Washington. 01. 06. 90. (Opinión). Las polÃticas populistas
han tenido gran importancia en Latinoamérica en los últimos 50
años.
Rudiger Dornbusch, profesor del Massachusetts Institute of
Technology, definió el término populismo como "un enfoque de la
economÃa que pone énfasis en el crecimiento, la redistribución y
desenfatiza los riesgos de inflación y déficit financiero, las
restricciones externas y la reacción de los agentes económicos
frente a las polÃticas agresivas que no toman en cuenta los
mercados".
Dornbusch caracterió cuatro fases en la evolución de los
programas populistas.
La primera fase está marcada por un incremento de la producción,
aumento de los salarios reales y del empleo. Los controles de
precios frenan la inflación y las reservas acumuladas durante el
perÃodo anterior aseguran el flujo de importaciones.
En la fase dos la expansión de la demanda y la creciente escasez
de divisas llevan a reajustes de precios y devaluaciones. La
inflación aumenta pero los precios reales se mantienen.
La tercera fase se caracteriza por una extrema aceleración del
ritmo inflacionario, escasez de productos y desniveles cambiarios
que estimulan la fuga de capitales y la desmonetización de la
economÃa. El salario real cae y la situación polÃtica se hace
inestable.
En la fase cuarta se pone en vigor planes ortodoxos de
estabilización con un programa del Fondo Monetario. Cuando esto
ocurre, los salarios reales han caÃdo masivamente a un nivel
significativamente inferior al que tenÃan cuando todo el ciclo
comenzó.
Agotada ya la experiencia del populismo, la aplicación de
fórmulas económicas eficaces requiere un adecuado contexto
polÃtico (A-5)