Quito. 02 jul 2001. Siete barrios de la ciudad son los escenarios
frecuentes para este tipo de delitos. 1 140 casos fueron registrados por
la Policía Judicial en cinco meses.

Transcurrían las 15:00 y Héctor Vaquero transitaba por la calle Flores,
en el centro de Quito. Se dirigía en busca de un bocadillo en una de las
cafeterías tradicionales cuando de pronto explotó en furia. A 20 metros
de él, un hombre de piel blanca y vestido con una chompa negra empujó a
una anciana y le arranchó de las manos un paquete plástico: la funda en
la que llevaba las joyas que tras un año de ahorro pudo retirar de la
Casa de Pensiones del Seguro Social (el Monte de Piedad).

Vaquero observó que el sujeto corría en su dirección y lo empujó contra
la pared. Intentó tomarlo de las manos y fue golpeado por la espalda por
una mujer, vendedora de periódicos, que le mordió el hombro. Vaquero
recibió la ayuda de varios jóvenes que pasaban por el lugar, y juntos
lograron atraparla y llevar a los dos sujetos hasta el Regimiento Quito
2.

El inusitado suceso ocurrió en las inmediaciones de La Marín y puso en
evidencia la complicidad entre la delincuencia y los vendedores
ambulantes.

Los vendedores que trabajan en La Marín admiten que en esa zona los
arranches y robos son cosas de todos los días. En la mitad de la
plazoleta, en el espacio que dejan las dos nuevas plataformas que
servirán como andenes de buses cuando funcione la ecovía, continúan los
13 puestos de lustrabotas. Luis es uno de ellos y mientras pasa la
bacerola sobre un par de zapatos reconoce que no puede decir nada, porque
de lo contrario le pasan una cuenta. "Uuuh... aquí hay robos a cada rato.

Los aretes se roban y también los bolsos. Todo el que pasa por esta plaza
es observado por los ladrones. Yo no los denuncio. Me acuchillan".

Mario Albarracín, el jefe de la Policía Judicial de Pichincha, señala que
la tipología de robos que se presenta en La Marín es menos violenta que
la que se percibe en sectores como La Mariscal.

"La Marín es un eje vial para el transporte público, ahí la gente toma
los buses para ir a los diferentes sectores de la ciudad. Por la gran
afluencia de personas, los delincuentes actúan como arranchadores
(también llamados descuideros) y lanzas (escaperos). Ambos siempre están
al acecho de aquellos que parecen preocupados, deprimidos o
indiferentes". Según Albarracín, el mismo tipo de delincuencia, pero en
menor grado, se registra en sectores como la Villa Flora, La Y,
Cotocollao, La Ofelia, el ingreso al Comité del Pueblo I, el ingreso al
barrio Roldós, y la avenida Colón, donde también hay concentración de
buses.

La Policía dice que en La Mariscal los atracos a mano armada son
frecuentes desde las 17:00 en calles como la Juan León Mera, 18 de
Septiembre y Lizardo García. En el retén "Gabriela Mistral", que no es
más que un cuarto con tres camas literas y una mesa con un teléfono
inservible, los tres uniformados señalan que cada semana reciben un
promedio de siete denuncias de asalto.

A las 18:30 del jueves, las mujeres y hombres que venden caramelos a lo
largo de la avenida Amazonas señalaban que "este lugar es muy tranquilo.
Aquí no hay robos ni nada. Es mentira que aquí hay violencia". A dos
cuadras de ahí, casi a la misma hora, tres pequeños comían los restos de
un sándwich de jamón junto a la puerta del restaurante El Español. Los
infantes decían "somos limpiadores de carros" y sacaban una percudida
franela roja de uno de los bolsillos de sus remendados pantalones.

"Yo cobro 10 centavos la lavada. En la mañana voy a la escuela de
Toctiuco", contaba Jorge (su identidad se reserva por seguridad). "Yo
también estoy en la escuela", decía el más pequeño de ellos y los otros
sonreían. "Él solo nos acompaña". El menor, no obstante, fue el primero
en animarse a admitir que había visto robos y asaltos en la calle. "Son
unos negros bien grandes. Con cuchillos y pistolas se roban toda la
plata". Jorge prosiguió: "se ubican cerca de los bancos o de los correos
de los migrantes".

La explicación obedece a un tipo de delito que según la Policía es
frecuente en la zona: el paquetazo, que es el robo a las personas que
recogen las encomiendas enviadas por migrantes, en las oficinas ubicadas
en la Amazonas, entre la Veintimilla y Colón. Este año hubo 32 casos.

Una uniformada de la Prevención de la Policía Judicial, señala que en La
Mariscal cada mes se produce un promedio de 80 asaltos (eso implica un
ataque a mano armada para robar a una víctima).

Las cifras de la Policía dicen que el número de asaltos en Quito este año
disminuyó, aunque no considerablemente. En enero de 1999 la Prevención
reportó 87 asaltos, en enero del 2000 hubo 156 y en enero del 2001 se
registraron 109. En febrero de 1999 hubo 93, en febrero del 2000 hubo 187
y en febrero del 2001 fueron 117. Durante marzo, en 1999 hubo 101; en el
2000, 193 y en el 2001, 179.

Para Albarracín, los asaltos en La Mariscal se producen porque en el
lugar existe "una gran afluencia de personas que buscan diversión y un
sinnúmero de negocios como discotecas, bares y clubes donde la gente
ingiere licor. Para los delincuentes es fácil esconderse entre los grupos
que recorren esas calles y luego delinquir contra los más vulnerables:
personas que van solas, menores de edad, gente que ha ingerido alcohol".

Las autoridades reconocen que los 700 policías operativos no son
suficientes para brindar seguridad a más de 1 500 000 habitantes. Desde
mayo empezó a recorrer la ciudad, en especial en la zona bancaria (La
Carolina), una camioneta Blaizer con 10 hombres del GIR, armados con
fusiles y balas de 5,6 mm.

Albarracín estima, al igual que sociólogos consultados por este Diario,
que con la presencia de más policías no se logrará frenar los robos en
las calles. "Hace falta solidaridad con los afectados. La queja de los
que sufren un asalto es siempre la misma: ellos vieron que la gente
pasaba por su lado y no fueron auxiliados. Se debe hacer grupo para
detener al delincuente. Si todos hiciéramos causa común, se pudieran
parar los delitos".

7 CONSEJOS VÁLIDOS

No camine solo en la noche * En la noche no transite solo. No vaya por la
acera en calles oscuras ni junto a lugares decorados con árboles; hágalo
por la mitad de la vía.

Ojo en las paradas de bus * Procure estar acompañado al abordar un bus.
Permanezca atento, a la defensiva, y sujete bien los paquetes, bolsos,
mochilas y maletas. No tome un bus si ha ingerido licor.

No a las rutinas * Cada día, de ser posible, rompa la rutina de horarios,
transportes o trayectos, para dificultar el chequeo y la planificación
por parte de delincuentes.

Cuidado con los grupos * Si al caminar por una acera observa a varios
individuos interrumpiendo el paso, cruce disimuladamente, sin mirarlos,
al otro costado de la calle.

A la salida de los bancos * Vaya acompañado al banco o a las oficinas de
entrega de encomiendas enviadas de otro país, y no deje que extraños se
le acerquen

Los teléfonos de ayuda * Los menores deben memorizar los teléfonos de la
casa, de familiares y de los grupos de socorro como el 911 o la Policía
(101) y Cruz Roja (135). Los niños no deben recibir regalos o golosinas
de desconocidos.

Busque más seguridad * Es recomendable, si situación lo permite, contar
con una persona de suma confianza para su custodia privada y de sus
familiares. Por tanto, es menester que sea haga un historial de ésta con
los antecedentes.(Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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