La muerte del notario de Machala José Cabrera Román desató una guerra de medios de comunicación en El Oro.

Antes de su desaparición, su familia intentó comprar el 14 por ciento de las acciones del diario Correo y de las radios Jerusalén e Integración Uno, en la capital orense. Así también, uno de los clientes del fallecido notario intentó adquirir el otro 14 por ciento.

Cabrera y su familia buscaban adquirir un medio de comunicación para enfrentar los ataques del diario Opinión, el cual durante diciembre del 2004 denunciaba los negocios ilícitos que desarrollaba el entonces notario Cabrera en el centro de Machala. La Opinión pertenece al
empresario Welmer Quezada, quien deslindó, el 29 de diciembre pasado, cualquier tipo de vinculaciones con Cabrera Román.

Por esa razón su familia buscó comprar acciones de un diario y en la mira estaba Correo, que dirige Ernesto Valle, diputado del Partido Roldosista Ecuatoriano y dueño del 46,6 por ciento de acciones. Los otros grandes accionistas del rotativo son el socialcristiano y alcalde de Machala, Carlos Falquez Batallas, y Bolívar Prieto Calderón.

Valle sostiene que la familia Cabrera, a través de Freddy Arévalo, gerente del Banco del Austro, y Luis Jara, de la empresa Patridasa, querían adueñarse del 28 por ciento de las acciones del periódico.

“Era un complot que se estaba preparando para adueñarse del diario Correo. Con ese paquete accionario, más el que tiene Falquez, me querían sacar de la Dirección”.

Sin embargo, Valle, que pertenece a la Comisión de Fiscalización del Congreso, frenó las operaciones ya que empezó a investigar a Arévalo por enriquecimiento ilícito, el pasado 2 de octubre.

El banquero propuso pagar 200 000 dólares por el 14 por ciento de las acciones. Además, Arévalo y su esposa tenían inversiones por 117 000 dólares en la financiera ilícita del notario José Cabrera.

Arévalo se defiende y señala que sólo recibió un poder especial para manejar el paquete accionario de Prieto, pero que a los 45 días se derogó. Prieto tenía el 28,56 por ciento de las acciones, pero cuando se divorcio de Sisi Elizabeth Torres, sólo se quedó con la mitad.

En un comunicado de prensa, Bolívar Prieto explicó que dio el poder a Arévalo para que lo representara ya que tenía previsto salir fuera del país por asuntos de salud.

El alcalde de Machala, Carlos Falquez, se limitó a decir que no conocía sobre la posible venta de las acciones de Prieto a Arévalo.

“Lamentablemente el tema Cabrera se contamina con procesos de politización”, señaló.

El capitán de la Policía Nacional, César Proaño, uno de los edecanes del Alcalde de Machala, también está en investigación por los hechos ocurridos el 11 y 12 de noviembre, cuando decenas de uniformados saquearon la Notaría donde operaba Cabrera. Falquez asegura que Proaño
tenía licencias esos días y que no estuvo a su disposición.

Valle añade que los hijos del notario, Carolina y José Manuel Cabrera Gallardo, también compraron la radio Jerusalén, administrada por el pastor Francisco Veintimilla, por 110 000 dólares. Este Diario buscó la versión de Veintimilla, pero sus asistentes señalaron que estaba fuera de la ciudad. En el Consejo Nacional de Radio y Televisión (Conartel) no se registra ningún cambio de propietarios en la radio.

Pero la pelea no termina en los medios. Desde el fin de semana empezaron a publicarse en la prensa de Machala remitidos y aclaraciones de personajes de grupos políticos y de medios de comunicación. Ese es el caso de Carmita Gutiérrez Valdivieso, esposa del diputado de la ID Jorge Sánchez, que se incluye en la lista de los inversionistas de Cabrera.

Ella sostiene que sólo era una representante de sus hermanas. El director del diario El Nacional, Jenner Franco Mora, también hizo aclaraciones después de que su yerno Cristian Cabrera fue vinculado en el caso del notario. Franco explicó que su yerno laboraba con Carolina Cabrera y no con José Cabrera Román.

Más indagaciones

Tensión castrense En las FF.AA. hay preocupación por la crisis financiera que desató en millares de uniformados la quiebra del negocio de Cabrera. Fuentes militares indican que se analiza una fórmula para aplacar la ola de endeudamientos hasta buscar recursos para elevar los
sueldos.

Dos generales en la mira La FAE indaga a dos generales por los vuelos de dos naves a Machala durante el saqueo a la notaría, el 11 y 12 de este mes; también a 12 oficiales, un suboficial, cinco miembros de tropa y un civil de la FAE por participar en esos vuelos.

En Ambato hay más acreedores

El jueves se realizará en Ambato una reunión de acreedores que invirtieron en la financiera fantasma del notario José Cabrera. Los afectados de Tungurahua se organizaron desde la semana pasada para participar en la asamblea de clientes, que se efectuó anteayer Machala.

33 personas, con policías y miltares retirados, acudieron y sólo entre ellas sumaron una pérdida de USD 830 000.
Se calcula que 300 habitantes de Tungurahua eran clientes. “Teníamos la esperanza de recuperar el dinero, pero luego de la asamblea de Machala creo que no se podrá hacer nada”, dijo Fernando Pozo. El miércoles irán a Quito para pedir una solución al Congreso.

El notario José Cabrera Román era considerado un enviado de Dios. Mientras a miles de sus fieles, que ciegamente le confiaban millones de dólares, les multiplicó sus ganancias, a muchos más los empujó a un infierno de deudas e incertidumbre, cuando murió, a los 71 años, ese 26 de octubre.

Todo indica que Cabrera vivió su propio infierno de insolvencia, varios meses antes de fallecer. El redentor no pudo redimirse: estaba en bancarrota y empezó a preparar el camino para su retirada.

Cabrera se ganó la confianza de sus coterráneos a su llegada a la Notaría Segunda, hace 40 años. Esa tribuna le abrió puertas y lo conectó con las élites de la provincia. De hablar pausado y mirada dócil, solía bromear con sus buenos amigos sobre su imagen bonachona. “Mira la cara de pendejo que tengo, pero una cara de pendejo bien administrada vale una fortuna”.

CRONOLOGÍA

26 de octubre
El notario José Cabrera Román muere en un hotel de Quito. En Machala hay incertidumbre entre sus miles de acreedores.

31 de octubre
Las oficinas de Cabrera nuevamente abren sus puertas. Los diarios de Machala reportan una fila de cuatro cuadras de clientes.

7 de noviembre
Los hermanos Carolina y José Cabrera abandonan el país con destino a Estados Unidos. Durante cuatro días, la Policía mantiene silencio sobre la fuga

11 de noviembre
A las 07:00, el radiodifusor Gustavo Calvopiña informa que los hijos de Cabrera dejaron el país, lo que genera un caos en Machala. 60 personas entran violentamente a la Notaría. Desde ese viernes hasta el lunes, dos aviones de la FAE hacen tres vuelos a Machala, con militares que llegaron a la Notaría para sacar su dinero.

12 de noviembre
El caos sigue en la Notaría. Militares y policías son filmados llevando entre su ropa miles de dólares. En las afueras de la oficina hay una balacera entre personas que tratan de huir con dinero.

14 de noviembre
En Machala ocurren saqueos. La hija del notario, Carolina, anuncia desde EE.UU. que no pagarán las deudas de su padre. Unas 500 personas profanan el sepulcro del notario.

16 de noviembre
Un juez ordena la prisión de los hijos del notario. La calma vuelve a la ciudad. Se inician procesos contra todos los policías y militares involucrados.

Fiel a esa premisa, desde hace 13 años, el abogado, que estudió Derecho en la Universidad Complutense de Madrid, recibía depósitos y pagaba intereses mensuales de entre el 7 y 10 por ciento, bajo un sistema de piramidación que se oxigenaba con el ingreso permanente de nuevos depositantes. Así, el efectivo se reciclaba entre los clientes, sobre todo entre los más antiguos, quienes recuperaron con creces su capital.

Expertos e investigadores de la Fiscalía no descartan que bajo esa fachada se pudieron cobijar actividades de lavado o del tráfico de armas. El asunto es que el negocio de Cabrera nunca tuvo controles sobre el origen del dinero.

Su actividad, que empezó en 1992, se impulsó con la dolarización. Hace cinco años, más de 200 000 personas le dieron alrededor de USD 800 millones (la cifra equivale al 10 por ciento de la Pro forma del Estado para el 2006; o el doble del presupuesto anual de salud). En el archivo del notario constan 31 781 nombres, pero cada cliente representa a otros siete, en promedio.

Para los depositantes acaudalados -entre quienes se encontraban generales y coroneles de las Fuerzas Armadas y la Policía, políticos, jueces y fiscales-, la codicia fue el principal motor de sus inversiones, observa Ignacio Ulloa, catedrático y director del diario Opinión de Machala.

Una tabla de salvación

Pero esa actividad ilegal fue también una tabla de salvación para miles de necesitados, que ya no creían en la banca formal ni tampoco tenían acceso a sus créditos, para invertir en alguna actividad productiva. Además, fue un salvavidas para los miembros de la tropa activos y cesantes, cuyos salarios apenas les alcanzan para vivir.

Rocío N., de 42 años, es una de las 7 500 perjudicadas que presentó su denuncia en la Fiscalía por la pérdida de 25 000 dólares. “Cómo no iba a creer en el abogado si los encargados de hacer respetar la ley le entregaban sus recursos”.

A fines de los 90, fue una de las afectadas por el cierre del Banco del Progreso, donde tenía 190 millones de sucres. Entonces, emigró a Roma, Italia, donde trabajó por tres años, hasta que le diagnosticaron un cáncer linfático, que la llevó al quirófano dos veces. Luego de permanecer hospitalizada 90 días, decidió volver para despedirse de su hija Angélica, de seis años. Los médicos la habían desahuciado.

Ya en Ecuador los cientos de dólares que mensualmente gastaba en medicamentos, exámenes y los traslados a Quito y Guayaquil, para los tratamientos de quimioterapia, devoraban sus ahorros. Entonces supo de Cabrera y no dudó en confiarle sus ahorros. “Con los intereses del
doctorcito, en estos dos años pagué todos los gastos de mi enfermedad y mantuve mi casa. No podía trabajar: pasé en cama un año, por un derrame general”.

Para Rocío, quien es oriunda de Machala, la conmoción que viven sus paisanos por la pérdida de sus recursos solo es comparable con lo ocurrido en 1941, cuando los peruanos invadieron El Oro. “Mi abuela Teresa, que también perdió su platita con el doctor, dice que experimenta la misma sensación de pérdida y desolación”.

Más allá de las fronteras

Gracias a sus clientes, la fama de Cabrera creció como la espuma: se proyectó fuera de Machala y del país. Desde hace dos años, el ‘doctorcito’ y sus suculentos intereses estaban en boca de todo el mundo en los lugares más recónditos de la provincia. En Piñas, un pintoresco poblado enclavado en el altiplano orense, donde nació Cabrera, se estima que la mitad de sus 12 000 habitantes le entregaron sus recursos.

Buena parte de la plata fue enviada por sus familiares que viven en España, Italia y Estados Unidos, quienes se enteraron del negocio del notario, a través de otros emigrantes.

El fin de semana anterior, las calles de Piñas se veían desoladas. Cerca de las tres de la tarde una sábana blanca, formada por una densa neblina, cubría el poblado. “Todos estamos afectados, el comercio, que es la principal actividad, ha caído drásticamente; nadie quiere
gastar”, reconoce Jorge Lara, propietario de la radio Élite Estereo, que ha sufrido una merma en el pautaje publicitario. Atrás quedaron los días en que los piñenses bebían fino whisky escocés, repitiendo en cada tertulia “salud, que Cabrera paga”.

Hace dos semanas, Lara abrió los micrófonos de su emisora para que Mónica Gallardo, hermana de Teresa, viuda de José Cabrera, pudiera denunciar las amenazas de muerte que había recibido por su supuesta relación comercial con su cuñado. Aún golpeada por lo sucedido, Mónica, que tiene una modesta farmacia en el centro de Piñas, cree que algunos medios de comunicación han exacerbado los ánimos de los afectados, que desataron una cacería de brujas contra toda la familia.

A pocas cuadras vive un profesor de mirada inquieta, bajito de estatura. Junto a 14 de sus compañeros del colegio, Wilfrido Loaiza recientemente vendió su renuncia. Los 16 000 dólares que recibió como compensación los llevó a la Notaría. “Yo era consciente del riesgo, pero para los jubilados no hay muchas opciones”.

Sin embargo, no todos los maestros cedieron a la tentación. El ‘Viejo’, como le llaman sus amigos, resistió como una roca las arremetidas de su esposa, que estaba obsesionada por los jugosos intereses de Cabrera. “Con ese dinero compré un terreno”, comenta orgulloso el ‘Viejo’, que vive en Zaruma, un poblado colonial famoso por su belleza arquitectónica y su riqueza en oro. Se calcula que una cuarta parte de sus 10 000 habitantes tenía depósitos en Machala.

El negocio cae en picada

La debacle del notario Cabrera se precipitó el 14 de diciembre del 2004. Su actividad era vox pópuli y el encargado de ponerle el cascabel al gato fue el diario Opinión. Bajo el título “Prestamista recibe millones y paga al 10 por ciento mensual”, el matutino publicó una nota sobre las actividades de un “conocido abogado de Machala”. Aunque el artículo no mencionaba nombres, era evidente cuál era el blanco.

La información del disco duro del computador de Cabrera revela que hasta diciembre del 2004 tenía depositados en los bancos del Austro, Litoral y Pichincha más de 82 millones de dólares en cuentas corrientes, a través de las cuales giraba cheques para pagar intereses.

Los meses siguientes, su liquidez cayó en picada. Hasta mayo pasado, los tres bancos le cerraron las cuentas: tenía un saldo de dos millones.

Pese a las millonarias operaciones, ningún organismo de control profundizó las investigaciones para determinar de dónde provenían los fondos.

A partir del cierre sistemático de sus cuentas, Cabrera improvisó bóvedas en su notaría, donde guardaba millones de dólares. Dejó de atender personalmente a sus clientes y suspendió la entrega de cheques. En su lugar, sus empleadas emitían letras de cambio, con firmas adulteradas. Una jugada perfecta para evadir sus obligaciones futuras.

Paralelamente, muchos militares empezaron a retirar sus depósitos y los confiaron a usureros en Portoviejo y Machala, por el 12 por ciento de interés. Preocupado, Cabrera contrató por 290 dólares al sargento retirado Joffre Bustillos, para que los investigue. “En Manabí
operaba Dionisio Castro y en Guayaquil un sargento del Ejército”.

En Portoviejo, Castro solo recibió depósitos de militares y ex militares en la cuenta 30502534-04 del Banco del Pichincha, a nombre de la Cooperativa 29 de Octubre. La cuenta fue bloqueada el sábado pasado, con 11 millones de dólares.

En octubre, los hijos del notario, Carolina y José, comentaron a familiares su intención de irse a vivir con su padre a EE.UU.

Cabrera aceleró la devolución de capitales a importantes clientes, para cubrirse las espaldas en caso de retaliaciones futuras. Y para no despertar sospechas siguió captando recursos, hasta su inesperada muerte, el 26 de octubre. La semana siguiente sus hijos no variaron la estrategia: continuaron recibiendo dinero de centenares de incautos. Uno de ellos fue el agricultor Felvio Ramírez, de 46 años. Envió a su hermano a la notaría con 17 000 dólares que había pedido prestados al Banco de Machala y a unos mineros.

Felvio es de Piedra Blanca, un caserío pobre, perdido entre las lomas desérticas al sur de El Oro. Hace seis años, por una grave caída se fracturó tres vértebras y el cóxis. Ese accidente lo dejó parapléjico.

Unos amigos le recomendaron que dejara la plata donde Cabrera, para reunir los 40 000 dólares que necesita para operarse la columna en una clínica de Guayaquil. Mientras cuenta su desgracia, apoyado en el andador que ahora reemplaza a sus piernas, trata de secarse las lágrimas y aferrarse a la esperanza de salir adelante con su tienda de abarrotes, que también hipotecó para recibir el préstamo.
EXPLORED
en Ciudad QUITO

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