Quito. 02.04.95. "La policía y los comisarios de la salud nos
detienen, y nos llevan al Centro de Detención Provisional, de
allí nos llevan al Centro de Atención de Enfermedades de
Transmisión Sexual, nos sacan sangre para ver si tenemos el sida,
después pagamos la multa y nos dejan salir en libertad..."

"Me dijeron que tenía que visitar periódicamente el servicio de
salud o, si cambiaba de dirección, tenía que reportarlo por ser
portador del VIH, como rechacé ese procedimiento y no regresé, me
buscaron casa por casa en mi barrio hasta que me localizaron,
obviamente todo el vecindario se enteró de qué se trataba..."

"En mi trabajo intempestivamente nos hicieron a todos exámenes de
sangre que incluían la prueba de anticuerpos contra el VIH, todos
los empleados ignoramos ese detalle; como tuve un resultado VIH
positivo fui despedido inmediatamente de mi empleo y amenazaron
con exponer mi identidad públicamente para que no cobrara mi
indemnización por la pérdida de empleo..."

Padecer sida en el Ecuador es lo más parecido a un delito.

En nuestro país la estigmatización, discriminación y violencia
contra las personas que viven con el VIH o que sufren sida se ha
vuelto una especie de "orden natural", pese a que en su 41a
asamblea, la Organización Mundial de la Salud, OMS, exhortó a que
se tome en cuenta no solo las necesidades sanitarias de quienes
padecen de este virus, sino también su dignidad, a través de una
atención confidencial, y de la lucha contra toda forma de
discriminación y rechazo a las personas afectadas o a quienes por
su forma de vida corren mayores riesgos.

La falta de una atención integral

Según Orlando Montoya -presidente de la Fundación Ecuatoriana de
Ayuda, Educación y Prevención del Sida, FEDAEPS, que viene
trabajando en este campo desde 1988-, en nuestro país se
subestima la magnitud que el problema está adquiriendo y, por
ello, "no se considera al sida como un problema de salud
pública".

"El Programa Nacional de Sida y Enfermedades de Transmisión
Sexual (ETSs) carece de la fuerza política necesaria para hacer
un trabajo de prevención, educación y atención integral a la
problemática del sida -dice-. Los fondos que la OPS envía al
gobierno y a entidades privadas están dirigidos a la producción
de materiales y a la realización de talleres, pero no existe un
programa integral que se ocupe no solo de la atención médica y
hospitalaria, sino también de una ayuda sicológica y de mejorar
la calidad de vida de los enfermos". A causa de esto, los
enfermos de sida viven en tal soledad, abandono y descuido que ,
mientras en Estados Unidos y Europa el índice de mortalidad de
quienes padecen sida es del 48%, en el Ecuador es del 70%.

NI LO UNO NI LO OTRO

Quizá, el origen de esta posición frente al sida está en que,
como dice Orlando Montoya, el problema se ha "medicalizado"
demasiado, y se ha perdido su dimensión sico-social.

Se partió de colocar al sida en el mismo cajón que a las
enfermedades de transmisión sexual, y eso ha provocado que la
acción de las autoridades se reduzca casi exclusivamente en una
exigencia de reporte y seguimiento obligatorio de los casos de
VIH positivo (como se hace con todas las ETSs), que no toma en
cuento el derecho de los pacientes a una atención confidencial.
"El sida no solo es una enfermedad que, a diferencia de las ETSs,
se transmite por otras vías además de la sexual; es también una
enfermedad incurable que requiere de un tratamiento distinto.
Además, al reducir el sida al campo de las enfermedades de
transmisión sexual, y relacionarlo exclusivamente con los
homosexuales y las trabajadoras sexuales, se está partiendo de un
error de concepción que impide que labor de prevención se amplíe
a toda la sociedad, y que dificulta que ésta comprenda que el
riesgo lo corremos TODOS", afirma Orlando.

Según él, por este camino en el Ecuador no se están respetando
los derechos humanos de los enfermos y tampoco de quienes forman
parte de los llamados grupos "de alto riesgo". "Los homosexuales
y sobre todo las trabajadoras sexuales sufren el acoso y la
persecución de autoridades de salud y policiales, que les obligan
a hacerse las pruebas de VIH;

YA NO HAY PRESUEPUESTO

Actualmente, existe un recorte presupuestario a nivel mundial
para el tratamiento y prevención del sida. Según Orlando Montoya,
dentro de este recorte la parte más fea le toca a América Latina,
pues el porcentaje mayor de los recursos se está enviando a
Europa del Este y a países subdesarrollados de otros continentes.

En el Ecuador, a raíz del conflicto limítrofe con Perú, y
partiendo del criterio de que el sida es una epidemia
cuantitativamente "insignificante" frente a otras que aquejan a
la población ecuatoriana, se suprimió la partida de Programa
Nacional del Sida y de Enfermedades de Transmisión Sexual, medida
con la que el apoyo económico para los enfermos de sida queda
reducido algunos excedentes con los que cuente el Ministerio de
Salud Pública, MSP, y a los aportes esporádicos que viene
haciendo la Organización Panamericana de la Salud, OPS.

Todas estas circunstancias agravan la situación de quienes viven
con el VIH o padecen el sida, pues aún antes de estos recortes
los hospitales del MSP no tenían posibilidades de darles una
atención integral (ahora las tendrán menos), y las instituciones
privadas no solo evitan prestar atención y usar sus equipos con
enfermos de sida, sino que además los tratamientos resultan
extremadamente costosos.

Orlando Montoya afirma que, para vivir en condiciones favorables,
una persona a la que se le ha detectado VIH positivo requiere de
por lo menos 600 mil sucres mensuales en medicinas y cuidados,
mientras que alguien con sida, necesita de tres millones de
sucres mensuales solo para medicinas, sin contar atención médica,
estudios, etc. Si quienes padecen de sida no han podido recibir
antes ayuda estatal suficiente, menos podrán ahora...

Tan grave es la situación de quienes se han contagiado de la
epidemia en nuestro país, que sus posibilidades de vida son
inferiores a las de los enfermos de otras latitudes: en Europa,
Norteamérica y los restantes países de América del Sur, alguien
que ha contraído sida tiene la posibilidad de llevar una vida
productiva entre 10 y 12 años. En Ecuador el límite está entre
los cinco y los siete años.

EN CIFRAS (FIJA)

Hasta septiembre de 1994, las cifras oficiales habían registrado
789 casos reportados de personas viviendo con VIH o enfermas de
sida: 426 de ellos se habían registrado como casos (53.9%) , y
363 (46.01%) como personas portadoras del virus que aún no
muestran síntomas de la enfermedad. A enero de 1994, la cifra
total ascendió a 849 casos.

Según la Organización Panamericana de la Salud, por cada caso
registrado de SIDA, existirían alrededor de diez personas más
contagiadas, por lo que, proyectando la cifra con la que se
cuenta, se estima que en el Ecuador existirían actualmente
alrededor de 10 mil personas con posibilidades de obtener un
diagnóstico positivo en las pruebas de detección de anticuerpos
contra el VIH.

En los 789 casos registrados, se pueden hacer los siguientes
cortes:

- El 83.2% de los enfermos son hombres, y el 16.98% son mujeres
(en 1985, la relación entre hombres y mujeres contagiados era de
122 a 1, ahora la distancia se ha reducido de 4 a 1).

- El 93.6% de los casos corresponde a personas entre los 15 y 64
años; el 2.9% a menores de 15 años; el 0.9% a menores de cuatro
años, y el 2.3% a mayores de 64 años.

- Entre quienes se han contagiado por vía sexual, la población
homosexual y bisexual sigue siendo la más afectada por la
epidemia, con el 58.12% de los casos; le siguen los
heterosexuales, con el 33.06%, y las trabajadoras sexuales, con
el 5.55%.

- El 1.62% de los casos corresponden a contagio por transfusiones
de sangre; el 0.94% sufrió contagio por vía perinatal, y el 0.67%
por uso de drogas intravenosas. (5B)
EXPLORED
en Ciudad N/D

Otras Noticias del día 04/Febrero/1995

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el