Quito. 21 jul 98. En Calderón, al norte de Quito, casi sus 120
mil habitantes conocen a alguien que se marchó a España a
buscar trabajo.
La migración a este paÃs europeo empezó 10 años atrás, pero en
los últimos cinco se ha desatado una fiebre por ir a España.
Jóvenes, adultos y hasta ancianos quieren probar suerte en
este paÃs. Venden sus pequeños terrenos y animales o se
endeudan para comprar el boleto de avión y llevar unos cuantos
dólares para el viaje.
Lo importante es llegar a Madrid, Barcelona, Zaragoza o Palma
de Mallorca, y encontrarse con sus paisanos, que en el mejor
de los casos ya les tienen listo un empleo o les ayudan a
conseguirlo en pocos dÃas.
En el barrio más extenso y poblado de Calderón, Llano Grande,
abuelos, tÃos, hijos, cuñados y hermanos tienen una historia
que contar sobre sus familiares que cada mes les envÃan algo
de dinero para que les construyan una casa, paguen los gastos
de los hijos o les pongan en una libreta de ahorros en
dólares.
La gente llama a los pobladores de Llano Grande y Llano Chico
"llaneros". Al entrar al barrio, en la vÃa principal de
piedras y polvo, de lado y lado, se levantan inmensas casas de
dos pisos en cemento armado, la mayorÃa está a medio
construir. Las viviendas más grandes tienen un estilo español
con torres y decorados arabescos.
En este barrio, hace dos semanas los rostros de David y Diego
Toapanta Carrera, de 11 y 13 años, respectivamente, cambiaron
por completo. Sus ojos recobraron ese brillo especial que solo
el afecto y la ternura son capaces de producir.
Ese brillo lo perdieron hace tres años cuando su madre Fany
Carrera, de 34 años, tuvo que dejarlos para viajar a España a
buscar trabajo. Después de dos años también viajó su padre,
Gabriel Toapanta, de 36. Una sensación de permanente ausencia
y falta de protección se apoderó de estos niños.
Para Diego estos largos años en casa de sus abuelitos maternos
han sido una mezcla de libertad, tristeza y muchos recuerdos.
Este niño de cabello negro y ojos cafés estudia en el Colegio
Central Técnico, terminó primer curso. Dice que no soportarÃa
que sus padres vuelvan a dejarlo. Sin embargo, no titubea
cuando afirma que si, en grande, no encuentra trabajo, también
se irÃa a cualquier paÃs que le ofrezca un empleo.
Su hermano David, que viste una camiseta y un par de zapatos
"made in España", con voz tÃmida cuenta que a sus padres les
fue bien y que pudieron ahorrar. "Ahora todos estamos juntos y
mis papis pondrán un negocio de frutas y flores, ya no se
tendrán que marchar otra vez". Aunque esa decisión no está
tomada, sus padres dejan abierta la posibilidad de regresar si
la situación económica del paÃs no mejora con el nuevo
Gobierno.
Carrera dice que para ella las cosas no fueron tan duras.
"TenÃa algunos contactos con personas que me ayudaron para
antes de salir del Ecuador tener un trabajo esperándome en
Madrid. Al principio, cuidaba niños y después me convertà en
ama de llaves de una gran casa en el barrio La Moraleja.
Mis empleadores me dieron tramitando el permiso de trabajo y
luego los papeles. Ganaba dos millones 500 mil sucres. Como
tenÃa la comida y el alojamiento no gastaba en casi nada y
podÃa ahorrar. Una parte le mandaba a mi madre para mis dos
hijos y otra la guardaba en dólares. Como en todo trabajo hay
que sacrificarse, pero es doblemente duro porque uno extraña a
los hijos y las costumbres; pero también a la larga uno se
adapta al orden que hay allá.
Tuve suerte porque nunca me sentà discriminada, nunca me
trataron como una "sudaca", pero ese destino no lo tienen la
mayorÃa de ecuatorianos. Sobre todo para las mujeres las cosas
son tristes y difÃciles, hay que pasar penas y hambre para
mandar algo cada mes".
Cinco cuadras más adelante está la modesta casa de bloque de
Purifica Cargua, de 80 años. Al lado, se construye la casa de
tres pisos de su hijo José Gualoto que desde hace 5 años está
en Barcelona. Cargua cuida de sus 5 nietos, dos de su hijo
José y tres de su hijo menor que hace seis meses también se
marchó a Madrid.
Para Rubén González, presidente de la Junta Parroquial de
Calderón, sus vecinos parten a España porque de cualquier
manera allá se gana más y hay esperanzas de conseguir trabajo.
Las mujeres van de empleadas domésticas, amas de llaves,
niñeras, cuidado ancianos y de cocineras; los hombres se
emplean de jardineros, choferes o se van al campo a trabajar
en la agricultura y en el cuidado de chanchos.
González añade que hace algunos meses se realizó un
diagnóstico de la situación de los niños de la Escuela Breden.
Los resultados: un 65 por ciento de los pequeños tiene a sus
padres en España y están al cuidado de abuelos y tÃos.
Presentan muchos conflictos por su carencia afectiva, el no
tener a sus padres como autoridades morales hace que sean
rebeldes y agresivos y bajen en las notas. Son pequeños que
sufren por la desorganización.
La hermana Luisa Ponce, directora de la Unidad Educativa "La
Dolorosa", señala que en Llano Grande las cosas han cambiado
mucho desde que la gente migra a España; por un lado mejora la
calidad de vida porque construyen casas buenas; y, por otro,
se pierden muchos valores como la unidad familiar, y se
priorizan las cosas materiales.
Los sueños de la gente que va a España son ahorrar para
construir una casa y comprar un carro, el perÃodo máximo que
se quedan es cinco años, pero cuando vuelven sus hijos ya no
los reconocen y familias enteras se destruyen, reflexiona
Ponce.
El párroco de Calderón, José Herrera, dice que cuando viajó a
España pudo ver que de 100 ecuatorianos que van cada mes, 90
están más o menos bien y 10 en muy mala situación. "También
fui a ParÃs y ahà me encontré a un ecuatoriano que está
haciendo fortuna vendiendo fritada cerca a los Campos ElÃseos.
Lo malo para nuestros compatriotas es que deben cuidarse de la
guardia civil porque están ilegales y eso no los deja trabajar
tranquilos".
Para la hermana Blanca, de la Unidad Educativa "La Dolorosa",
el dinero que mandan de España enfrenta a nietos con abuelos y
tÃos. Los hijos quieren manejar la plata. Hay mejoras, pero
los que sufren son los más pequeños.
La historia de 1.000 años
Vienen a la fiesta * Calderón es uno de los asentamientos
indÃgenas más antiguos de Pichincha, data de hace 1.000 años y
su nombre original es Ãaupa Carapungo, que significa "Entrada
de los Caras". La fundación fue el 10 de agosto de 1897, ahora
es parte del Distrito Metropolitano de Quito. El 1 de agosto
se celebra una de las fiestas más importantes, el Festival
Chimba 98 y muchos regresan de España para pasar las fiestas.
Cómo viven aquà * En Calderón, el 77 por ciento de la
población es económicamente activa, se dedica al comercio,
servicios y transporte. La agricultura ha desaparecido porque
van a trabajar a Quito y la tierra queda improductiva. El 90
por ciento de los barrios tiene agua, luz y teléfono, pero
falta el alcantarillado en un 75 por ciento.
Actividades comunitarias * La recuperación de la identidad
indÃgena y de los valores culturales es uno de los objetivos
de su gente. Actualmente, los moradores coordinan actividades
de reciclaje de basura, reforestación y de autogestión para
poner el alcantarillado.
Un viaje cueste lo que cueste...
15 millones de sucres es la cantidad que se necesita para ir a
España, dicen los moradores de Calderón y Llano Grande. Nunca
viajan por Iberia, porque controlan mucho, es mejor hacer
conexiones por American Airlines. Se hacen préstamos entre los
mismos miembros de una familia y venden parcelas y animales
para sacar el boleto.
Los valores de solidaridad y reciprocidad son muy fuertes en
esta parroquia que en un 70 por ciento está compuesta por
población indÃgena. La gente se presta dinero y alimentos, se
intercambian servicios y lo mismo sucede en España, donde
comparten habitaciones y departamentos. La gente de Calderón
dice que en España, a los ecuatorianos que les va mal recogen
la comida de la basura hasta que los deportan. Cada 15 dÃas
salen grupos de cuatro y seis personas de Llano Grande y
Calderón rumbo a España.
Cambian un poco su apariencia fÃsica para simular que son
turistas y entran a Madrid. Las mujeres se hacen la permanente
en el cabello o se lo pintan y se compran gafas de marca y los
hombres se compran buenas chompas y una maleta de cuero.
(Texto tomado de El Comercio)