Ecuatorianos, colombianos y peruanos que hace años vieron en Venezuela el paraíso de América Latina ahora huyen de ese país asfixiado por la crisis económica, ya sea por aire o por tierra, por los altos costos de los tiquetes aáreos. Elena Márquez, colombiana de 62 años, vivió la mitad de su vida en Venezuela, pero hace unos días regresó a su país agobiada por la crisis económica y la inseguridad.

Márquez en vísperas de mudarse a su natal Bolívar, en el norte de Colombia, comenta que llegaron a Venezuela porque era el paraíso de América Latina, donde había trabajo y mucho dinero. "Pero ya no se puede vivir aquí, todo está más caro y no se puede con la inseguridad".

Se estima que unos dos millones de colombianos residen en Venezuela, llamados como venecos, y que llegaron principalmente por razones económicas y huyendo de las guerrillas y los paramilitares.

El consulado colombiano en Caracas carece de una cifra oficial de ciudadanos de su país residentes en Venezuela porque van y vienen libremente de un país a otro sin notificar, explicó personal de la legación.

Abundan colombianos taxistas, meseros, albañiles y, sobre todo las mujeres, empleadas domésticas. Muchos evocan la idea del retorno, pero no todos dan el paso por falta de recursos y de sostén en sus lugares de origen.

Márquez fue por años conserje de un edificio de un sector acomodado de Caracas, donde disponía de vivienda y un salario que le permitió darle educación a sus hijos, que emigrarán con ella.

"Mis hijos también se van, no quieren tener familia con esta inseguridad -dijo Elena-. Antes uno se saludaba en la calle, todos nos conocíamos. Ahora se siente mucho miedo de que te roben o te maten".

Además del deterioro de la situación económica, con una inflación superior a 60% y aguda escasez de alimentos y productos básicos, Venezuela es golpeada por la delincuencia común que la convierte, según la ONU, en el segundo país más violento de la región con 53 homicidios por 100 mil habitantes.

En Catia, barriada del oeste de Caracas y hogar de una importante comunidad colombiana, Emith Otero, de la organización civil ColyVen, confirma este creciente retorno migratorio.

"¡Claro que Venezuela era una maravilla! Pero ahora muchos han agarrado sus peroles (pertenencias), se consiguen un carro y se van -explica-. Muchos regresan a Colombia como llegaron a Venezuela, a la aventura".

El desempleo, añade, golpea sensiblemente a los colombianos hombres, pues la mayoría carecen de estudios y trabajan en la construcción, semiparalizada por falta de materiales.

"También las remesas están congeladas -añade Otero- y con el cambio como está (en el mercado negro), lo que ganan aquí no es nada".

Aunque lejos en número en comparación con los colombianos, los empleados ecuatorianos en Venezuela también se dedican en su mayoría al sector servicios. La embajada de Ecuador los estima en unos 150 mil, la mayoría de extracción humilde.

María Gómez, ecuatoriana de 34 años que llegó a Caracas de adolescente a vivir con unos tíos, madre soltera de un niño y dedicada al servicio doméstico, espera unas semanas más, hasta que concluya el ciclo escolar, para regresar a Guayaquil, donde reside su familia. 

"Me quedé sin dos señoras a las que les limpiaba su casa, una se fue (del país) y otra ya no tiene para pagar -explica-. Gano menos y todo es más caro y también pienso en mi hijo, hay mucho malandro (delincuente)". Ella vive en el sector popular caraqueño de Petare.

Los peruanos, comunidad que llegó a ser estimada en 200 mil pero que ahora ronda los 90 mil, según cifras oficiales, han abierto pequeños comercios y han enriquecido la oferta culinaria. 

"A diario tenemos unas seis personas interesadas en conocer los trámites para regresar a Perú, son nacidos allá o sus hijos -comenta el cónsul peruano Jorge Salas-. Explican que la situación se ha tornado difícil para ellos y en Perú han cambiado las condiciones, hay crecimiento económico y empleo", .

Otro aliciente es que Perú aprobó la ley del retorno, que da estímulos fiscales y apoyo en educación y vivienda para quienes regresan tras vivir al menos dos años en el exterior.

Ante las complicaciones para conseguir boletos aéreos, el regreso por tierra es una opción y la línea de autobuses peruana Ormeño tiene una ruta a Lima, que toma cinco días, pasando por Colombia y Ecuador.

"La mayoría son turistas, pero hay otros que viajan con todo lo que pueden -dice una empleada de Ormeño-. Nos dicen que se regresan a su país porque el dinero ya no les alcanza aquí.

En febrero pasado, Venezuela suspendió los envíos de remesas de hasta $300 mensuales que se hacían a la tasa de cambio oficial de 6,30 bolívares por dólar, contra un mercado negro que ronda los 70, una situación que propició abusos y corrupción.



 

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