La improvisación quedó atrás. Vicente Criollo, sargento primero de la Policía, esta vez fue convencido de lo que tenía que hacer y esperó que suene la sirena, que dio por finalizado los comicios electorales, para hacer lo suyo.
La gente que permanecía en el Colegio Jaime Roldós Aguilera, del cantón Santo Domingo, debió abandonar el recinto electoral pues solo quedaron los miembros de las juntas, policías y militares. Criollo comenzó a recorrer las diez mesas que le designaron y les pedía a los miembros de la junta receptora del voto que una vez que terminen con el conteo le entreguen las actas en el sobre celeste. Para ese recinto se designaron siete policías que cumplieron la labor de recolectores.
A las 17:15, el presidente de la junta 0641 llamó a Criollo y el uniformado concurrió apresurado, quien inmediatamente pidió que "por favor guarde en el sobre celeste esa acta que tiene allí". Después firmó y puso su número de cédula.
En ese momento también se le acercaron los otros presidentes de juntas y en menos de diez minutos ya tenía siete sobres en su poder. Después se movilizó hasta una de las aulas del plantel donde se encontraban tres cadetes que llegaron de Quito para la transmisión. Ellos esperaban sentados junto a tres teléfonos para enviar los datos. Criollo entregó los sobres al jefe de acopio, Cristian Salgado. "Al menos en esta vez el trabajo es más rápido", comentó el uniformado con seguridad.
En ese instante, Salgado le entregó a Luis Heredia el acta, quien instantáneamente alzó el teléfono y comenzó a dictar los resultados. Salgado ya no lucía nervioso ni abarrotado de actas, debido a que el escrutinio de solamente dos papeletas fue más ágil que en la primera vuelta electoral.
Mientras tanto, el sargento Criollo salió apresurado para recopilar el material faltante y concluyó su trabajo antes de las 17:30. Después, esas actas fueron entregadas al transportador, quien aguardaba en los exteriores del colegio hasta que todos le entreguen los sobres debidamente sellados. En otro lado del recinto dos cadetes policiales hicieron la transmisión final de los datos recibidos por el jefe de acopio.
Palacio durmió en su consultorio médico
Los ajetreos para Alfredo Palacio empezaron a la 01:30,
cuando llegó a la clínica cardiológica de su propiedad, ubicada junto a las torres del Hotel Hilton. Allí empezó a atender llamadas y coordinar los últimos movimientos del sábado y primeros del domingo.
Durmió no más de tres horas en su centro médico. Ayer el trajín lo volvió a absorber. Sus hijas Llinka y Ana María, que llegaron el miércoles anterior desde Miami, lo llamaron en la mañana para conocer su estado de ánimo.
Eran las 07:30. El médico dice que a esa hora el entusiasmo era contagioso. A las 08:40 le pidió los periódicos a uno de los policías de su seguridad. Después empezó a revisarlos rápidamente en su escritorio, pero se quedó a medias.
Los teléfonos convencionales y dos celulares empezaron a sonar uno tras otro. Recibió una serie de llamadas, entre ellas la de Gutiérrez, que le advertía que no llegaría a tiempo para acompañarlo a sufragar.
El médico frunció el ceño. Y le respondió que sus dos hijas llegaron desde EE.UU. y las tenía que acompañar a sufragar. "Esperaré..., pero si hay la posibilidad me adelantaré".
El tiempo en la mañana se consumía rápidamente al interior de la clínica. Palacio preguntaba por sus hermanos José, Emilio, editor de información de diario El Universo; Cecilia y Eloy. "A qué hora llegan". Éstos empezaron a presentarse desde las 08:35. Desayunaron junto con él, una taza de leche con café. "Es un desayuno con calorías, pero muy ligero", dijo sonriendo Cecilia, la única mujer de los hermanos Palacio-González.
Los pasillos de la clínica quedaron estrechos a las 09:40. Más de 35 personas se cruzaban de un lado a otro, preguntando a qué hora bajaba el médico. Éste se decidió a las 10:13 bajó 26 escalones con una sonrisa e identificó rápidamente a un grupo de ex alumnas que vestían su mismo vestuario: pantalón beige y mandil blanco. Sus párpados reflejaban cansancio, pero el marco de los lentes los escondía. En su cuello colgaba un dije del santo "Divino Niño".
Al bajar las escaleras pasó su mirada por una pequeña capilla. Al subir a su vehículo, el celular seguía sonando, pero siguió su cronograma de ir al Colegio Simón Bolívar para sufragar en la junta 927. Después empezó a recorrer el recinto electoral y tomarse fotografías con sus coidearios. "Tengo que ser consecuente con las personas que me han ayudado", dijo en medio de una nube de polvo y una temperatura de 28 grados.
Entonces empezó a movilizarse al interior del plantel y después caminó más de 600 metros para ir al Colegio Aguirre Abad. La agenda volvió a ser cambiada a las 12:00. Se decidió ir a la parroquia Febres Cordero para saludar con varios coordinadores, pero no cumplió su propósito porque en esa zona, los simpatizantes de Álvaro Noboa lo impidieron. A las 13:45 el almuerzo fue pedido a la cafetería del Hotel Hilton. Este fue de arroz con menestra de fréjol y carne.
Gutiérrez supo que ganó la elección mientras volaba
Lucio Gutiérrez trepó al avioneta de S Aéreo y escogió el último asiento del lado derecho de la nave. La soleada tarde de Portoviejo perdía fuerza y la comitiva de 19 pasajeros, que seguía al candidato, se aprestaba para regresar a Guayaquil y recibir los resultados oficiales.
El reloj marcaba las 16:50. Patricio Acosta y Patricio Ortiz, miembros del circulo íntimo de Gutiérrez, trataban de atender los dos celulares que cada uno tenía en sus manos. El coronel cerró los ojos y se reclinó en el asiento de cuero café. Su cuello buscaba descansar en el ergonómico espaldar, mientras el avión tomaba pista.
Acosta cerró su teléfono Motorola de doble pantalla, despidiéndose atentamente de Carlos Aguinaga, presidente del Tribunal Supremo Electoral. Se dio la vuelta y dijo: "Lucio: el Tribunal dice que la diferencia con Noboa de 14 puntos está confirmada: eres Presidente".
Sorprendentemente, la noticia no alteró a Gutiérrez; seguía adormecido en el asiento. Su brazo izquierdo estaba extendido hacía el asiento de Viviana, su hija menor, que lo acariciaba. Acosta volvió a responder el celular pero esta vez lo entregó a Gutiérrez. "Es Polibio", le dijo, refiriéndose a Polibio Córdova de la firma Cedatos. El candidato ganador lo atendió con mucha seguridad; Acosta conversaba con otros pasajeros sin que su rostro desborde alegría. "Somos analíticos, cerebrales. Esto es el resultado de más de dos años de trabajo; el triunfo debía darse".
Ortiz, quién iba en primera fila del ala izquierda del avión, se levantó dejando los celulares en el asiento y avanzó hasta Gutiérrez. Ahí le dio su abrazo de felicitación. Lo mismo hizo con la esposa del Presidente electo, Ximena, y con la joven hija del ahora matrimonio presidencial, Viviana.
Eduardo Valencia otro seguidor de Gutiérrez, en Guayaquil, se puso de pie y gritó: "Viva el Presidente". Éste esbozó una sonrisa y enseguida buscó la comodidad de su asiento. Faltaban dos minutos para las 17:00. Ramiro Espinosa y Alfredo Pin trataban de romper el ambiente de cansancio con bromas y buenos deseos que se extendieron hasta que en la nave se comenzaron a contar, en forma regresiva, los 30 segundos que restaban para llegar a las 17:00. A esa hora, pidieron las primeras palabras del Presidente que asumirá el mando el 15 de enero del 2003. Gutiérrez agradeció el apoyo, al tiempo que su esposa emitía sus primeros agradecimientos por celular.
Por las ventanas de la avioneta entraba un sol que abrigaba la cabina, mientras la nave volaba sobre una apacible capa de nubes blancas. En la terminal de Guayaquil, el Presidente electo se sacudió la pereza y bajó del avión para dirigirse al Jardín de la Salsa, sitio donde dio su primera rueda de prensa oficial.
Antes de salir del aeropuerto comprobó, en una diminuta televisión instalada sobre un escritorio, su ventaja sobre Alvaro Noboa: 15 puntos con el 10 por ciento de votos escrutados.
La caravana de las Listas 3-18 iba rumbo al júbilo, amenazada por brotes de desorganización. Los pitos y sirenas inundaron las calles cercanas a la discoteca más grande del norte de Guayaquil. Comenzaron a llegar cientos de vehículos, mientras Gutiérrez daba su primer discurso político de agradecimiento, resaltando el compromiso por sacar adelante al país y mejorar la economía.
Por los pasillos del Jardín de la Salsa apareció Miguel Lluco, director de Pachakutik. A pocos pasos estaba la ex alcaldesa roldosista de Guayaquil, Elsa Bucaram, quién se ubicaba junto a los periodistas que entrevistaban a Ximena Bohórquez.
La ahora Primera Dama dialogó 10 minutos con la prensa, antes de sumarse a la caravana y subir al cerro El Carmen, donde estaba su esposo, dando una entrevista a Ecuavisa, canal sede de una de las cadenas informativas. Ahí apareció Jaime Toral Zalamea, quién dijo que quería felicitar al coronel por su triunfo.
Elsa Bucaram aclaró que su partido no pactó el regreso del ex presidente Bucaram. "Apoyamos a Gutiérrez porque quiere despolitizar la justicia". Mario Canessa, asesor del candidato triunfador, llegó a Ecuavisa y afirmó que pondrán en marcha el plan económico trazado.
Luego, Gutiérrez salió a la sede de TC Televisión, pasadas las 20:00, sin que se confirme su regreso a Quito hasta el cierre de esta edición. En la capital ecuatoriana tenía previsto ofrecer su primera rueda de prensa, como ganador de las elecciones presidenciales.
El Presidente electo, en las declaraciones a la prensa, dijo ayer que se compromete a cumplir los acuerdos internacionales para darle estabilidad al país. También dijo que él no tiene ningún pacto con el MPD, por lo tanto, no le entregará el Ministerio de Educación.
Gutiérrez estuvo ayer en 3 ciudades
El coronel Lucio Gutiérrez optó ayer por el safari verde oliva para ir a sufragar. "Si gano las elecciones será la última vez que me pongo este uniforme. En adelante usaré traje de casimir".
En la avioneta S Aéreo que lo llevó a Guayaquil, luego de votar en Quito, el candidato presidencial comió un pequeño sánduche de jamón, a la vez que se refrescaba con una gaseosa. Se lo veía cansado. Decía que le dolía su mano derecha protegida por un guante ortopédico azul que le servía para aliviar los dedos que se le dislocaron por un mal movimiento hace unos días.
Al tiempo que Gutiérrez ojeaba los periódicos -era la única oportunidad que tuvo durante la jornada- su hermano Gilmar y el vicepresidente del Partido Sociedad Patriótica (PSP), Patricio Acosta, ultimaban los detalles de la gira por Guayaquil y Portoviejo. El coronel también conversaba con su esposa Ximena Bohórquez y su hija Viviana, y daba declaraciones a la prensa. Al mismo tiempo picaba un poco de hornado que le sirvió de refrigerio.
Debajo de la camiseta verde de Gutiérrrez sobresalían las piedras azules del rosario que colgaba de su cuello. "Este es un regalo que me hicieron unas monjitas europeas de San Rafael (cerca de Quito) durante la visita que hice el sábado al santuario de El Quince".
Si bien la salida para el Puerto Principal estaba programada parta las 09:45, el coronel inició el vuelo con cerca de dos horas de retraso. Antes de llegar al Colegio Don Bosco, en el norte de la capital, donde sufragó en la mesa 159, a las 09:00, habló con la prensa desde su casa y acompañó a su esposa a sufragar. Luego de votar, el aspirante a Carondelet fue a Radio Bolívar para conceder una entrevista.
La demora del Coronel hizo que la cadena humana que se formó desde la entrada de ese recinto electoral hasta la mesa donde sufragó se arme y desarme tres veces. Mucha gente que esperaba para ver al Coronel se llevó una desilusión: el operativo de seguridad que lo acompañó fue tan estricto que al postulante y a su esposa se los apreciaba con mucha dificultad. Lo mismo ocurrió en Guayaquil y en el Aeropuerto Reales Tamarindos de Portoviejo. A la capital de Manabí se trasladó a las 15:00, para fortalecer su votación, porque esa provincia era clave para sus aspiraciones.
Mientras tanto, el recorrido de Gutiérrez por el Puerto Principal se extendió por las diferentes calles de la ciudad, durante dos horas.
Después de acompañar a su primo Renán Borbúa, a votar, en el Colegio Aguirre Abad, pasó por la avenida San Jorge en la ciudadela Kennedy, colgado de la puerta de un vehículo Cheeroke, mientras alzaba su brazo derecho.
Después pasó por Portete y la 17, un sector roldosista y socialcristiano, donde volvió a salir de su vehículo y le pidió al chofer de Borbúa que disminuya la velocidad. Allí recibió los aplausos de los moradores que salieron a las veredas con carteles y pancartas.
Gutiérrez descendió en la central de Portete y la 20, en el mismo sitio que lanzó su campaña, en agosto pasado. Al vehículo se le acercó Amanda, una moradora del sector, que le dijo que sus tres hijos y dos hermanos suyos le habían dado su voto.
El candidato siguió hasta la 25 y la I, en la parroquia Febres Cordero, donde acompañó a varios coordinadores a que sufraguen en el Colegio Ottón Castillo. En ese sector volvió a salirse del vehículo para saludar con sus simpatizantes.
De otra parte, el presidencial finalista dedicó mucho tiempo para conversar con los medios de comunicación tanto en Guayaquil y Portoviejo. En la mayoría de sus declaraciones, Gutiérrez alertó la posibilidad de que exista un supuesto fraude. No obstante sentía seguridad en la victoria.
También señaló que fue víctima de una campaña sucia que pudo calar en los sectores populares, sobre todo de la Costa. Sin embargo, creía que esa campaña no cambió la tendencia de los votos.
En la capital manabita, sus partidarios exacerbaron los ánimos, que rompieron incluso la Ley de Elecciones, que prohíbe hacer campaña el día de la votación.
Los únicos momentos que Gutiérrez podía relajarse y comer unos bocaditos era durante los vuelos, donde sus asesores evaluaban el respaldo de la gente, a las 15:30. Cuando la avioneta aterrizó en la capital manabita, Acosta le informó que era el candidato triunfador, a lo que Gutiérrez respondió: veremos si a las 17:00 esto se confirma.
En Portoviejo recorrió la ciudad en una caravana de unos 20 vehículos, siempre junto a su esposa y su hija...
A las 17:00 Gutiérrez regresó a Guayaquil para recibir los primeros resultados. Y a las 18:30 tenía previsto arribar a Quito donde iba a dar una rueda de prensa en el Hotel Sheraton.
Televisión: la sobriedad y rápida información fue la tónica
El rápido escrutinio marcó una enorme diferencia de la cobertura que hicieron las dos cadenas televisivas, del proceso electoral de ayer, con lo que sucedió en la primera vuelta del 20 de octubre.
A las 18:00, las cadenas ya habían difundido el 60% de los votos y eso cambió los guiones. "Unidos por la democracia" (TC Televisión, Gamavisión, Canal Uno, Telerama, Manavisión) comenzó su jornada informativa de la tarde y noche, con Diego Oquendo haciendo un llamado para que no se den apresurados triunfalismos.
En "Elecciones 2002", Carlos Vera enfatizó en la seriedad con que se iban a difundir los resultados. Nadie esperaba lo que estaba por venir: rapidez en el escrutinio y amplitud en el triunfo de Gutiérrez.
Así, el primer invitado de "Unidos por la democracia" (y prácticamente el único hasta las 19:30 que llegó el Presidente de la República) fue Jaime Durán de Informe Confidencial, quien habló de un empate técnico entre los dos candidatos finalistas.
Cuando se dieron los primeros resultados que marcaban la diferencia a favor de Gutiérrez, se relativizó los resultados, para esperar las cifras de la Costa. Cuando ya se definió la tendencia (10% de diferencia), Jaime Durán ya no estuvo en el set, pero José Hernández y Diego Oquendo se mostraron aún muy cautos en dar por definitivo los resultados.
En contraste, Rafael Cuesta y Jimmy Jairala, felicitaron, con gesto adusto, al presidente electo. El acierto de esta cadena en esa primera hora fue haber diferenciado las votaciones de Pichincha y Guayas.
En "Elecciones 2002" hubo una diferencia física y emocional entre Carlos Vera en Guayaquil y Jorge Ortiz en Quito. En la mañana, Jorge Ortiz ya se había negado a dar un mensaje contra el voto nulo. Desde Guayaquil, Carlos Vera apareció en la entrevista con Lucio Gutiérrez planteando un ping pong que se quedó en los primeros raquetazos.
En resumen hubo una avalancha de información, pocos analistas y ausencia total de los líderes políticos. Interesante anotar que el candidato triunfador no apareció inmediatamente en las dos cadenas, fue primero donde sus partidarios en el "Jardín de la Salsa". En "Unidos por la democracia" se dio el encuentro entre los presidentes salientes y electos.
Radio Sucre continuó con la campaña . Aún no habían concluido las votaciones y la cadena de radio y televisión, Sucre, ya daba por ganador a Álvaro Noboa. Eran las 11:30, solo cuatro horas después de iniciados los comicios, y el propietario y director de las estaciones, el concejal socialcristiano Vicente Arroba, aseguraba que el empresario del Partido Renovador Institucional de Acción Nacional (Prian), era el "virtual" ganador de las elecciones presidenciales.
¡Apagar los teléfonos! . El pitido de celulares fue una constante en los estudios de "Elecciones 2002". Hubo un momento realmente terrible cuando Jorge Ortiz se puso a conversar con "Oscar", mientras Alfonso Espinosa continuaba la entrevista con Nina Pacari.
Quienes estuvieron en pantalla . "Unidos por la democracia" optó por entrevistar telefónicamente a Abdalá Bucaram y al presidente Gustavo Noboa. A las 20:20 se anunció a Lucio Gutiérrez. En "Elecciones 2002" se entrevistó a los líderes indígenas: Nina Pacari y Miguel Lluco.
Álvaro Noboa rezó antes de sufragar
Álvaro Noboa aceleró ayer más de lo normal. El velocímetro de su jeep amarillo que conducía marcaba hasta 100 kilómetros por hora. Salió de su lujosa vivienda en la exclusiva ciudadela El Río, en la vía a Samborondón, a las 10:30. Vestía su terno negro y la habitual corbata amarilla.
No habló con nadie a su salida. Estaba rodeado de ocho guardaespaldas, armados con mini ametralladoras. En cambio, sus acompañantes saludaban efusivamente: su esposa, Anabella Azín, su vicepresidencial, Marcelo Cruz, y la esposa de éste, Manuela Culebras.
El cabello de los cuatro se alborotaba en el veloz recorrido hacia Guayaquil. Solo el puente de la Unidad Nacional hace la diferencia entre una ciudad y otra. El candidato del Prian no sonreía. Estaba concentrado al volante, mientras dos de sus guardaespaldas se sostenían de pie en el vehículo, para no caer.
Los gritos de "Alvarito, presidente", "adelante Álvaro", "sácanos de la miseria" se repetían a su paso. Hombres y mujeres lo arengaban en su recorrido. La seguridad pública para él, además, fue extrema: miembros de inteligencia militar, policías y vigilantes de la CTG. El vicepresidencial era el que saludaba. Levantaba su pulgar derecho en señal de victoria, hasta que el recorrido se interrumpió intempestivamente en la avenida Quito, centro de Guayaquil: Noboa dejó mal estacionado el jeep, marcado con un gran número siete en su capó, y entró a la iglesia La Victoria. "Quédense afuera, están armados", le advirtió a sus altos y fornidos guardaespaldas. El conserje del templo murmuró "con tranquilidad, abogado, sin escándalos, estamos en misa".
Eran las 10:50. Noboa se arrodilló en la última banca, con huellas de polvo y humedad, y lo imitaron su esposa, y la pareja vicepresidencial. El rezo duró solo 30 segundos. Se persignó y, nuevamente, al volante.
Once minutos después ya estaba en las calles Colón y Chimborazo. Interrumpió aún más el tránsito con su caravana. Allí la cúpula de su partido y simpatizantes lo aclamaban hasta que entró al Colegio Ana Paredes de Alfaro a depositar su voto, en la junta 63. El lugar era un atolladero: gente que pugnaba por entrar y militares y policías que no sabían qué hacer. La opción fue cerrar las puertas del establecimiento hasta que el presidencial se retirara.
Hubo palabras a la prensa, efusivos discursos, advertencias, promesas y otra vez al jeep. La siguiente parada, a máxima velocidad, fue su compañía aérea LAN para dirigirse a Quito. Treinta minutos tardó Álvaro Noboa para organizar a su equipo de viaje. Lo hizo en la oficina de LAN, donde estuvo la directiva del Prian, su cuñado Omar Quintana y sus asesores políticos y publicistas.
En la pista lo esperaba el pequeño avión N7194Y, una avioneta para su binomio Marcelo Cruz, el presidente del Prian, Wilson Sánchez, y otros amigos cercanos del candidato. A última hora, Noboa alquiló un avión Ícaro Express para llevar a 19 personas, entre las cuales iban amigos, publicistas y periodistas, que llegaron con él a las 13:20 a Quito. Noboa descansó en la Sala VIP del aeropuerto Mariscal Sucre.
Anabella Azín lo observaba y le entregó un cepillo para que se peine antes de salir a saludar a un grupo de simpatizantes y a periodistas quiteños que estaban fuera de la base aérea.
Noboa y Cruz se subieron en un jeep blanco y tomaron la avenida de La Prensa. Azín y Culebras iban detrás de ellos en un lujoso Alfa Romeo de placas PYD-489. Su fugaz recorrido por Quito lo hizo en el carril del Trole, hasta que llegó al Colegio Mejía. En ese recinto, los simpatizantes le provocaron más de un gesto de satisfacción a Noboa. "¡Quito con Noboa!", gritó un grupo de simpatizantes del Prian, opacando las pifias que hizo otro grupo de partidarios de Sociedad Patriótica 21 de Enero.
Según Pablo Martínez, amigo del candidato, varios de los militantes de PSP se portaron agresivos. Después de que el vicepresidencial votó, Noboa volvió a subirse al jeep Daihatsu, pero esta vez con su mujer. Retornaron al aeropuerto y ahí mantuvo una reunión privada con Silka Sánchez, Azín, Quintana, su sobrino Luis Noboa, Wilson Sánchez y dos dirigentes de Pichincha.
Cruz no estuvo en la reunión. 10 minutos antes de las 15:00 se despidió de Noboa diciendo: "Hasta la victoria siempre", y se abrazaron. Cruz partió para Ambato con su esposa.
En ese momento el candidato no había decidido si ir a Quevedo (Los Ríos) o a Manta (Manabí). Pero como las dos provincias eran importantes para su eventual triunfo, decidió volar a Quevedo y luego a Manta. A las 17:00 llegó a Manta. Dio una rueda de prensa en el aeropuerto Eloy Alfaro y, para entonces, dijo que tenía la victoria en sus manos. A las 18:30 retornó a su bastión de Guayaquil: la Industrial Molinera.