El Ecuador enfrenta desde esta semana una crisis energética que no se vivía desde hace 12 años, la que obligó al inicio de racionamientos de electricidad



Durante su posesión, en julio pasado, el ministro de Electricidad y Energía Renovable, Esteban Albonoz, fijó como una de las metas a cumplir durante su administración conseguir una total independencia energética del país.

Cuatro meses después y con el inicio, esta semana, de una crisis energética debida a la falta de lluvias, lo que ha derivado en racionamientos de electricidad por primera vez en el Ecuador al cabo de 12 años, parece haberse avanzado muy poco en el cumplimiento de ese objetivo.

En su discurso de posesión, el funcionario establecía un plazo de cuatro o cinco años para el logro de que toda la energía que se consuma en el Ecuador sea producida en el propio territorio nacional. Sin embargo, lo que parece no haberse tomado en cuenta con seriedad este año eran las señales que vaticinaban una difícil situación climática para el país. Sobre todo, tomando en cuenta que la anterior función del secretario de Estado había sido la de presidente ejecutivo de Hidropaute, empresa encargada del manejo de la principal central hidroeléctrica del país.

El 19 de julio anterior, a pocos días de su posesión, el ministro de Electricidad anunciaba un retraso en el llenado de la represa del proyecto hidroeléctrico Mazar, para lo que se necesitan 410 millones de metros cúbicos de agua. La razón del traspaso del proceso de agosto a octubre, afirmaba Albornoz, era evitar que el uso de tal cantidad de líquido dejara sin abastecimiento a la represa Daniel Palacios, parte central del sistema hidroeléctrico Paute.

Para el 24 de agosto, las señales climáticas negativas debían ser muy evidentes para el ministro y su equipo de trabajo, puesto que el gerente de la Corporación Eléctrica (Celec), Antonio Borrero, anunció que se aumentaría durante la época de estiaje la cantidad de electricidad que se compra a Colombia.

Sin embargo, esta jugada del ministro y su equipo recibió un golpe a finales de septiembre. Colombia anunció la reducción de sus ventas de energía al Ecuador y Venezuela en previsión de sus propias necesidades energéticas debido a la escasez de lluvias en su territorio.

Para el 12 de octubre, cuando se probó la primera turbina en Mazar, el ministro Albornoz reconocía que el nivel observado en el río Paute era menor del que presentaba en la misma época en los dos años anteriores.

Además, casi desde finales del año anterior, varias instituciones, tanto nacionales como extranjeras, ya venían advirtiendo sobre la posibilidad de que se produjeran en este año eventos singulares en el clima y no solo en el país, sino incluso a escala mundial debido a la probable presencia de un episodio del fenómeno de El Niño en el océano Pacífico.

Frente a ello, la única respuesta que parece acertó a dar la cartera de Electricidad fue esperar que la situación climática resulte favorable para la generación eléctrica, algo que el propio presidente Rafael Correa reconoció el viernes, al decir: "Pensábamos que iba a llover, y que se iba a mantener en algo el embalse (de Paute), al menos hasta la próxima semana, y resulta que no llovió". (LAG)

La emergencia



  • El gobierno ecuatoriano declaró, el viernes, en emergencia al sector eléctrico por 60 días.

  • La medida permite al Ministerio de Finanzas garantizar la importación del combustible.

  • La emergencia establece la entrega forzosa y sin requisitos previos de combustible a las generadoras termoeléctricas.

  • Otras medidas son la suspensión de eventos nocturnos y la restricción de horarios en centros de diversión.

  • Los racionamientos se mantienen en el orden del 5% de la demanda nacional hasta el día de mañana.

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