Quito. 5 feb 98. Nació de los estratos populares y
tradicionales de Guayaquil. Hoy es un fenómeno social que
tiene incidencia en todos los rincones del Ecuador
Por Ãngela López Bocca
Hace mucho Barcelona dejó de identificarse con la Costa o ser
sinónimo de guayaquileñismo. Hoy desde Alamor en el Municipio
de Puyango al Sur del paÃs hasta en la capital de la República
miles de hinchas han festejado alborozados el décimo tercer
campeonato del Ãdolo del fútbol ecuatoriano.
"Es la única felicidad que tenemos" gritaba un hombre del
pueblo tras derrumbar una de las cercas de protección e
invadir la cancha después que el árbitro Byron Moreno
dictaminó el final del encuentro entre Barcelona y Deportivo
Quito. Y es que Barcelona nació, hace casi 73 años, en el
Astillero, en los estratos populares más tradicionales de
Guayaquil. Su nombre se tomó en gratitud a un grupo de
catalanes que junto con guayaquileños apoyaron la idea de
crear un equipo que llevara el nombre de Barcelona, no por eso
dejó el sentir criollo y popular que desde el principio tuvo
el equipo, cuya primera camiseta fue negra.
Los inicios del Barcelona fueron distintos a los del Emelec,
que comenzó con el apoyo económico e institucional de la
Empresa Eléctrica del Ecuador. No por nada llamaban al Emelec
el equipo de los millonarios.
Barcelona se inició con una hinchada de barrio, luego
representó a una ciudad y una región, hasta llegar a
convertirse en el Ãdolo de un paÃs. "Barcelona nació del
pueblo, de la adversidad, al principio sólo jugaba con cholos,
mientras que Emelec lo hacÃa con jugadores extranjeros" dice
el periodista Mario Valdez, autor del Libro de Oro de
Barcelona.
En la década de los años 20 Barcelona ganaba sus primeras
participaciones en los campeonatos locales. La década de los
30 fue una etapa algo sombrÃa para el fútbol del Barcelona,
por poco desaparece como club. Aunque en las participaciones
en el béisbol Barcelona ganaba a su tradicional rival Emelec,
que estaba reforzado con jugadores norteamericanos.
No obstante, los deportistas comienzan a mostrar su espÃritu
competitivo en los años 40. Uno de sus primeros jugadores que
mostró este temple fue Sigifredo Agapito Chuchuca, un hombre
de estratos humildes venido de Buenavista, provincia de El
Oro.
La fanaticada de Barcelona comenzó a sentirse tras su
participación en el primer campeonato denominado Torneo del
PacÃfico en el que termina como vencedor tras ganar a equipos
como Magallanes de Chile, Alianza Lima de Perú, Aucas de Quito
y Emelec, llamado por los barcelonistas el equipo de los
aniñados.
Después viene la primera gran hazaña con el triunfo en el
estadio Capwell ante Millonarios de Colombia, considerado como
uno de los mejores equipos del mundo por su constelación de
estrellas como Di Stefano, Rossi, Pedernera, etc.
La década de los 60 marca el fin del criollismo y Barcelona
gana su primer tÃtulo nacional. Diez años después vendrÃa otra
hazaña, la victoria sobre Estudiantes de la Plata. En el
equipo de Barcelona jugaban grandes figuras como el
ecuatoriano Alberto Spencer y el peruano Perico León.
Pero sin duda el ascendente éxito de Barcelona llega a su
clÃmax en 1990 cuando consigue el vicecampeonato de la Copa
Libertadores de América, enfrentando en la final al Olimpia de
Paraguay. Hasta esa época Barcelona ya era el equipo con más
triunfos en el campeonato nacional, en 10 ocasiones. Barcelona
además es el único equipo nacional que ha estado en el ranking
de los 50 mejores del mundo, según la Fifa.
FENÃMENO SOCIAL
Es justamente esa identificación con los éxitos el motivo del
gran seguimiento de un pueblo a Barcelona, hasta convertirlo
en un Ãdolo y en todo un fenómeno social. "Con Barcelona la
gente goza y sufre... Es el consuelo de los afligidos y la
alegrÃa de los contentos... Barcelona es el sÃmbolo de los
deseos, expectativas y de las frustraciones... Es el reflejo
de lo que la gente quiere, que es ser siempre el primero, el
campeón" sostiene el sociólogo Máximo Ponce, para quien, tanto
Barcelona, como Julio Jaramillo son las máximos expresiones de
identidad del pueblo guayaquileño.