La ciudad se promociona como lúdica y educadora. Está a solo una hora y cinco minutos en avión de Quito o Guayaquil
Lo primero que llama la atención al llegar a Bogotá es su tránsito. Todos reconocen que es el principal problema de la ciudad y más aún ahora con la construcción del Transmilenio, que provoca grandes trancones.
"Bogotá es un punto equidistante de todos los lugares del paÃs", asegura Gustavo RamÃrez, sentado ante un jugo de tamarindo en una de las mesas del centro cultural Gabriel GarcÃa Márquez, donado a la ciudad por
México.
Lo llaman "gabólogo" y su trabajo es recrear una ruta del premio Nobel de Literatura: los cuatro años que vivió en Bogotá. Los primeros invitados a recorrerla fueron los periodistas de Ecuador y
Chile del grupo invitado a la ciudad por Proexport, una oficina comercial encargada de promocionar a
Colombia.
La ruta será vendida como un paquete turÃstico y debÃa comenzar en el café Saint Moritz, en la calle 15, entre Octava y la Séptima, una zona llena de vendedores ambulantes que está a un minuto de una de las joyas de la ciudad, que recibe cientos de visitantes al dÃa: el Museo del Oro, en la carrera Sexta, que guarda una de las mayores colecciones de metalurgia prehispánica del mundo. El visitante puede admirar unos 50 mil objetos: piezas de varios metales, cerámicas, arte en piedra, madera, textiles y hasta momias.
Por la misma zona, frente a la primera imprenta de uno de los diarios más representativos de la ciudad, El Tiempo, es común ver, en plena calle, a personas con mochilas o sacos. Paulina Rincón, una de las guÃas de Bogotá, asegura que ahÃ, donde parece que nada pasa, se negocian millones de pesos: son los comerciantes de esmeraldas, una de las piedras más cotizadas en la ciudad, que tiene su propio museo.
En realidad, todo el centro histórico es una galerÃa de joyerÃas y de rincones de bohemia. Por la noche, es común ver a jóvenes deambular por la plazoleta del Chorro, un ambiente colonial lleno de bares y cafés, en donde se las ingenian para dar gusto a todos los clientes. Por ejemplo, como está prohibido vender licor, si algún turista quiere aguardiente en una cafeterÃa, los meseros lo sirven en una jarra de té con sus tazas de cerámica.
La ciudad está dividida por zonas y para cruzarla entera, sin tráfico, nada mejor que la Circunvalar, desde donde se puede apreciar, por la noche, una Bogotá llena de luces. Por esa vÃa también se llega al cerro Monserrat, un sitio obligado de visita.
Bogotá es una ciudad que siempre tiene actividad y la mayorÃa de bogotanos cree que eso ha sido posible por la polÃtica de seguridad que ha llevado adelante el Gobierno.
Todas las zonas tienen tienen sus centros rosa, sitios llenos de bares y restaurantes.
Uno de los más famosos en la actualidad es el club
Colombia, de los reconocidos chefs Harry Sasson y Leo Katz, en la calle 82.
"Aquà tratamos de recuperar la comida tÃpica colombiana dándole un toque gourmet", dice Harry, que generalmente recibe visitas de periodistas de varios paÃses del mundo.
El lugar casi siempre está lleno y la carta tiene una variedad de platos, siempre comida tÃpica colombiana.
En realidad, la ciudad lo que más promociona es su comida, en casi todos sus restaurantes: el ajiaco, las empanadas, las arepas, las carimañolas y una exótica variedad de platos y entradas.
Otro de los sitios de visita obligada de la ciudad es Andrés Carne de Res, un bar restaurante que se ha internacionalizado tanto que es casi imposible conseguir una mesa sin tener una reservación. Uno de los meseros asegura que el lugar gusta tanto que hubo un tiempo en que jóvenes venezolanos fletaban un avión solo para ir a pasar la noche en ese lugar.
Los domingos es imposible dejar de visitar la plaza de Usaquén y su mercado de pulgas, en donde es posible hallar desde máscaras venecianas hasta sombreros de varios paÃses; es el mercado de pulgas más grande de la ciudad, con una oferta variada de restaurantes gourmet.
Para quienes quieren disfrutar del aire libre no hay nada mejor que comer en los puestos que están al final del parqueadero. El lugar siempre está limpio porque hay una gran cantidad de meseros que se encarga de que el cliente lo pase bien. (JT)