A pesar de que los cinco candidatos a la Presidencia han llenado de propaganda la prensa y el país, cuesta identificar sus propuestas más allá del tema de la paz.
Los escándalos, la guerra sucia, la falta de debates televisados con la participación de los candidatos a la Presidencia colombiana y las vagas propuestas de Gobierno han enviado un mensaje de desconcierto.
Los cinco candidatos, incluido el presidente Juan Manuel Santos, que aspira a la reelección, arrancaron hace más de dos meses sus giras por el país y han llenado de propaganda medios de comunicación y vallas. Pero cuesta identificar las propuestas de cada uno más allá del tema de la paz.
Las negociaciones del Gobierno de Santos con la guerrilla de las FARC, que han arrojado tres acuerdos preliminares, han sido el eje de la campaña.
De hecho, el candidato de la Alianza Verde, el exalcalde de Bogotá Enrique Peñalosa, acusó a Santos de haber impuesto el tema del diálogo de paz en la campaña para tapar los frentes que no ha atendido en su Gobierno que, a su juicio, son salud, seguridad e infraestructuras.
Las descalificaciones a la gestión de Santos y las críticas a la figura de la reelección en Colombia también marcaron una primera fase de la campaña, en la que el tedio destacaba en un abanico de aspirantes sin apenas carisma.
Para resolver esos vacíos, los publicistas del uribista Óscar Iván Zuluaga le identificaron con la “Z” del Zorro. Santos cambió a su jefe de campaña cuando las cosas empezaron a ir mal y la candidata de la izquierda, Clara López, se soltó literalmente el moño que siempre ha destacado su peinado para dar un aire fresco a su propuesta.
Medios de comunicación, universidades y gremios convocaron a debates a los cinco aspirantes a la Presidencia. Zuluaga, López y Marta Lucía Ramírez asistieron siempre. Pocas veces lo hizo Peñalosa y nunca el presidente-candidato Juan Manuel Santos. Este ha dicho que debatirá para la segunda vuelta, en la que, según los sondeos, encarará a Zuluaga.
La candidata Ramírez incluso llegó a llevar dos sillas de plástico a uno de los debates para evidenciar la ausencia de Peñalosa y Santos, los que han reconocido que no quieren pelear con sus contendientes.
La campaña se animó, para tristeza de la democracia, cuando, a tres semanas de la primera vuelta, comenzaron a aflorar escándalos y una tenaz guerra sucia entre los dos principales candidatos: Santos y Zuluaga, que está en un empate técnico en las encuestas.
Uribe acusó a Santos de usar dinero del narcotráfico tras conocerse que cercanos colaboradores como el venezolano Juan José Rendón, habían recibido $12 millones de esas mafias. Se sumó una operación de espionaje para boicotear el diálogo de paz en Cuba por parte de Zuluaga.
Para afianzar su candidatura, Santos participó ayer en un debate con tuiteros y lectores de diario El Tiempo. El rotativo informó que, en ese espacio, el candidato-presidente dijo que está de acuerdo con la unión de parejas gay y que tengan los mismos derechos y prerrogativas que las heterosexuales.
En este contexto, Colombia vive un momento histórico con buena macroeconomía e imagen externa pero atada a problemas sociales como la desigualdad derivada del conflicto armado iniciado hace medio siglo.
La gran ausente, según coinciden en opinar la Defensoría del Pueblo y el actual vicepresidente, Angelino Garzón, es una política firme de derechos humanos y de reconciliación, que serán la base del posconflicto y del futuro de Colombia. (Efe y Red.HOY)