Quito. 10.12.92. La resolución sobre Somalia, histórica por
ser la primera vez que la ONU acepta utilizar la fuerza en
aras de la distribución de asistencia humanitaria, ha
despertado enseguida dudas.

¿Por qué no procedieron así en Yugoslavia?, ¿cuándo y dónde
intervenir, si para el que quiere salvar vidas humanas es lo
mismo cualquier rincón del planeta?

Aunque nadie está en desacuerdo con este importante acto con
Somalia, resulta irónico que las noticias de los bombardeos,
de todos los lados, en la ex Yugoslavia sean tan comunes que
hasta se ha olvidado que existen.

Para algunos comentaristas, esta diferenciación muestra aún
los resentimientos que quedan de la Guerra Fría, en un mundo
donde todo aparentemente ha cambiado.

'La operación en Somalia, bautizada como "Restore Hope"
(Devolver la Esperanza), constituye un salto cuantitativo en
términos de actuar en auxilio de seres humanos y resulta
completamente necesario en un sentido moral, pero eso también
se aplica a Bosnia', dijo Jonathan Eyal, del Instituto Real
de Servicios Unidos (IRSU) de Londres.

'La ONU es sólo una pantalla legal, el último recurso al que
los gobiernos echan mano para lanzar tales operaciones cuando
quieren hacerlo', agregó, en medio de las interrogantes que
se han desatado.

La cruda realidad de la política internacional se hizo
evidente. A las fuerzas de Estados Unidos y otros países les
va a ser relativamente más fácil derrotar a grupos de somalíes
pobremente armados, si tienen que combatir, aseguran
analistas.

Las poblaciones, colinas y espesos bosques de Bosnia, donde se
nota en el aire el odio étnico, es un "trabajo" que costará un
duro batallar.

El presidente francés, Francois Mitterrand, reconoció que
tales factores militares son la principal causa que impide que
se monte en Bosnia una operación similar a la que se organizó
en Somalia. 'También somos responsables de la vida y la
seguridad de nuestros propios soldados', declaró.

'Aparentemente a las Naciones Unidas les resulta mucho más
fácil intervenir en Somalia que en la ex Yugoslavia', dijo,
como para asegurar, el ministro francés de Asuntos
Humanitarios, Bernard Kouchner.

"La prédica sobre el establecimiento de un 'nuevo orden
mundial' moral va a perder todo sentido si las decisiones
sobre intervenir o no se basan sólo en cálculos fríos y
prácticos", señalan otros diplomáticos.

El ex presidente norteamericano Ronald Reagan adoptó una
posición similar. 'Nuestras organizaciones multilaterales
deben declarar que la limpieza étnica y la matanza de civiles
son algo inaceptable. Tenemos que estar dispuestos a apoyar
nuestras palabras con armas', argumentó.

"¿Por qué Somalia y no Bosnia?

¿Por qué Bosnia y no Kurdistán?" "¿Cuál es el grado de
gravedad que debe alcanzar la hambruna y el abuso de los
derechos humanos para que Estados Unidos intervenga?", se
interrogaba el New York Times, recalcando la súbita
imprecisión que se cierne sobre la intervención militar
norteamericana en el mundo.

Las advertencias de que el terrible invierno podría matar a
miles de personas en la ex Yugoslavia solo han quedado en lo
que son: puras palabras. Otra es la historia de los 300.000
somalíes que perecieron como consecuencia del hambre y la
guerra civil en los dos últimos años. A pesar de la
intervención, muchos más pueden morir de inanición, según
organismos humanitarios quienes creen que la ONU se tardó
demasiado.

Somalia, es un país seco, pobre y atrasado, una tierra de
pocos recursos, donde su población de casi siete millones fue
diezmada por la hambruna y el éxodo. Tal vez ahora queden más
de un millón.

Aunque pertenecen a la misma etnia las rivalidades entre
clanes son profundas.

La ventaja más importante de Somalia es su posición
estratégica en el Cuerno de Africa, con 2.000 kilómetros de
costa sobre el este del Océano Indico y 1.000 kilómetros al
norte del golfo de Aden, lugar de aproximación al Mar Rojo y
al Canal de Suez.

Sus gobernantes lucraron con esta ventaja durante la Guerra
Fría, y consiguieron armas primero de la Unión Soviética y
luego de occidente, hasta que se desató el caos.

'La pregunta, sin embargo, es: ¿Y después de esto qué
hacemos?', dijo un diplomático. '¿Ahora sostenemos que se
justifica una intervención sólo cuando los norteamericanos u
otras potencias deciden que debe ser así? Es inevitable que
esto fortalezca los argumentos de los países en vías de
desarrollo y el mundo musulmán respecto de que la ONU es un
instrumento de Occidente'.

Aunque la ONU está desplegada en tres continentes, la
impotencia en la ex Yugoslavia y Camboya hacen perder la
esperanza de que algún día se convierta en "gendarme mundial",
con una política equitativa y justa.

Las Naciones Unidas están presentes en doce misiones de paz o
de observación en países como Somalia, Yugoslavia, Camboya, el
Líbano, El Salvador, Angola, Israel, y la frontera con Irak.

Desde su creación en 1945 nunca hubo tantas misiones dispersas
por el mundo.

La organización bloqueada por décadas gracias a los conflictos
norteamericano-soviético da muestra, con la autorización en
Somalia de una fuerza multinacional dirigida por EEUU, que sus
medios han llegado a los límites.

El director de la ONU, el egipcio Butros Butros Ghali, se
quejó que se le pedía demasiado a la organización.

Aunque en Camboya los Jemeres Rojos retardarán, por lo menos
hasta el próximo año, la entrega de armas, es en la ex
Yugoslavia donde se presenta con claridad todas estas
limitaciones y la falta de voluntad, y no solo de la ONU.

La ausencia de intereses norteamericanos está reflejada en su
negativa de enviar tropas a la ex Yugoslavia.

"¿Cómo podemos justificar la muerte de jóvenes soldados
norteamericanos si Estados Unidos no está en peligro?",
repitió durante meses el departamento de Estado para explicar
el rechazo de Washington a involucrarse en los Balcanes.

Para los propios analistas occidentales, "hoy día este
argumento ha perdido todo valor puesto que el presidente
George Bush explicó por televisión para justificar el envío de
"marines" a Somalia que "ciertas crisis en el mundo no se
pueden resolver sin la intervención de Estados Unidos".

Este argumento ha sido criticado por la propia prensa
norteamericana, que recalca que "la posibilidad de un éxito no
debe ser el único criterio para realizar una operación
militar", como expresó Jim Hoagland en un editorial del
Washington Post. Si se actuara así no hubiera existido la
intervención a Irak en 1991.

Algunos son más optimistas. "Somalia es una prueba que puede
preparar a la opinión pública" para una intervención en los
Balcanes", sugirió el mismo diplomático.

Janosc Bugajsky, un experto en la problemática de la ex
Yugoslavia opina que: "Si la operación es un éxito y es
rápida, puede servir de ejemplo para Bosnia".

Para los defensores de la posición de EEUU, la operación en
Somalia puede incitar a los países europeos a preocuparse por
la ex Yugoslavia, puesto que tampoco han hecho nada. "Estados
Unidos no puede resolver todos los problemas del mundo"
aseguran.

Con tres millones de refugiados y con la última panadería
bombardeada en Sarajevo, la ex Yugoslavia tampoco puede
esperar por siempre. (1C)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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