Quito. 12 nov 98. La relación limítrofe con Perú no es el
único pasaje que se analizará. Los especialistas consideran
los textos y materiales actuales como atrasados y simplistas.
Las narraciones sobre la historia nacional que contendrán las
próximas ediciones serán diferentes. ¿Pero qué contendrán? ¿Se
deben revisar, corregir o reescribir hechos? ¿Y la historia de
límites?

La firma del acuerdo de paz entre Ecuador y Perú revivió el
debate, y hoy, 15 historiadores y geógrafos se reunirán con el
ministro de Educación, Vladimiro Alvarez Grau, para discutir
sobre cómo afrontar curricularmente ese nuevo hito histórico.

EL COMERCIO consultó a seis de ellos: Jorge Salvador Lara,
Juan Paz y Miño, Enrique Ayala, Wellington Paredes
(Guayaquil), Leonardo Espinosa y María Cristina Cárdenas
(Cuenca), y en sus declaraciones se encuentran coincidencias
como la necesidad de revisar los manuales y textos con los que
se enseña historia y geografía, pues "no solo en lo que se
refiere al aspecto Perú (los textos) tienen versiones de la
historia de carácter muy atrasado y que simplifican mucho la
realidad...", según Ayala Mora.

Hay un consenso: que no se hable de reescribir la historia. La
expresión provoca escozor entre los historiadores que ven en
ese hecho un espacio que puede ser aprovechado con otros
fines. "La historia es una verdad en construcción, que se
levanta sumando, no borrando viejos por nuevos elementos",
dice Paredes quien, a la par de los otros entrevistados,
coincide en que así como se revisarán hechos, se tendrá que
reconocer y destacar la contundencia de otros que no se pueden
borrar.

Con esta invitación el ministro Alvarez pretende reunir
criterios, y de ser posible, crear comisiones especializadas
que formulen propuestas puntuales de ajuste a la manera como
se deben enseñar estas materias en adelante. Esos criterios
serán enviados a la dirección nacional de curriculum, donde se
definen las asignaturas y contenidos del sistema educativo
nacional, "siempre respetando la libertad de cátedra",
advierte Alvarez.

Pero es en este punto donde se advierten malos sabores de
boca. Para Salvador Lara, "no cabe una historia oficial, ni
que yo sepa la ha habido nunca". El historiador expresa su
temor de que se trate de imponer un solo punto de vista
obligatorio y que con ese criterio se conforme un texto
oficial único quese imponga como obligatorio. "Eso solo es
propio de regímenes totalitarios".

Para Paz y Miño, hablar de historia oficial no es nuevo pues
respecto a los límites lo que ha habido es solo una historia
oficial. "Eso significó la falta de otras informaciones y una
interpretación más seria sobre el conjunto de los hechos
limítrofes".

En eso coincide Espinoza, quien dice que la historia que se
conoció es irreal, elaborada por los estados "que creían que
en base a construir falsas historias de héroes, batallas,
usurpaciones territoriales íbamos a construir un Estado
Nacional. Ese Estado era ficticio, no real, las posibilidades
de construirlo pasan por el reconocimiento de nuestra
realidad, somos un país territorialmente pequeño, pero con un
potencial cultural extraordinario y una diversidad regional,
local, muy significativa".

¿Reescribir o no? Ampliar es el verbo que prefieren, pero no
inscrito solamente en el hecho fronterizo con Perú. Al llegar
a los cómo y a los qué hoy se encontrarán posiciones. Para
Espinoza, por ejemplo, la obligación de la nueva historia es
"desmitificar los héroes, los hechos como aquel que nuestro
país es amazónico", mientras que Salvador Lara advierte que no
se puede hacer "historia coyuntura", es decir, analizar toda
la historia del pasado a partir de un hecho coyuntural actual.
"Eso es tan peligroso como la historia visceral".

Pero todo esto pasa por el paralelo de los maestros. El
reciente anuncio de la UNE de no asumir ninguna modificación
al contenido de los materiales de historia y geografía, es
visto como una posición que está más influenciada por un
prejuicio político.

Con el de hoy son dos los escenarios para el debate. El otro
se abrirá el 23 de noviembre en el encuentro internacional de
historiadores.

Las reservas levantadas

El levantamiento de la reserva en documentos que tengan el
carácter de instrumentos históricos, es una idea sobre la que
no hay contras. aunque sí definiciones.

La política la debe fijar el Estado, pero teniendo en cuenta
que sobre el tema ya otras sociedades tienen definiciones,
respecto a luego de qué número de años se levanta la reserva.

La versión de la Sociedad de Historiadores del Ecuador es que
se levante la reserva de todos los documentos históricos que
tengan reserva desde hace más de 50 años. "Sobre lo reservado
durante los últimos años es prerrogativa del Congreso que debe
entender si eso no genera problemas de seguridad nacional y se
pueden dar a conocer al público", dice Ayala Mora.

Cárdenas plantea que esa apertura servirá para que el país se
aplique un "baño de realismo", "en el que están entrando otros
países Latinoamericanos que revisan sus fuentes".

"Eso de corregir la historia es también preocupante, a menos
que haya documentos sobre los acontecimientos pasados que sean
verdaderos aportes", esta es la posición del conocido
historiador Jorge Salvador Lara.

Una historia hacia el futuro

La firma de la paz con el Perú es un hito importante pero no
debe ser ni la única razón ni la principal para emprender
nuevas formas de enseñanza de la historia. Por esa línea irán
los historiadores que se reunirán hoy con el ministro Alvarez.

Plantean que se debe partir de entender que se vive en un
nuevo país, "que ha cambiado mucho y mira al futuro, por eso
necesitamos que se actualicen los textos", dice Ayala.

El historiador Paz y Miño amplía esa actualización y plantea
que se tiene que ver la historia ya no desde la perspectiva de
las individualidades, "sino de la expresión de grupos
sociales, de trabajadores, campesinos, indios, grupos de
poder, elites... que tienen conflictividades y dinámicas mucho
más importantes". A eso le llama la visión social de la
historia.

Otro planteamiento es el estudio del pasado como un proceso
para llegar a un mundo contemporáneo. Y en ese sentido,
sugiere que no se descuide el análisis de las relaciones de
Ecuador con el mundo. "No podemos seguir aislando nuestra
historia de la del resto del mundo como tradicionalmente se
hace". "El conflicto también involucró intereses de grandes
potencias", subrayó el historiador.

La logística también pesa

El problema no es solo qué se enseña de historia, sino cómo y
con qué. Los problemas pedagógicos se acentúan por la falta de
materiales para enseñar historia. Los que tienen los planteles
fiscales, especialmente, son obsoletos e inadecuados. Esto
ocurre con planes, programas, guías, mapas...

A eso se une la reducción del número de horas dedicadas a la
enseñanza. "En los últimos años la enseñanza de la historia se
ha reducido a un mínimo capítulo en la enseñanza de las
ciencias sociales. El resultado ha sido una grave pérdida de
la conciencia sobre la identidad nacional", dice Salvador
Lara.

Además el país se ha quedado corto en la implementación de una
reforma curricular. Esta ya fue planteada en 1996 de manera
consensuada y hasta el momento no se ha puesto en práctica. En
las escuelas y colegios se sigue enseñando a partir de
programas de estudio hechos en 1979 y que desde entonces no
han sido reformados.

Se trata de una carga que no solo pesa en los alumnos, sino
principalmente en los maestros que mantienen no solo conceptos
sino formas.

La UNE debe abrirse al diálogo

La Unión Nacional de Educadores (UNE) anunció que no acogerá
ninguna reforma, de fondo o de forma, sobre la enseñanza de la
historia y la geografía.

El ministro Alvarez Grau dice que esa será una posición
difícil de mantener, pues este no es un asunto que surge de un
despacho ministerial sino de una reflexión nacional.

"La UNE paradójicamente es una agrupación que mantiene en
palabras y teoría un ejercicio de izquierda pero en su
práctica es absolutamente conservadora. Los maestros, en
general, que no quisieran cambiar las prácticas educativas,
incluso son reaccionarios, pero reconozco que ahí hay un
problema político", es el análisis de Paz y Miño.

El interpreta que se trata de prejuicios políticos
superpuestos a otras visiones, y por eso plantea que de
llegarse a la formulación de una reforma, sería necesario que
el Ministerio busque el diálogo que favorezca el surgimiento
de tesis nuevas y programas de estudio más actuales.

Cárdenas, por su parte, no duda que este será un proceso en el
cual los políticos van a tener mucho que decir, "como
siempre", y dependerá del rigor con que los historiadores lo
manejen para suscitar un clima clínico de consideración hacia
al trabajo de expertos. (Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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