Managua. 26.01.93. Al iniciar su tercer año de gobierno, la
presidenta Violeta de Chamorro casi se ha convertido en
especialista del ajedrez polÃtico, aunque en realidad sigue
pensando y actuando como una ama de casa.
Desde que asumió funciones en abril de 1990, doña Violeta, como
se la llama en Nicaragua, procura asegurar una estabilidad
necesaria para la reactivación económica pero la tarea no le ha
resultado fácil.
Las piezas son difÃciles de mover desde sus tradicionales
posiciones de polarización.
Precisamente Chamorro conoce por dentro la polarización polÃtica,
ya que su misma familia fue dividida desde el derrocamiento de la
dictadura somocista.
Sus hijos Pedro JoaquÃn y Cristiana se convirtieron en acérrimos
antisandinistas. El primero incluso formó parte del directorio
de la resistencia nicaragüense (RN o Contra) en tanto Claudia y
Carlos Fernando se alinearon con el sandinismo.
Carlos Fernando Chamorro, el segundo, ha dirigido por más de diez
años el diario oficial del Frente Sandinista, Barricada.
Doña Violeta se integró en los primeros seis meses de la
revolución sandinista a la junta provisional que gobernó al paÃs
luego de la huÃda de Anastasio Somoza. Sin embargo, renunció por
diferencias polÃticas.
"ImagÃnense, un dÃa llegaron y me dijeron que tenÃa reunión de
partido, luego que tenÃa que leer unos libros marxistas. ¿Cómo
creen que yo iba a hacer eso? Entonces dije: Y me voy", y
renunció de la junta de gobierno.
Cuando fue elegida candidata de la Uno a la presidencia del
paÃs, para los comicios de febrero de 1990, una periodista le
preguntó: Doña Violeta, ¿Cómo va usted a unir Nicaragua si su
misma familia está dividida?
Chamorro contestó: "Hijita, es que nunca has ido a mi casa. Mi
familia come junta y está unida a pesar de las diferencias de
pensamiento".
Con este espÃritu es que Chamorro, "la dama del bastón blanco",
ha pretendido unir a los nicaragüenses.
Desarrolla su gestión con una filosofÃa: "sin importar el color
polÃtico, los partidos o las creencias, todos somos
nicaragüenses", según expresó recientemente al convocar a una
cruzada por la estabilidad.
La misión no es fácil. Chamorro ya perdió el apoyo de sus
antiguos aliados, quienes incluso han pedido públicamente su
renuncia, al acusarla de mantener un cogobierno con los
sandinistas.
En tanto, los sandinistas que deberÃan ser sus acérrimos enemigos
polÃticos por haberles arrebatado el poder se han convertido en
sus aliados crÃticos.
Pero al final de cuentas son el principal sostén de sus polÃticas
en el parlamento.
La gobernante ha tenido que mover las alianzas de acuerdo con los
objetivos que se trazó al momento de asumir la presidencia el 25
de abril de 1990.
En estos movimientos de tablero no han quedado afuera los
sandinistas que, paradójicamente, más bien se han convertido en
sus aliados.
A sus 63 años de edad, doña Violeta ha demostrado capacidad de
recomponer el espectro polÃtico nicaragüense o al menos detener
un nuevo conflicto bélico de grandes proporciones.
Tarea nada fácil ni cómoda en un paÃs que durante más de diez
años ha permanecido en constante polarización de fuerzas.
Sus aliados naturales e iniciales, la coalición Unión Nacional
Opositora (UNO) que la llevó al poder en las elecciones del 25 de
abril, ha adversado sus decisiones casi desde antes de tomar
posesión del ejecutivo.
La UNO la cuestiona, principalmente por su decisión de ratificar
en el cargo al sandinista jefe del ejército, el general Humberto
Ortega.
Como polÃtica, la presidenta ha tenido a la base el pensamiento
de su esposo, el periodista Pedro JoaquÃn Chamorro asesinado el
10 de enero de 1978 por esbirros leales a la dictadura somocista.
Chamorro, director del leÃdo periódico la Prensa, fundamentó su
acción polÃtica en el principio de convertir a Nicaragua en una
república democrática.
"Nunca pensé que serÃa presidenta, pero si mi patria lo requiere
aquà seguiré hasta el final de mi mandato", dijo doña Violeta en
alguna ocasión. Ahora es la primera mujer en la historia de
Centroamérica que ostenta un cargo de tal rango.
Y asà como nunca pensó en asumir tal cargo, su polÃtica ha sido
pragmática y empÃrica.
Ha gobernado más con sentimientos y voluntades que con el
conocimiento de un polÃtico tradicional, lo que ha sellado el
actual gobierno con un estilo especial.
"Todos los nicaragüenses somos hermanos, ¿Para qué nos vamos a
estar matando entre nosotros? La guerra ya quedó en el pasado,
hay que enterrarla para siempre", ha expresado en múltiples
oportunidades.
A Chamorro le tocó concluir una guerra de diez años que dejó un
saldo de más de 50.000 vÃctimas entre miembros del ejército
popular sandinista y de la fenecida resistencia nicaragüense
(RN-Contra).
"¿Para qué quieren un fusil? para matar a otro hermano. Eso no
tiene que ser asÃ, enterremos los fusiles y cambiémoslos por
harados", dijo a los responsables de ambos bandos.
Al concluir la guerra, en mayo de 1990, la estabilidad polÃtica
pasó a ser una de sus principales prioridades. La tarea no ha
resultado fácil. La polarización polÃtica de la sociedad
nicaragüense tiene raÃces profundas, comenzando desde la misma
familia.
El talón de Aquiles para Chamorro han sido los crÃticos temas de
la propiedad y del ejército sandinista.
En cuanto al primer punto, Chamorro propuso indemnizar a los
confiscados en la década pasada y entregar algunas propiedades,
además de reconocer la reforma agraria.
En el segundo caso ha mantenido el principio de la vigencia del
ejército pero lo reformuló en los siguientes términos: "el más
pequeñito de Centroamérica. De acuerdo a nuestras
posibilidades".
A pesar de que los sandinistas critican fuertemente las polÃticas
económicas, como el plan de ajuste y estabilización que ha
generado un desempeño abierto y encubierto de casi el 60 por
ciento, le han mantenido el apoyo a Chamorro.
"La presidenta fue elegida por seis años y su mandato concluye en
1996. Nadie, ni el parlamento puede cambiar esto", dijo el
pasado 8 de enero el legislador y ex vicepresidente de Nicaragua,
Sergio RamÃrez.
Chamorro se ha apoyado en el sandinismo, el mayor partido y
fuerza polÃtica organizada en el paÃs.
Quizás esta caracterÃstica ha determinado la decisión de no
desaparecer al sandinismo e "integrarlo a la vida democrática,
pues aquà nunca habrá cacerÃa de brujas", según dijo en una
ocasión.
No es que Chamorro se haya definido por la vÃa sandinista y haya
desechado a sus antiguos aliados, "lo que importa es Nicaragua",
dijo al intervenir en el parlamento el sábado 10 de enero.
Con este espÃritu continúa hablando y tratando de convencer a los
adversarios aglutinadores en la Unión Nacional opositora, para
que "tengamos unas relaciones cordiales".
La estrategia de Violeta para 1993 es tener las menores tensiones
posibles en el parlamento y a partir de ahà darle la estabilidad
polÃtica al paÃs, para que avance en el camino de la recuperación
económica.
El reto lo tiene Chamorro. La respuesta tendrá que darse en los
diferente sectores polÃticos que difieren mucho de su concepto de
estabilidad.
Para algunos estabilidad implica suprimir al contrario, para
Chamorro significa integrarlo. (IPS)
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Ciudad N/D
Publicado el 26/Enero/1993 | 00:00