Quito. 7 mar 2002. (Editorial) Rosita: Te saludo alegre por una buena
noticia para ti. A partir de la segunda quincena del año próximo, podrás
venir a trabajar aquÃ. Serás nada menos que la secretaria particular del
nuevo presidente de la República. Y el Johnsito podrá ir a la Casa Cuna
Genios del Milenio. Estoy que del puro contento se me ponen los pelos de
punta.
Me creerás loco, Rosita. Pero no. Estoy más cuerdo que nuestro
vicepresidente don Pedro Pinto, el hombre más cuerdo del Hemisferio Sur.
Verás, Rosita, monseñor Alberto Luna Tobar, antiguo arzobispo de Cuenca y
hoy santo a tiempo completo, y el padre salesiano Eduardo Delgado, por el
que mueren tantas mujeres casadas y solteras, se juntaron para unir en la
Universidad Salesiana a todos los polÃticos de la centroizquierda, que
son más numerosos que pulgas en perro de mercado, a fin de convencerlos
de que se pongan de acuerdo, nombren un solo candidato a la presidencia
de la República, se apoyen en las elecciones y salven a este pobre paÃs
de las garras del mercado, de los ladridos de la globalización y de los
mordiscos de las ventas de las empresas del Estado.
Cuando el padre Piti supo, Rosita, de esta reunión, le entró el pique. El
padre Piti es un santo, pero como hasta el sol tiene sus manchas y
nuestro presidente Gustavo Noboa sus rabietas, asà el padre Pitti es un
poco vanidosillo. Nos convocó a los de siempre: los dos sanbernardos, el
espÃritu de la abuelita Victoria, las dos señoras de la parroquia, el
Poeta y el Profe de la Poli. Nos convocó de urgencia, Rosita.
"Señoras, señores y animales del Comité Parroquial", nos dijo. "Hay que
escrutar los signos de los tiempos y poner al dÃa el Reino de Dios.
Nuestros hermanos Luna y Delgado han convocado a los centroizquierdistas
para que se junten y ganen las elecciones. Y no nos han convocado a
nosotros que también somos de la izquierda y del centro y sur de Quito.
Pasaremos por alto este olvido. Pero no vamos a dejarnos ladear. Iremos
juntos, todos ustedes y los feligreses de la parroquia, a la Universidad
Salesiana y apoyaremos al candidato que salga elegido de ese magno
concilio. Pero no lo vamos apoyar a cambio de nada. Digno es el operario
de su paga, dijo el apóstol Pablo, ciudadano romano. Asà que esta
convocatoria tiene por objeto saber qué vamos a pedir por nuestro apoyo".
No fue difÃcil, Rosita, ponernos de acuerdo. Los pobres nos conformamos
con poco. Los sabernardos pidieron ser nombrados mascotas de los
granaderos de Tarqui que custodian la Casa Presidencial. La señora A
pidió la cocina de Palacio porque, dijo, ella sabe cocinar comida
nacional mejor que la Kristy y la Choza juntas. La señora B pidió lavar
la ropa interior del nuevo presidente y de la primera dama. Lavado a
mano, con ulait y con cariño. El Profe pidió que le nombren presidente
del Consejo Nacional de Universidades y Politécnicas. El Poeta solicitó
la presidencia de la Casa de la Cultura.
La abuelita, una serie de misas gregorianas en las iglesias más lujosas
de Quito porque dice que todavÃa se halla purificándose en el purgatorio.
El padre Piti pidió el obispado auxiliar de Quito y yo, Rosita, pedà la
secretarÃa particular para ti, la guarderÃa para el Johnsito y para mÃ
manejar el auto de la vicepresidenta de la República, porque una mujer
ocupará con nosotros la Vicepresidencia, pero no se llama RosalÃa.
Espero, Rosita, que esta buena noticia te alegre mucho y bésale al
Johnsito. Te abraza tu chofer. Dios, Patria y Libertad. Tu
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