El dolor invadió el hogar de Víctor Ávila Juca, cuencano de 26 años que el pasado lunes murió ahogado frente a las costas de Manta (Manabí), al intentar viajar, vía marítima, a los EEUU.
Víctor sufrió el percance cuando la lancha en que se desplazaban 18 emigrantes ecuatorianos chocó contra unas piedras, se enredó en unas redes y se viró. Nueve murieron, cinco lograron llegar con vida a la playa y cuatro aún no aparecen.
Víctor nunca contó a su familia que iba a emigrar a los EEUU, sino solo cuando estaba listo el viaje. Fue algo que nos cayó de golpe, recuerda Mayra Durán, cuñada del ahora fallecido.
Para emigrar, renunció a su trabajo en la fábrica Indurama, en Cuenca, sin saber que la muerte lo esperaba y que su esposa Soraya quedaría viuda y su hijo Paolo, de 7 años, huérfano.
En la lancha siniestrada también viajaba Sonia Guamán Mullulema, de 13 años y originaria de Quilloag (Cañar), quien nadó durante una hora y media y logró llegar hasta la playa.
Narciza Jerez Palaguachi, de 32 años, no tuvo la misma suerte, ya que murió ahogada. Ella viajaba para intentar reencontrarse en los EEUU con su marido, quien reside allá desde hace seis años. Ahora deja en la orfandad a dos niños.
Por el momento, los fiscales ordenaron la detención de Carlos José Mero Franco, dueño del bote María José, que naufragó con los emigrantes, para investigación. Sus allegados aseguran que él nada tiene que ver porque la nave de fibra supuestamente había sido robada del sector Poza de Manta.
Agustín Mero, padre del dueño de la embarcación y oriundo de Jaramijó, insiste en que se enteraron del robo el martes a las 08:30, al día siguiente de la tragedia, cuando el guardián de Poza de Manta llegó a su casa para informarle del hecho.
En las playas de Santa Rosa verificaron que la embarcación era de su propiedad, y luego fue a denunciar el robo a las 09:00 de ese martes en la Capitanía del Puerto Manta. Mero explica que había detenido sus actividades por la falta de combustible artesanal y que la nave quedó amarrada junto a otras desde hace una semana.
Allegados a las víctimas creen que la detención de Mero poco o nada ayudará, pues esto no devolverá la vida a sus familiares y no librará a los deudos de la presión de los chulqueros que prestaron $9 000 a Carmen Reinoso, a un interés del 5%, según destaca una vecina de la occisa.
De los nueve cadáveres recuperados hasta ahora, solo cinco han sido identificados. María Rebeca Quinde, Gertrudis Cela, Antonio Guamán y una persona más aún no aparecen. Sus cuerpos son rastreados por guardacostas y la Aviación Naval de Manabí, y por la Marina de los Estados Unidos.
Las únicas evidencias encontradas hasta ahora son ropa y documentos entre las rocas del perfil costanero comprendido entre San Mateo, cabo San Lorenzo y la isla de la Plata (Manabí).
Esta tragedia ocurrió casi un año después del naufragio en el que murieron 94 emigrantes. (NST)
Huigra (Chimborazo) se queda sin jóvenes por la migración
Huigra y Achupallas son los mayores centros de migración en Chimborazo. Ambas poblaciones se ubican en el cantón Alausí y limitan con la provincia de Cañar. En Achupallas, de donde es originaria María Camas, quien sobrevivió al último naufragio, es un secreto a voces que los jóvenes emigran a los EEUU. Mucha gente ha salido, especialmente de las comunidades, dice Sonia Mera, teniente política del lugar.
En Huigra, la Red de Migrantes de Chimborazo ha detectado 50 casos de jóvenes que han emigrado ilegalmente.
La población se ha quedado sin jóvenes, afirma el presidente de la organización, Nelson Serrano, quien agregó que en la provincia actúan coyoteros de Azuay y Cañar. (JP)
Familiares de víctimas celebran una misa
La ceremonia se realizará hoy a las 09:00 en Manabí
Casi un centenar de familiares, de los 94 ecuatorianos desaparecidos el 13 de agosto de 2005 en altamar, mientras intentaban llegar a los EEUU, viajaron hasta Manta para celebrar una misa.
Ayer emprendieron viaje desde el Parque Calderón hasta Manta; los familiares de las víctimas llevaron flores y velas para depositar en el mar y recordar a sus seres queridos. La misa se celebrará en una de las playas del puerto manabita a partir de las 09:00 de hoy.
Guillermo Brito dice que el Consejo Provincial del Azuay les ayudó a conseguir los carros que trasladaron a las familias, mientras otras organizaciones donaron la alimentación. Para nosotros es un día de dolor, asegura Brito, presidente de la Asociación de familiares de los desaparecidos. Otro grupo de familias se quedó en Cuenca y celebrará hoy una misa en el sector de la parroquia Baños a las 17:00. Esta misa va en homenaje a todos nuestros familiares, destaca Ruth Quito, esposa de Claudio Collago, desaparecido en el mar. (RMT)
María quería unirse a su esposo en EEUU
Los suegros desconocían del viaje de esta mujer de 19 años
Una llamada telefónica cerca de la medianoche del miércoles 9 de agosto de 2006 tranquilizó a Rosa Cuenca. En los noticieros del mediodía había escuchado que entre los cadáveres encontrados en las costas de Manta estaba la cédula de su sobrina María Victoria Camas, lo que la inquietó mucho.
Ya entrada la noche, bajó desde la comunidad de Cullca a la parroquia Achupallas, en Alausí, compró una tarjeta para su celular y llamó al hermano de María Victoria, quien le dijo que no se preocupara pues ella estaba con vida. Agustín Camas también le contó que María había presenciado cómo la nave que los transportaría al sueño americano naufragó al chocar contra una roca.
En Achupallas, los suegros de María Victoria también están en paz.
Mi nuera salió el sábado (5 de agosto) y dijo que iba a la casa de los papás; no sabía que estaba yéndose a los EEUU, dice Rosa Aurora Ortega. Su esposo, Juan Ñamiña, prefiere refugiarse en su casa para evitar a los reporteros.
Rosa Aurora asegura que hace cuatro meses su hijo José Ñamiña se fue a los EEUU; pero niega que él haya enviado el dinero para que su esposa de 19 años viaje. Ni siquiera salió con maletas de aquí, insiste. Ambos tienen una hija, Mishell Ñamiña, de un año, que por ahora está con los padres de María, en El Tambo, Cañar.
Según Rosa, su sobrina vivió hasta hace cuatro años en Achupallas, pero luego se fue a vivir con sus padres en El Tambo.
Hace un año decidió convivir con José Ñamiña, por lo que otra vez llegó a Achupallas, y luego nació su hija. María Victoria estaba terminando la escuela.
Otra historia es la de María Rebeca Quinde Pichisaca, reportada como desaparecida por sus padres, quienes llegaron a Manta para asistir a las tareas de rescate que seguían ayer. Su madre, Rosa Pichisaca, estuvo varias horas sentada en la playa a la espera de noticias de su hija.
En lo que va del año, un total de 1 009 ecuatorianos han intentado emigrar, pero todos fueron capturados en altamar. De estos, 261 fueron detenidos en Guatemala; 77, en El Salvador; 56, en Nicaragua; 113, en Galápagos; 368, en Manta; 58, en Puerto Bolívar; 195, en Jaramijó; 22, en Jambelí, y 132, en Punta Galeras. (MEC-JP)
Solo un enjuiciado por muerte de 94 emigrantes en 2005
Milton Bautista y su esposa, Lida Pesántez, fueron llamados a juicio pero ella ya fue sobreseída
En 2005 el país se estremeció con la noticia de que una embarcación cargada con 103 emigrantes ecuatorianos que trataban de llegar, vía marítima a los Estados Unidos naufragó, dejando como saldo la muerte y desaparición de 94 de sus ocupantes en aguas internacionales.
La Policía logró detener a Milton Pablo Bautista Guzmán y a su esposa, Lida Patricia Pesántez Sanmartín, señalados por los familiares de los fallecidos como los coyoteros que cobraron entre $8 000 y $12 mil por el traslado de los viajeros hasta los EEUU.
Una de las diligencias practicadas tras la detención fue el allanamiento de la casa de los Bautista Pesántez, en Cuenca, en donde los agentes encontraron un libro, un cuaderno y una agenda donde constaban los nombres de los fallecidos, las fechas en las que pagaron por el viaje, los montos pendientes por pagar, letras de cambio, cheques a favor de Bautista y sus familiares, además de hipotecas que firmaban los emigrantes como garantía del pago por el viaje.
Durante su declaración, Bautista manifestó dedicarse al tráfico de emigrantes desde hace varios años atrás, cuando su madre prestaba dinero cobrando altos intereses a las personas que querían viajar de manera ilegal a los Estados Unidos.
Comentó que el dinero que él ganaba lo repartía con los contactos que le ayudaban a pasar a los emigrantes en los países centroamericanos. Cuando se le puso a la vista los cuadernos decomisados, explicó cómo funcionaba su negocio. Con un frialdad insólita, según los agentes, dijo que cuando un emigrante moría o se escapaba se le tachaba de la lista y se le ponía cancelado. Y cuando los familiares reclamaban se negociaba con ellos el pago de $8 000 para que no denuncien el hecho.
Con todos esos argumentos, la Fiscalía, a través de su unidad de Tráfico de Migrantes, acusó a Milton Bautista y a su esposa, Lida Pesántez, del delito de tráfico de personas pero el 7 de agosto de este año el Juzgado Segundo de lo Penal de Pichincha sobreseyó provisionalmente a Pesántez por lo que solo su esposo será enjuiciado. (VC)
Guillermo pide castigo para coyotes por muerte de su hija
En los últimos tres años se ha detenido a 4 038 personas que iban a emigrar en 42 barcos
Guillermo Brito, padre de Julia Isabel, desaparecida en el naufragio del 13 de agosto de 2005, pide castigo para los coyoteros (traficantes de personas). Tras la muerte de su hija, cuida a tres nietos.
Brito es presidente de los familiares de los desaparecidos y su objetivo es insistir a las autoridades de justicia que castiguen a los traficantes de seres humanos, pero asegura que no hay oídos.
Esta red de sinvergüenzas (coyotes) lo único que hace es empuñarse el dinero y el resto (autoridades), a pesar de que saben, no hacen nada, dice este hombre, que cada día siente la ausencia de su hija de 28 años de edad. Es terrible, es duro vivir esta situación, insiste, tras señalar que las ayudas y ofrecimientos que se hicieron tras el naufragio no se han cumplido.
Martha Díaz (presunta coyotera) fue la que le llevó a mi hija, agrega indignado, y destaca que los organismos de justicia no han hecho nada, incluyendo los diputados.
Brito, quien fue hace un año a altamar para depositar flores en el agua en memoria de su hija, hoy vuelve al lugar. Nunca dejaré de hacer esto por mi hija, asegura.
Según reportes de la Dirección General de la Marina Mercante (Digmer), desde 2004 hasta 2006, unas 4 038 personas han sido detenidas en aguas nacionales e internacionales cuando intentaban emigrar a los Estados Unidos, en 42 embarcaciones; es decir, un promedio de 96 personas en cada barco.
En el Ecuador, existen 8 523 embarcaciones pesqueras; de ellas, 500 no tienen ningún tipo de documento. Dentro de este grupo estarían aquellas naves que se dedican al negocio de transportar emigrantes, señala Eduardo Navas Nájera, director general de la Marina Mercante (Digmer).
Además, el director de la Digmer expresa su preocupación por el aumento de las actividades ilícitas en el mar, como el coyoterismo y el tráfico de drogas, ya que los traficantes han cambiado sus estrategias. Por ejemplo, tienen barcos que proveen de combustible a las lanchas rápidas que trasladan la droga a las embarcaciones. O alquilan naves en el Perú para embarcar a las personas en el Ecuador. Trabajamos con las autoridades del Perú, para controlar estas actividades, dice. (AM-RMT)
Inés aún recuerda la voz de Claudio
La mayor parte de las víctimas de agosto de 2005 era del Austro
A un año de la tragedia en altamar, el naufragio del 13 de agosto de 2005, aún los recuerdos están intactos en los familiares de las 94 víctimas que murieron ahogadas al intentar llegar a los EEUU.
El 11 de agosto de 2005, los indocumentados se embarcaron, la mayoría en Cuenca, y viajaron hasta Guayaquil y posteriormente a Santo Domingo de los Colorados (Pichincha) en un camión. Durmieron en un hostal y al día siguiente volvieron a embarcarse en un camión rumbo a Manabí, donde sus familiares perdieron comunicación con ellos, esta vez para siempre.
Inés Largo, madre de Claudio, Manuel y Saúl Collago, todos desaparecidos en el mar, aún dice tener presente la voz de su hijo Claudio cuando le hizo la última llamada telefónica y le dijo: Mamacita ya estamos listos para el viaje.
El 13 de agosto, su nieto René, hijo de Claudio, a mediodía llegó a la casa en medio de lágrimas y gritos: Abuelita mi papá murió y todos los que iban en el barco.
Inés recuerda que tomó agua y salió desesperada para llamar a los coyoteros que nunca más volvió a ver, ni a escuchar. Ellos me dijeron que todos murieron, asegura.
Posteriormente viajaron a Manta (Manabí) a celebrar una misa en altamar y entendieron la magnitud de la tragedia. Estos últimos meses han sido terribles, dice. Los primeros meses esperábamos un milagro, pero ahora comprendemos que están muertos, sigue.
Tras el fallecimiento llegaron los ofrecimientos, desde el Gobierno hasta de las instituciones públicas y privadas para ayudar a los familiares de los emigrantes, pero nada se cumplió, insiste Inés, que ahora tiene a su cargo el cuidado de cuatro nietos, todos huérfanos. (RMT)
Johana no estudia desde que su padre murió
Su familia recibió ayuda del Municipio de Cuenca
La vida de Ruth Quito cambio radicalmente después de que su esposo Claudio Collago murió en el barco que naufragó el 13 de agosto de 2005. Claudio mantenía el hogar trabajando en el aseo de calles.
Hoy, Ruth está a cargo de la casa, como padre y madre, para dar la educación a sus hijos. Actualmente, trabaja como auxiliar de nutrición en el Municipio de Cuenca. Gracias a Dios, me ayudaron para poder trabajar, asegura.
Solo su hija Johana dejó la escuela, mientras Suleyma (16) sigue sus estudios en el colegio Ecuador, pero es la que más extraña a su padre. Ella era la que siempre estaba junto a él, e iban a todas partes, dice Johana.
Todos los días, los hijos de Ruth aseguran esperar ansiosos una llamada telefónica de su padre, pero cada día es más triste, porque perdemos las esperanzas, señala la joven que quiere trabajar para ayudar a su madre. Ruth destaca que solo recibió ayuda del maratón realizado por el Municipio, los otros ofrecimientos quedaron en nada. (RMT)
CRONOLOGÍA
El 23 de enero de 2006, el buque pesquero ecuatoriano San Antonio fue capturado a 150 millas al sur de Guatemala, con 80 inmigrantes ecuatorianos con destino a los EEUU, de los cuales 67 eran hombres y 11 mujeres. El 22 de ese mismo mes 176 inmigrantes fueron rescatados en Jaramijó.
El 16 de febrero de 2006, 80 ecuatorianos fueron encontrados en una embarcación a la deriva a 120 millas al suroeste de El Salvador. El 18 de febrero, otros 121 emigrantes fueron rescatados en Manta y el 22 del mismo mes, 133 emigrantes más fueron encontrados en aguas ecuatorianas.
El 29 de marzo de 2006, 112 emigrantes entre ecuatorianos chinos e indios fueron encontrados en una embarcación a 200 millas de las islas Galápagos. El 10 de abril, 25 niños ecuatorianos fueron deportados en su intento de cruzar a los EEUU a través de la frontera con México.
El 10 de julio de 2006, un buque de la Capitanía de Puerto Bolívar capturó, a 5 millas de la isla de Jambelí, a la embarcación Santa Cruz, con 69 personas a bordo: 30 ecuatorianos, 32 chinos y siete peruanos. Cuatro días antes, 58 emigrantes más fueron capturados en Puerto Bolívar.
El 28 de julio de 2006, 114 emigrantes que pretendían viajar a Guatemala a bordo del barco Mi Esperanza, para de ahí ir a los Estados Unidos, fueron interceptados por la Marina ecuatoriana a 54 millas náuticas de Manta. El 30 de julio fueron puestos en libertad por las autoridades migratorias de Manabí.
En julio, un camión carguero fue detenido por la Armada ecuatoriana cuando transportaba 62 emigrantes que pretendían salir vía marítima por Punta Galeras, Muisne, sur de la provincia de Esmeraldas. Además, otro grupo de 132 emigrantes fue detenido en circunstancias similares.