Quito (Ecuador). 18 may 96. Una candidata a concejala, por el
cantón Lago Agrio, recorrió casi toda la población durante su
campaña "puerta a puerta". Primero se presentaba, luego daba
un pequeño discurso y por último entregaba a cada familia
afiches de sus compañeros de lista. A uno de sus seguidores,
sin embargo, se le ocurrió preguntar dónde votarán las
personas a las que habían visitado. Resultado: casi todos
dijeron que votarían en lugares como Babahoyo, Quevedo,
Celica, Catacocha o Quinindé. En Lago Agrio casi nadie.

Y es que así de complejo es hacer campaña en una ciudad donde
la gran mayoría de habitantes son recién llegados, o están
simplemente de paso. Porque Lago Agrio es un lugar muy
especial. Especial porque el candidato lojano tiene las de
ganar la simpatías de una población mayoritariamente lojana.

Porque el caciquismo que tradicionalmente ha monopolizado la
Democracia Popular está en franca decadencia, aunque aún tiene
algo de cuerda. Porque las petroleras son las todopoderosas
del lugar y no pagan ni un centavo de impuesto predial a una
ciudad que no tiene ni una gota de agua potable pero por la
que transitan sus inmensas maquinarias y donde se divierten
sus obreros y técnicos.

Especial, entre otras cosas, porque es la ciudad de más rápido
crecimiento en el país y la que menor dotación de servicios
básicos tiene.

En Sucumbíos, el interés de la ciudadanía por sus candidaturas
a la diputación y por las regionales está claramente
diferenciado. El candidato será aquel que "dé la cara" ante el
poder central de Quito mientras que el alcalde y el prefecto
los que hagan las obras.

De ahí que en la campaña para la diputación el eje sea el
ofrecimiento de reformar aquellas leyes que generan rentas a
partir de la producción petrolera. Todos los candidatos
ofrecen ir al Congreso y reformar dichas leyes que actualmente
dan 10 centavos de dólar por cada barril exportado y cinco por
cada uno que pasa por el oleoducto para las provincias de
Sucumbíos, Napo y Esmeraldas. Todos prometen también
gestionar ante el poder central conseguir los fondos para
construir la carretera Quito-Lago Agrio, otro de los viejos
sueños del lugar.

Todos opcionados

La carrera por las dos diputaciones que corresponden a
Sucumbíos está muy cerrada. Absolutamente todos se sienten
triunfadores. Por ejemplo, el Capitán Oswaldo Trujillo del
APRE asegura estar primero o segundo; Heinert Gonzabay, del
Partido Social Cristiano, dice lo mismo al igual que los
partidarios de Leonardo Ordóñez de la 2-14, Johnson Cerra de
Pachakutik, y Carlos Vidal de la Democracia Popular que va por
la reelección.

En efecto, todos están para ganar. Vidal por el inmenso
despliegue publicitario y el apoyo de la Prefectura que está
en manos de su partido; Trujillo por su trabajo cuando fue
gobernador; Gonzabay por su trayectoria como médico del lugar;
Ordóñez, por su prestigio como abogado y Cerra por el empuje
de Pachakutik y por su condición de indígena. Cada uno ofrece
más o menos lo mismo, pero con una imagen distinta.

Un técnico a la alcaldía

Pocos cargos son tan neurálgicos como el de alcalde Lago
Agrio. Esta ciudad, fundada por colonos lojanos y petroleros
durante los años setenta, no tiene una sola gota de agua
potable, pues apenas cuenta con agua entubada que viene de una
laguna aledaña. Solo 15 por ciento de la población tiene
alcantarillado, y la basura se la tira al río Aguarico, en
cuyas aguas se desarrolla una intensa actividad turística y de
las que dependen varias comunidades indígenas.

A esto se suma una tasa de crecimiento muy elevada y un
clientelismo político que se sustenta en la invasiones de
tierras.

La Municipalidad de Lago Agrio ha estado, habitualmente,
administrada por viejos caciques del lugar o por populistas
como el actual alcalde, Pedro Vélez, a quien se lo acusa de
sustentar su popularidad en las invasiones y de haber sido
incapaz de elaborar un solo proyecto para obtener créditos del
Banco del Estado.

Esto ha hecho que dos personas completamente distintas a sus
antecesores sean las opcionadas a ocupar la Alcaldía de Lago
Agrio. Por un lado está Julio González, de las listas
18-Pachakutic y por otro Máximo Abad, del Movimiento Popular
Democrático.

González es el primer presidente del Colegio de Ingenieros
Civiles de Sucumbíos y está vinculado con el sector hotelero.

Por estas dos condiciones tiene una amplia información sobre
servicios básicos y una gran inclinación por los temas
ambientales. Sin duda su imagen de técnico le ha ayudado mucho
y sus posibilidades de ser el próximo alcalde son altas.

Por otro lado está Máximo Abad, un profesor de gran prestigio
y muy querido en la ciudad. A diferencia de González -que
tiene propuestas técnicas- Abad cree que la solución a todos
los problemas está en la educación. Frente al problema
ambiental sus propuestas son educativas, frente al problema de
las invasiones, sus respuestas tienen vinculación con la
educación.

Sin duda, estos dos candidatos tiene una imagen de seriedad
que les ayudará a ganar la Alcaldía y dirigir los destinos de
la ciudad.

Algo más

- Entre los programas de Julio González, está el de declarar
como bosque protector y reserva biológica la llamada "reserva
militar", que consiste en 40 hectáreas de selva que está
prácticamente en el medio de la ciudad.

- "Sería la primera reserva de una ciudad amazónica", dice
entusiasmado González, quien está preocupado porque al parecer
el Ejército ha decidido urbanizar la zona.

- El fallecido general Carlomagno Andrade había ofrecido
entregar ese terreno al Municipio, con la condición de que se
elabore un plan de manejo.

- Otros candidatos han ofrecido, como parte de su campaña,
urbanizar ese lugar que, para González, puede servir al
turismo o a la educación ambiental de los niños del lugar.

- Carlos Vidal, acaudalado empresario de la provincia, ha
desplegado una impresionante campaña. Se dice que ha regalada
camiones de camisetas y que ha entregado radios a los
indígenas para que escuchen una emisora en la que se trasmite
publicidad suya.

- En Sucumbíos votan un total de 47.345 electores, de los que
27.500 están en Lago Agrio y 11.363 en Shushufindi.

- Las petroleras no pagan ni un centavo de impuesto predial.
Por ello, Julio González pretende ampliar el perímetro urbano
y reformar las leyes que sean necesarias para que se pueda
cobrar esos impuestos y así tener fondos propios.

- El crecimiento de la ciudad es mucho más grande que la
atención a sus problemas. Por eso, Lago Agrio estaba mucho
mejor atendida en 1990 que en 1996.

El tema Texaco también juega

El tema ambiental, a pesar de estar vinculado estrechamente
con la vida de la gente de Sucumbíos, tuvo un protagonismo muy
pobre en la campaña.

"El tema ambiental no da votos, porque la población en su
mayoría es nueva y no se siente afectada por el asunto", dice
Amada Solórzano, directora de noticias de la Radio Sucumbíos.

Sin embargo, el asunto ha sido importante en el sentido de que
la TEXACO, la petrolera que enfrenta un juicio por afectar el
medio ambiente de los indígenas y colonos de Sucumbíos, ha
decidido entregar fondos a las municipios de la provincia a
cambio de que no participen en el juicio que fue planteado en
Nueva York, según se dice en Lago Agrio.

Esto ha sido fundamental en la campaña. Según el candidato a
alcalde, Julio González, la TEXACO está a punto de entregar 3
mil millones de sucres a la alcaldía de Lago Agrio y un mil
millones para la Prefectura.

Estos fondos, según González, han servido para que los
candidatos que buscan la reelección ofrezcan obras sin darse
cuenta que el juicio en Nueva York corre peligro.

El candidato socialcristiano a la diputación, Heinert
Gonzabay, dice que el recibir esos dineros "es un crimen
contra los colonos y los indígenas de Sucumbíos". Lo mismo
opina el capitán Oswaldo Trujillo, quien tiene como candidato
a diputado alterno a Manuel Silva, presidente de los
demandantes a la TEXACO. (Diario HOY) (6A)
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