Andrés Oppenheimer
Columnista de The Miami Herald
Cuando entrevisté al presidente colombiano, Juan Manuel Santos, días atrás, una de las cosas que más me llamó la atención fue su afirmación de que si sus negociaciones de paz con la guerrilla de las FARC tienen éxito, Colombia crecerá más de 7% al año y los colombianos -las palabras que siguen son mías- vivirán felices y comerán perdices. ¿Pero es cierto eso? ¿O Santos está exagerando los potenciales beneficios de un acuerdo de paz con la guerrilla marxista colombiana para aumentar sus posibilidades de reelección?
Antes de entrar en tema, examinemos lo que dijo Santos en una extensa entrevista realizada a menos de tres semanas de las elecciones del 25 de mayo. Según las últimas encuestas, Santos no ganará la reelección en la primera vuelta y está en un empate técnico con su rival de derecha, Óscar Iván Zuluaga, en la segunda vuelta electoral que se celebrará el mes próximo.
En la entrevista, Santos dijo repetidamente que Colombia ya es “la economía más sólida de Latinoamérica” y que sería una estrella económica aún mayor si las actuales negociaciones con la guerrilla de las FARC producen un acuerdo de paz para terminar con los 50 años del conflicto armado colombiano.
Señaló que Colombia ya ha superado a Argentina como tercera economía de Latinoamérica y que, según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional, su país crecerá este año 4,5%, una cifra significativamente mayor que el promedio regional de 2,5%.
“Si a eso se sumara el dividendo de crecimiento que produciría la paz, que es de alrededor del 2%, subiríamos al 6,5%”, dijo Santos. “Y si a eso le sumáramos lo que va a crecer Colombia por esas inmensas inversiones que se están haciendo en infraestructura, sería entre 1% y 1,5% durante ocho años, Colombia podría estar creciendo por encima del 7%”. Tal vez percibiendo escepticismo, Santos agregó: “Córtelo por la mitad, y la mitad sería 6% o 6,5%, que es un crecimiento muy razonable o positivo”.
Pero ¿cómo está tan seguro de que un potencial acuerdo de paz con los comandantes de las FARC produciría la paz?, le pregunté. Las FARC tienen muchos “frentes” militares, que con frecuencia actúan independientemente, y muchos de ellos pueden no adherirse a un acuerdo de paz, argumenté. “Las FARC todavía tienen lo que llaman ‘comando y control’ sobre su gente”, respondió Santos. Aunque algunos guerrilleros de las FARC podrían seguir en la selva, se convertirían en criminales comunes, dijo.
Santos acusó a Zuluaga y al expresidente Alvaro Uribe de “sembrar mentiras” sobre el proceso de paz para debilitar su Gobierno. “Dicen que estoy entregando al Castro-chavismo a Colombia”, dijo Santos, refiriéndose a sus rivales. “¿Usted cree que yo soy comunista, o marxista, o chavista? Eso no tiene pies ni cabeza”.
Se habló de otros temas -incluyendo Venezuela y Brasil-, pero al final de la entrevista me quedé con la clara sensación de que Santos está centrando su campaña de reelección en la expectativa de un futuro brillante si hay un acuerdo de paz. Muchos analistas, sin embargo, dudan de que un acuerdo de paz produzca un crecimiento del 7% anual.
“Esa cifra está totalmente inflada”, dijo Alberto Bernal, analista de Bulltick Capital Markets y severo crítico de Santos. “Alrededor del 85% del producto bruto de Colombia ya se produce en áreas que no están afectadas por la violencia de las guerrillas”.
Daniel Kerner, un analista del Eurasia Group, dijo que las proyecciones de Santos “parecen un poco optimistas”. Muchos inversores están más preocupados por problemas regulatorios, de infraestructura y medio ambiente que por la guerrilla, agregó.
Mi opinión: Santos está en lo cierto al decir que Colombia es una de las economías más sólidas de Latinoamérica y que probablemente crecerá aún más gracias a la inversión de su Gobierno en infraestructura. Pero soy escéptico de que un acuerdo de paz logre atraer una avalancha de inversiones a Colombia.
Un acuerdo con la cúpula de las FARC no necesariamente traerá la paz, porque a muchos grupos de las FARC les resultará más rentable seguir en el negocio de la droga.
Además, los precios mundiales del petróleo y los minerales -las industrias clave de las áreas dominadas por las FARC- probablemente no aumenten en los próximos años, lo que reducirá el impacto de estas industrias en el futuro de Colombia.
Entonces, aunque el acuerdo de paz de Santos sería importante desde el punto de vista humanitario, creo que el principal desafío económico de Colombia es de otra naturaleza: mejorar sus estándares educativos.
Solo con una población mejor educada Colombia podrá producir y exportar productos más sofisticados y alcanzar un crecimiento sostenido del 7%.
"Soy escéptico de que un acuerdo de paz logre atraer una avalancha de inversiones".