Machala. 7 nov 2000. 17 organizaciones se unen en esta cruzada, mientras
35 concheros se convierten en guardianes de estas zonas. La polémica
sobre las cifras persiste.

La provincia de El Oro tiempo atrás fue una gran reserva de manglar, pero
esta condición cambió vertiginosamente en tan solo una década. Hoy, la
empresa privada y la comunidad unen esfuerzos para recuperar una parte
del área verde perdida.

En esta provincia hace nueve años existían alrededor de 500 mil hectáreas
de manglar, hoy solo suman 10 mil, concentradas en el estero de Santa
Rosa y en el archipiélago de Jambelí.

Sin embargo, hay noticias alentadoras: en el transcurso de este año, se
recuperaron 176 hectáreas de manglar y a través del Programa de Manejo de
Recursos Costeros (PMRC) se reforestaron 96. Además hay que sumar las 100
que se entregaron a pescadores para que las manejen y protejan. Otras 50
ya fueron reforestadas por los camaroneros, desde enero.

La deforestación, aunque en pequeña escala, comenzó hace tres décadas con
la llegada de los colonos a las zonas dominadas por este bosque. Entre
los huéspedes estuvieron personas que se dedicaron a la captura de
cangrejos, mejillones y sobre todo conchas. Pero hace una década esta
forma de subsistencia se redujo y a cambio aparecieron grandes y pequeñas
camaroneras. Hace un año las denuncias sobre tala fueron insistentes.

Según informes de la Unidad de Conservación y Vigilancia (UCV), un
organismo de acción interinstitucional adjunto al PMRC, en lo que va del
año se presentaron 144 juicios por tala en contra de dueños de
camaroneras.

88 juicios se resolvieron a favor de los demandantes y 56 están en
trámite. "Pero el daño ya está hecho y ahora tenemos que proteger lo que
aún tenemos", dice Julio Manzo, presidente del Comité Zonal del PMRC.
Este organismo integra a Machala, Puerto Bolívar y Jambelí y trabaja con
fondos del Banco Interamericano de Desarrollo. Este año se ven
resultados.

"No debe ser extraño que los mismos camaroneros se interesen por la
protección del manglar", aseguró Gustavo Barreiro, coordinador del PMRC
en Machala. Ellos están conscientes que el manglar permite la oxigenación
del agua que utilizan para sus piscinas camaroneras.

17 actores participan en la protección del manglar: las comunidades, la
Capitanía del Puerto, la Dirección Provincial de Salud, las entidades
académicas de los recursos costeros (la Universidad Técnica de Machala) y
ONGs.

"Basamos los esfuerzos en cambiar la mentalidad y enfoques de la gente
que convive con el manglar y convencerlos que de eso pueden sacarle un
valor agregado. Aparte trabajamos en el desarrollo de la faja costanera,
el saneamiento de las playas, en turismo, en pesquería planificada y en
educación", aseguró Manzano.

Un ejemplo de aquella planificación y educación se aprecia en la
población de Jambelí adonde se llega en lancha luego de un viaje de media
hora. Alrededor de 250 personas están inmersas en un plan de turismo
ecológico con el apoyo del PMRC. Consiste en el cobro de diez centavos
por el uso de las playas. Este dinero se destina a un reciente programa
de recolección, clasificación y transformación de residuos sólidos.

A esta iniciativa se suman los dueños de restaurantes y hoteleros. Aunque
el fondo es muy escaso, se aprecian playas limpias, seguridad para los
turistas y protección al recurso más amenazado, el manglar.

En otras comunas de Jambelí y del estero de Santa Rosa también se
realizan proyectos similares. Los pobladores de la comuna Costa Rica
trabajan con los concheros en la cría controlada de la concha prieta. En
Sacamano participan 35 concheros en la vigilancia de 120 hectáreas de
manglar. Allí se han hecho ejercicios de siembra, engorde y
comercialización de concha prieta. Además, se investiga el manejo de
mejillones, ostiones y cangrejos, pero sobre todo se ha resembrado y
reforestado con especies de manglar.

A las comunas se les entrega cierta cantidad de hectáreas para que se
responsabilicen de su cuidado y conservación.

La Isla del Amor se salvó de la deforestación

Con solo 1,6 hectáreas de extensión, la Isla del Amor es un pequeño
pulmón verde junto al Océano Pacífico. En estos días está por convertirse
en un destino interesante para el turismo ecológico.

Por el momento está cerrado a los visitantes, pero cuando se abra (será
este mes, pero aún no hay fecha) se podrá observar de cerca las dos
especies de manglar: negro y rojo, especialmente la última.

Está ubicada a 10 minutos, en bote, desde el muelle de Puerto Bolívar y
contará con recorridos guiados. Un pequeño mirador y cabañas con
información y exposiciones temáticas del mangle están instalados para
satisfacer las inquietudes.

La Isla del Amor adoptó ese nombre debido a la presencia de muchas aves
marinas (gaviotas, garzas, pelícanos...) que acuden al lugar para anidar.
Este comportamiento es más usual estos meses.

Este islote tiene características parecidas a las de la Isla del Corazón,
en el estuario del río Chone, cerca de Bahía de Caráquez, en Manabí,
donde un trabajo multisectorial está dando buenos resultados en la
conservación y el desarrollo del ecoturismo.

Isla del Amor es uno de los proyectos que lleva adelante el Programa de
Manejo de Recursos Costeros, a través del Comité Zonal (PMRC).

La participación de los concheros es indispensable para evitar
definitivamente la tala del manglar, pues ellos son los mejores
guardianes del lugar, ya que esa es su fuente de trabajo. Además de
conchas hay mejillones, ostiones y cangrejos.

Dos versiones distintas

La llegada de la organización ecologista Greenpeace reactivó el debate de
los conflictos por la tala de los manglares. Peter Segura, vocero de la
Coordinadora Nacional para la Defensa del Manglar, dijo que el 70 por
ciento de este tipo de bosque fue talado. Esta cifra es muy superior al
25 por ciento que maneja el Centro de Levantamientos Integrados de
Recursos Naturales por Sensores Remotos (Clirsen), según su último
estudio de 1999.

Incluso hubo un aumento de 3 000 hectáreas de la zona de manglar a causa
de fenómenos naturales, como El Niño.

En 1998 se firmó un convenio con la Cámara Nacional de Acuacultura y
Fundación Natura para evitar la tala indiscriminada. Raúl Carvajal, de
Natura, dice que desde la firma del convenio se monitorea, detecta y se
denuncia los cortes.

"La tala continúa, pero hemos conseguido logros importantes como la
sanción y el decomiso de una máquina que estaba devastando manglar en el
Golfo y se impuso una multa de 28 mil dólares". En dos años se conocieron
70 casos de tala de manglar por parte de Natura.

Para José Delgado Mendoza, miembro del Comité Ecológico del Litoral, el
informe del Clirsen, no obedece a la realidad. "Tiene fallas como el no
haber incluido a la Isla Santay, donde existen 1 000 hectáreas".

Según Delgado, en la Santay hay más manglar que en Muisne. Atribuye la
diferencia entre el reporte de las ONGs con la del Clirsen, al hecho de
que no se incorporó 16 zonas más que en el de 1995. (Texto tomado de El
Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Machala

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