Quito. 19 dic 97. Hay 57 clubes de deudores, que agrupan a
seis mil personas. Ellos deben a los bancos, pero quieren
pagar sus deudas

Colaboración de Patricia Ramos, Patricio Montaleza y Pablo
Egas.

Jacinto Chamaidán, de 52 años, trabajó desde los 13 y hace dos
instaló en Santa Rosa una gasolinera con la que pensaba
sostener a su familia y enfrentar los años de jubilación. Sin
embargo, a él como a cientos de pequeños y medianos
comerciantes e industriales sus sueños parecen alejarse cada
día. Ya son seis mil los que se han agrupado en lo que llaman
el Club de Deudores, que están diseminados a lo largo y ancho
del país. Sus miembros aclaran que buscan fórmulas con las que
puedan seguir trabajando y no que estén negándose a pagar sus
deudas.

Chamaidán sacó un crédito con un banco privado por 300
millones de sucres, pero en mayo pasado le embargaron la
gasolinera. Según él, cuando el banco comenzó a debitarle de
su cuenta los intereses la situación se le complicó al no
poder comprar el combustible a la Shell. Aunque ha querido
conseguir un crédito con la Corporación Financiera Nacional
para renegociar la deuda no lo ha logrado. Lo peor es que
Chamaidán afirma que sus bienes, que quieren ser rematados por
su acreencia, valen más de lo que adeuda.

Éste es un caso de los muchos de un movimiento que
inicialmente se denominó el Club de Rehabilitación de Deudores
de los sectores productivos a instituciones financieras de la
provincia de El Oro, que comenzó en 1994 en Machala con
cientos de cheques protestados, cierre de negocios, juicios
coactivos, embargos, remates y desalojos, y que hacían
presagiar malos tiempos para la economía de una provincia que
siempre se había caracterizado por la bonanza.

Y es que tras la guerra del Cenepa la situación económica se
agravó ocasionando grandes pérdidas en esa zona. La difícil
situación financiera de los comerciantes e industriales, que
no pueden cubrir sus obligaciones, se ha extendido en el
transcurso de estos dos años, (actualmente hay 57 clubes de
deudores) y las causas de este aumento de afiliados parecen
ser muchas. Numa Ramírez, zarumeño de 60 años, es uno de los
fundadores de este movimiento. La crisis le ha dejado sin su
negocio: una imprenta que construyó en Machala tras 35 años de
trabajo. Su debacle comenzó en 1992 cuando un proveedor de
papel no le cumplió un contrato, ahí perdió como 300 millones
de sucres, entonces hizo un préstamo a un banco privado, pero
no pudo pagar ya que el conflicto del Cenepa arruinó los
contratos que tenía con sus clientes peruanos.

ALTAS TASAS DE INTERÉS

Para Guillermo Alvarado, gerente de una empresa quiteña con
más de 30 años, dedicada a proveer y producir equipos y
muebles médicos y que ha tenido que reducir el número de 120
empleados a 40, la principal causa de la crisis son las
elevadas tasas de interés que están acostumbrados a manejar
los bancos. "Mi delito fue haberme endeudado con los bancos y
financieras". Aunque también culpa a problemas como los
racionamientos eléctricos, pero sostiene que lo peor de todo
son "las tasas usureras que cobran los bancos" que en 1995
llegaron a estar en 120%.

Con esta opinión concuerda Jaime Ramírez, uno de los
dirigentes del Club de Deudores. Pero esta situación se agravó
-dice- por leyes como la de Instituciones Financieras que han
beneficiado únicamente al sector bancario en desmedro del
sector productivo del país. Como los procedimientos ejecutivos
contemplados en dicha ley que fueron supuestamente declarados
inconstitucionales por el Tribunal de Garantías
Constitucionales; no obstante, a través de este mecanismo al
juez se le permite rematar la garantía hipotecaria el primer
día del juicio y así cancelar los valores al banco y decretar
judicialmente el archivo del juicio. "De esta forma a muchos
deudores les han rematado sus bienes sin darles la oportunidad
de una defensa".

Jaime Ramírez, empresario guayaquileño, dice haber sido
víctima de un sistema que sólo ha favorecido a la banca,
perdió su negocio de engorde y venta de pavos y le acaban de
devolver sus tierras, tras un largo juicio de siete años
iniciado por un banco privado que le había embargado sus
bienes por una supuesta deuda, la que, dice, había cancelado,
pero en la que habían sido falseados documentos, con lo que,
incluso, la entidad bancaria se habría beneficiado.

CONTINUAN SUMANDOSE

Según datos del Club de Deudores, son seis mil los que forman
el club, de los 600.000 que habría en todo el sistema
financiero, una suma aún poco significativa. Sin embargo, de
los 8.500 afiliados que habían en 1995 en la Federación de
Pequeñas Industrias, éstos han bajado a 3.800, lo que
demuestra el grado de afectación a un sector importante de la
producción.

Esta situación es sentida en todo el país. Hasta el arzobispo
de Cuenca, monseñor Luis Alberto Luna se ha solidarizado con
el Club de Deudores, criticando duramente a algunas
instituciones financieras. En Cuenca, para algunos, la crisis
se arrastra desde el deslave de la Josefina en 1993, agravada
también con la crisis energética y la guerra.

Víctor Montero poseía una floreciente industria de confección
de jeans, que él mismo comercializaba desde su hogar, con 40
máquinas y 40 obreros, avaluada en 200 millones de sucres.
Para competir con los mercados de ropa usada prestó 10
millones de sucres al Banco Nacional de Fomento. La producción
comenzó a decaer y no podía pagar la deuda por los altos
intereses. Su pasivo ha subido, sin tenerlo aún muy claro, a
50 millones de sucres. "Es que los señores (funcionarios del
banco) eran tan cerrados y nosotros tan pendejos que
aceptábamos todo sin decir nada".

Tras esto el banco anunció el embargo de su casa avaluada para
su remate en 58 millones de sucres, cuando el monto real sería
de 240 millones de sucres. Aunque todavía continúa viviendo en
su casa, Montero dice: "Ahora que nos hemos quedado en la
calle nos hemos dado cuenta que han hecho lo que les da la
gana para robarnos".

Algunas personas optan por prestar a los chulqueros como forma
de obtener recursos sin tantas trabas y así salir más rápido
de sus problemas financieros, sin embargo esto se convierte a
veces en una trampa, como en el caso de Yolanda Muñoz. Ella
junto a su esposo comenzó a trabajar hace casi cuatro décadas
en Estados Unidos. A su regreso a Cuenca y con sus ahorros se
dedicaron a la producción de materiales de construcción,
consiguiendo amasar hasta 1992 una fortuna de cerca de tres
mil millones de sucres, pero la Josefina les jugó una mala
pasada, ahí perdieron 612 millones de sucres, entonces para
compensar la pérdida decidieron prestar 300 millones con
intereses de cerca del 20% a un chulquero, de todas maneras el
negocio comenzó a declinar; después vino el conflicto con Perú
y acudieron a los bancos para cancelar su deuda, pero los
intereses, ya estaban en un 90%.

Entonces Yolanda emprendió otro negocio de comercio, pero no
le fue bien; de 718 millones de sucres invertidos sólo
recuperó ocho millones. Aún vendría más, fueron nuevamente a
un banco privado para un préstamo de 400 millones en UVC; para
eso dieron en garantía su casa que fue avaluada en 600
millones de sucres, cuando su valor, según Yolanda, era de
1.000 millones. No obstante, del préstamo sólo recibieron 190
millones, lo cual fue insuficiente para cubrir sus deudas, y
así nuevamente fueron a otro banco, para ir tratando de tapar
los huecos financieros, mientras las deudas crecían. Uno de
los bancos ya le ha quitado la maquinaria: "Lo que hacen los
bancos es ver lo que uno tiene y calculan la manera en la que
la deuda se vuelva impagable, ellos jamás pierden. Me parece
que lo que hacen es con la intención de quedarse con las
propiedades" dice Yolanda, cuya fortuna se ha ido evaporando.

Ante todos los reclamos, el presidente de la Asociación de
Bancos Privados del Ecuador, Antonio Acosta se defiende
diciendo que los deudores saben antes de firmar un contrato
las tasas de interés que tendrán que pagar y las cláusulas del
acuerdo al que llegan con la banca. Muchos lo que quieren es
evitar cancelar sus deudas.

Pero hay quienes se unen al club no sólo por sus deudas con la
banca, como el caso de Fernando Marroquín, un mediano
empresario quiteño que se dedica a fabricar y proveer a
constructoras cierto tipo de maquinaria, quien adeuda 100
millones de sucres de impuestos a la renta. Considera que la
recesión que se vive es tan fuerte debido al mismo factor: las
tasas de interés. Ha tenido que reducir el número de empleados
de 40 a seis, llegando a trabajar a un 10% de su capacidad de
producción.

QUÉ PERSIGUEN

Lo que muchos se preguntan es ¿qué persiguen y quiénes
conforman el Club de Deudores?

El columnista Jorge Rodríguez en su columna El Club de
Deudores del Ecuador del diario El Telégrafo, los describe
así: "Son deudores que dan la cara y que quieren pagar, que no
se avergüenzan de su actual condición y que presentan
soluciones y piden apoyo al Gobierno para que hagan de cordón
umbilical para con una banca ciega y sorda al clamor popular".

Pero el representante del sector bancario, Antonio Acosta,
dice:

"No estamos de acuerdo ni con la idea, ni con el principio del
Club de Deudores", "El Club de Deudores es una mezcla de todo,
de microempresarios, artesanos y personas que quieren
aprovecharse del grupo en beneficio propio", aunque aclara que
la banca privada está consciente de que debe haber una
reestructuración de los créditos vencidos.

Para el ex vicepresidente de la República León Roldós el Club
de Deudores debe servir para viabilizar una solución del
problema y no para que aparezca como un club de trampa que no
quiere pagar deudas, porque si eso llega a pasar, más créditos
se van a concentrar en pocos sujetos, dejando a un lado a los
segmentos medios y de bajos ingresos.

Pero hay una realidad que parece no ser desconocida ni por los
analistas ni por el sector productor, y es el alto costo del
dinero, originado en un modelo económico con el cual se ha
pretendido bajar la inflación y al mismo tiempo, atraer
capitales (golondrina) consolidando la especulación.

En este punto, dice Roldós: "El costo del dinero ha estado muy
por encima de la tasa de inflación (debería ser uno, dos o
tres punto arriba de la inflación). Las tasas que se manejan
hasta hace poco eran un 70%, lo que prácticamente hace
impensable un costo de la moneda en esa magnitud". "Hay una
economía demasiado rentista que busca la renta financiera y
además de ciertos elementos de ineficiencia financiera que en
lugar de privilegiar al servicio bancario privilegia al costo
del dinero".

Sobre el mismo punto, el analista económico Walter Spurrier
considera que deben darse en el país los mecanismo adecuados
que permitan un mayor ahorro y en consecuencia bajen las tasas
de interés; además de una mejor competencia entre las
entidades financieras para que posibiliten que los costos de
éstas sean menores y permitan brindar créditos a un costo más
bajo.

Por otro lado, lo que no está claro es el monto real de la
cartera vencida del sistema financiero y qué repercusiones
pueda tener en el futuro. Se habla de una cartera de cerca del
nueve por ciento. Aunque Walter Spurrier indica que la cartera
vencida de la banca privada a junio de este año es de 6,5%. No
obstante, Acosta sostiene que ha bajado del siete por ciento
al 4,5%. Pero para Roldós hay un secreto a gritos: los
balances de los bancos no están reflejando la realidad del
sistema financiero.

Más allá de las frías estadísticas, el Club de Deudores es un
problema que puede dejar de ser económico y convertirse en
social. Si bien, pensar en condonar a los deudores puede traer
la cultura del sino puedo pagar, no lo hago, habría que buscar
los mecanismos idóneos para reactivar a un sector medio
productivo del país, que también es generador de puestos de
trabajo.

Lo que pide el ClubPosibles soluciones:

Acercamiento con sus acreedores y con el Gobierno para
viabilizar una solución.

Renegociación de sus deudas a 10 años plazo, con períodos de
gracia y con intereses accesibles.

Tregua judicial.

Pagar el capital y que se haga una reliquidación de los
intereses.

Dar paso a la renegociación a través de bancos o instituciones
del Estado como Banco Nacional de Fomento o Corporación
Financiera Nacional.

Que el gobierno implemente verdaderas líneas de crédito de
desarrollo con intereses accesibles.

Reestructuración individual

El presidente de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador,
Antonio Acosta sostiene que la reestructuración con los
deudores debe hacerse de forma individual y no de manera
colectiva, como pretende el Club de Deudores. "No es lo mismo
un microempresario que tiene un mal momento económico debido a
la crisis del país que un señor que se gastó todo el dinero de
su crédito en pasajes a Miami".

Por eso, dice, la solución no es condonar las deudas, si no
renegociar los créditos, como ya se lo está haciendo.

Según León Roldós hay que crear un procedimiento ejecutivo de
cobro que permita salvar las empresas a través de una misión
compartida entre el sujeto deudor y el banco. "Lo que sí no
puede hacerse es reestructurar las deudas a 10 años plazo y
sin intereses, porque en una economía inflacionaria eso es
imposible. Debería haber una reestructuración de determinados
clientes para reactivar la producción, con una tasa activa
referencial y aceptables para el mercado".

De igual forma, Walter Spurrier considera que no se puede
pensar en condonar los intereses a los deudores, ya que eso
significaría que la banca o el Estado tendrían que subsidiar
la cartera, beneficiando a unos y perjudicando al resto de
deudores; además del peligro de politizar el crédito en el
país, de forma similar a lo que ocurre con el Banco Nacional
de Fomento. (Texto tomado de la Revista Vistazo edición # 723
del 02 de Oct. 97.)
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