Quito. 6 may 98. Parece que para Rodrigo Borja se inventaron
las palabras: obsesivo, terco, meticuloso, arrogante, una
máquina de trabajo, culto, orador, competidor...

Este político a tiempo completo y de clase media no le cogió
miedo a los fríos que lo pillaban trabajando a la una de la
mañana en la sala contigua al despacho del palacio de
Carondelet, cuando fue presidente de la República.

Tampoco aparenta que le duelen esos tragos amargos que deja el
poder; muchos amigos se fueron para siempre, pero él, ahí
está. La historia política del Ecuador de los últimos 19 años
tiene, un nombre imprescindible: Rodrigo Borja. Sin él, el
repertorio de los políticos es incompleto.

Hoy a sus 63 años, con más arrugas, menos pelo, e igual
carisma y dominio de tarima, vuelve a la lid electoral para
insistir que todavía "hay esperanzas", su lema de campaña.
Vuelve en condición de abuelo de Vannesa y Alejandra. Vuelve
vencedor de su complejo de inferioridad frente a la
computadora, con un celular en el bolsillo y como un experto
navegante de Internet.

El que parece no haber cambiado es su discurso, cargado de
reproches a la derecha por las injusticias y la pobreza en la
que ha sumido al país. Su oferta: un socialismo democrático,
donde el Estado y la empresa privada se llevan bien y
comparten responsabilidades. Un matrimonio perfecto, donde
Borja no sienta ni al estatismo ni al neoliberalismo. "Yo
estoy más allá", asegura.

En su condición de ex presidente-candidato está en el derecho
de refrescar la memoria y desempolvar sus obras. A él se lo
recuerda como el presidente de la democracia, de la cruzada de
alfabetización, de las guarderías infantiles, de la colación
escolar, del arbitraje papal, del prestigio internacional del
país, de la estabilidad del gabinete.

Pero si sus adversarios políticos saben explotar bien pueden
recordarle al viejo electorado, que lo llevó al poder entre
1988 y 1992, que también fue el gobierno de las alzas de la
gasolina y de las devaluación del sucre. Así como de los
prolongados paros de maestros. Quienes más compartieron de
cerca los entretelones de su gobierno aseguran que fueron 4
años de contradicciones entre su pensamiento y la firma de
decretos con sabor a paquetazos.

Las estudiantes del colegio Simón Bolívar jamás lo supieron.
Pero la alegría juvenil de haber inundado de besos a su
mandatario, cuando lo descubrieron en un BMW rumbo al palacio,
fue para él un cariño que no merecía. Como un dulce castigo.
"Siento que les estoy dando la puñalada por la espalda", dijo.
Metafóricamente sí lo era: al siguiente día se decretó un alza
de la gasolina.

La testarudez con Borja puede durar 3 días, a puerta cerrada.
Y se necesitan, por lo menos, 5 de sus más lúcidos
colaboradores para convencerlo: o el alza de la gasolina o la
debacle de la caja fiscal.

Hay que estar armado de un arsenal de buenos y muchos
argumentos para ganarle la partida, en eso hace honor a la
terquedad hasta la médula, propia de un géminis que siempre
cree que tiene la razón. Muchas batallas de concepto las han
perdido Andrés Vallejo, su amigo más cercano; y, Francisco
Borja, su hermano.

La última la aguantaron 10 socialdemócratas en 1996, cuando 10
horas fueron muy poco para convencerlo que era hora de volver
a la candidatura presidencial. Los tiempos cambian y su
justificación para hoy estar en la arena electoral es que el
país se hunde. El boleto que quiere vender al electorado tiene
un mensaje: yo sé cómo es el país. Fui presidente.

A partir de ese hecho encontró la forma de un ingreso
económico regular y novedoso: por las invitaciones a dictar
conferencias le pagan entre 2.000 y 5.000 dólares, que le
permiten continuar escribiendo sea en su estudio o su casa, un
departamento de un condominio cerca de Canal 8.

No siempre la terquedad le gana a la razón. El diálogo
prevalece. Escucha y cuando el teléfono deja de sonar y todos
se han ido a dormir llega la hora de decidir. En la noche le
queda tiempo, porque en estos días si no está de campaña, está
en República Dominicana haciendo el lanzamiento oficial de su
última publicación o escribiendo en su inmensa
biblioteca-estudio-baño-dormitorio, que tiene en el cuarto
piso de un edificio de la Robles y Amazonas o quizá se
descubre releyendo al Quijote de la Mancha o algún incunable
del derecho que tiene a montones.

Pero ahí además están los ecuatorianos Jorge Enrique Adoum,
Gonzalo Escudero, Alfredo Pareja... Y todos los títulos que
los ojos alcancen a leer sobre política, derecho y economía en
la biblioteca de alguien que se precie de ser un animal
político, en el buen sentido de la palabra.

Este ritmo solo lo puede aguantar un buen deportista y Borja
es amante del tenis, voleibol y otros del vértigo y el riesgo,
como el boxeo, el automovilismo y el tiro al blanco.

En la balanza de las decisiones pesa mucho lo que dijeron sus
coidearios de partido, pero todos aseguran que incluye una
pócima de su pensamiento político con una dosis de sentido
común. No es hombre que vive de encuestas y si bien oye, a
veces sin consultar se lanza al vacío como cuando practicaba
paracaidismo y manejaba aviones ultrasónicos o cuando era niño
y se puso al volante de un tractor gigante que manejaba su
padre, Felipe Borja, en la hacienda que arrendaban en Otavalo.


El más memorable de esos saltos sin red, desde la óptica de
sus amigos, son esos cuatro años que, por más reclamos, optó
por refugiarse en su estudio a escribir su Enciclopedia de la
Política, una obra nada sugestiva por su título, pero que
desde la primera a la última página lo adjetiva como un hombre
de una basta cultura general y de tenacidades.

La rutina de escribir no la alteraron ni sus 70 viajes
alrededor del mundo, que los hizo después de presidente, para
cumplir con invitaciones a dictar charlas y conferencias. Una
espera en cualquier aeropuerto, un avión, un hotel, un taxi,
una limusina rodando por los Campos Elíseos en París, un
barco, un tren fueron los estudios improvisados donde su
Enciclopedia -para él su último hijo- fue adquiriendo
contenido y volumen. Una computadora portátil, su herramienta.
Las bibliotecas de los países que visitó, su fuente de
consulta. Nada de esas 1.040 páginas es un invento, pero
hacerlas costó revistar 10 y hasta 15 libros para cada tema.
Todo esto sin secretaria.

Pero en esto de escribir no es ningún iniciado. A los 25 años
ya sacó su primer libro "El tratado de derecho político y
constitucional", por allí comenzó su faceta de cosmopolita,
tan seguro de coger un teléfono para llamar a Felipe González,
el dirigente de los socialista en España; a Francois
Mitterrand, el presidente ya fallecido de Francia; a Willy
Brandt, el líder socialdemócrata alemán; a Mario Soares, ex
presidente de Portugal; Leonel Jospin, primer ministro de
Francia; Federico Mayor, de la Unesco.

¿Enemigos?, sí los tiene. El lo sabe pero se reserva los
nombres. Algunos están muertos. Assad Bucaram fue uno de
ellos. Era un odio mutuo y Borja no le importó pasar de
malcriado cuando en una reunión pública lo dejó con la mano
extendida a la vista del público. Y si por cosas de la
política Abdalá Bucaram se cruza en su camino se hará
merecedor del mismo desprecio: no le extenderá la mano "a un
pobre bellaco".

Pero 6 años han servido para superar rencores. León Febres
Cordero no es santo de su devoción, aunque una vez ya le
extendió la mano. Lo volvería hacer.

Sus enemigos -ex coidearios políticos- en cambio, no escatiman
cartuchos: obsesivo, arrogante, concentrador del poder,
autoritario, egocentrista. "Es el dirigente del dedo", dijo un
viejo militante de la ID. El responde: "nada es peor que
ladrón".

Cuatro años se fue de la política. Ese espacio quedó para que
otros nombres vayan ganando liderazgo y algunos lo hicieron,
Raúl Baca, Jorge Gallardo, Marco Landázuri, Pedro Saad y más
antiguamente César Verduga. Todos se han ido del partido. La
cabeza de turco del desgrane: Borja. Se fueron cuando optaron
por otros espacios donde sí se cumplían sus oportunismos,
llegó a decir uno de los más cercanos oráculos de la ideología
borjista.

Pero otras manos se extienden para sumarse a las filas, el ex
general Paco Moncayo, quien encabeza la lista nacional de
diputados de la ID, acaba de entrar por la puerta grande.

La vena política no sabe de quién la heredó, pero comenzó a
latir con fuerza desde su juventud, cuando ganó su primera
presidencia: la de un consejo estudiantil en el Colegio
Americano. El hijo de Aurelia Cevallos, una ama de casa, tenía
buen perfil para ingeniero mecánico, la profesión que a su
abuela le gustaba pero que por la falta de dinero no fue
posible. Entonces optó por otra pasión: la jurisprudencia, a
la que siempre le robó tiempo para el automovilismo.

De allí viene su manía por sentarse tras el volante de
cualquier aparato que se pueda manejar y que durante la
presidencia provocó cierto escozor ciudadano.

Estar relajado en casa, en tiempos de candidato, no es
frecuente, pero si este estado mental y corporal se vuelve
necesario, no hay mejor lugar que ponerse su traje de
mecánico, ir al garaje y afinar el motor de su Jeep bronco que
a los 16 años lo cambió por un Jeep discovery.

No es de los que acostumbra a empapelar las paredes con
títulos y agradecimientos, pero uno sí le gustaría exhibirlo:
el Doctorado Honoris Causa que le otorgó la Sorbona de París,
aunque el prefiere reservarse un espacio para un busto de
Simón Bolívar, que le regaló el presidente Rafael Caldera de
Venezuela, para unas réplicas de astrolabios, un cofre de
madera suizo y un lugar más pequeño para sus discos.

Borja no es de los que se precia de ser un buen coleccionador
de música, le gustan los boleros de Leo Marini, Pedro Infante,
Pedro Vargas, Agustín Lara y Tito Rodríguez, esos ritmos lo
acompañan durante largas horas de trabajo y también le
hicieron más fácil su declaración de amor a Carmen Calisto,
con quien se casó de esmoquin, guantes y sombrero, en 1967.
Con ella procreó 4 hijos: Gabriela, María del Carmen, Rodrigo
y Verónica. Una familia muy unida, fanática de la comida
nacional con mucho ají.

En pastillas...Las fortalezas

Su memoria * Tiene una memoria de computadora a la que muy
pocas veces se le va el sistema.

Buen orador * Es capaz de pronunciar 23 discursos de diferente
temática en tres días (lo hizo cuando visitó el cono sur), sin
hacer apuntes.

Es honesto * Hasta sus adversarios políticos lo reconocen.
Nadie lo califica de corrupto.

Las debilidades

Su estilo * Nada elegante para vestir. Usa ternos grises y
ternos claros pero sus corbatas casi nunca combinan y están
pasadas de moda.

En campaña * En esta última lid electoral no se ve al otrora
partido fuerte del país, con fuerza y empuje.

El partido * La mayoría de los ideólogos socialdemócratas
dejaron las filas de la ID.

La hoja de vida

Tiene 63 años * Nació en Quito, el 19 de junio de 1935.

Sus estudios * Estudió en el colegio Americano de Quito. se
doctoró en jurisprudencia en la Universidad Central.
Especialización de Ciencias Políticas en Costa Rica. Habla y
escribe español e inglés y lee francés, portugués e italiano.

En la función pública * Ha ocupado muchos cargos de tipo
político. Entre los que se destacan el liderazgo del Partido
Izquierda Democrática, diputado y Presidente de la República.

Otros trabajos * Profesor universitario, miembro de la
Comisión Especial de Juristas, secretario general de la Casa
de la Cultura Ecuatoriana.

Sus obras * Tratado del derecho político y constitucional (dos
tomos). Ensayos: El delito político, Asilo diplomático...
(Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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