Dimitri Barreto P.
SucumbÃos. 14 feb 2001. Para movilizar al Grupo Antidelincuencial
de SucumbÃos la PolicÃa alquila diariamente una camioneta 4x4 a
una cooperativa de transportes. Ese automotor recorre las vÃas de
Lago Agrio y lleva abordo a 5 hombres vestidos de gris: tres de
ellos viajan en el cajón, cubiertos con sombreros de comandos y
armados con metralletas.
"No tenemos recursos para adquirir nuevos equipos. Estamos en
desventaja frente al enemigo", explica el Tcrn. Fabián
Rivadeneira, subjefe del Comando Provincial de SucumbÃos. Para él,
el enemigo son los armados que llegan de Colombia.
Su argumento se basa en los 41 asesinatos que se produjeron en
Lago Agrio entre noviembre y lo que va de febrero (en noviembre,
18 colombianos aparecieron muertos de la ciudad. En diciembre 9,
en enero 12 y en febrero 2). Todos estaban relacionados con las
rencillas que sostienen paramilitares y guerrilleros en el
Putumayo colombiano. Los investigadores estiman que esas muertes
fueron el resultado de un ajuste de cuentas. El último caso
ocurrió el viernes. Livio Goyes, quien se identificó como
guerrillero de las FARC, fue detenido por la PolicÃa luego de
asesinar, en un bar del centro de Lago Agrio, al colombiano
Alejandro Arévalo. Según Goyes, lo mató porque Arévalo traicionó a
la guerrilla: desertó.
"Aquà no existen robos a bancos y menos asaltos a locales
comerciales ni casas. Lo que sà hay es delincuencia juvenil que
roba en la calle, pero no mata", dice Rivadeneira y en ese momento
uno de sus ayudantes ingresa al despacho, toma el teléfono y se
comunica con el destacamento de La Punta.
Ese poblado se encuentra en la frontera con Colombia, junto al rÃo
San Miguel. El contacto telefónico es el único enlace inmediato
entre el Comando (en Lago Agrio) y los puestos de Migración en La
Punta y Puerto El Carmen (este último también está en la frontera,
pero en el extremo nororiental de SucumbÃos). Los vehÃculos de la
PolicÃa, al menos la 4x4 alquilada y una vieja Blaizer roja, no
están conectados a las centrales policiales. En SucumbÃos, la
PolicÃa no tiene un sistema de radiocomunicación.
Pese a la limitación, el Grupo Antidelincuencial detectó que un
nuevo tipo de quÃmico, que suple a la gasolina en el procesamiento
de la hoja de coca, es transportado hacia Colombia: el desecho de
petróleo. Ese desecho es denominado gasolina blanca y se lo
encuentra en las piscinas de despojos de las empresas petroleras
apostadas en la Amazonia. No es comercial (en ningún lado se lo
encuentra a la venta); para adquirirla hay que robarla de los
basureros petroleros que son las piscinas.
Entre enero y esta semana, la PolicÃa incautó 2 750 galones de ese
combustible, que eran transportados en 50 tambores metálicos y
plásticos. El hidrocarburo fue incinerado y los envases ahora se
encuentran en el patio del Comando Provincial.
Este 2001, aseguran militares del Batallón del Ejército Rayo de
Lago Agrio, no se han decomisado armas ni municiones. Sin embargo,
el control del contrabando es insuficiente. En el extremo
colombiano del puente internacional sobre el rÃo San Miguel, se
encuentran las cenizas de una choza. La vivienda explotó en enero,
cuando se vaciaban los cilindros de gas en los que se introdujo
gasolina para burlar a las autoridades y pasar a Colombia (la
gasolina y el cemento son utilizados en los laboratorios de droga
colombianos para convertir a la hoja de coca en pasta de coca: un
alucinógeno).
"La casa explotó repentinamente", dice uno de los 26 conductores
de triciclos, todos colombianos, que trabajan en el puente
transportando los productos que la gente trae desde Ecuador. En
ese momento, una chiva se acerca por la orilla ecuatoriana del
puente. Se detiene. Cinco jóvenes toman sus triciclos, se acercan
veloces. Dos de ellos suben a la parrilla del bus y descargan 12
cilindros amarillos de gas. Los acomodan en sus ciclomóviles y
pasan por el puente, hacia Colombia.
Minutos antes, por la vÃa que conduce al puente transitaba un
camión del Ejército con 20 militares encapuchados. "Los controles
son periódicos", asegura un soldado en La Punta. A esa hora, las
18:30, un grupo de PolicÃa recorre el centro del pueblo, a 5 km
del puente. Los uniformados supervisan, como cada dÃa, que los
comercios cierren sus puertas.
El soldado señala que hay que tomar precauciones para cuidar la
vida de la gente, porque la violencia es alta en el pueblo: en
enero hubo tres asesinatos. Los cuerpos, no identificados, tenÃan
disparos en la nuca. El hombre interrumpe repentinamente su
relato, apunta su mirada a un objeto que flota sobre el San
Miguel, hacia el oriente. Divisa un tronco, deja ir un suspiro y
sonrÃe. "Es que esta semana ya pasaron tres muertos, campesinos
colombianos".
La Defensa Civil los asiste
Ayer llegó a SucumbÃos el primer paquete de ayuda humanitaria del
Gobierno para los campesinos ecuatorianos desplazados los últimos
dÃas.
A las 05:00, salió de Quito hacia Lago Agrio un camión militar con
4 800 libras de enlatados de pescado, 3 600 litros de leche, 10
000 libras de harina de soya, 288 conservas y 250 cobijas.
Los vÃveres serán repartidos entre los indÃgenas que están
alojados en varios albergues de la provincia amazónica, cuya
atención ha corrido hasta el momento a cargo de la Cruz Roja, la
iglesia de SucumbÃos y Médicos sin Fronteras.
El coronel Fernando Zurita de la Defensa Civil dijo que desde la
próxima semana la institución se hará cargo de la alimentación y
el avituallamiento de los comuneros, mientras dure la crisis.
Esta tarea será coordinada directamente por el Comité de Crisis
que el Gobierno integrará esta semana y estará encabezado por la
Defensa Civil.
Desde el lunes, en el Palacio de Gobierno se analiza la situación
de los desplazados internos en la frontera norte y se buscan
recursos para su atención. Hasta el cierre de esta edición estaba
por concretarse la reunión de autoridades del Gobierno con
militares del Comando Sur de Estados Unidos, que podrÃan hacer
donaciones económicas para programas de asistencia social a las
familias indigentes.
Ayer, la Cruz Roja envió un equipo de cuatro sicólogos e insumos
para atender a los comuneros. (Texto tomado de El Comercio)