El presidente colombiano Álvaro Uribe no ha dicho si buscará un tercer mandato, pero ya ha sido comparado con Hugo Chávez
México. El artículo de la portada de ayer del diario estadounidense Miami Herald destaca los cambios políticos que se viven actualmente en América Latina. A finales del siglo XX, los excesos de las dictaduras en los países de la región ocasionaron que se pongan ciertas reglas para que las sociedades no vivan más autocracia: se fijaron plazos para que los presidentes cumplan su mandato y así no se perpetúen en el poder.
Sin embargo, la nueva generación de presidentes latinoamericanos ha hecho todo lo posible para cambiar esas reglas diciendo que, según ellos, los límites impuestos anteriormente les impide a ellos instaurar sus reformas profundas.
"A medida que más y más países autorizan a sus líderes a permanecer en el poder, crece el temor de que se esté volviendo a la era de los caudillos y la oposición apela a todos los recursos a su alcance para impedirlo, desde tirar huevos hasta orquestar golpes de Estado", destaca el matutino estadounidense.
Según los expertos consultados por ese diario, este fenómeno es una dictadura "de baja intensidad", y se ha evidenciado en
Venezuela con
Hugo Chávez, en Ecuador con
Rafael CorreaÇ, en
Bolivia con Evo Morales y en
Colombia con Álvaro Uribe; además se intentó en
Honduras bajo el mando Manuel Zelaya (por lo que fue derrocado).
Nicaragua tampoco se ha quedado atrás. La Corte Suprema de Nicaragua autorizó al presidente Daniel Ortega a buscar la reelección cuantas veces quiera.
Los líderes aprovechan su popularidad para mantenerse en el poder y con discurso de redistribución de riquezas y darle la voz al pobre. Como ejemplo de ello se encuentra Bolivia y el Ecuador.
Pero a gran parte de la población de estos países le preocupa más que "la nueva ola de caudillos", la corrupción y la ineficacia de algunas de estas democracias.
Los analistas sostienen que este fenómeno refleja la ausencia de instituciones fuertes, que puedan controlar el poder Ejecutivo.
El artículo revela que las democracias más fuertes evitan la reaparición de "caudillos". Como ejemplo destaca a Chile, o mejor aún al popular Luiz Inácio Lula da Silva, con quien el Brasil vive un período de prosperidad sin precedentes (además que logró traer por primera vez a Sudamérica los Juegos Olímpicos), dejará su cargo en 2010, tras completar el máximo de dos mandatos permitidos por la ley. (VET)