Guayaquil. 21.03.93. Hace veinticinco años una coincidencia
logró que, tras mucho tiempo de investigaciones y una
operación quirúrgica que duró seis horas, la medicina diera un
salto hacia adelante gracias al que se convertiría en el
médico más famoso del mundo, el surafricano Christian Barnard,
el primero que hizo realidad lo que hasta entonces parecía
pertenecer al terreno de la ciencia-ficción: un trasplante de
corazón.

El 2 de diciembre de 1967 Denise Darvall, una joven de
veinticinco años que había salido de su casa para comprar un
pastel, murió al ser atropellada en una calle de Cape Town.

Paradójicamente, Ann Washkansky pasaba por el lugar cuando se
produjo el fatal accidente, pero la verdad es que no le prestó
demasiada atención. Ann, muy preocupada se dirigía a visitar a
su marido, Louis, gravemente enfermo del corazón, al que los
médicos concedían pocas esperanzas de vida.

Ese mismo día por la tarde el corazón de la joven Denise,
quien ingresó al hospital con muerte cerebral, fue
trasplantado al pecho de Louis. El paciente salió con vida del
quirófano y, a pesar de que moría dieciocho días después, el
nombre de Barnard recorrió el mundo entero. Su procedimiento
era un éxito, había logrado impulsar la medicina con un
gigantesco salto, y a partir de entonces fueron muchos los
colegas del eminente cardiólogo quienes iniciaron sus propias
investigaciones para perfeccionar el método, y sobre todo para
solucionar el principal problema: el del rechazo.

Tras el hallazgo de la Cyclosporina, medicamento antirrechazo,
un nuevo paso hacia adelante tuvo lugar en la historia de los
trasplantes. El sexto paciente de Barnard, Dirk Van Zyt, vive
aún hoy día y Christian Barnard se convirtió definitivamente
en el hombre que cambió el curso de la medicina... y de la
vida de muchos hombres que, de no haber sido por sus
investigaciones, por su método, no hubieran tenido la menor
oportunidad de vivir con las lesiones cardíacas que padecían.
Barnard se convirtió en el centro de la atención mundial.
Tenía entonces cuarenta y cinco años, y sorprendió a propios y
extraños con su jovialidad, su optimismo y su fe en los
adelantos que podrían conseguirse en el futuro. Incluso llegó
a decir que implantar un dedo seccionado presentaba muchas más
dificultades que trasplantar un corazón.

FAMA, PRESTIGIO Y ADMIRACION

Pero el éxito de Barnard en el campo de la medicina también
tuvo su otra cara de la moneda. Deslumbrado por el éxito, la
fama y el reconocimiento mundial, el doctor comenzó a
modificar sustancialmente su modo de vida. Obsesionado por la
juventud, y por permanecer él mismo siempre joven, Christian
Barnard comenzó a vivir una larga serie de romances que dieron
al traste con su matrimonio. Su mujer, Lowtjie, con quien se
había casado el contaba veintiséis años, y con quien tuvo dos
hijos, Deidre y André, este último muerto en 1984 a
consecuencia de un accidente casero, pidió el divorcio,
incapaz de soportar las infidelidades de su marido.

Entre congreso y congreso, conferencia y conferencia,
operación y operación. Christian Barnard comenzó a paladear
las mieles del éxito, entrando de lleno en la vida de la alta
sociedad y siendo invitado asiduo e indispensable en toda
clase de fiestas. Conoció a Bárbara Zoehlner, una joven de
dieciocho años hija de un millonario surafricano. Barnard,
obsesionado con las mujeres jóvenes, no tardó en enamorarse, y
la pareja contrajo matrimonio en febrero de 1970. Pero ni el
nacimiento de sus dos hijos, Christian y Federico, logró hacer
cambiar al eminente médico, quien llegaría a declarar:

-Nunca he abandonado mi trabajo, pero ante los círculos más
conservadores mi imagen quedó muy deteriorada por el ritmo de
vida que llevaba. Estoy convencido de que ésa fue la causa por
la que no llegaron a darme el Premio Nobel.

En 1981 Barnard y Bárbara se divorciaban quedando los niños
bajo la custodia de la madre. Mientras, Barnard continuaba
disfrutando de la vida, a pesar de que los años comenzaban a
pesarle. La artritis que atacó a sus manos, su principal
instrumento de trabajo, le obligó a abandonar la práctica de
la cirugía, si bien el médico prosiguió sus investigaciones,
asistiendo a congresos, dando conferencias y... prestando su
nombre e incluso su imagen para la campaña publicitaria de
ciertos cosméticos, todos ellos relacionados con el retraso
del envejecimiento.

Un año más tarde, en 1988, Christian Barnard conoció a la
modelo Karin Spezkorn, cuarenta años más joven que él. Ella
recordaba cuando, en el transcurso de una fiesta, y a la edad
de seis años, se fotografió sentada en las rodillas de
Barnard, por entonces ya un médico de prestigio mundial. La
pareja se casó ese mismo año, y tienen un hijo, Armin, quien
cuenta en la actualidad cinco años de edad. Ahora, a punto de
cumplir setenta y un años, Christian Barnard dice:

-Nunca dejé de ser yo mismo, ni tampoco decreció mi pasión por
la medicina en general y la investigación en particular. Sin
embargo, ahora mi vida es mucho mas sedentaria de lo que nunca
fue. He escrito quince libros y acabo de terminar mi
autobiografía. Además, continúo dando conferencias e
investigando. Soy feliz porque Karin y Bárbara, mi ex mujer,
mantienen excelentes relaciones, y al ver cómo progresan mis
hijos.

*FUENTE: Texto tomado de EL UNIVERSO (p.10-DOMINGO)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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