Ayer se encontró el cuerpo sin vida de José Aurelio Hidalgo, a unos 800 metros del río Puela, en la vía Penipe-Baños.

Este es el tercer cadáver rescatado de las cinco víctimas que cobró la erupción del Tungurahua.
A “don Pepe” Hidalgo, de 83 años, lo encontró su nieto Marcelo Hidalgo, quien junto a otros familiares se dedicó a peinar el río Puela.

“Luego del hallazgo de Betty Balseca, creí que por ahí mismo debía estar el cuerpo de mi abuelo”, señaló.

José Hidalgo y Audulía Ramírez, de 85 años de edad, vivían solos, junto al puente de Paligtahua. Ambos se negaron a salir de ese poblado, pero al parecer trataron de huir del volcán la madrugada del jueves.

La presunción es que flujos piroclásticos fueron arrojados del puente hacia el río. Ambos eran tíos de Jaime Samaniego, el primer cuerpo encontrado. Ahora falta hallar los restos de Audulía Ramírez y de Juan Satán.

La familia Satán tuvo dos funerales en 48 horas. Primero, el de Jaime Samaniego, esposo de Elena Satán, quien fue encontrado la madrugada del jueves; y luego el de Betty Balseca Satán, encontrada en el río Puela, muy cerca de la confluencia con el río Chambo. Su sepelio, realizado ayer en la sede de la Liga Cantonal de Penipe, fue desgarrador.

Padre e hijastra descansan ahora en el cementerio de esa población. El hallazgo del cadáver de Betty Balseca fue obra de la casualidad.

Una vez que las aguas del río Puela volvieron a su cauce normal, algunos pobladores de Paligtahua que necesitaban leña divisaron varios árboles caídos en el lecho del río. Comenzaron a remover y encontraron un cuerpo decapitado y calcinado. Uno de sus hermanos tuvo la dura tarea de reconocerla. La noche del jueves, Betty Isabel, de 19 años, estaba sacando las cosas de su casa, con Jaime Samaniego, cuando fueron sorprendidos por la masa de ceniza y piedras. (JP)

El volcán cambió la vida de Elena Satán

La dantesca erupción del Tungurahua cambió la vida de Elena Satán para siempre. La noche de la erupción perdió a su esposo, a una de sus hijas y a su hermano.

Ahora está sola, con sus cinco hijos y únicamente con lo que lleva puesto, ya que además perdió su casa, sus enseres y animales. Sus vecinos piden que se le provea de una casa y un terreno para que pueda sostener a su numerosa familia.

Es quizás la más afectada por el Tungurahua, pues lo perdió todo. "Lo único que quiero es una casa para vivir y un terreno para criar a mis animalitos", dijo con lágrimas en los ojos. (JP)




En Penipe, 1 290 personas permanecen en albergues

La primera evaluación determina que más de 18 mil hectáreas quedaron bajo la ceniza

Una primera evaluación oficial de la Defensa Civil determinó que en el cantón Penipe permanecen albergadas 1 290 personas, entre el Cuerpo de Bomberos, los dos locales del Colegio Nacional, en El Altar y Puela.

Según Nancy Brito, coordinadora de albergues, entre ellos hay niños, adultos, ancianos y discapacitados.

El Ministerio de Agricultura determinó que 18 mil hectáreas de sembrados fueron afectadas, lo que deja pérdidas por $20 millones; 850 semovientes murieron y aún permanecen en la zona de riesgo 60 mil animales, entre ganado, aves y ovinos. Además, están afectadas unas 3 000 viviendas.

La vía Penipe-Baños está destruida en un 80%. De las 10 quebradas que había, seis están taponadas y tres puentes, caídos.

Ayer llegaron a Penipe 11 voluntarios de Nicaragua, Perú, Guatemala y España, de Bomberos Sin Fronteras, para socorrer en la emergencia. Los cantones Quero y Cevallos, en Tungurahua, también fueron gravemente afectados. (JP-CHD)



Una minga interprovincial reabre la vía Puyo-Ambato

Unos 350 evacuados de la cuenca del río Pastaza retornaron ayer a sus hogares

El aislamiento de la zona centro de la Amazonía se terminó ayer con la limpieza de las vías entre La Pampa y Los Pájaros.

Esto fue posible tras una minga interprovincial. Según el alcalde de Baños, Fausto Acosta, en esta tarea trabajaron 10 máquinas pesadas del Municipio, de los consejos provinciales de Tungurahua y Pastaza, y de la empresa Odebrecht. Con la rehabilitación de la vía Puyo-Baños-Ambato se espera superar el desabastecimiento de productos básicos, combustibles y víveres, lo cual afectó a la zona central y a la Amazonía.

Al mismo tiempo, los evacuados de la cuenca del río Pastaza retornaron a sus comunidades tras el desfogue controlado del río Chambo.

El gobernador de Pastaza, Estuardo Ávalos, dijo que se autorizó el retorno de 350 refugiados. Unas 180 personas que llegaron desde Baños siguen en el albergue de Mera y en el Cuerpo de Bomberos de Puyo. (EF)




Más de 4 000 personas viven en la desolación

Más de 100 pobladores de Cusúa, Chacauco y Cotaló reclamaron a las autoridades del Municipio de Pelileo, a la Defensa Civil y al Gobierno por la lentitud en la entrega de agua, víveres y alimento para el ganado. Ellos fueron recibidos en el auditorio del Municipo de Pelileo, donde reclamaron la falta de atención en los albergues y el incumplimiento en la promesa de reubicarlos en el sector de La Paz. Los directores provinciales de los Ministerios de Bienestar Social y Vivienda trataron de calmar el ánimo de la gente indicándoles que la ayuda será mejor coordinada. Manuel Caisabanda, alcalde de Pelileo, dijo que el encargado de entregar los víveres y mantener los albergues es Bienestar Social, pero que vigilarán la canalización de las donaciones. Además, reclamó a la directora de Agricultura en Tungurahua por la demora en la entrega de balanceado y alimento para el ganado

Luego de tres días de la erupción del volcán Tungurahua (5 020 metros), en la madrugada del jueves, la más fuerte desde 1999, las familias afectadas empiezan a sentir los estragos de la evacuación, la caída de ceniza y la falta de alimento para sus familias y para los animales.

Rosario Chango, de 35 años, moradora de San Juan de Cotaló, otro de los caseríos destruidos, y que ahora permanece en el albergue de Pelileo, inicia sus tareas a las 06:30. “Como aquí no se puede dormir tranquila mejor es madrugar y buscar con qué hacer el desayuno para la familia”, comenta, mientras se reunía con otras madres de familia que también decidieron levantarse temprano.

Rosario y otras cinco mujeres se repartieron las tareas de la cocina mientras sus hijos correteaban los patios de la escuela donde pasan la noche. “Tenemos que ver si hay algo para cocinar, vamos a hervir agua y a comprar panes para matar el hambre”, dice Rosario, quien se queja de que hasta el momento no llega la ayuda gubernamental. “Ya no hay hortalizas para hacer la sopa, ayer no comimos y ahora no hay qué cocinar”.

La mayoría de albergados regresan a sus casas para revisar sus pertenencias y para dar algo de comida a sus animales, que aún se encuentran en las zonas afectadas. Aunque Rosario decidió permanecer en el albergue con sus dos hijos mientras su esposo Ricardo regresa a Cotaló a revisar su casa y llevar un poco de hierba lavada a sus dos vacas. “Es triste volver a la casa y ver todo destruido; los niños se ponen mal, voy a quedarme para ver si llega la ayuda”, insiste.

En la carretera Ambato-Baños se encuentra el albergue El Pingüe, donde la situación es similar.
Las 480 personas de Cusúa que están asentadas allí desde el 14 de julio se levantan temprano para preparar el desayuno en un pequeño cuarto de la escuela que está equipado con tres cocinas. “Aquí nos turnamos para cocinar, porque hacerlo para todos es muy difícil”, dice Diana Bonilla, mientras remueve unos choclos en una olla de aluminio.

Edmundo Rodríguez, de 36 años, no sabe cuándo vendrá la ayuda ofrecida por las autoridades. “Estamos aquí desde el 14 y sobrevivimos con lo que sobró de las donaciones de aquella vez. Lo perdimos todo por el volcán, la casa, sembríos, animales, y ahora no tenemos ni siquiera agua para tomar”, asegura indignado.

Edmundo, quien vivía de cultivar la tierra y criar animales, ahora ya no sabe qué hacer en el albergue.

“Yo soy hombre de trabajo y aquí me siento inútil, queremos que el Gobierno nos reubique para rehacer nuestras vidas”, insiste.

La mayoría de evacuados retornan por la mañana a sus hogares para constatar el estado de sus viviendas y en algunos casos para sacar, de a poco, a sus animales de la zona afectada.

En el carretero de Huambaló-Cotaló no es raro encontrar a grupos de personas que regresan a sus casas o que arrean el ganado a un lugar más seguro. Algunos logran conseguir camionetas para sacar ropa o víveres; en otras ocasiones la gente espera a los camiones del Ejército que los ayuda a evacuar a los animales.

Bolivar Morales, de 48 años, habitante de Chacauco, permanece en su casa durante la mañana limpiando la ceniza interminable que afectó el techo de su vivienda. “Yo salgo en las noches al albergue con mis cuatro hijos pero como ya está más tranquilo, queremos ver que podemos recuperar de lo que sembramos” comentó.

En las vías se pueden ver algunos vehículos con la ayuda y algunas brigadas médicas del Ministerio de Salud y de ONG internacionales, que llegan de a poco a la provincia, luego de que el volcán arrojará 8 millones de toneladas de material volcánico, que formaron una nube de 742 km de largo y 185,6 km de ancho.

Más de 4 000 personas de sectores como Bilbao, Juive, Cotaló y Penipe fueron evacuadas a los albergues. Mientras tanto, las pérdidas en el sector ganadero y agrícola alcanzaron los $150 millones, por la muerte de centenares de cabezas de ganado y miles de hectáreas de cultivos perdidos.

La lluvia de cenizas que cubrió las provincias de Tungurahua, Bolívar, Cotopaxi y Chimborazo afectó a unos 20 mil productores, que vieron sus cultivos y el forraje para el ganado cubierto por un grueso tapete gris, indicó el presidente de la Cámara de Agricultura, Patricio Donoso.

Carmen Ramos, una de las evacuadas del desaparecido Juive, quien no recuerda exactamente su edad y cree tener más de 70 años, no puede contener su llanto cuando le preguntan sobre su situación.

Carmen es parte del grupo de albergados de la Escuela de Formación de Policía de Baños, en Santa Ana, salida a Puyo. Dice que solo pudo sacar una pequeña maleta cuando personas de la Defensa Civil le pidieron que abandonara su casa. (CHD)



"La vida en los albergues es difícil. No se puede dormir"

Treinta familias albergadas en la Iglesia de Cotaló se trasladaron a Penipe

“Esta es la tercera vez que mi familia y yo tuvimos que evacuar a causa del Tungurahua”, fue lo que comentó Clementina Chango, de 34 años de edad, mientras acomodaba dos colchones y varias frazadas en el albergue de Pelileo. Ella es madre de tres niños y vive en San José de Cotaló (provincia del Tungurahua) .

La primera vez que abandonó su hogar, sus animales y sus terrenos cultivados de maíz y tomate fue en 1999. “Salimos por dos semanas, cuando volví, mis gallinas habían muerto por el hambre”. La segunda ocasión fue el 14 de julio de 2006, durante una semana; y ahora, “la Mama Tungurahua bramaba tan fuerte que tuvimos que salir por cuidar a mis hijos”.

Clementina primero se albergó en la Iglesia de Cotaló, pero como el techo estaba a punto de colapsar decidió trasladarse hasta el albergue de Pelileo.

“La vida en los albergues es muy difícil, no se puede conciliar el sueño porque pienso en la incomodidad que están pasando mis hijos y ni siquiera sé lo que les voy a dar de comer”, aseguró Clementina, mientras acomodaba a sus dos hijas, Erika y Jessica, en una esquina de la pequeña aula que les sirve como hogar.

Clementina no ha tenido noticias de su esposo, Ángel Chávez, ni de su hijo de 3 años. Ellos se quedaron en su casa para evitar los saqueos y cuidar a los animales que quedaban.

“Mi hijo no quiso despegarse de su papá, estoy preocupada por lo que les pueda pasar ”, siguió. (CHD)



María, conectada a una botella de oxígeno

La mayoría de los pacientes atendidos en el hospital de Riobamba está ahí por asfixia

Una cama del hospital de Riobamba acoge a María Allauca Chauca, de 68 años. Ella es otra víctima de la erupción y pasa dormida, conectada a una fuente de oxígeno, ya que se asfixió por la ceniza volcánica

Su hermana Angelina, sentada en una silla del hospital, dice que ella vive en uno de los barrios más pobres de Riobamba, en San Francisco de Piscín, ubicado en la vía que conduce a los botaderos de basura y que generalmente amanece con un extraño olor.

El jueves, el olor de la basura fue reemplazado por el de la ceniza, sin embargo eso no fue obstáculo para que María se levantara muy temprano y quisiera emprender su actividad cotidiana en el centro de la ciudad: pedir caridad, parada en cualquier esquina.

Cotidianamente, María tomaba el café en la casa de Angelina, costumbre que seguramente le salvó la vida, pues mientras apuraba unos sorbos, su hermana vio como desfallecía y empezaba a pedir aire a gritos, antes de caer al piso.

Con la ayuda de los vecinos, Agelina llevó a María al hospital de Riobamba, donde fue conectada a la máquina de oxígeno.

“Somos pobres y necesitamos la ayuda de las personas caritativas”, asegura.

Giulana Uchuari, médica del área de emergencia del hospital, informó que la mayoría de pacientes que han auxiliado ha presentado síntomas de asfixias; y otras han llegado con contusiones producto de las caídas, cuando limpiaban los techos de sus casas. (JP)



Los damnificados serán reubicados en La Paz

Cientos de familias vivirán en los albergues hasta que se entreguen las casas

El gobernador de Tungurahua, Eduardo Tohaza, manifestó que la reubicación de los habitantes de Cusúa, Juive, Cotaló y Chacauco, afectados por la erupción del volcán Tungurahua, está en proceso.
“Por ahora estamos haciendo los censos”, indicó Tohaza. El área que se destinará para esta acción será el sector de La Paz, ubicado entre Pelileo y Huambaló.

Según el gobernador, en el lugar se edificarán 230 viviendas, con dimensiones que varían entre los 40 y los 74 metros cuadrados.

La posibilidad de que a cada una de las viviendas se les adjudique una parcela de terreno para el cultivo no quedó descartada.

A pesar de ello, no todos los damnificados están de acuerdo con esa solución. Simón Morales, de 55 años, asegura que no tiene sentido que se entreguen casas sin terreno adicional.

“Sin terreno no podremos sembrar ni criar animales; ese es nuestro medio de subsistencia”, destaca.
Martha Chávez, de la comuna de Cotaló y que ahora vive en el albergue de Pelileo con sus cuatro hijos, menores de 10 años, asegura que el Gobierno solo ofrece y no cumple. “No estoy dispuesta a abandonar mis tierras”, dice con voz firme.

Pese a la inconformidad que existe en gran parte de los evacuados, el gobernador propondrá un proyecto para convertir al sector devastado en un parque nacional. Para esa autoridad, la prioridad es tomar medidas urgentes para que los habitantes no se vuelvan a exponer al peligro. (CHD)



Cusúa y Bilbao se quedan sin sitios donde estudiar

Riobamba: los colegios Juan de Velasco, Chiriboga y Carlos Cisneros son refugios

Escuelas y colegios de Tungurahua y Baños se convirtieron en albergues, que acogen a unos 4 500 afectados por la última erupción del Tungurahua. Mientras que algunos centros fueron destruidos por el peso de la ceniza y otros están en zonas de riesgo.

La escuela Nuestra Señora de Agua Santa, de Cusúa y la Zamora, de Bilbao, están sepultadas, mientras que la de Paligtahua podría ser reubicada en Penipe, porque está cubierta por ceniza volcánica.

Según cálculos de la Dirección de Educación de Chimborazo, tres escuelas se abrirían en Riobamba para acoger a los niños que salieron de Penipe y Bilbao.

La directora de Educación, Haydee Luna, dice que las escuelas funcionarían con cinco profesores cada una.

Asimismo, unos 800 alumnos del Colegio Técnico Baños iniciarían sus labores en otro plantel, al comenzar el año lectivo 2006-2007, ya que se encuentra en zona de riesgo. Según Patricio Santamaría, funcionario de la Dirección de Educación de Tungurahua, una de las opciones es que este colegio funcione en las tardes en la sede del Óscar Efrén Reyes, también fuera de peligro y que ahora es un albergue, al igual que el instituto Misael Acosta Solís.

Hace dos semanas, técnicos de la Dirección de Servicios Educativos evaluaron los daños causados por la erupción del 14 de julio en los planteles y asignaron un presupuesto de $555 mil para la reparación, según Edison Vallejo, director de la entidad. (JP-CA)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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