El sector de Sangolquí es una zona que se encuentra en riesgo, pero, la población no se muestra preocupada a pesar de la última falsa alarma de erupción del Cotopaxi. Los habitantes tomaron medidas de seguridad, pero no evacuaron el lugar.
Carlos Segura, de 34 años, tiene una propiedad en los alrededores del río Pita, una de las áreas de riesgo, y a pesar de la alerta no salió de la zona: “Eso ya es cuento. Con mi familia vivimos desde hace 18 años y no ha pasado nada”.
En los negocios comerciales se vive la misma serenidad. A pesar de la alerta, los almacenes no disminuyen sus ventas. Bolívar Castro, administrador del centro de compras Supermarxi, en el centro comercial Mall River, señala que la clientela no disminuye. “Seguimos con la misma afluencia de siempre, eso sí, cuando hay estos avisos, la gente compra más provisiones”.
Martha de Cevallos, de 44 años, administradora del almacén de artesanías Roam, tampoco ve que sus ingresos bajen, “pero sí tengo miedo de que erupcione el volcán en cualquier momento”. Lo que le preocupa es que no sabría qué hacer en caso de emergencia: “No tengo idea de adónde ir, no sé cuáles son los albergues”.
Eso no le pasa a Mónica Rivadeneira, de 37 años, quien vive en el sector del Oasis, pues maneja algo de información: "Si hay erupción debo ir a la escuela donde estudia mi hija, Lev Vigotsqui, porque es uno de los refugios”.
Con la orientación que los niños reciben en los centros educativos, "están preparados". Los alumnos del colegio Jacinto Jijón y Caamaño han practicado ejercicios de evacuación. Guillermo Burbano, rector del plantel, asegura que en coordinación con Defensa Civil "estamos actualizando las zonas de refugio para saber adónde ir y por qué vías”.
Paulo Aguilar, de 14 años, alumno de 4º curso, vive al borde del río San Pedro (el otro canal de flujo). A pesar de que su casa es de hormigón armado, dice sentirse inseguro, "tengo miedo cuando escucho noticias sobre una posible erupción; aunque ya me voy acostumbrando”, indica.
La aparente inestabilidad de los terrenos de Los Chillos es un factor que perjudica a varios habitantes. Gloria Altuna, de 47 años, ha intentado vender su casa cercana al Pita (calles Salinas y Larrea), desde hace cinco meses. Pero, los interesados se echaron atrás después de la última alarma. “No entienden que no pasa nada. Este lugar es muy seguro y tranquilo”. (GCA)


"El volcán nos está dando tiempo"

"Los vulcanólogos siguen un código de ética internacional"

El cuento de Juanito y el lobo se queda corto, por lo que el director del Instituto Geofísico de la Politécnica Nacional, Hugo Yépez, considera que, para combatir la "desinformación" sobre una posible erupción del volcán Cotopaxi, es necesario un verdadero manejo de alerta temprana que se base en un "concepto de comunicación".
Este proceso se sostiene en tres pilares: generación de la información (científica y técnica), su transmisión (a cargo de las autoridades, los medios de comunicación y otros sistemas informales) y la recepción (la ciudadanía). Según Yépez, el segundo pilar está fallando: "No existe una coordinación central, por lo que no estamos capacitados para tomar medidas preventivas que reduzcan los impactos del fenómeno".
Esa situación también refleja la "la socialización de la incertidumbre, que la población y las autoridades terminan aceptando". Pero tiene una buena noticia: "Empezamos a trabajar en talleres para estructurar los centros de operaciones de emergencia (COE), modernizando los conceptos y buscando mecanismos de ley para su viabilidad".
¿Va erupcionar el Cotopaxi? No es una pregunta que el vulcanólogo responda o con un sí o un no: "No hay certezas en la evaluación de los fenómenos, pero vigilamos al volcán, porque nos está dando tiempo". El monitoreo se inició en 1976 y desde entonces se ha incrementado tecnología. En 2001 se presentó una anomalía: a finales de diciembre la actividad sísmica se incrementó y se diversificó, lo que significa que había presión interna en la cámara magmática e inyección de magma. Se registraron hasta 1 460 sismos al mes (un promedio de 47 sismos diarios). Antes de esa fecha se producían entre uno y seis eventos diarios. (LM)

Reestructuración del Centro de Operación de Emergencia

Según la Defensa Civil, la estructura de los COE provinciales no garantiza operatividad. Están a cargo de ministerios, pero muchos han desaparecido y se han creado otros organismos.

Funciones del COE: hace la evaluación y el reconocimiento para la declaración de la emergencia. Formula políticas, prioridades, almacena información, la evalúa y la difunde.


Entre las acciones inmediatas están: crear mapas de peligros potenciales de la región, hacer el inventario de recursos, mantener contactos con las dependencias y dar instrucciones.


El Centro de Operación de Emergencia (COE) es el órgano de planificación, dirección, control y supervisión de las actividades que se realizan antes durante y después de un evento.

La reestructuración apunta a un trabajo descentralizado y organizado así: centro de operaciones de emergencia nacional, de emergencia provincial, cantonal y parroquial.


La toma de decisiones se realiza con la intervención de todas las autoridades. El COE facilita coordinación y operación por largos períodos, proporciona continuidad en la intervención.



"Descartamos los rumores de una supuesta erupción"

El 17 de marzo pasado hubo llamadas al IG porque se rumoraba una tragedia

Los vulcanólogos hicieron una aclaración pública para tranquilizar a la ciudadanía: "El volcán Cotopaxi no ha mostrado ningún tipo de actividad anormal que indique que se haya iniciado un proceso eruptivo. Desde inicios de 2004, la actividad sísmica se ha caracterizado por un número bajo de sismos. La última anomalía sísmica fue en septiembre de 2003. Desde esta fecha, la actividad descendió y se ha mantenido hasta ahora.
Los sensores de deformación del flanco tampoco han mostrado ningún cambio. Se realizó un sobrevuelo rutinario sobre el volcán con el objetivo de realizar mediciones de la temperatura con la cámara térmica, encontrándose que el anillo exterior del cráter tenía temperaturas menores a 10° C, y al interior bajo 40° C.
Otro método rutinario que se utiliza en la vigilancia del volcán son las observaciones visuales realizadas por los técnicos del IG y andinistas, quienes no han reportado anomalías relacionadas con un cambio en la actividad de las fumarolas y el nivel de olor azufre". (LM)

EL ESPECIALISTA

"La desinformación deteriora la calidad de vida"

Para el sicólogo social Wagner Villacís, la población que se encuentra en las posibles zonas afectadas por una supuesta erupción del volcán Cotopaxi se ha convertido en un grupo humano vulnerable (sicológica, emocional, social y económicamente) por la falta de información oportuna y veraz. Antes del evento se genera una alerta profunda y de gran incertidumbre, que se suma al estrés diario, "generando el deterioro en la calidad de vida".
"Las falsas alertas provocan incredulidad hacia las instituciones, se incrementa la sospecha. Consecuentemente no se preparan para enfrentar la emergencia". Según Villacís, se origina también un alto grado de sugestión (por ejemplo, se vacían los supermercados, se compran masivamente mascarillas, gafas, pilas, radios, velas, agua, etc.), medidas anticipadas que en el momento del evento no surten efecto y "se puede llegar a creer en cualquier cosa, y reaccionar inadecuadamente".
Otro tipo de reacción es la venta de propiedades. La búsqueda de seguridad es normal, así como la pérdida del bien es real, causando crisis emocional y familiar. "Hay casos en que no quieren abandonar su casa porque piensan que no les va a pasar nada y el impacto es más fuerte". Aconseja: "La información debe ser manejada con prudencia, no sobrealertar, ni minimizar el evento; debe ser continua, clara, oportuna y precisa. Es necesario concienciar a la población sobre el verdadero peligro de vivir en zona de riesgo. Así se realizará la evalución acertada de las consecuencias para pensar positivamente en la reconstrucción". (GV)


LAS OPINIONES

No me siento insegura

"Cuando escucho una alerta no me asusto tanto, pero me pongo nerviosa porque tengo un sobrino que se asusta cuando escucha las noticias.
Aquí no es raro ver a otras personas que compran provisiones pero no evacuan".
Verónica Martínez (28 años)

No sé adónde acudir

"Para ser sincera, si se presentara una alerta roja no sabría cómo actuar. Por ejemplo, vivo en el sector de San Pedro y ni siquiera sé si mi casa es un área insegura, tampoco conozco adónde debo ir. Pido a Dios que no pase nada".
Ximena Ayo (27 años)

Los chicos están listos

"Los niños son portadores de información. Los hemos orientado para que conozcan los planes de contingencia ante cualquier emergencia para que ilustren a sus padres, es lo que podemos hacer por lo pronto".
Marco Cevallos, vicerrector del colegio Jacinto Jijón y Caamaño

Todo parece mentira

"Estas alarmas parecen manipulaciones políticas. No podemos estar tranquilos porque si hay una crisis política por coincidencia hay erupciones o lluvia de ceniza para que nos olvidemos de lo que pasa en nuestra cotidianidad".
Angel Montenegro (48 años)

Sé qué se debe hacer

"Vivo en Conocoto y ahí los vecinos me dicen que me calme, que no pasa nada, yo ya no sé a quién hacer caso, pero sí sé que debo permanecer tranquila y si hay una emergencia acudir adonde mis padres que son los que me protegen". Nataly Jaime (15 años)

Mejor, no habría clases

"A veces me gustaría que hubiera una erupción para que no hubiera clases, pero que no pase nada de malo, ni que caiga ceniza. Además, así estaría más cerca de mi hermanita porque ella sí está asustada. Y yo no, yo le doy valor" Diana Herrera (14 años)
EXPLORED
en Ciudad QUITO

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