Quito. 4 feb 2002. (Editorial) La Cámara de la Pequeña Industria de
Pichincha se opondrá a la liquidación del Banco Nacional de Fomento como
lo plantea el proyecto de unificación y fortalecimiento de la banca
pública. El presidente de la Cámara sostuvo que la propuesta fue
negociada por la Superintendencia de Bancos con los organismos
internacionales, a espaldas del sector productivo. (El Universo,
2 de febrero, A5).

Según la Superintendencia, primero, la banca pública no ha cumplido
eficientemente con estimular inversiones mediante la extensión de los
plazos del crédito, ni con mejorar el acceso de los segmentos pobres a
los servicios financieros.

Segundo, la banca pública está deteriorada: su déficit de capital llega
a varios cientos de millones de dólares, pese a haber recibido en los
últimos años inversiones de recursos fiscales por montos similares a los
déficit correspondientes. El deterioro provino de la continuada
injerencia política en la determinación de las metas de las entidades de
la banca pública, y en el manejo político de esas instituciones. La
inestabilidad macroeconómica y algunos golpes externos que complicaron a
la banca pública en la provisión de los servicios tuvieron menos
importancia en el deterioro señalado.

Tercero, por esta razón, la Superintendencia se convenció de la necesidad
de una reforma de la banca pública, a fondo e inmediata, pues las
instituciones privadas son más eficientes que las públicas en la
provisión de servicios financieros directos a los clientes finales. La
función del Estado en el sector financiero debería consistir en crear un
ambiente macroeconómico sano y un marco legal y regulador efectivo, sobre
todo en puntos de supervisión del sector financiero y de los derechos
de propiedad. No obstante estas consideraciones, un banco público de
segundo piso, manejado con profesionalismo, podría contribuir al mejor
desempeño de instituciones financieras de primer piso mediante la
extensión del plazo de los créditos que facilite inversiones con
rendimientos también a más largo plazo. Además, un banco de segundo piso
puede estimular y ampliar la provisión de servicios financieros a
segmentos del mercado menos favorecidos como son la pequeña empresa, la
microempresa y las zonas rurales.

Cuarto, por la suma de estas consideraciones, la Superintendencia
planteó una reforma de la banca pública que consolide las operaciones de
segundo piso en una nueva institución, establecida única y exclusivamente
para este propósito y limitada solo a operaciones de segundo piso con
entidades financieras privadas que muestren estándares altos en su
desempeño financiero. Un diseño semejante reduciría en un alto porcentaje
la injerencia política. Este plan importa mucho para la recuperación de
las inversiones, el mejoramiento de la competitividad empresarial tan
importante en un sistema monetario dolarizado y la recuperaciones de los
diversos sectores de la economía. Sin embargo, hasta llegar a una
determinación más apropiada, el Banco de Fomento continuará funcionando,
dado su impacto positivo en el sector agrícola y agropecuario. Pero antes
de poner en práctica el objetivo planeado, la Superintendecia quiere
llevar a feliz término el programa con el BID para profundizar los
servicios financieros ofrecidos a las zonas rurales.

He aquí un interesante debate entre la Pequeña Industria de Pichincha y
la Superintendencia de Bancos. Un debate racional que debería seguir el
principio trazado por el filósofo holandés Baruch Spinoza: "No
indignarse, no llorar, sino entender".

E-mail: [email protected] (Diario Hoy)
EXPLORED
en Autor: Simón Espinosa - [email protected] Ciudad Quito

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