BOGOTÁ. La protesta campesina que arrancó hace diez días en Colombia se intensificó este miércoles en las cercanías de Bogotá, e incluso camioneros cerraron una importante avenida en el sur de la capital, mientras el gobierno intentaba disolver las movilizaciones a través de un diálogo regional.

Este miércoles, en la localidad de La Calera (periferia noreste de Bogotá), manifestantes detuvieron cinco camiones y les pincharon los neumáticos, bloqueando el tránsito a una hora de la mañana en que numerosas personas se desplazan hacia la capital, según la Policía.

Agricultores también tomaron la carretera para realizar un cacerolazo, una demostración que se repite desde el lunes en varias ciudades del país, incluida Bogotá.

La vía fue reabierta por agentes antimotines, a quienes poco después los campesinos ofrecieron queso y aguapanela (una bebida caliente de agua y azúcar sin refinar) en un ambiente distendido, comprobó un fotógrafo.

En la tarde del miércoles, cerca de 100 camiones tipo volqueta fueron estacionados en la avenida Boyacá, en el sur de Bogotá, impidiendo totalmente el paso, confirmó un vocero de la alcaldía a la AFP.

Los camioneros reclaman en contra de una restricción a su tránsito por la capital.

Estos incidentes se suman a una asonada el martes en Facatativá (40 km al oeste de Bogotá), donde fueron atacadas la alcaldía y varios comercios.

En otras localidades vecinas a Bogotá, como Sibaté, Usme (sur) y Zipaquirá (norte), se han registrado bloqueos de vías y choques entre manifestantes y agentes.

Mientras tanto, delegados del gobierno del presidente Juan Manuel Santos dialogaban por segundo día con cultivadores de tres departamentos (Boyacá, Cundinamarca y Nariño).

El secretario general de la Presidencia, Aurelio Iragorri, reportó avances en aspectos como precios de fertilizantes y salvaguardas frente a las importaciones de cebolla.

El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, consideró que con la propuesta gubernamental "están dadas las condiciones para que se levante el paro, se desbloqueen las vías, y podamos entrar en los otros temas de este movimiento".

Pero los campesinos, que piden ayudas económicas para paliar una "crisis estructural, agravada por los altos precios de los insumos agrícolas y los tratados de libre comercio", se declararon insatisfechos con la propuesta. (AFP)

  

Apoyo en las ciudades

A medida que pasan los días, la protesta campesina ha ido ganando apoyo en las ciudades y en las redes sociales, desde las que se ha convocado a cacerolazos y otras manifestaciones bajo el hashtag #yotambienmepongolaruana, en alusión al poncho típico de los labriegos colombianos.

En Bogotá se han cumplido ya dos de esas convocatorias, la última el martes en el sector comercial más lujoso de la ciudad, desde donde cientos de personas marcharon hacia la céntrica Plaza de Bolívar.

Este jueves habrá marchas en las principales ciudades con el apoyo de unos 5.000 trabajadores petroleros sindicalizados y profesores del sector público.

Ante esa convocatoria, la alcaldía de Bogotá suspendió las clases y el acalde Gustavo Petro, un exguerrillero del M-19, recordó en un mensaje de Twitter que "la No Violencia convoca multitudes y ayuda a abrir el camino de las soluciones y las transformaciones reales".

Estas manifestaciones urbanas de solidaridad con los campesinos han sorprendido a los analistas.

"Esta solidaridad no deja de ser extraña, porque históricamente ha habido una indolencia frente a los problemas del campo, mucho más en un país donde la protesta social ha estado satanizada", comentó el sociólogo Adolfo León.

Diversas autoridades han denunciado que la guerrilla comunista FARC busca infiltrar las protestas campesinas, que a su vez han despertado simpatía entre la delegación rebelde que lleva a cabo un proceso de paz en La Habana.

"En Colombia hay razones de sobra para protestar. Pero esa misma protesta que hace cinco años era considerada como ilegítima, de terroristas, hoy se volvió de buena familia", dijo León, profesor en la Universidad Eafit de Medellín.

"La protesta social ha sido penetrada, no por la guerrilla, sino por grupos políticos interesados en generar un clima adverso al gobierno", señaló León.

  

Protestas se mantienen a nivel nacional


En tanto, la obstrucción de rutas se mantiene en 13 de los 32 departamentos de Colombia, especialmente en las fronterizas Arauca y Pasto, según Eberto Díaz, vocero de la Mesa de Interlocución Agraria (MIA), que organiza la protesta.

"El paro se sigue fortaleciendo ante la falta de voluntad del gobierno de sentarse con los diferentes sectores", afirmó este dirigente a la AFP, reiterando que la medida solo se levantará cuando Santos acepte un diálogo nacional.

Díaz manifestó que la negociación en Tunja "al parecer no va por buen camino porque el gobierno escogió a los negociadores, lo que develaría que detrás están los intereses de grandes productores".

Las manifestaciones también son respaldadas por unos 50.000 transportistas de carga que piden una rebaja en los precios de los combustibles (en Colombia un galón de gasolina cuesta 4,6 dólares) y de los peajes.

El movimiento deja como saldo un civil y un policía muertos en medio de los bloqueos, mientras que dos personas fallecieron por falta de atención médica oportuna.

Otro hombre murió el lunes durante una concentración en Fusagasugá (60 km al norte de Bogotá) por causas aún no establecidas, en tanto que al menos 160 policías y dos centenares de manifestantes han resultado heridos, según ambas partes.


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