Guayaquil. 28 may 2000. Para compartir el negocio de la telefonía
internacional, los cibercafés requerirán un permiso. Con un
catastro y un reglamento, el Estado pone las reglas del juego.
Impecable, provisto de veloces máquinas y decorado en tonos que
hacen honor a su nombre, Café@zul abrió sus puertas hace dos
semanas en la avenida Víctor Emilio Estrada, de la ciudadela
Urdesa.
A Xavier Vanoni, propietario del negocio, lo tienen sin cuidado
los resquemores de sus competidores y piensa que el sol sale para
todos.
Convertidos en el fenómeno de moda en Guayaquil, los cibercafés
están en todas partes, con bastante frecuencia como Café@zul,
compartiendo clientela en la misma cuadra.
Y tanto crecieron en los últimos dos años, que uno se pregunta si
gozan de una envidiable bonanza que la crisis económica no afectó
y que incentivó a otros a seguir sus pasos.
En la mira
El economista Gualberto Fonseca, director ejecutivo de la
Asociación Ecuatoriana de Cibercafés (Asociber), con sede en
Quito, asegura que estos negocios no son la mina de oro que todos
creen, dado que sus costos operativos promedian los 2.000 dólares
mensuales. Mas, la exitosa incursión de los cibercafés en la venta
de llamadas internacionales -actividad privativa del Estado y
explotada por Pacifictel y Andinatel- los puso en la mira de las
autoridades.
Desde que los cibercafés compiten en el servicio, la telefonía
internacional que comercializan estas operadoras se redujo en un
30 %, según revela el abogado Jaime Guamán, asesor del Consejo
Nacional de Telecomunicaciones.
En los cibercafés, las llamadas internacionales cuestan dos y tres
veces menos que en las empresas telefónicas y atraen diariamente a
cientos de clientes.
Relación 60-40
La proporción de los usuarios que acuden a llamar por el Net2phone
-nombre del programa que permite esta conexión más barata- versus
aquellos que van solo a navegar o ver su correo electrónico es 60-
40, según refiere la Asociación Nacional de Cibercafés (
Asonaciber), de reciente formación en Guayaquil.
El 14 de abril pasado, la Superintendencia de Telecomunicaciones
convocó a los cibercafés a registrarse en un catastro nacional
como paso previo para definir las reglas del juego. Todo ocurrió
en momentos en que la Ley Trole dio paso a la libre competencia en
las telecomunicaciones, pero con un reglamento de concesión para
la operación del servicio.
¿Cuántos son?
Si la Superintendencia de Telecomunicaciones ignora cuántos
cibercafés funcionan en el Ecuador, tampoco otras instituciones
públicas lo saben con certeza.
En el Registro Unico de Contribuyentes del Servicio de Rentas
Internas de Guayaquil, estos negocios no tienen clasificación
propia y entran en la categoría "servicios personales" o
"servicios de computación", dependiendo si quienes solicitan el
RUC son personas naturales o jurídicas. En ambos rubros, están
mezclados con digitadores, programadores, analistas de sistemas y
otras actividades afines.
Fonseca, director ejecutivo de la Asociber, afirma que funcionan
más de 100 negocios en Quito, pero tiene 18 afiliados en su
registro.
En Guayaquil, suman 30 los inscritos, sostiene el ingeniero
Eduardo Gómez, vicepresidente de la Asonaciber, pero calcula que
15 o 20 más operan en el mercado. Las cifras evidencian el poco
interés que tienen estos locales por asociarse.
Gómez, propietario de CyberTek del Mall del Sol y del Unicentro,
precisa que la Asonaciber está de acuerdo con el catastro, pero
quiere participar en el reglamento que preparará la Secretaría
Nacional de Telecomunicaciones (Senatel), otra entidad que los
regula.
Mientras la Asociber está de acuerdo con la fijación de una
franquicia -que sería el mecanismo a utilizarse- para competir con
Pacifictel y Andinatel, su vecina, la Asonaciber mira con reservas
esa novedad.
"Al Estado siempre le insistimos que nos cobre algo. Queremos
funcionar legalmente", dice Fonseca, un consultor privado que,
curiosamente no es dueño de ningún cibercafé, pues, señala, "así
lo disponen los estatutos de la Asociber".
Gómez piensa que no pueden prohibir la telefonía por Internet y
perjudicar al que menos tiene, que es el perfil de usuario de este
rubro en un cibercafé.
Pronto se dilucidarán estas inquietudes. El 18 de mayo, la
Superintendencia de Telecomunicaciones prorrogó por 45 días el
plazo de registro de estos negocios, que un mes antes no tuvo la
respuesta esperada. En igual periodo, la Senatel tendría listo el
proyecto de reglamento de cibercafés. (MAR)
El net2phone
Aunque Raúl Negrete, estudiante de leyes, no tiene Internet en
casa, los cibercafés desperdigados por Guayaquil le permiten
engancharse cuando quiera con el mundo, enviar y recibir mensajes
en pocos segundos y acortar distancias vía telefónica con su
madre, que se fue a España a trabajar.
Hablar por la computadora, como reza el lenguaje cotidiano de los
cibernautas, es posible gracias a un software o programa que se
baja de la Internet, conocido como Net2phone. Es uno de tantos que
existen en el mercado, popularizado por la calidad de voz en
tiempo real y las tarifas competitivas que ofrece.
Esta diferencia de precios con las operadoras
nacionales(Pacifictel y Andinatel) radica en que las empresas que
ofrecen telefonía a través de Internet no pagan tarifas e
impuestos.
El servicio que comercializa Net2phone es bastante sencillo. "Con
una tarjeta de crédito, usted compra un número que le permite un
tiempo de llamadas expresado en dólares", explica Eduardo Gómez,
vicepresidente de la Asonaciber.
La guerra de precios
Con la clasificación de locales por categoría, según la
infraestructura y tecnología que utilizan, será posible regular
las tarifas, aseguran los directivos de la Asonaciber, que no
quieren la guerra de precios que trajo el boom de los cibercafés
en Quito y que empieza a sentirse en Guayaquil.
La asociación fijó tarifas de navegación en Internet el 4 de mayo
pasado, a 1,20 dólares la hora (30.000 sucres) y 1,60 dólares la
hora (40.000 sucres) según el tipo de enlace que tienen los
cibercafés, pero hay competidores que cobran 0,80 centavos (20.000
sucres) o 1 dólar (25.000 sucres) la hora, que es el tiempo
promedio que un usuario permanece conectado a Internet.
CyberTek cobra 1,50 dólares la hora y atiende once horas diarias
en sus locales de Mall del Sol y el Unicentro. Sorprende la gran
afluencia de público en estos negocios y más cuando su dueño,
Eduardo Gómez, cuenta que supera las 200 personas diarias, la
mayoría para llamar a España, Italia y Estados Unidos.
Pacifictel les cobraría entre 9.000 y 10.000 sucres por minuto,
pero un cibercafé, de 20.000 a 32.000 sucres por minuto.
Controversia
Separar conceptos para establecer franquicias
En el Conatel (Consejo Nacional de Telecomunicaciones) ronda la
idea de establecer franquicias, para que los cibercafés puedan dar
servicio de voz sobre IP (protocolo de Internet). El cobro
correría a cargo de las operadoras Pacifictel y Andinatel, "porque
subsisten los contratos de concesión que les dimos, a pesar que la
Ley Trole derogó la exclusividad que tenían", explica el abogado
Jaime Guamán, asesor del Conatel.
Estas franquicias no tienen sentido para el ingeniero Byron López,
presidente de la Asonaciber, debido a que los cibercafés pueden
entrar a Internet sin pasar por las operadoras. También generarían
pérdidas a estos negocios, afirma, ya que hay escapes al control,
"cualquiera puede instalar un computador en su casa, alquilar una
cuenta de Internet y vender telefonía sin firmar ningún convenio".
López, que también es dueño del cibercafé Bill Gato, de Urdesa,
estima que no hay diferencias entre los conceptos de navegación o
prestación de servicios de Internet y servicio de voz sobre IP,
tal como se pretende establecer en el reglamento que preparan las
autoridades.
"Es lo mismo, todo va por la misma ruta, la voz se transforma en
datos. Nosotros sostenemos que al alquilar computadoras para
navegar por Internet, se puede hacer todo a través de la red",
añade. (Texto tomado de El Expreso)
internacional, los cibercafés requerirán un permiso. Con un
catastro y un reglamento, el Estado pone las reglas del juego.
Impecable, provisto de veloces máquinas y decorado en tonos que
hacen honor a su nombre, Café@zul abrió sus puertas hace dos
semanas en la avenida Víctor Emilio Estrada, de la ciudadela
Urdesa.
A Xavier Vanoni, propietario del negocio, lo tienen sin cuidado
los resquemores de sus competidores y piensa que el sol sale para
todos.
Convertidos en el fenómeno de moda en Guayaquil, los cibercafés
están en todas partes, con bastante frecuencia como Café@zul,
compartiendo clientela en la misma cuadra.
Y tanto crecieron en los últimos dos años, que uno se pregunta si
gozan de una envidiable bonanza que la crisis económica no afectó
y que incentivó a otros a seguir sus pasos.
En la mira
El economista Gualberto Fonseca, director ejecutivo de la
Asociación Ecuatoriana de Cibercafés (Asociber), con sede en
Quito, asegura que estos negocios no son la mina de oro que todos
creen, dado que sus costos operativos promedian los 2.000 dólares
mensuales. Mas, la exitosa incursión de los cibercafés en la venta
de llamadas internacionales -actividad privativa del Estado y
explotada por Pacifictel y Andinatel- los puso en la mira de las
autoridades.
Desde que los cibercafés compiten en el servicio, la telefonía
internacional que comercializan estas operadoras se redujo en un
30 %, según revela el abogado Jaime Guamán, asesor del Consejo
Nacional de Telecomunicaciones.
En los cibercafés, las llamadas internacionales cuestan dos y tres
veces menos que en las empresas telefónicas y atraen diariamente a
cientos de clientes.
Relación 60-40
La proporción de los usuarios que acuden a llamar por el Net2phone
-nombre del programa que permite esta conexión más barata- versus
aquellos que van solo a navegar o ver su correo electrónico es 60-
40, según refiere la Asociación Nacional de Cibercafés (
Asonaciber), de reciente formación en Guayaquil.
El 14 de abril pasado, la Superintendencia de Telecomunicaciones
convocó a los cibercafés a registrarse en un catastro nacional
como paso previo para definir las reglas del juego. Todo ocurrió
en momentos en que la Ley Trole dio paso a la libre competencia en
las telecomunicaciones, pero con un reglamento de concesión para
la operación del servicio.
¿Cuántos son?
Si la Superintendencia de Telecomunicaciones ignora cuántos
cibercafés funcionan en el Ecuador, tampoco otras instituciones
públicas lo saben con certeza.
En el Registro Unico de Contribuyentes del Servicio de Rentas
Internas de Guayaquil, estos negocios no tienen clasificación
propia y entran en la categoría "servicios personales" o
"servicios de computación", dependiendo si quienes solicitan el
RUC son personas naturales o jurídicas. En ambos rubros, están
mezclados con digitadores, programadores, analistas de sistemas y
otras actividades afines.
Fonseca, director ejecutivo de la Asociber, afirma que funcionan
más de 100 negocios en Quito, pero tiene 18 afiliados en su
registro.
En Guayaquil, suman 30 los inscritos, sostiene el ingeniero
Eduardo Gómez, vicepresidente de la Asonaciber, pero calcula que
15 o 20 más operan en el mercado. Las cifras evidencian el poco
interés que tienen estos locales por asociarse.
Gómez, propietario de CyberTek del Mall del Sol y del Unicentro,
precisa que la Asonaciber está de acuerdo con el catastro, pero
quiere participar en el reglamento que preparará la Secretaría
Nacional de Telecomunicaciones (Senatel), otra entidad que los
regula.
Mientras la Asociber está de acuerdo con la fijación de una
franquicia -que sería el mecanismo a utilizarse- para competir con
Pacifictel y Andinatel, su vecina, la Asonaciber mira con reservas
esa novedad.
"Al Estado siempre le insistimos que nos cobre algo. Queremos
funcionar legalmente", dice Fonseca, un consultor privado que,
curiosamente no es dueño de ningún cibercafé, pues, señala, "así
lo disponen los estatutos de la Asociber".
Gómez piensa que no pueden prohibir la telefonía por Internet y
perjudicar al que menos tiene, que es el perfil de usuario de este
rubro en un cibercafé.
Pronto se dilucidarán estas inquietudes. El 18 de mayo, la
Superintendencia de Telecomunicaciones prorrogó por 45 días el
plazo de registro de estos negocios, que un mes antes no tuvo la
respuesta esperada. En igual periodo, la Senatel tendría listo el
proyecto de reglamento de cibercafés. (MAR)
El net2phone
Aunque Raúl Negrete, estudiante de leyes, no tiene Internet en
casa, los cibercafés desperdigados por Guayaquil le permiten
engancharse cuando quiera con el mundo, enviar y recibir mensajes
en pocos segundos y acortar distancias vía telefónica con su
madre, que se fue a España a trabajar.
Hablar por la computadora, como reza el lenguaje cotidiano de los
cibernautas, es posible gracias a un software o programa que se
baja de la Internet, conocido como Net2phone. Es uno de tantos que
existen en el mercado, popularizado por la calidad de voz en
tiempo real y las tarifas competitivas que ofrece.
Esta diferencia de precios con las operadoras
nacionales(Pacifictel y Andinatel) radica en que las empresas que
ofrecen telefonía a través de Internet no pagan tarifas e
impuestos.
El servicio que comercializa Net2phone es bastante sencillo. "Con
una tarjeta de crédito, usted compra un número que le permite un
tiempo de llamadas expresado en dólares", explica Eduardo Gómez,
vicepresidente de la Asonaciber.
La guerra de precios
Con la clasificación de locales por categoría, según la
infraestructura y tecnología que utilizan, será posible regular
las tarifas, aseguran los directivos de la Asonaciber, que no
quieren la guerra de precios que trajo el boom de los cibercafés
en Quito y que empieza a sentirse en Guayaquil.
La asociación fijó tarifas de navegación en Internet el 4 de mayo
pasado, a 1,20 dólares la hora (30.000 sucres) y 1,60 dólares la
hora (40.000 sucres) según el tipo de enlace que tienen los
cibercafés, pero hay competidores que cobran 0,80 centavos (20.000
sucres) o 1 dólar (25.000 sucres) la hora, que es el tiempo
promedio que un usuario permanece conectado a Internet.
CyberTek cobra 1,50 dólares la hora y atiende once horas diarias
en sus locales de Mall del Sol y el Unicentro. Sorprende la gran
afluencia de público en estos negocios y más cuando su dueño,
Eduardo Gómez, cuenta que supera las 200 personas diarias, la
mayoría para llamar a España, Italia y Estados Unidos.
Pacifictel les cobraría entre 9.000 y 10.000 sucres por minuto,
pero un cibercafé, de 20.000 a 32.000 sucres por minuto.
Controversia
Separar conceptos para establecer franquicias
En el Conatel (Consejo Nacional de Telecomunicaciones) ronda la
idea de establecer franquicias, para que los cibercafés puedan dar
servicio de voz sobre IP (protocolo de Internet). El cobro
correría a cargo de las operadoras Pacifictel y Andinatel, "porque
subsisten los contratos de concesión que les dimos, a pesar que la
Ley Trole derogó la exclusividad que tenían", explica el abogado
Jaime Guamán, asesor del Conatel.
Estas franquicias no tienen sentido para el ingeniero Byron López,
presidente de la Asonaciber, debido a que los cibercafés pueden
entrar a Internet sin pasar por las operadoras. También generarían
pérdidas a estos negocios, afirma, ya que hay escapes al control,
"cualquiera puede instalar un computador en su casa, alquilar una
cuenta de Internet y vender telefonía sin firmar ningún convenio".
López, que también es dueño del cibercafé Bill Gato, de Urdesa,
estima que no hay diferencias entre los conceptos de navegación o
prestación de servicios de Internet y servicio de voz sobre IP,
tal como se pretende establecer en el reglamento que preparan las
autoridades.
"Es lo mismo, todo va por la misma ruta, la voz se transforma en
datos. Nosotros sostenemos que al alquilar computadoras para
navegar por Internet, se puede hacer todo a través de la red",
añade. (Texto tomado de El Expreso)
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