Guayaquil. 07 may 2000. Que el movimiento indígena está
determinado a conseguir el poder y que por eso desecha cualquier
posibilidad de diálogo, es una afirmación cada vez más frecuente
en el Ecuador.

Lo dicen análisis periodísticos y lo afirman estudiosos del tema.
Sin embargo, los dirigentes indios no han expresado todavía una
voluntad expresa de conseguirla.

La Conaie no tiene interés de llegar al poder pero sí de exigir a
cualquier gobierno que trabaje para el pueblo y no únicamente para
un determinado grupo, sostiene Antonio Vargas, presidente de la
Conaie. Vargas mantiene la tesis de que Pachakutik, el brazo
político de la organización, es el encargado de buscar el poder,
siempre por la vía democrática.

No obstante, existen elementos reales que permiten pensar que en
el interior del movimiento indígena hay posiciones divergentes
sobre el tema.

Salvador Quishpe, ex presidente de la Ecuarunari y uno de los
dirigentes con mayor formación conceptual, reconoce que dentro del
movimiento indígena hay diferentes estrategias para conseguir el
poder. Una de esas diferencias se producen entre las bases y las
dirigencias. Según Quishpe esta divergencia se debe a varios
factores: cada comunidad tiene una lógica distinta y las
dirigencias se encuentran muy alejadas, geográficamente hablando,
de las bases.

Jorge León, observador y analista del fenómeno indígena, cree que
el movimiento indio no tiene una propuesta política. Para él, lo
que existe es una variedad de discursos indígenas y posiciones muy
diferentes entre los distintos sectores.

Para León, las dirigencias se han urbanizado, lo que de cierta
forma ha hecho que tengan una visión de su acceso al poder
distinta a la que tienen las bases, más relacionadas con su
realidad y necesidades inmediatas.

León observa que últimamente los dirigentes han incorporado un
discurso más jacobino muy apegado a la izquierda de llegar al
poder. Este discurso radical ha aparecido, dice, porque en la
práctica política ecuatoriana existe la tendencia a llenar vacíos
y los indígenas llenaron aquellos que dejó el movimiento obrero.

Ese vacío lo llenó el movimiento indígena y, en medio de la
crisis, han cobrado fuerza las tesis más jacobinas, sostiene León.

Para este estudioso el proyecto indígena es más bien el de
establecer mayor pluralismo en la sociedad ecuatoriana, el de
crear un reconocimiento a las diferencias y a la diversidad.

León insiste en que este pensamiento lo tienen las bases, que no
siempre están correspondidas por la dirigencia.

Tres estrategias

Una tesis novedosa es la que maneja Paco Rohón, experto que
trabaja en proyectos de desarrollo del Centro Andino de Acción
Popular. Rohón dice que los indígenas aspiran a tomarse el poder y
que para ello manejan tres estrategias que se combinan entre sí.

Una estrategia es la de lograr una amplia representación del
proyecto histórico de los indios en todos los sectores populares.
Por eso avanzan y retroceden en su relación con el Gobierno y así
se mantienen en la vanguardia de la lucha política.

Rohón no cree que este camino sea fructífero por una simple razón:
la sociedad tiene rezagos coloniales y cortes racistas y no va a
aceptar que en la vanguardia estén indígenas o campesinos. Además,
expone, los indios no tienen una propuesta económica clara sino
una propuesta de corte moral.

La segunda estrategia identificada por este experto es la de ganar
espacios electorales, sin excluir la estrategia anterior. Aquí sí
pesa el número de militantes ya que necesitan de los votos para
acceder al poder.

La tercera es la de la resistencia activa, que tiene una lógica de
chantaje. Si no se dan las cosas que pedimos nos tomamos el poder,
parece ser el mensaje que lanzan los indios y que es el que domina
en la clase política nacional.

Esta tercera estrategia encierra algunos riesgos, a criterio de
Rohón. Uno de ellos es que puede abrir espacio a un gobierno
dictatorial y represivo como reacción a las imposiciones
indígenas. Él considera que esta posibilidad no está muy lejos.

También puede establecerse una lucha prolongada, como el caso de
Palestina, lo que significaría un potencial exterminio del pueblo
indígena.

Asimismo engloba el riesgo de que se produzca una forma de
apartheid territorial donde los pueblos indios desarrollen sus
tesis. Esta posibilidad, expresa Rohón, no luce tan remota pues
actualmente existe toda una ebullición de pedidos autonómicos y
descentralizadores.

En definitiva, la supuesta búsqueda de los indios del poder aún no
tiene un derrotero claro, aunque la inquietud está planteada.

Salvador Quishpe

Presidente del Parlamento de Pichincha, Quishpe es un indígena
saraguro de 29 años, quien también ha sido vicepresidente y
presidente de la Ecuarunari.

En 1992 formó con otros indígenas la Federación de Saraguros de
Zamora y fue dirigente agrario.Con el apoyo de la fundación Hanns
Seide ingresó a la Universidad San Francisco de Quito, donde
obtuvo un título en Sociología para el Desarrollo. Aprendió inglés
durante un año de estudio en la Eastern Mennonite University del
estado de Virginia en Estados Unidos. Luego hizo una pasantía en
Washington.

Eduardo Remache

Presidente de la Ecuarunari, Remache (40 años) nació en la comuna
Chaupi Pomaló, del cantón Riobamba.

Fue electo presidente de la Ecuarunari hace dos semanas, luego de
disputar el cargo con Salvador Quishpe.

Ha sido varias veces presidente de su comunidad y titular del
Movimiento Indígena de Chimborazo (MICH), ha estado cuatro veces
al frente de la organización de segundo grado. Hace tres años fue
elegido dirigente de organización de la Ecuarunari y en noviembre
pasado asumió la vicepresidencia.

Antonio Vargas

Presidente de la Conaie, Vargas es un quichua amazónico de 41 años
que surgió como líder durante el congreso de esa organización en
1996, realizado en Saraguro, Loja.

Fue reelecto en noviembre de 1999 en el congreso de Santo Domingo,
después de disputar su liderazgo entre Blanca Chancoso y Ricardo
Ulcuango.

Cuando terminó la secundaria, Antonio Vargas estudió durante dos
años para ser maestro del Programa de Educación Intercultural
Bilingüe y posteriormente dirigió ese proyecto en la provincia de
Pastaza.

Miguel Lluco

Presidente nacional de la Coordinadora Nacional del Movimiento
Pachakutik Nuevo País, Lluco es la cabeza visible de ese partido
(por el cual fue diputado entre 1996 y 1998) y brazo político de
la Conaie.

Nació en Guamote en la provincia de Chimborazo. Su oficio era la
carpintería y se inició como dirigente indígena al vincularse con
el trabajo comunitario del Mons. Leonidas Proaño. También tuvo
participación activa en la representación de los indígenas en el
conflicto de tierras de 1983 y 1984, y luego fue dirigente de la
Ecuarunari. (Texto tomado de El Universo)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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