El reconocido matador actuará en tres tardes en la próxima Feria de Ambato que se realizará en febrero de 2013

Por: Santiago Aguilar

Especial para HOY

"Una vez que el destino ha sido determinado, no puede ser cambiado"  dice un viejo proverbio con el que la cultura popular intenta explicarse el camino de la vida trazado en el tiempo y marcado por los imponderables, circunstancias que de manera alguna, pueden ser manejadas por las personas, pues aparecen como un sino individual resuelto por ineludibles fuerzas providenciales.

Así las cosas, Juan Francisco Hinojosa Barona es un predestinado del toreo. Resultó inexcusable que se haya convertido en matador de toros, parecería que ese camino estuvo señalado aún antes de nacer, basta revisar sus impresionantes antecedentes familiares para entender porque es torero. Su abuelo Paco Barona Sevilla fue un fino lidiador que brilló a mediados del siglo pasado, además incursionó en la ganadería y en el empresariado taurino al construir las plazas San Juan de Dios y La Macarena y, promover la edificación de la Monumental Ambato. Su padre Fernando Hinojosa también fue matador de toros, al igual que sus tíos Paco Barona Rosales y Álvaro Barona Terán.

La infancia de Juan Francisco transcurrió entre los capotes y las muletas que se desplegaban con frecuencia en los campos del Atillo, tradicional criadero de toros de lidia manejado por su familia, ejemplo de afición y solera.

A los siete años lidió su primera becerra, sintiendo que el corazón no le cabía en el pecho y, claro está, encontrando su destino; pocos meses después, triunfó en un festival en la plaza La Capea, de allí en adelante las actuaciones se repitieron hasta debutar como becerrista en la Monumental Ambato en diciembre de 1995, apenas un año después se convirtió en novillero y torea de luces en la plaza Epiclachima.

Su peregrinar por diferentes ruedos le otorga la experiencia y seguridad para comparecer en Quito de manera triunfal en las exigentes novilladas de prefería de los años 2000 y 2001; casi de inmediato sufrió una desafortunada lesión en la rodilla que le impuso un largo paréntesis, volvió a los cosos provinciales forjándose para participar en las novilladas de la Feria de Quito en los años 2004 y 2005 a la par avanzó en el perfeccionamiento de su técnica en la Escuela Taurina de Cali.

Tras luchar en el escalafón menor durante seis temporadas, Juan Francisco Hinojosa tomó la alternativa en Ambato el 25 de febrero de 2006 de manos de Gómez Escorial estoqueando un toro de Santa Coloma, aquella misma tarde indultó un bravo ejemplar de Santa Rosa. Ese mismo año confirmó su doctorado en la capital dentro de la Feria Jesús del Gran Poder junto a nada más y nada menos que El Juli y Sebastián Castella.

Su concepto taurino y honestidad profesional se convierten en sucesivos triunfos tanto en la capital como en Ambato, de cuya feria resultó triunfador en cinco ocasiones; ejerciendo su profesión Juan Francisco ha recorrido Colombia, Perú y México, llenándose el alma y adquiriendo oficio.

Con la feria de la Fruta y de las Flores a pocas hojas del calendario, el torero se siente orgulloso de que su nombre se anuncie en tres de las cuatro tardes del ciclo, al tiempo que reconoce el peso de la responsabilidad, situación que aligera con una exigente preparación para tratar de llegar con las mejores armas a los días señalados para expresar el toreo artístico que le caracteriza y del que disfruta. El respeto al toro lo aprendí de mis mayores, señala, ellos supieron inculcarme que el toreo es un camino colmado de renunciamientos y sacrificios, que el toreo trae consigo la alegría y que la vida en la arena también trae consigo la gloria. Ese ha sido su destino.



 

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