Magalli del Castillo

Quito. 09 dic. 96. Comienza la ceremonia ritual. La
molestia que siente Guadalupe al final de la columna
vertebral se ha tornado insoportable. La terapia
hospitalaria no le dio resultado. Taita Javier empieza
a limpiar el desnudo de la mujer con un cuy mientras
suena en su boca un quichua atropellado. El cuy que
tiene en sus manos gruesas y cobrizas comienza a
desmayarse. El rito dura no más de 15 minutos, al
cabo de los cuales el "yachac" (médico en quichua)
hace una disección del animal y, como por arte de
magia, aparece el mal de Guadalupe en el cuy. Ella
tiene una infección renal avanzada... los riñones del
ejemplar están negros.

Este y otro tipo de rituales fueron parte del Primer
Encuentro Plurinacional de Yachacunas realizado el
1 de diciembre en Peguche. Asistieron 74 Yachacs.

No es magia. Todo se explica por la energía, la
armonía, la reciprocidad y la complementariedad
(principios andinos). El cuy ha sido usado de
generación en generación para la diagnosticar
enfermedades. Como una radiografía, dice Ariruma
Cagui, profesor de antropología de la Universidad
Politécnica Salesiana.

Pero entre el bien y el mal que sobre la medicina
indígena se cierne hay un capítulo que no está
aclarado: su legalidad y legitimidad.

La lucha de las comunidades indígenas organizadas
por conseguir la legalidad ha sido permanente. Pero,
es en 1990 cuando empieza a haber resultados: por
primera vez en el país se inaugura en el centro de
Otavalo el proyecto Jambi Huasi.

Un centro de salud en donde conviven los dos tipos
de medicina, la occidental y la indígena: hay una
farmacia en donde se vende por igual drogas
occidentales, yerbas y preparados naturales. La
directora es Miriam Conejo, una quichua especializada
en medicina general en Cuba. Miriam cuenta que hasta
hace un año la gente interesada en curarse con Taita
Javier (el yachac del Jambi Huasi) acudía solo cuando
llegaba la noche. Ahora vienen acompañadas y a
cualquier hora". El matrimonio o, por lo menos, la
tolerancia entre las dos prácticas de medicina parece
inevitable.

Quizá resulta poco comprensible los procedimientos
que se usan en la medicina indígena para aliviar las
enfermedades.

Pero por sobre eso se da un hecho curioso: todos los
días asisten al mercado de San Francisco de Quito para
que las yerberas les curen el "espanto" o el "mal de ojo".
Esta actividad se la realiza en espacios públicos y no
recibe ninguna represión. Y es que la fe y el uso que
hace la sociedad mestiza ha hecho que se legitime algo
que no es legal, señala Ximena Endara, de la
Universidad Simón Bolívar.

El problema de la legitimidad de la medicina indígena
no está a nivel de la sociedad civil. Es un problema
político y comercial que está en quienes planifican la
salud pública y establecen sus políticas, dice Raúl
Mideros también de la U. Simón Bolívar.

Ninguna ley ecuatoriana reconoce a la medicina indígena
como un complemento en el tratamiento y menos como
una especialidad. Al contrario el cuerpo legal que se
refiere a ella es represivo o simplemente la ignora.

El Código de la Salud sanciona con una multa de 2.001
a 5.000 sucres a quienes ejerzan sin tener título
universitario.

El Código Penal no tiene disposiciones expresas pero
hay un acápite que podría utilizarse para juzgar a los
médicos tradicionales: se reprimirá con multa de 30 a
60 sucres y prisión de un día a quienes adivinan,
pronostican, explican sueños o curanmediante ciertos
artificios....

Los estatutos de la Federación Médica Ecuatoriana no
hace referencia directa, pero señala que se garantizará
"el legal y eficiente ejercicio de la medicina y su
perfeccionamiento y la erradicación del empirismo en
el país".

Las leyes tratan de proteger a la ciudadanía de los brujos
o quienes a nombre de los verdaderos yachacs engañan y
hacen daño. Un ejemplo de esto es lo ocurrido con el
caso de las brujas de Calhuasig. Pero, a veces, se
confunde. Para quien no conoce parece que le resulta
difícil diferenciar a un brujo de un yachac, dice Cagui.
Desde hace un mes y medio cuatro yachacs de
Riobamba están en prisión y sus pequeños centros de
salud de medicina tradicional están clausurados. La
denuncia la hizo Espíritu Morocho, del Movimiento
Indígena de Chimborazo al ministro Marcelo Cruz.

El problema de la mala práctica no solo se da en los
médicos indígenas, también pasa en los médicos de
mandil. Si se delimita el territorio entre lo que es la
hechicería y la práctica ancestral, se logre la legalidad
y hasta saber cuántos yachacs hay.

La medicina hospitalaria también está viviendo una
confusión parecida cuando se intenta saber dónde
termina la complicación médica y comienza la mala
práctica.

Una oferta en pie

El artículo 1 de la Constitución de junio de 1996
reconoce la pluriculturalidad y la multietnia.

Este principio es, al momento, la única llave con la
cuentan las comunidades indígenas para abrir la puerta
de la legalidad a sus prácticas médicas. Marcelo Cruz,
ministro de Salud, ofreció a inicios de su administración
multiplicar los Jambi Huasi en el país. Su palabra no ha
variado. El Ministerio está elaborando una propuesta
"coherente" para multiplicar los Jambi Huasi, de ser
posible, con parte de los fondos del Fasbase. "Hay la
decisión política de incorporar las prácticas médicas
alternativas al Código de la Salud". No descarta la
posibilidad de que en poco tiempo -pone un año- habrá
el primer hospital del país, el Policlínico de Riobamba.
Se practicará en un mismo espacio las dos clases de
medicina.

¿Qué es la medicina indígena?

Miriam Conejo, una quichua especializada en Cuba en
medicina general y actualmente directora del Jambi Huasi
(centro de salud) de Otavalo, intenta definir lo que es la
medicina indígena: son prácticas y conocimientos de
curación ancestrales transmitidos de generación en
generación pero que tienen su base científica por los
conocimientos que el yachac va adquiriendo como
autodidacta con la lectura de libros de medicina
tradicional.

En otras palabras, es una práctica alternativa de curación
como también lo son las de la medicina oriental: la
acupuntura, homeopatía y el tratamiento con la bioenergía,
por ejemplo.

Todas las comunidades indígenas cuentan con yachacunas,
parteros, cuifichas (los que detectan la enfermedad con el
cuy), fregadores, yerberos, entre otros. Ellos son los
especialistas encargados de velar por la salud de su grupo.

El yachac es el curandero con mayor representatividad en
la comunidad. "Un yachac no puede ser cualquier persona,
debe tener una sensibilidad desarrollada a tal punto de
conocer la energía que emana cada elemento de la
naturaleza: el agua, las piedras, la luna, la tierra, las plantas,
Taita Imbabura, y el mismo cuerpo humano" dice José
Carrascal, presidente de la Asociación de Chinchansuyumanda
Jambicamayucuna (médicos indígenas de la región norte),
formada hace tres meses.

Con el reconocimiento de la medicina indígena la interior
del país se ratificarían algunos convenios internacionales
como el 107 y 169 de la OIT. (FUENTE: EL COMERCIO)

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