Quito. 22 may 2000. Como el petróleo es de todos, a nadie le
importa que se desperdicie. La ineficiencia en la exportación del
búnker, le ha costado al país 98 millones de dólares, en 1999
Alguna vez el presidente venezolano Rómulo Betancourt llamó al
petróleo "el excremento del diablo". Sus palabras resultaron
tristemente proféticas. Hoy, los dos países petroleros de América
del Sur -Venezuela y Ecuador- viven severas crisis económicas.
Con deudas voluminosas, han hecho ajustes dolorosos con el
consecuente deterioro de las mayorías más pobres, a quienes no
llegaron los recursos provenientes de por lo menos de alguno de
los sedimentos del llamado oro negro.
Además, los dos países van a la zaga de las reformas
institucionales que han permitido al resto de la región modernizar
sus caducas estructuras, achicar su burocracia y vencer a
monstruos como la hiperinflación. Por su inestabilidad política,
en el caso de los ecuatorianos donde en cinco años se han cambiado
cinco presidentes y lo impredecible del actual mandatario
venezolano, extraña amalgama de autoritarismo y populismo, el
futuro de las dos naciones es de pronóstico reservado.
DESPERDICIO
¿Dónde se esfumaron los espesos billones de dólares que generaron
décadas de precios exorbitantes del crudo? ¿Quienes se
beneficiaron? Tanto para Venezuela como para el Ecuador, las
respuestas son similares. Se diferencian únicamente en la
proporción de la desmesura. Teniendo Venezuela 10 veces más
riqueza que el Ecuador, sus deficiencias son infinitamente más
severas.
El petróleo fue para los dos el excremento del diablo, pues por
ineficacia y corrupción, se alimentaron burocracias voraces y
negocios turbios, que no sólo gastaron el dinero sino que
hipotecaron, a través de deuda externa, el crudo y que hoy que las
crisis obligan a cambiar se convierten en el principal obstáculo,
como lo han sido en el pasado, para evitar que lo que queda del
petróleo continúe desperdiciándose.
CINCO AÑOS ES NADA
En noviembre de 1995, Vistazo hizo público un informe de auditoría
de la empresa Meric Holdings Limited de la ciudad de Jersey,
Estados Unidos. La empresa fue contratada por el entonces ministro
de Energía, Galo Abril, a pedido del presidente del Conam,
Mauricio Pinto. Tras analizar las instalaciones de El Beaterio, la
Refinería de Esmeraldas, los terminales de Pascuales, Salitral, la
Libertad y las oficinas de Petroecuador, Petrocomercial y la
Dirección Nacional de Hidrocarburos se llegó a la siguiente
conclusión: "Por el caos administrativo, la falta de control y
auditoría en el sistema cinco a seis por ciento del petróleo y sus
derivados desaparece sin dejar huella, sin que nadie sospeche o se
dé cuenta.En base a la producción de petróleo de 1994, se estima
que las pérdidas serían entre 96.5 y 115.8 millones de dólares".
¿Cómo podía el petróleo y los productos terminados cambiar de
mano, sin dejar rastro? Muy simple, se confiaba la medición a
sistemas manuales, donde un milímetro de error equivale, por
ejemplo a 1.500 galones de gasolina, en diferencia.Esa diferencia
no se contabiliza y eventualmente sale de las instalaciones de los
terminales, gracias a los deficientes controles de seguridad.
Informes posteriores revelaron que muchas de las empresas
encargadas de la vigilancia de las principales instalaciones de
Petroecuador, ni siquiera contaban con la inscripción de ley en el
Ministerio de Defensa, es decir la mayor industria estatal de la
cual depende 60% de los ingresos del país estaba protegida por
compañías ilegales. Cuando se hizo público el informe, la
administración del presidente Durán-Ballén contrató expertos en
seguridad, para computarizar totalmente las mediciones y evitar
así la fuga ocasionada por la medición manual. A la par resolvió
reforzar la seguridad de las instalaciones para evitar que salgan
los inventarios no registrados.
Pero en cinco años, Petroecuador mantuvo idénticas las
condiciones. La medición de combustibles en los terminales de
productos limpios (gasolina) no es computarizada y el petróleo se
sigue midiendo en tanques de tierra: es decir exactamente como
hace cinco años. El argumento: implantar un sistema computarizado
en todos los procesos resultaba en extremo costoso. Los cálculos
hablaban de una inversión de 60 millones de dólares. Hoy, cinco
años más tarde, las fugas continúan y de haber hecho la inversión,
el país de todos modos hubiera terminado ganando 240 millones de
dólares.
Tampoco se avanzó en reforzar la seguridad física de las
instalaciones. El general Juan Méndez, quien estuvo al término del
gobierno del arquitecto Sixto Durán Ballén, como presidente de
Petroecuador, sostuvo a Vistazo: "El problema sigue igual, pero
con amenazas potenciales más graves que hace cinco años. Las FARC
han declarado objetivo militar a nuestro país y nosotros no
tenemos ningún plan para enfrentar los efectos posibles de tal
amenaza. En Colombia, las FARC han dinamitado en 110 ocasiones el
oleoducto pese a que las Fuerzas Armadas de nuestro vecino cuentan
con la planificación, preparación y los recursos para el combate
de este tipo de violencia".
INEFICIENCIA
No obstante, no solo el dolo causa el desperdicio de los recursos
petroleros. También lo hace la ineficiencia. Más del 50% del
petróleo nacional es convertido en búnker o fuel oil- debido a
que las refinerías de Esmeraldas y la Libertad no tienen unidades
diseñadas para la destilación de crudos livianos a pesar que la
tendencia mundial es producir crudos livianos. Usualmente se lo
exporta sin diluirlo, puesto que la mayoría de barcos lo
transportan sin problema. Por algún insondable misterio, Ecuador
diluye el búnker y para diluirlo se importa diésel. Así por
ejemplo, en 1999 el país importó de 5.3 millones de barriles de
diésel, de los cuales 2.7 millones fue para diluir el búnker y lo
restante para el consumo de las generadoras de energía eléctrica.
La importación le significó al país una inversión de 124 millones
de dólares: 115 por el diésel y lo restante por pago de aranceles
(141.12%), 10% de IVA y otras tasas (Salvaguarda, Innfa,
modernización, Corpei). (Texto tomado de La Revista Vistazo)
importa que se desperdicie. La ineficiencia en la exportación del
búnker, le ha costado al país 98 millones de dólares, en 1999
Alguna vez el presidente venezolano Rómulo Betancourt llamó al
petróleo "el excremento del diablo". Sus palabras resultaron
tristemente proféticas. Hoy, los dos países petroleros de América
del Sur -Venezuela y Ecuador- viven severas crisis económicas.
Con deudas voluminosas, han hecho ajustes dolorosos con el
consecuente deterioro de las mayorías más pobres, a quienes no
llegaron los recursos provenientes de por lo menos de alguno de
los sedimentos del llamado oro negro.
Además, los dos países van a la zaga de las reformas
institucionales que han permitido al resto de la región modernizar
sus caducas estructuras, achicar su burocracia y vencer a
monstruos como la hiperinflación. Por su inestabilidad política,
en el caso de los ecuatorianos donde en cinco años se han cambiado
cinco presidentes y lo impredecible del actual mandatario
venezolano, extraña amalgama de autoritarismo y populismo, el
futuro de las dos naciones es de pronóstico reservado.
DESPERDICIO
¿Dónde se esfumaron los espesos billones de dólares que generaron
décadas de precios exorbitantes del crudo? ¿Quienes se
beneficiaron? Tanto para Venezuela como para el Ecuador, las
respuestas son similares. Se diferencian únicamente en la
proporción de la desmesura. Teniendo Venezuela 10 veces más
riqueza que el Ecuador, sus deficiencias son infinitamente más
severas.
El petróleo fue para los dos el excremento del diablo, pues por
ineficacia y corrupción, se alimentaron burocracias voraces y
negocios turbios, que no sólo gastaron el dinero sino que
hipotecaron, a través de deuda externa, el crudo y que hoy que las
crisis obligan a cambiar se convierten en el principal obstáculo,
como lo han sido en el pasado, para evitar que lo que queda del
petróleo continúe desperdiciándose.
CINCO AÑOS ES NADA
En noviembre de 1995, Vistazo hizo público un informe de auditoría
de la empresa Meric Holdings Limited de la ciudad de Jersey,
Estados Unidos. La empresa fue contratada por el entonces ministro
de Energía, Galo Abril, a pedido del presidente del Conam,
Mauricio Pinto. Tras analizar las instalaciones de El Beaterio, la
Refinería de Esmeraldas, los terminales de Pascuales, Salitral, la
Libertad y las oficinas de Petroecuador, Petrocomercial y la
Dirección Nacional de Hidrocarburos se llegó a la siguiente
conclusión: "Por el caos administrativo, la falta de control y
auditoría en el sistema cinco a seis por ciento del petróleo y sus
derivados desaparece sin dejar huella, sin que nadie sospeche o se
dé cuenta.En base a la producción de petróleo de 1994, se estima
que las pérdidas serían entre 96.5 y 115.8 millones de dólares".
¿Cómo podía el petróleo y los productos terminados cambiar de
mano, sin dejar rastro? Muy simple, se confiaba la medición a
sistemas manuales, donde un milímetro de error equivale, por
ejemplo a 1.500 galones de gasolina, en diferencia.Esa diferencia
no se contabiliza y eventualmente sale de las instalaciones de los
terminales, gracias a los deficientes controles de seguridad.
Informes posteriores revelaron que muchas de las empresas
encargadas de la vigilancia de las principales instalaciones de
Petroecuador, ni siquiera contaban con la inscripción de ley en el
Ministerio de Defensa, es decir la mayor industria estatal de la
cual depende 60% de los ingresos del país estaba protegida por
compañías ilegales. Cuando se hizo público el informe, la
administración del presidente Durán-Ballén contrató expertos en
seguridad, para computarizar totalmente las mediciones y evitar
así la fuga ocasionada por la medición manual. A la par resolvió
reforzar la seguridad de las instalaciones para evitar que salgan
los inventarios no registrados.
Pero en cinco años, Petroecuador mantuvo idénticas las
condiciones. La medición de combustibles en los terminales de
productos limpios (gasolina) no es computarizada y el petróleo se
sigue midiendo en tanques de tierra: es decir exactamente como
hace cinco años. El argumento: implantar un sistema computarizado
en todos los procesos resultaba en extremo costoso. Los cálculos
hablaban de una inversión de 60 millones de dólares. Hoy, cinco
años más tarde, las fugas continúan y de haber hecho la inversión,
el país de todos modos hubiera terminado ganando 240 millones de
dólares.
Tampoco se avanzó en reforzar la seguridad física de las
instalaciones. El general Juan Méndez, quien estuvo al término del
gobierno del arquitecto Sixto Durán Ballén, como presidente de
Petroecuador, sostuvo a Vistazo: "El problema sigue igual, pero
con amenazas potenciales más graves que hace cinco años. Las FARC
han declarado objetivo militar a nuestro país y nosotros no
tenemos ningún plan para enfrentar los efectos posibles de tal
amenaza. En Colombia, las FARC han dinamitado en 110 ocasiones el
oleoducto pese a que las Fuerzas Armadas de nuestro vecino cuentan
con la planificación, preparación y los recursos para el combate
de este tipo de violencia".
INEFICIENCIA
No obstante, no solo el dolo causa el desperdicio de los recursos
petroleros. También lo hace la ineficiencia. Más del 50% del
petróleo nacional es convertido en búnker o fuel oil- debido a
que las refinerías de Esmeraldas y la Libertad no tienen unidades
diseñadas para la destilación de crudos livianos a pesar que la
tendencia mundial es producir crudos livianos. Usualmente se lo
exporta sin diluirlo, puesto que la mayoría de barcos lo
transportan sin problema. Por algún insondable misterio, Ecuador
diluye el búnker y para diluirlo se importa diésel. Así por
ejemplo, en 1999 el país importó de 5.3 millones de barriles de
diésel, de los cuales 2.7 millones fue para diluir el búnker y lo
restante para el consumo de las generadoras de energía eléctrica.
La importación le significó al país una inversión de 124 millones
de dólares: 115 por el diésel y lo restante por pago de aranceles
(141.12%), 10% de IVA y otras tasas (Salvaguarda, Innfa,
modernización, Corpei). (Texto tomado de La Revista Vistazo)
Más en el