Quito. 19 mar 2001. Cuatro vértices entran a debate desde hoy en la 42
Asamblea en Chile: el tema social, la competitividad, la gobernabilidad y
la integración. Paralelamente, la 42 Asamblea de Gobernadores del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) empieza hoy, sintiendo la turbulencia
económica y política de Argentina y las protestas crecientes de grupos
antiglobalizadores.

¿Esto explica que el Banco haya dado fuerte impulso a su agenda social en
esta cita de Chile? ¿Qué otros temas están en carpeta?

Aparte de discusiones sobre detalles internos del balance del Banco y de
las actividades realizadas el año pasado, esta vez vamos a tener una
discusión especial relacionada con el papel de las instituciones
multilaterales dentro de la nueva arquitectura financiera internacional.
No saldrán decisiones ahora, pero hay propuestas e ideas que serán
contrastadas con el debate que ocurre hoy a nivel mundial. Por ejemplo,
el Banco Mundial adelanta un estudio sobre el papel de los bancos
multilaterales en los llamados países de ingresos medios.

¿Y qué tan importante es este tema para América Latina?

Es un tema central porque entre los países de ingresos medios se
encuentra la mayoría de naciones latinoamericanas: 21 de las 26; los
cinco restantes tienen bajos niveles de ingreso. El resultado de esos
estudios son importantes, además, porque le darán al Banco elementos para
pulir sus objetivos, pese a que tenemos una carta de navegación muy
amplia desde 1994.

¿Esa carta de navegación del BID qué elementos incluye? ¿Cuál es la
prioridad estratégica del Banco en América Latina?

Cuatro elementos definen nuestra tarea. Uno: el tema social, al cual le
hemos dado todo el apoyo posible. De hecho, de alrededor de 50 000
millones de dólares de cartera, casi la mitad está comprometida en
proyectos sociales. Dos: la competitividad; ahí nos estamos metiendo
fuerte en el tema tecnología -especialmente con la tecnología de
información- y las reformas económicas para aumentar la competitividad
regional frente al mundo. Tres: la gobernabilidad. El peso que le da el
Banco a ese asunto se revela en sus cifras: el 20 por ciento de sus
créditos ha ido a las reformas de los gobiernos centrales, locales y a
las áreas de administración de justicia. Y cuarto: el tema de la
integración. Esas son las cuatro vertientes a través de las cuales el BID
quiere aumentar su presencia en América Latina.

Una agenda ambiciosa como esta exige instrumentos de aplicación. ¿El BID
lo tiene?

Por supuesto. Los préstamos son el instrumento más conocido, pero también
están la cooperación técnica y el diálogo directo. Nuestra relación con
los países no de banco-cliente, sino la de un socio en el esfuerzo
colectivo de desarrollo. Y tanto metas como instrumentos del BID deben
ser discutidos en unos seis meses para sacar conclusiones para el futuro.
Los eventos que precedieron a esta cumbre del BID deporte, mujeres,
personas con discapacidades, ética, etc. configuran un escenario que
puede leerse de esta manera: el BID intenta maquillar su imagen
escudándose en una agenda social para sortear las críticas y presiones de
sectores antiglobalizadores. ¿Cuál es su opinión?

En efecto, este año hubo una amplia gama de temas sociales que rodearon a
la cita del Banco. Y son muy importantes. Primero, porque topamos temas
relevantes que despiertan la atención de la gente, y nosotros los
legitimamos. Cuando hablamos de la sociedad civil, de niños en la calle,
estamos levantando temas que penetran en la relación del BID con los
gobiernos. Es más, cuando discutimos con los gobiernos, estos temas están
ahí y aparecen los proyectos de género, de las comunidades indígenas, de
seguridad ciudadana, etc.

El tema de la globalización ha sido recurrente como punto de crítica y de
reflexión. ¿Cuál es su criterio al respecto?

La globalización es un hecho en el que estamos todos insertos y del cual
es muy difícil desembarcarse. Tiene aspectos claramente positivos y
también negativos, algunos de los cuales derivan de las desigualdades
económicas y sociales del mundo, pero también de la falta de respuestas
adecuadas de nuestros países para aprovechar sus beneficios.

Para Ud., entonces, no hay vuelta de hoja: una vez insertados en la
globalización, no queda otra que prepararse para acomodarse mejor bajo
ese paraguas. ¿Esa es su reflexión?

Los países tienen que reconocer que están dentro de esa realidad, y
tienen que prepararse internamente para lograr condiciones para
defenderse mejor frente a los embates negativos de la globalización. Ésta
es una primera línea defensiva. La segunda es ir bregando por las
reformas de la economía internacional. En este punto, dos elementos
resultan esenciales: nuestros países tienen que lograr ritmos de
crecimiento económico adecuados y sostenidos. Al mismo tiempo, se
requiere de acciones sociales muy focalizadas, pues, en el fondo, los
países con mayor desigualdad social son los que más van a sufrir los
impactos del fenómeno globalizador. Por eso, las políticas sociales son
buenas per se, aunque también son buenas para disminuir los riesgos de
recesión internacional de la economía.

¿Con eso basta para crear el escudo frente a la globalización?
No, hay una tercera línea de defensa: la integración. Nosotros siempre
creímos en ella y ahora es más importante que nunca...

¿Por qué?

Porque es una forma de defendernos colectivamente frente a los embates
que puede crear la coyuntura económica internacional. Por último, la
globalización nos obliga a seguir luchando para que haya una mayor
solidaridad y equidad en las relaciones internacionales.

Cuando Ud. habla de solidaridad y equidad internacionales, ¿exactamente a
qué se refiere?

A los temas comerciales y financieros no resueltos y que seguramente
serán materia de discusión en esta cita de Chile. Creo que hay mucho por
hacer y por solicitar, especialmente en materia de solidaridad. Pienso,
por ejemplo, que el tema del proteccionismo será materia de discusión en
estos días.

Ud. se refiere a la integración como herramienta de nuestros países para
enfrentar la globalización y para estimular el crecimiento económico. Sin
embargo, hay proyectos que no caminan. Por ejemplo, la firma del Acuerdo
de Paz entre Ecuador y Perú, en 1998, recibió un fuerte apoyo del BID. Se
habló de una línea de crédito de USD 500 millones, pero no hay nada. ¿Qué
pasó ahí?

Cuando se firmó la paz en Brasilia, en efecto, nosotros ofrecimos USD 500
millones para el desarrollo de la frontera común entre los dos países. Y
esos recursos están ahí, perdiéndose. Si no han salido los proyectos, yo
diría que puede haber alguna culpa del Banco, pero también es culpa de
los gobiernos porque de alguna manera hay que preparar los proyectos y
presentarlos con un plan de financiamiento.

Entonces, el dinero existe, pero faltan los proyectos que deben ser
debidamente elaborados y con un claro plan de financiamiento. De manera
que, en este tema, creo que debemos asumir la responsabilidad compartida,
entre los gobiernos y el Banco. (Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

Otras Noticias del día 19/Marzo/2001

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el