Quito (Ecuador). 26 may 96. El tema es inevitable. Los
intentos por unir a las iglesias de Occidente, a la católica
con las iglesias históricas de la corriente evangélica. La
clave para la unidad: el reconocimiento de que las otras
iglesias son también universales, la aceptación de unas a
otras, señala Konrad Raiser, secretario general del Consejo
Mundial de Iglesias, que desde 1948 trabaja por reunir a todas
las iglesias de la corriente evangélica.

Raiser estuvo en Quito y se reunió con la Conferencia
Episcopal, lo que significa un paso más en este proceso de
acercamiento y de unidad.

Nos extiende el largo y lento brazo para saludar, y en ese
gesto, resume el acercamiento histórico con la iglesia romana:
darse la mano sin ocultar las distancias.

¿Y cuál es el estado del diálogo entre las iglesias
evangélicas y la católica romana?

- Amplio, dinámico, basado en el realismo. Sabemos que hay
limitaciones en la relación, pero pensamos superarlas.
Principalmente los prejuicios que, desde nuestro lado, vienen
de las iglesias evangélicas más conservadoras.

¿Dónde reside el fundamento de esa búsqueda de unidad?

Esa comunión nos ha sido dada en el propio Evangelio. Y el
sentido del realismo reside en respetarnos y no alimentar
expectativas irrealizables. Quiero subrayar que el diálogo
teológico ha sido el progreso más importante.

Cuándo se inicia este diálogo entre las iglesias?

A partir del Concilio Vaticano II. Ese momento existió mucho
entusiasmo por el diálogo, cuando parecía que las limitaciones
históricas se superaban. Luego vino una cierta desilusión, a
causa del temor, en los dos lados, de perder algo esencial
como la identidad, me parece que hoy la situación es más
balanceada.

Si arrancó con el Concilio Vaticano ¿la unidad es acaso una
iniciativa católica?

El movimiento ecuménico de las iglesias es anterior a Vaticano
II. Durante cuarenta años persistió la reserva católica a
entablar el diálogo. Si tomamos en cuenta que la Iglesia
Católica es mayoritaria en América Latina, podemos entender la
importancia que tuvo la apertura de Vaticano II. Este momento,
los esfuerzos católicos son más limitados, a pesar de que el
Papa se ha reafirmado en favor de la unidad.

¿Qué importancia pudo tener en todos estos procesos el
surgimiento de la Teología de la Liberación, hoy sumamente
debilitada?

El impacto ecuménico incluso fuera de América Latina de la
Teología de la Liberación, fue enorme, fue una nueva manera de
enfrentar la teología. Por ejemplo está el impacto en
corrientes como la teología negra en Estados Unidos y
Sudáfrica, o en las iglesias en Asia. En ciertas iglesias
evangélicas existe un trasfondo conservador que les distancia
de tendencias como la Teología de la Liberación.

Si se habla de unidad de las iglesias ¿hasta dónde puede ir
esa unidad?

Esto es algo muy discutido, porque no es evidente lo que
significa esta unidad. Cada concepción tiene su historia. En
el caso de la Iglesia Católica, la unión se concibe bajo la
autoridad del Papa, lo que no es aceptable para evangélicos y
ortodoxos. Hay que hablar de unidad y no de uniformidad, de
pluralidad dentro de la unidad. En épocas recientes se ha
hablado de una comunión de comuniones. La alcanzaremos
plenamente, cuando una iglesia reconozca en la otra su
carácter universal.

¿Una coincidencia con el espíritu de nuestra época: el
reconocimiento del "otro"?

Así es. El reconocimiento del extranjero.

Si el obstáculo es la autoridad del Papa ¿estamos hablando de
un problema de poder terrenal?

Las relaciones entre las iglesias, como todos los cuerpos
sociales, está mediatizada por cuestiones de poder. Cualquier
estructura está envestida de poder.. Hay tradiciones
cristianas que han hecho parte de estructuras de poder. En el
caso de algunas iglesias evangélicas, se han distanciado
deliberadamente de los poderes y eso ha reducido su
influencia.

Si el poder está en juego ¿se trata entonces de diferencias
terrenales?

Son diferentes perspectivas sobre la realidad social del
poder, cómo se lo ejerce, cómo se distribuye. Este es uno de
los temas centrales de la ética ecuménica social. Hemos
constatado que las iglesias son menos independientes del poder
de lo que se piensa.

¿Tienen las iglesias evangélicas, por su variedad y por la
ausencia de la estructura verticalpropia de la católica,
mayores posibilidades de independencia frente al poder?

Así es. Justamente un aspecto importante surgido luego del
Vaticano II, es el referido a la distribución del poder.

¿Cómo mira, en medio de todo ese debate, la situación actual
de América Latina y su proceso franco de derechización?

Creo que se trata de un proceso ambiguo. Por un lado , existe
una importante democratización de estos países. Se ha abierto
la posibilidad, por ejemplo, de un debate público sobre los
derechos humanos. Aunque por otro lado, existe en América
Latina la misma distorsión que en otra regiones: las alianzas
económicas han debilitado a los poderes públicos y eso
constituye una limitación a la profundización de la
democracia. Están surgiendo nuevas formas de participación más
justas y humanas, y allí reside el papel de las iglesias. En
América latina las iglesias han comenzado a verse como una
manifestación de la sociedad civil y como potenciales
fortalecedoras de la sociedad. Es justamente este enfoque el
que reemplaza a formas tradicionales de vinculación con el
poder.

Un encuentro ecuménico

En un ambiente marcado por la fraternidad y una profunda
comunión espiritual, Obispos Ecuatorianos y representantes del
Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y del Consejo
Latinoamericano de Iglesias (CLAI), compartieron sus visiones
y esperanzas por un mejor testimonio ecuménico de las Iglesias
Cristianas de cara al tercer milenio.

La reunión celebrada el viernes 24 de mayo en el salón de la
Presidencia de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, contó con
la participación de José Mario Ruiz, Presidente de la CEE;
Antonio Arregui, Secretario General; Antonio González,
Arzobispo de Quito, Primado de la Iglesia del Ecuador; Julio
Terán Dutari, como presidente del Departamento del Fe y
Ecumenismo entre otros prelados católicos. De parte del CMI
asistió el Secretario General de este organismo, Konrad
Raiser, y el responsable para las Relaciones Ecuménicas,
Huibert Van Beek; Walter Altmann, Presidente, y Felipe Adolf,
Secretario General, que encabezaron la delegación del Consejo
Latinoamericano de Iglesias.

En las casi tres horas que duró la reunión, se desarrolló un
vivo intercambio en el que los representantes eclesiásticos
hablaron sobre la duodécima carta encíclica del Papa Juan
Pablo II, "Que Todos Sean Uno", llamada su "Encíclica
Ecuménica", y sobre la importancia de que los cristianos de
todo el mundo den una señal visible de su vocación unitaria
frente a la llegada del tercer milenio.

Según informó la Conferencia Episcopal, "los Prelados
Católicos y los representantes del CMI y CLAI debatieron la
necesidad de trabajar juntos en la defensa de la vida, y en el
desarrollo de una cultura que incorpore valores espirituales
de una profunda solidaridad. En este contexto, los
representantes de estas Iglesias Cristianas afirmaron la
validez de los principios y fines de una enseñanza religiosa
que promueva valores genuinamente ecuménicos de respeto y
tolerancia, y que eduque a las nuevas generaciones con una
ética ciudadana responsable a la altura de los desafíos de
este final de siglo."

"Al analizar el cambiante y novedoso rostro religioso
latinoamericano y del mundo -señala la Conferencia Episcopal-,
los participantes en la reunión coincidieron en destacar el
peligro de los fundamentalismos y sectarismos religiosos y los
desafíos que ellos representan para las iglesias, mientras
señalaban como un signo positivo la emergencia de nuevos
actores sociales que encarnan una nueva manera de ser Iglesia
en nuestras sociedades. (Diario HOY) (9A)
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