BOGOTÁ. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, que adelanta un proceso de paz con la guerrilla FARC, dijo este viernes que desea un nuevo periodo de gobierno, pero a la vez descartó formalizar por ahora el lanzamiento de su candidatura a la reelección para 2014.
"Quiero decirles que sí deseo clara y firmemente que las políticas que hemos promovido continúen más allá del 7 de agosto de 2014", fecha en que termina su periodo iniciado en 2010, dijo Santos, al anunciar la salida de su gabinete del secretario de la presidencia, Juan Mesa, y del ministro de Vivienda, Germán Vargas. Aún no designó a sus reemplazos.
"No quiero que los muy positivos y profundos cambios que estamos realizando se queden en la mitad del camino o peor se echen para atrás", aseveró.
"Pero con la misma claridad les digo que seré respetuoso de las reglas de juego, y por lo tanto no tomaré ninguna decisión formal sobre mi futuro sino hasta la fecha indicada: seis meses antes de las próximas elecciones presidenciales", previstas con una primera vuelta en mayo y la segunda en junio de 2014.
"Solo entonces será oportuno comunicar de manera escrita y solemne la decisión que adopte", enfatizó.
Vargas y Mesa dejan el gabinete en el plazo previsto para que se les permita participar en la campaña electoral del año próximo.
Por ahora se integrarán junto al ex jefe de la Policía Nacional, general Oscar Naranjo; el exembajador en Estados Unidos Gabriel Silva; la expresidenta de Unasur, María Emma Mejía, y el exdirectivo del Banco de la República (Banco Central) Juan José Echavarría, a la Fundación del Buen Gobierno, creada por Santos.
Se estima que ellos conformarán el equipo de campaña de Santos, en caso de que definitivamente lance su candidatura.
Entre los logros alcanzados hasta ahora por su gobierno, Santos mencionó el proceso de paz que desde 2012 lleva a cabo con las comunistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y a sus políticas sociales para reducir los índices de desempleo, pobreza e inequidad, de los más altos de la región.
"Quiero que la política de paz sea reelegida", aseveró.
Santos, un dirigente de centro-derecha de 61 años, ganó la presidencia de Colombia en 2010 con el apoyo del exmandatario Alvaro Uribe (2002-2010), quien sin embargo se ha convertido en su principal opositor y rechaza firmemente la mesa diálogo con las FARC.
"Quiero que nuestras políticas que han reducido el desempleo todos los 33 meses que llevamos de gobierno y que han permitido la generación de cerca de 2,5 millones de empleos sean reelegidas. Quiero que las políticas sociales que han logrado sacar a 1.700.000 compatriotas de la pobreza y a otros 700 mil de la pobreza extrema sean reelegidas", prosiguió el mandatario.
"Quiero que nuestra política de seguridad que ha asestado los más duros golpes de toda nuestra historia a la cúpula de los grupos insurgentes y de las bandas criminales sea reelegida", añadió.
Santos fue ministro de la Defensa de Uribe, y desde ese cargo ordenó el bombardeo a un campamento de las FARC en Ecuador en 2008, en el que murió el que era su número dos, Raúl Reyes.
Ya como presidente, Santos autorizó los ataques a los campamentos de las FARC en los que murieron su comandante máximo, Alfonso Cano, en 2011; y su jefe militar Mono Jojoy, en 2010.
Hace pocas semanas, Santos había asomado la posibilidad de realizar una reforma constitucional para extender el periodo presidencial de cuatro a seis años sin reelección, pero ante las crítica que provocó descartó la idea en seguida.
Santos ha dicho en diversas ocasiones que pretende culminar para el próximo mes de noviembre los diálogos que se adelantan con la guerrilla en La Habana y evitar así que interfieran en la campaña electoral.
Hasta ahora, las delegaciones del gobierno y de las FARC debaten el primer punto de la agenda: el desarrollo rural.
También deben abordar los temas de participación política, drogas ilícitas, abandono de las armas, y reparación a las víctimas.
Colombia sufre desde hace medio siglo un conflicto armado interno en el que también han intervenido paramilitares de derecha y grupos narcotraficantes, dejando cerca de 600 mil muertos y más de 3,7 millones de personas desplazadas por la violencia.