana atraviesa
una problemática diversa y variada, que paraliza su desarrollo,
traba el cumplimiento de sus objetivos e impide substraerlo de su
marasmo. Se ha convertido en un ente meramente administrativo,
pesadamente burocrático e incapaz de asumir su rol histórico.
A todo esto se suman los fenómenos propios de una sociedad
moderna y dinámica, que mantiene estructuras anacrónicas,
injustas, recursos mal distribuidos y pésimamente administrados.
Constituyen desafÃo permanente para la institución edilicia el
aumento de la población, la migración, los problemas
administrativos, la desocupación y subocupación, la delincuencia,
la prostitución, la drogadicción, la destrucción del medio
ambiente, el crecimiento del tugurio, la mayor demanda de
servicios y los nuevos avances cientÃficos y técnicos.
La gestión de la ciudad ecuatoriana se realiza a través de varias
instituciones públicas y privadas, siendo el municipio una más.
En cada caso y dependiendo de las caracterÃsticas de la ciudad y
del tipo de relación con el poder nacional, cada municipio
encontrará su peso especÃfico en la coyuntura.
Un municipio débil
Es un municipio débil, con pocas competencias reales y escasos
recursos. Sufre el desborde de su capacidad de respuesta por el
crecimiento de la población y su distribución, pero también por
la presencia de nuevas formas de organización y representación
sociales.
Algunos de los problemas más relevantes por los que atraviesa el
municipio ecuatoriano pueden ser:
- PolÃticos.- Existe incapacidad de reconocer la naturaleza
polÃtico-cultural del municipio; por ello pesa más su definición
puramente administrativa como productor de servicios.
Si bien ningún gobernante cuestiona el régimen municipal, en la
realidad es asfixiado económicamente, presionado polÃticamente y
debilitado administrativamente. AsÃ, la tendencia centralizadora
limita excesivamente el ámbito municipal, poniendo en grave
riesgo su existencia.
La búsqueda de legitimidad de la autoridad local y nacional,
introduce el clientelismo intraestatal. De esta manera, cambia el
sentido de soberanÃa y el municipio se ve arrastrado a la
condición de colchón de resistencia de los conflictos y de cadena
de trasmisión del poder central hacia la población y no, como
deberÃa ser, de representante de la sociedad en el Estado.
- Económicos -Financieros.- El municipio ecuatoriano es débil y
pobre. La suma de los presupuestos del conjunto de los municipios
no llega al 5% de los ingresos totales del sector público. Más
aún, los ingresos propios no llegan al 30% de la suma de sus
ingresos y tienen una capacidad de inversión menor al 35%. Estos
datos no hacen sino confirmar la gran dependencia de los recursos
externos y la poca capacidad de gestión urbana.
Esta situación de orden general tiene casos de excepción. Algunos
municipios no pueden siquiera cubrir los gastos que requiere el
sostenimiento del propio aparato municipal. Sin embargo, justo es
reconocer que, por un lado, el clientelismo polÃtico impide a los
munÃcipes recaudar los recursos locales que deberÃan hacerlo y,
por otro lado, la pesada estructura administrativa y la baja
capacidad técnica disminuyen la capacidad de gasto e inversión.
- JurÃdico-Normativos.-La Ley de Régimen Municipal es aprobada
cuando el proceso de urbanización logra su máxima aceleración.
Por eso, muy pronto queda rezagada frente al inmediato proceso de
modernización. Es decir, que a los problemas de concepción de la
Ley se le suman las condiciones de orden histórico.
El esquema jurÃdico implantado es en la actualidad obsoleto e
incompleto. La falta de concordancia del conjunto de leyes que
rigen el régimen seccional, el uniformismo, la ausencia de un
gobierno intermedio, la mala distribución de recursos, etc. hacen
imprescindible una Ley General de descentralización.
- Administrativos.- Es generalizada la falta de una polÃtica
administrativa, que se expresa, por ejemplo, en la inexistencia
de una división técnica de las actividades, al extremo de que son
organismos informales. No tienen los denominados orgánico
funcionales porque la tradición los suplanta, porque la
informalidad de la sociedad civil permea la municipalidad o
porque el clientelismo polÃtico introduce sus vicios. Hay gran
improvisación en la acción municipal y en sus funcionarios.
Por otro lado se percibe una insuficiencia técnica y baja
calificación de los empleados municipales, debido a las malas
remuneraciones que perciben, a la falta de procedimientos de
calificación y ascensos, a la inexistencia de polÃticas de
formación de personal, a la inestabilidad propia de los vaivenes
de la polÃtica municipal y a la crisis universitaria.
- Planificación.- En términos de planificación los principales
problemas provienen de la marcada separación entre la gestión y
la planificación, entre la técnica-técnicos y la
polÃtica-polÃticos. La ausencia de sistemas institucionales
integrados de planificación al interior de los municipios y de
una polÃtica urbana a nivel nacional. La práctica polÃtica
inmediatista sin perspectiva de largo plazo y clientelar, lleva a
que la planificación se convierta en una camisa de fuerza. La
necesidad creciente y los recursos económicos y técnicos escasos.
Los fracasos de las concepciones y metodologÃas tradicionales de
planificación.
Periódicamente se proponen planes de desarrollo, que adolecen de
fallas que los vuelven inejecutables. Se formulan planes globales
y de largo plazo con propuestas demasiado onerosas, sin tomar en
cuenta las limitaciones técnicas, polÃticas y económicas de los
municipios. Pero, por sobre todo, por ser una planificación
tecnocrática que prescinde de la ciudadanÃa, lo cual se expresa
en una propuesta verticalista, de arriba hacia abajo que no busca
el consenso ni la aceptación, sino que se orienta por la
imposición.
Una excepción a la regla
Nuestros actuales municipios, tal cual están, no constituyen el
marco adecuado a las exigencias del siglo XXI. Son muy pocas las
excepciones de municipios que están en capacidad de recibir al
próximo milenio. En eso, indudablemente que el municipio de Quito
lo es. Pero lo más interesante es que no se ha quedado en sus
razones históricas de buen gobierno, sino que también se
encuentra en una fase de "puesta al dÃa"
Si se persigue un proceso descentralizador, se debe también
plantear una reestructuración de la vida municipal desde su
condición inicial de existencia, la sociedad local. Hay que
trabajar en fortalecer la sociedad civil local y la estructura
municipal, en el marco del fomento de la democracia, la
gobernabilidad y el desarrollo económico a todo nivel. (5B)
en
Explored
Ciudad N/D
Publicado el 19/Octubre/1994 | 00:00