Cuando escuchamos la palabra "inflación" nos viene a la mente
la idea del encarecimiento de los bienes que se ofertan en el
mercado y la reducción en la capacidad de compra de nuestros
salarios e ingresos. Este pensar refleja una realidad tan
cierta, como la que nos define la misma palabra en su sentido
etimológico (viene del latín inflatio: acción de inflar) o
como nos la refiere Dornbusch y Fischer en su libro
Macroeconomía: "Puesto que la inflación es la tasa de
variación del nivel de precios, una teoría que explique cómo
se determina el nivel de precios... debe explicar, también,
cómo se determina la tasa de inflación".

El fenómeno inflacionario no indica necesariamente sólo un
problema monetario, puede señalar también una dificultad
estructural de la economía de una región, país o área
geográfica determinada.

Sería prudente remitirnos al período colonial del Ecuador
(entonces Real Audiencia de Quito) y buscar allí los primeros
procesos que indiquen los "síntomas" del fenómeno
inflacionario, tal como lo conocemos hoy.

Cuando se produjo la conquista española no sólo sucedieron
cambios estructurales en la sociedad local, sino que
primordialmente se impuso un nuevo "sistema económico",
caracterizado por el uso de la moneda como elemento básico en
todo tipo de relaciones mercantiles. Aunque de manera
rudimentaria en un principio, el capitalismo se instaló en
nuestras tierras.

Los metales preciosos de América fueron el principal motivo
-tal vez único- de las expediciones posteriores a las de
Colón. El oro y la plata de América llegaron a Europa en
grandes cantidades, provocando una inflación de proporciones
debido a la gran liquidez de dinero.

Como dice Pierre Vilar, los precios se duplicaron y hasta se
triplicaron. En España, el precio del pan llegó a valer hasta
tres veces más de lo que costaba antes de la llegada del oro
y la plata.

La explotación minera en Potosí (actual Bolivia) determinó la
especialización productiva de regiones alejadas del
Virreynato de Lima: Quito (te jidos), Paraguay (yerba mate),
Tucumán y Buenos Aires (tejidos, ganadería), Chile (ganadería,
viticultura), sostiene Carlos Marchán en el libro "La minería
andina colonial".

De este análisis podemos concluir que la Audiencia de Quito
tuvo como principal fuente de riqueza a la producción textil,
de cuya venta obtenía el circulante necesario para los
sectores estatal (administración de la Corona) y privado
(encomenderos). El elemento indígena, en los primeros años de
la colonia, no participaba aún de esta conciencia
mercantil-monetaria.

La industria textil dinamizó y especializo a otros renglones
productores al interior de sus fronteras, como la actividad
pastoril y la agricultura. Obrajes, minería (en mucha menor
escala que Potosí) y agricultura- ganadería fueron los rubros
de riqueza y productividad al interior de la Real Audiencia
de Quito.

La primera inflación en la colonia

No podemos analizar los procesos económicos coloniales con
los mismos elementos de juicio y en las circunstancias de
hoy, pues no son iguales instancias. Sin embargo, podemos
estudiar un proceso de amplia oferta monetaria en la colonia,
ceñido en sentido estricto al concepto de la palabra
inflación y explicar su fenomenología y consecuencias.

En el siglo XVI se da inicio a la administración colonial
española en suelo hispanoamericano y en el área del actual
Ecuador. Aquí se marcó, sin duda alguna, la fijación de
precios de todo tipo de bienes, según los registros
económicos existentes en España. Por ejemplo: el valor de uso
y cambio de las distintas monedas que se empezaron a acuñar,
el costo de la tierra, de los alimentos, el de los enseres y
semovientes; fijarse los tributos de las encomiendas, el
costo de los artículos que los conquistadores importaban de
la madre patria, como licores finos, vestuarios de gran
calidad, entre otros.

En la segunda mitad del siglo XVI (1570), con tecnología
europea para la explotación minera (llamada "de azogue"),
tuvo lugar el primer gran auge del sector minero. El padre
José María Vargas detalla en su obra "Historia del Ecuador.
Siglo XVII": "Había pasado también la etapa de explotación
minera, tan en auge en la segunda mitad del siglo XVI". La
Corona trató de encontrar suficientes centros mineros para un
regular flujo de emisión monetaria y dar estabilidad a la
naciente economía colonial. Tuvo también la precaución de
contar con la mano de obra necesaria para este fin (indios
mitayos). Si el centro minero de Potosí y demás subcentros era
tan abundantes en este período, la liquidez, no sólo de esta
parte de Sudamérica, sino en las regiones que especializó,
debió ser igualmente fluida.

Esta oferta de dinero tuvo que especializar al interior de
las subregiones otras actividades económicas. Es necesario
tomar en cuenta que era muy difícil obtener ciertos
productos, así como servicios. La división del trabajo en la
Audiencia de Quito se llevó a cabo con mucha dificultad, por
lo que conseguir bienes y servicios significó pagar altos
precios.

Bien es sabido que el español viene a América por los metales
preciosos y no a organizar un proceso productivo, sino a
usufructuar la mano de obra especializada como la que existía
en los imperios Inca y Azteca, por ejemplo. Pensamos también
que vino a efectuar y lucrar con actividades que estuviesen
íntimamente relacionadas con el trabajo minero; así los
obrajes en la Real Audiencia de Quito. Labores como la
carpintería, herrería, carnicería, sastrería, agricultura,
relacionadas con la molienda, etc. debieron ser tomadas como
última opción, de igual manera servicios como el transporte de
mercaderías tuvieron pocos ofertantes en un principio,
particularmente en el sector español.

Debido a la poca oferta de bienes y servicios que debieron
ser cubiertos por la necesidad que estos implicaban, fijáronse
estos a un alto costo, pero pudieron ser pagados por los
criollos ricos (encomenderos, dueños de obrajes o
arrendatarios). Así, el precio de los caballos en América
tenía un costo más alto que en España, debido a su escasez.
Esta misma escasez debió ser causa, en una primer instancia,
para que los precios suban de valor. De la misma forma, el
precio de la tierra de pastoreo, que servía para la industria
textil, por se ésta la dinamizadora de la economía local,
mantuvo un costo mucho más alto que la tierra para el
cultivo, para citar un caso. Sean los bienes que por su poca
oferta en el mercado, o por ser importados, traídos de
España, debieron tener un alto precio.

Examinemos algunos ejemplos en la demanda. El pan era un
elemento básico en la dieta de los españoles, al no existir en
estos territorios, debió necesitarse de personas que conozcan
y ejerzan el oficio. Recordemos que Fray Jodoco Ricke llega a
Quito en 1536 y recién en 1541 realiza la primera cosecha
comercial de trigo (en lo que es hoy la actual plaza de San
Francisco y otra en la de Santa Clara), de tal manera que los
Regidores del Cabildo, entusiasmados, pidieron sitios para la
instalación de molinos, siendo ubicados unos en lo que llegó a
ser la Quebrada de Jerusalén, otros en el río Machángara.

Hasta finales del siglo XVI la oferta de este producto no era
muy alta, por ende, su relativa escasez debió encarecer los
precios ante una demanda que crecía, y sí consideramos además
que el trigo no era un elemento muy abundante en la Audiencia,
confirma esto su alto precio.

Otro ejemplo: para ser vecino de la Villa de San Francisco de
Quito en los primeros años de su fundación, según el libro
"Quito a través de los siglos", compilado por Eliécer
Enríquez, se demandaba: "...hacer una petición al Cabildo,
prometiendo residir en ella el tiempo de cinco años que
mandaba el Rey... El nuevo vecino debía servirla y defenderla
con sus propias armas, entre las que destacamos la espada, la
ballesta, el arcabuz, la coraza, la cota, el morrión, el
yelmo, y con caballos e infantes". Además el aspirante debía
dar una fianza al Cabildo.

Estos requisitos nos señalan que los potenciales vecinos de
las villas y en este caso de Quito, debían obtener los
elementos anteriormente detallados, por lo que se hacía
necesario especializar el trabajo. Al no haber abundante
oferta de estos bienes, los precios sufrían encarecimiento.

Otro factor que debemos considerar era que los fletes de
transportación de los textiles al interior del "espacio
económico peruano" eran muy onerosos. En aquel tiempo los
medios de locomoción demoraban mucho tiempo, por lo que el
dinero debió llegar con retraso, peor aún si la actividad
minera decaía, como sucedió en épocas posteriores.

Es entonces en la segunda mitad del siglo XVI, donde pueden
apreciarse procesos inflacionarios, tal como el término nos
señala hoy en día. Se pueden observar tasas de variación de
precios, bienes y servicios ofertados en el naciente mercado
local que encarecen su valor, aunque debe considerarse la
época y su estructura económica. Más aún, puede apreciarse un
"trato monetario" únicamente en el sector económico que puede
acceder a la obtención de la moneda pues se dan todavia a
finales del siglo XVI muchísimos casos de trueque,
particularmente en los grupos más deprimidos de la economía
colonial, como criollos pobres, mestizos y el sector
indígena.

Concluyendo podemos afirmar que la conquista española produjo
en Europa y en América ibérica un proceso inflacionario muy
significativo, con las características que la palabra
inflación nos sugiere en nuestra época: gran variación de los
niveles de precios y una amplia oferta monetaria.

(REVISTA 15 DIAS N§97, PP. 19-21)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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