DIALOGO CON MARTA HARNECKER. Por María Amparo Lasso

Quito. 03.12.91. Los escritos de Marta Harnecker se
convirtieron en el manual para hacer la revolución. Más de un
millón de ejemplares oficiales se publicaron de "Los conceptos
elementales del materialismo histórico", la más famosa de las
reflexiones de esta teórica y militante marxista, que en
épocas de fervor socialista, impresionaba por su lucidez y
frescura. Nacida en Chile, radicada con su familia hace ya
tiempo en Cuba, la discípula de Althusser escribió decenas de
obras en dos vertientes: una teórico- pedagógica ("La
Revolución Social: Lenin y América Latina", "El Capital:
conceptos fundamentales", "Enemigos, aliados, frente
político") y otra, que resultó ser una especie de inventario
con entrevistas y testimonios de los protagonistas de la
izquierda legal y armada de América Latina.

Despreocupada, informal, Harnecker dialogó con HOY durante su
visita a Quito donde, junto con Isabel Rauber, lanzó el libro
"Hacia el Siglo XXI, la izquierda se renueva". Porque hoy su
proyecto es el de "recuperar la memoria histórica" de la
izquierda, más allá del desencanto y la angustia de los
representantes de una corriente que, para más de uno, tiene ya
su acta de defunción.

Esta charla se centró sobre la tesis de la renovación de la
izquierda, eje de los últimos ensayos de Marta Hanecker.

- La izquierda tardó en digerir la derrota de los movimientos
revolucionarios de los 60 y 70, y más bien despertó de su
letargo a fines de los ochenta, con la perestroika y la caída
del socialismo real en Europa del Este. ¿Qué alcance tiene la
autocrítica actual de la izquierda?

- "Desde el punto de vista de los protagonistas políticos no
hubo una reflexión crítica ni creo que todavía la haya en
muchos países. Por lo menos en el Cono Sur, la izquierda quedó
tan golpeada por las dictaduras militares, que hubo un período
en que casi desapareció. Una excepción es Chile donde hubo
intelectuales militantes que se quedaron en el país y
comenzaron a reflexionar sobre el por qué de la caída de la
Unidad Popular. Estos trabajos no los conoce la izquierda, yo
recién los estoy leyendo. Algunos autores dicen por ejemplo
que Allende tuvo un proyecto heterodoxo para una izquierda
ortodoxa.

La perestroika -con todas las críticas que hace Gorbachov al
estancamiento, sobre un desarrollo distinto del marxismo-
evidentemente contribuye a una reflexión que tenía ya cierta
gestación en la Revolución Sandinista, que te hace
replantearte una serie de cosas que tú sentías como una camisa
de fuerza, que se imponían".

-¿Hasta dónde esta autocrítica se reduce a meros golpes de
pecho?

-"Hay autocríticas formales y reales. Un partido que fue
stalinista se reclama hoy perestroikista, pero sin haber
hecho una reflexión de la propia práctica del partido. Su
militancia no cree en sus dirigentes, ¿cómo es posible -se
preguntan- que ellos que iban todos los años a la URSS no
hayan visto nada, y de repente hoy dicen que todo fue un gran
error?

La caída total de los países del Este conmovió enormemente a
toda la izquierda pero golpeó mucho más a los partidos que
dependían completamente de los modelos importados. Para ellos
todo era perfecto. Estudiaron en las escuelas de cuadros de
ellos y calcaron sus modelos para nuestros países. Mientras
más satélites más crisis.

Pero hay otra autocrítica, de una izquierda más madura. Es
cierto que mucho se queda en la cabeza de la gente, pero es
preferible que esté a que no esté, porque si no, no hay caso".

- Hoy, en que la correlación de fuerzas está a favor del
capitalismo, la izquierda no tiene ninguna propuesta
alternativa al neoliberalismo...Y no solo la izquierda
partidista sino el conjunto del movimiento social, las
políticas de ajuste han dejado descolocados a los sindicatos,
por ejemplo.

- "Hay que reconocer que no hay, en efecto, un proyecto
alternativo al neoliberalismo. Cuando cayó el desarrollismo,
la izquierda se quedó sin proyecto y luego viene el
neoliberalismo que avanza y avanza y luego la crisis del
socialismo real. Pero ya es importante reconocer que no hay un
proyecto alternativo. Lo que tenemos que hacer es poner a
nuestros economistas de izquierda, de América Latina a
trabajar en el proyecto alternativo, que tome en cuenta la
realidad actual del mundo. No en un proyecto de hace 30 años.
A corto plazo, si tú quieres, va a haber problemas sobre esto,
pero tales son los problemas y las limitaciones del
neoliberalismo que se impone buscar otras fórmulas...".


Elementos de una renovación...

- La tesis que abordas en tu último libro es la de la
renovación de la izquierda. ¿Cuáles son los elementos de esa
renovación?

- "Hay varios puntos. Se renueva, por ejemplo, en la
concepción del Partido: entender que el Partido es un
instrumento y no un objetivo. En la concepción del marxismo:
de verlo como una cosmovisión o filosofía dogmática que todo
lo abarca y que tiene todas las respuestas, a percibirlo como
un instrumento eficaz de análisis de la sociedad. Respecto del
tratamiento de los movimientos sociales: de verlos como meras
correas de transmisión de las decisiones del partido, a
reconocer su autonomía. También está el tema de los
cristianos: de la visión del cristianismo como opio del
pueblo, a su visión como fuerza revolucionaria. Además se pasa
del desconocimiento total de las minorías étnico-culturales, a
su valorización. De una vanguardia única, a una dirección
compartida: hoy se tiende cada vez más a pensar que un régimen
pluripartidista es mucho más acorde con el pluralismo
ideológico y social existentes y favorece el desarrollo
democrático de la transición al socialismo."

- Esto más parecería el deber ser, pero ¿dónde se registra hoy
una práctica renovadora?

- "Hay en Uruguay una izquierda que en las encuestas lleva la
mayoría, que crece pese a que tiene también crisis de
militancia. Quiere decir que las ideas de izquierda van
llegando a más sectores de la sociedad, y que se están
buscando nuevas fórmulas para una nueva expresión de la
militancia.

En Centroamérica -donde hubo mayor avance revolucionario-
también hay una reflexión producto de la práctica que llevó a
revisar cuestiones, como la del partido único. El Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, de El
Salvador -que cayó en la concepción de hacer el partido de la
Revolución bolchevique igualito como en la URSS- se dio cuenta
de que no le funcionaba. Entonces, en un proceso doloroso,
transformó el partido en un frente con cinco partidos
distintos que no se fusionan porque tienen tradiciones
distintas pero que aportan..."

- Pero estos casos serían aislados. ¿Qué hay de lo que pasa en
Argentina, México o Venezuela, y otros países latinoamericanos
donde el neoliberalismo tiene un creciente apoyo popular
reflejado en los resultados electorales, y la izquierda está
tan debilitada?

- "En Brasil, el Partido de los Trabajadores vive un proceso
muy interesante. Es un partido socialista que nació
democrático, nació criticando al socialismo burocrático,
estatista y autoritario. Ahora, qué ha pasado en México no
puedo decir, no lo he seguido. Pero en Chile, el Partido
Socialista está en un proceso de unificación de tendencias, y
en un medio difícil, porque la derecha ha tenido éxito. En
Colombia el auge del M-19 refleja algo, llenó un espacio que
no lo llenaba la izquierda armada y que Bernardo Jaramillo,
(asesinado líder de la Unión Patriótica) lo tenía claro. En El
Salvador, el FMLN está proponiendo la desmilitarización de la
sociedad. Se trata de algo que se está gestando."

Tareas democráticas y socialistas

- A la izquierda se le acabó el discurso. ¿Cómo seguir
hablando de revolución ahora?

- "Algunos dicen que es una palabra que ya pasó de moda, que
no tiene sentido emplearla. Se entendió por revolución solo lo
que pasó en la URSS, es decir, el asalto de los bolcheviques
al poder. Ese modelo se exportó. Luego vino el triunfo de los
revolucionarios por la vía armada y se transformó en un
principio eso de que la revolución tenía que tener como base
un proceso armado. Yo creo que revisando los clásicos uno se
da cuenta que la revolución no es eso. Que la revolución es la
transformación profunda de la sociedad, es una constatación
que hace el marxismo de cómo se va armando la lucha de clases.

La necesidad de cambios sociales en América Latina y el Tercer
Mundo continúa vigente. Ahora, cómo lo hago, si con las armas,
la insurrección, con el foco guerrillero, a través de la
institucionalidad, de las elecciones. Son vías. Hay que dar un
nuevo contenido a la revolución. Los compañeros de Uruguay se
plantean hacer la revolución, lo que no significa negar la
necesidad de reformas".

- ¿Apostarle a la revolución o a la democracia? ¿Esa
renovación de la que hablas implica revalorizar la democracia?

- "La izquierda hablaba de revolución, la derecha de
democracia. Yo criticaba en Cuba que ellos hablaban de presos
políticos y nosotros hablábamos de presos
contrarrevolucionarios. Hay que hablar el mismo lenguaje. En
eso la perestroika nos ayuda a defender el socialismo
democrático, el antiverticalismo, el antiautoritarismo, la
defensa del individuo, porque nosotros somos los que queremos
que la dignidad humana florezca para todos. Yo planteo que hay
tareas democráticas y socialistas, no hay contradicción entre
ambas".

- Hay una carencia de trabajos críticos de los teóricos
marxistas, tanto que hay quien sostiene de plano que hace
falta una ciencia política marxista. ¿Qué opinas?

- "Estas décadas pasadas son de un absoluto no-desarrollo de
la teoría marxista. A mí me dicen que el marxismo se acabó.
­No! lo que pasó es que fue un potencial que nunca se
desarrolló. Uno de los grandes problemas que tenemos los
marxistas es que no hemos hecho la crítica del capitalismo
actual que Marx lo hizo en su época. Yo no he estado metida en
el desarrollo teórico hace mucho tiempo, pero me parece que
hay muy poco o nada respecto a eso. Seguimos hablando del
imperialismo de Lenin y una serie de cosas que ya no son,
seguimos hablando de una clase obrera que ya es distinta."

- ¿También pecaste de eso?

- "Yo soy de una concepción muy distinta de la mayoría de los
PC de orientación foránea. Yo tomé al marxismo como un
instrumento de análisis científico y por lo tanto que tenía
que buscar respuestas nuevas a los problemas nuevos, que no
podía tomarse como un catecismo. Una de las cosas que hizo la
izquierda en los 60 y 70 es tomar el marxismo como un dogma.
Aún mi texto fue un manual repetido cuando yo siempre dije que
había que estudiar la realidad nacional, que tú no puedes
hacer un proyecto para tu país si no conoces tu país.

Yo soy de las que proponen que todos los marxistas en América
Latina nos juntemos y hagamos una agenda de todos los puntos
débiles que tiene el marxismo y repartirnos el trabajo, hacer
grupos de estudio interdisciplinarios e ir dando respuestas a
estos vacíos de la teoría marxista. Porque, evidentemente hay
vacíos enormes".











EXPLORED
en Ciudad N/D

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