Quito. 19 dic 96. Los ecuatorianos aún no olvidamos la
triste noche que el martes 22 de octubre le tocó vivir a
la ciudad de Manta. La caída del avión carguero de la
Millon Air, un Boeing 707, sobre el barrio la Dolorosa
produjo la muerte de 29 personas. Solo tres iban a
bordo de la aeronave, las restantes 26 jamás pensaron
morir en un accidente aéreo. Algunos de ellos nunca
habían siquiera subido a un avión, la muerte les cayó
del cielo. Una falla mecánica en una turbina indujo a
un error de pilotaje.

Pero este fue solo uno más de los aviones que cayeron
sobre zonas pobladas en el año que termina, uno de los
períodos más trágicos para la aviación comercial en el
mundo. En la primera semana de enero, otro carguero,
un Antonov 32, no pudo ganar altura después de
despegar del aeropuerto de Kinshasha en Zaire. Los
cuatro tripulantes rusos decidieron abortar el despegue
pero la pista les quedó corta y el aparato se estrelló
contra un mercado, 600 metros adelante de la cerca
perimetral del aeropuerto. En su loca carrera arrasó
con 297 personas que a medio día abarrotaban el
mercado africano.

Apenas 32 días después en Asunción, Paraguay, un
McDonnell Dou-glas DC-8 despegó con tres
tripulantes y un pasajero en un vuelo sin carga.
Durante el decolaje la tripulación colombiana
habría aprovechado la oportunidad para un
entrenamiento. Algunos movimientos de alerones,
no propicios para la ocasión, hicieron perder el
control de la nave que se precipitó a dos kilómetros
de la pista sobre una cancha deportiva, matando a 20
futbolistas. En el mismo mes de febrero, la nieve
impidió dos veces el aterrizaje de un Antonov 24 en
Bai Mare, Rumania. Al tercer intento rozó la copa
de un árbol y se precipitó sobre una casa, matando a
dos personas y a los ocho ocupantes de la nave.

En octubre, nueve días después del accidente de
Manta, las dramáticas imágenes de televisión de un
accidente en Brasil nos parecían familiares.

Un Fokker F-100 de la compañía TAM no alcanzó
a tomar altura y se precipitó sobre un populoso
barrio de Sao Paulo. Afortunadamente, a esa hora,
las 8h30 de la mañana, la mayoría de los habitantes
habían salido a sus trabajos. A pesar de que hubo
más de una decena de casas destruidas,
milagrosamente solo tres cariocas murieron en
tierra. La aerolínea TAM es la misma que hace
pocos meses compró a SAETA, las acciones de
la paraguaya LAPSA.

Este año, ni en el campo la población civil ha
estado a salvo. Inverosímil parece lo que pasó el
seis de diciembre en Sudáfrica: una avioneta se
preparaba a decolar cargada de 1.500 litros de
químicos para fumigación cuando una camioneta
se cruzó por la improvisada pista aérea. Los cinco
ocupantes de la camioneta fallecieron, el piloto
de la avioneta quedó con heridas leves. Al día
siguiente un avión Casa 212 cayó sobre una
fábrica de gas en Indonesia, matando a una
persona en tierra y a 16 de los 27 ocupantes
del aparato.

En total, 482 personas murieron como
consecuencia de aeronaves que se precipitaron
sobre áreas pobladas, convirtiéndose ésta en la
mayor causa de muerte en la aviación comercial
en 1996.

CHOQUES Y TERRORISMO

En la historia de la aviación comercial en el
mundo son pocas las catástrofes aéreas originadas
por la colisión de aviones. Más raro aún es que
éstos choquen en pleno vuelo. Sin embargo, en las
pocas veces que ha ocurrido este tipo de accidente,
las pérdidas de vidas humanas han sido cuantiosas.
Basta recordar los dos Jumbo 747 que se
estrellaron en la pista del aeropuerto de Tenerife,
España, en 1977, con un saldo de alrededor de
600 fallecidos.

En 1996 una tragedia en pleno vuelo ocurrió sobre
el cielo de la India. El martes 12 de noviembre, un
Boeing Jumbo 747 de Arabia Saudita que se
aproximaba al aeropuerto Indira Gandhi de Nueva
Delhi, con 312 personas a bordo colisionó con un
Ilyushin de fabricación rusa con 37 personas. Según
las primeras investigaciones, la falla se debió a un
mal entendimiento idiomático entre los
controladores aéreos hindúes, un piloto árabe y
otro piloto natural de Kazakhstan, una de las ex
repúblicas soviéticas.

Siete días después, también en día martes al igual
que en Manta y en la India, a las cinco de la tarde,
dos pequeños aviones Beechcraft chocaron y se
incendiaron en la intersección de las pistas del
aeropuerto Quincy de Los Ángeles. Murieron 14
personas.

Cinco meses después de haber ocurrido, nadie
sabe a ciencia cierta qué pasó a las 20h30 del 17
de julio pasado cuando explotó en el aire un
Boeing 747 de la TWA, con 230 personas a bordo.
La ruta era la correcta, la altitud también, el piloto
no informó de posibles fallas mecánicas, de
repente, el aparato se partió en mil pedazos.
Desde el primer momento se pensó en un
atentado terrorista, pero ningún grupo lo
reivindicó. Hay algunos pilotos testigos que
aseguran haber visto una luz acercándose al
avión antes de que éste explotara. Un ex
funcionario del gobierno norteamericano
asegura que un misil de la marina, disparado
durante ejercicios militares, destruyó al Boeing.
Todo ocurrió frente a las costas de Long Island
en Nueva York durante un vuelo que tenía como
destino final el aeropuerto Charles De Gaulle de
París. Nadie sobrevivió para contarlo.

Quienes si están seguros de haber sido víctimas
de un atentado son los 50 sobrevivientes de un
Boeing 767 de Ethiopian Airlines que fue
secuestrado por tres aeropiratas etíopes. El vuelo
había partido el 23 de noviembre de Addis Ababa
con rumbo a Nairobi. Ellos pidieron volar hasta
Australia y desoyeron las explicaciones de la
tripulación de que no tenían el combustible
suficiente para lograrlo. El avión cayó a 500
metros de la playa de las islas Comoro, sin gota
de combustible. 125 personas fallecieron, entre
ellas los secuestradores. Una pareja que pasaba
su luna de miel en la playa logró captar
dramáticas imágenes del momento en que el
aparato chocó con el agua.

NEGLIGENCIAS Y COINCIDENCIAS

Dos accidentes del año son atribuidos a la
negligencia de los equipos de apoyo. En los dos
accidentes estuvieron involucrados aviones
Boeing 757. Ambos cayeron al mar. El primero
fue frente a las costas de Puerto Plata, en la
República Dominicana, el seis de febrero,
también un martes; y el segundo el dos de octubre
frente a las costas de Lima, Perú.

Después de 80 kms de haber despegado con
rumbo a Frankfort, el piloto notó que los
sistemas de vuelo no funcionaban apropiadamente.
El avión poco a poco fue perdiendo velocidad y
altura. Cuando la tripulación decidió desconectar
el piloto automático ya era demasiado tarde,
escucharon la alarma de proximidad del suelo y
ocho segundos después la nave se estrelló en el
océano Atlántico. Los 189 ocupantes fallecieron.
Los pasajeros eran turistas que regresaban en un
vuelo charter, casi a la media noche. Se presume
que las incorrectas lecturas se debieron a errores
del mantenimiento en tierra. Otra teoría indica
que la tripulación configuró inadecuadamente
las computadoras de a bordo.

No muy diferente fue lo que le pasó al otro 757.
Los encargados de la limpieza del aparato
olvidaron retirar los adhesivos que cubrían los
sensores externos de la nave. Así, cuando ésta
despegó de Lima pasada la media noche, los
controles no midieron las diferencias de altura,
temperatura exterior y velocidad. La tripulación
decidió regresar al aeropuerto Jorge Chávez de la
capital peruana, pero la neblina les impidió realizar
la aproximación visual. Sin saber dónde estaban, de
pronto se estrellaron en el Pacífico. Los 70
ocupantes tenían como destino Santiago
de Chile. Todos fallecieron, entre ellos dos
ecuatorianos.

El modelo de avión más accidentado en el año 96,
es un pequeño bimotor canadiense conocido en
nuestro medio: el DHC-6 Twin Otter. Siete de estos
aparatos produjeron la muerte de 57 personas en
Canadá, Corea del Norte, México, Guatemala,
Colombia y Perú. Tres de ellos chocaron contra
montañas, dos cayeron entre árboles, otro en
hielo y uno sucumbió ante el mal tiempo.

La tragedia más cercana a nosotros ocurrió el 30
de noviembre cerca a Medellín, cuando un Twin
se estrelló contra una elevación por causas aún
desconocidas. En nuestro país, este avión es
usado por la Fuerza Aérea Ecuatoriana para
transporte comercial de pasajeros en convenio
con TAME o para movilización de colonos en el
Oriente dentro del programa "Acción Cívica". En
años anteriores, dos Twin se accidentaron en los
Andes ecuatorianos.

La fábrica más afectada por accidentes en sus
aviones es, sin lugar a dudas, la Boeing. En 11
tragedias fallecieron 1.262 personas. Todos sus
exitosos modelos, desde el antiguo 707 hasta el
moderno 767 se vieron involucrados durante el año.
Con siete accidentes que preocuparle estuvo la
otra gran constructora de aviones de norteamérica:
McDonnell Douglas. El más espectacular fue el
DC-9 de ValueJet Airlines que el 11 de mayo cayó
en los pantanos Everglades, en Florida. Según las
investigaciones, un incendio en la cabina de carga
fue la causa de la tragedia en donde murieron 110
personas. Otros dos accidentes ocurrieron con los
aviones DC-3, el avión que alcanzó gloria en la
Segunda Guerra Mundial y de los cuales sobreviven
ya muy pocos. Uno de los DC-3 cayó también en un
pantano, pero en Holanda, matando a sus 32
ocupantes. Fue el 25 de septiembre.

Para los supersticiosos, el día de la semana más
trágico en cuanto a número de muertos fue el martes.
Sin embargo, ningún martes 13 hubo tragedias aéreas.
Paradójicamente, el Viernes Santo sí fue trágico: dos
accidentes con un saldo de 38 muertos. En Rusia, un
Ilyushin 76 se estrelló contra una montaña pereciendo
sus 21 ocupantes. Entre China y Taiwan, un Dornier de
fabricación alemana se estrelló en un mar picado
cuando había reportado una escasa visibilidad.

Los accidentes del 96 ratifican la hipótesis de que es
más fácil de fallar el hombre que la máquina. La gran
mayoría de accidentes volvieron a ocurrir por fallas
humanas. La llamada falla humana involucra no sólo a
la tripulación, sino también al personal de apoyo en
tierra, quienes fueron los responsables directos de por
lo menos dos tragedias. Dicen los expertos que las
fallas mecánicas y el mal tiempo son factores que
pueden inducir a un accidente, pero en la mayoría de
los casos no son los causantes directos. Para los
supersticiosos, este año les ha dado la razón de por
qué no volar en avión. Algunos han dicho que los
extraterrestres podrían estar involucrados en tanto
accidente, pero nada ni nadie científicamente lo ha
demostrado. Lo único seguro es que, a pesar de todo,
según las objetivas estadísticas, volar sigue siendo el
más seguro medio de transporte, aunque a veces, no
haga falta subirse a un avión para morir en un accidente
aéreo. (FUENTE: REVISTA VISTAZO N. 704, PP.
37-40)

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