Quito. 04. 05. 90. (Opinión) Han pasado veinte meses de gobernar
el país, para que el partido que manda, caiga en la cuenta de que
la tal concertación de que se habló al comienzo fue nada más que
una palabrita sin contenido real.
La primera concertación de que se habló al comienzo de la
adminstración se redujo al comienzo de la administración al pacto
de aprovechamiento de posiciones entre la Izquierda Democrática,
la Democracia Popular y el Frente Amplio de Izquierda.
La segunda concertación la logró el Ministro de Gobierno -por
manos del Ministro de Trabajo- con el grupo terrorista "Alfaro
Vive". En el espectro político quedó así el partido naranja
abrazado del sector comunista del Fadi y de un agonizante
terrorismo.
Ahora aparece una tercera concertación entre el gobierno y
ciertos respetables empresarios. El Presidente de la República
habla de un "conjunto de metas nacionales compatibles para todos"
y de que el "pueblo llano fue el que comprendió la importancia de
la concertación".
Para llevar adelante un verdadero acuerdo nacional lo primero que
se necesita es sinceridad de parte de quien lo plantea y de parte
de quien lo admite.
El padre sin trabajo, la madre desesperada buscando la manera de
lograr un pan para el hijo que llora, los niños desnutridos y
hasta el suelo empobrecido, ése es el cuadro auténtico de la
realidad nacional. Cualquier acuerdo, por tanto, debe tener como
único objetivo cambiar esta tétrica imagen del ambiente
ecuatoriano. (A-5)
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