Quito. 15. 06. 90. Un hombre, intelectualmente sin brillo,
carente de una organización polÃtica sólida, que a principios de
año era prácticamente un desconocido y, para colmo, de rasgos
asiáticos y apellido difÃcil habÃa derrotado amplia y limpiamente
al abanderado de un sector polÃtico vasto y poderoso, que
encabezó la oposición a un gobierno cuya impopularidad llegó a
ser masiva y que, por añadidura, tiene un nombre conocido y
admirado en todo el continente.
Ese candidato desconocido encabezó una curiosÃsima coalición de
tecnócratas sin relieve y pastores evangelistas para lograr el
triunfo electoral más inesperado e inapelable. Un "don nadie"
marcha a paso de vencedores por encima de grandes estructuras
partidarias y de candidatos conocidÃsimos.
La pregunta es "¿Quién será el Fujimori del Ecuador?". Hay, por
cierto, unos pocos rasgos comunes entre los diferentes pueblos,
uno de los cuales podrÃa ser el hastÃo frente a la vieja polÃtica
y, acaso, la búsqueda de lÃderes y liderazgos nuevos. Collor de
Mello, en Brasil, y César Gaviria, en Colombia, fueron de alguna
manera novedades en la polÃtica. Pero al mismo tiempo, en otros
paÃses, triunfaban lÃderes de larguÃsima trayectoria: Jaime Paz
en Bolivia, Carlos Menem en la Argentina, Patricio Aylwin en
Chile, Alberto Lacalle en Uruguay, Rafael Angel Calderón en Costa
Rica, Carlos Andrés Pérez en Venezuela...
Collor y Menem, en sus respectivos paÃses, evitaron en campaña
todo anuncio de los planes económicos que preparaban. Jaime Paz
y Carlos Andrés Pérez tampoco los anticiparon. Todos ellos
ganaron. Vargas no ocultó sus intenciones. Y perdió. (4-A)