Quito. 07 nov 96. El mar y el cielo se pusieron rojos
y se escuchó un estruendo. Yo juraba que venían los
extraterrestres", recuerda Sandra Palacios, quien se
encontraba en medio de la gran actividad que tenía esa
noche el malecón de Manta por la fiesta del Comercio.
"Todo Manta se llenó de llamas; yo creí que había
explotado una gran bomba", contó Miguel Narea, quien
observó el paso del avión en llamas sobre su cabeza.
Era la noche del martes 22 de octubre. A pocos
kilómetros, en la Base Aérea Eloy Alfaro uno de los
oficiales del aire recordaba a su compañero fallecido
exactamente siete años atrás en un accidente en la
ciudadela La Atarazana de Guayaquil, cuando un avión
de combate se precipitó sobre varias villas del sector.
A esa hora, las 22h40, nadie en el principal puerto de la
provincia de Manabí podía entender qué era lo que
pasaba.

Un avión había salido del aeropuerto y cuatro millas
más adelante habíase desplomado. 28 personas
murieron, 60 quedaron heridas, 47 construcciones
fueron afectadas, 62 familias damnificadas. 8.500
millones de sucres en pérdidas y 11 millones de
ecuatorianos de luto. En el Ecuador, es la sexta
tragedia aérea sobre zonas residenciales y la
segunda que involucra a un viejo avión de carga.
En el mundo es el tercer incidente para la compañía
Millon Air en un año y, por si fuera poco, es uno de
los seis accidentes aéreos ocurridos en
Sudamérica en el mes de octubre.

FALLÓ TURBINA

El Boeing 707 cubría ese día una ruta que ya se
había transformado en regular. Salió de Miami,
dejó mercadería en Panamá y en Asunción, hizo
una corta escala en Lima, recogió flores en
Quito, embarcó pescado congelado en Manta,
llenó sus tanques de combustible y partió de
regreso a Miami. Al Ecuador la Millon Air
cubría con tres frecuencias semanales alternando
entre un Boeing 707 y un DC-8 similar al de
AECA que cayó en Quito en 1984.

"Un avión que estaba decolando, que recién
estaba iniciando su vuelo y tiene un accidente
inmediatamente, es porque tiene que haber
habido una falla mecánica de ley", dijo el
ministro de Gobierno y ex comandante de
Fuerza Aérea, general Frank Vargas. Todo
parece indicar que efectivamente eso sucedió.
Por declaraciones de varios soldados que tienen
sus dormitorios a un costado de la pista del
aeropuerto de Manta, Vistazo conoció que en
el momento del despegue hubo una explosión
en una de las turbinas. "Todos los días
escuchamos los ruidos de los aviones y esto
parecía como cuando están probando un
motor y bruscamente le cortan potencia, se
produce una explosión", nos relató uno de
ellos que por disciplina militar pidió no ser
mencionado.

Al día siguiente de la tragedia, los miembros
de la Junta Investigadora de Al día siguiente
de la tragedia, los miembros de la Junta
Investigadora de Accidentes (JIA), habrían
encontrado fragmentos de metal en el filo
derecho de la pista por donde decoló el
carguero de la Millon Air. Eso confirma que
algo pasó durante el despegue con una de las
dos turbinas ubicadas bajo el ala derecha del
avión. Era un cuatrimotor y sus motores se
cuentan de izquierda a derecha del uno al
cuatro.

La versión de falla mecánica se termina de
configurar cuando entre los restos de la cabina
pudimos observar los controles de velocidad y
presión de cada una de las cuatro turbinas de la
nave. Aunque muy destruidas, se aprecia que las
agujas que revelan el funcionamiento de la
turbina número cuatro se encuentran indicando
marcaciones más bajas que el resto de controles.
La presión está baja, las revoluciones y la
temperatura en cero, las otras dos medidas son
difíciles de leer. De todos modos habrá que
esperar el resultado del examen interno de
estos instrumentos para comprobar
fehacientemente cuáles eran las condiciones
reales de las turbinas al momento del impacto,
ya que por la violencia del mismo, las agujas
podrían no estar indicando la verdad.

IMPACTO CON ANTENA

Una vez producido el despegue, la tripulación
integrada por el piloto Edwin Ronedembeck,
estadounidense de origen peruano, y los
colombianos Henderick Ripoll y Ernesto
Encizo, copiloto e ingeniero de vuelos, no
tuvieron más que enfrentar la emergencia.

En condiciones normales el avión debía
continuar en línea recta hasta siete millas
más adelante, lugar en el que recién
empezaría a girar a la derecha y seguir con el
vuelo. En esta ocasión el avión inició un lento
ascenso y giró a la derecha por lo menos tres
millas antes de lo normal. Si a esto le
sumamos la posibilidad de que venía con un
problema en una de las turbinas derechas,
estaríamos hablando de un grave error de
pilotaje o como llaman los técnicos "una
falta de pericia de la tripulación para resolver
los fallos en el sistema de navegación".

Lo cierto es que el piloto al parecer había
decidido buscar rápidamente el mar ante la
eventualidad de que la falla se generalice y
así evitar el centro poblado. Algo similar
ya lo hizo el piloto de un avión de combate
que durante un vuelo de prueba prefirió, en
febrero de 1995, estrellarse y morir en la
playa de El Murciélago antes que poner en
riesgo a la ciudad de Manta.

La altura que llevaba sí le habría permitido
cruzar por sobre los techos de las casas
ubicadas en uno de los sectores más altos
del puerto manabita, el barrio La Dolorosa.
Lo que no habría estado en los planes de la
tripulación, o ante la desesperación no lo
apreciaron a tiempo, es una antena de
teléfonos celulares que los habría obligado
a incrementar bruscamente el ángulo de giro
a la derecha que ya llevaban. Esto habría
provocado que el avión cuando atravesó
una quebrada y se encontró con el provocado
que el avión cuando atravesó una quebrada y
se encontró con el poblado, se ladeara hacia
su diestra. Es en esta posición que lo vieron
los primeros testigos del accidente, con la
nariz levantada y con el ala izquierda elevada.

En ese momento el Boeing golpeó un plato
de microondas de la antena de Conecel con
la punta del ala izquierda y, 20 metros más
adelante se llevó, con el ala derecha, el techo
de una terraza de una casa de dos pisos. La
desesperación debe haber hecho presa de la
tripulación que en ese instante perdió
definitivamente el control de la nave. Ya
nada se podía hacer.

"Este maldito avión"

Tres cuadras más adelante, Marcelo Pinargote
hacía cinco minutos que había llegado de las
fiestas en el malecón y se había acostado junto
a su esposa en un cuarto que compartían en el
patio de la casa de sus padres: "Me cambié de
ropa, me acosté alado de mi mujer y empecé a
escuchar el ruido de un avión. Era cada vez más
fuerte, nunca me imaginé lo que podía pasar. De
pronto todo se iluminó, me paré, escuché a mi
mujer gritar y la vi prendida de candela. Ella es
más pesada que yo, no se como la cogí, la
levanté, saltamos una pared y salí a la calle
donde también estaba todo en llamas. Quise
regresar por mis viejitos pero no pude. ¡Este
maldito avión los mató! ¡Esto no se va a quedar
así!". Marcelo estaba al borde de la locura, igual
todos los moradores del hasta esa noche,
tranquilo barrio de Manta.

El vientre del Boeing, en su vuelo descontrolado,
se estrelló contra una casa de tres pisos que iba a
ser inaugurada en diciembre por su dueño que vive
en Nueva York. El ala derecha arrasó como cuchilla
con una mecánica y con varias casas vecinas. El
fuselaje, del centro hasta la cola, se incrustó en la
pared lateral de la iglesia de La Dolorosa, justo a la
altura del dormitorio del párroco José Gabriel León,
quien murió al instante. La cabina y el ala izquierda
sobrepasaron el techo del templo. El ala terminó en
la sala del piso superior de una casa ubicada en la
siguiente cuadra. Las turbinas izquierdas destrozaron
parte de esa manzana, la tercera más afectada. La
cabina atravesó la vivienda de Marcelo Pinargote y
rodó hasta la calle, 50 metros más adelante, donde
quedó convertida en un cerro de basura. El
combustible cubrió como una manta de fuego a las
cinco cuadras afectadas. Las esquirlas hirieron e
incendiaron todo lo que encontraron a su paso.

EL MILAGRO

Ver caer sobre sus casas una mole de 47 metros de
largo, de 45 de ancho y de 13 de alto, que cuando
vuela lo hace a 900 kilómetros por hora y que pesa
330 mil libras, debió ser para los mantenses como
estar en el centro del infierno.

Por la magnitud de la tragedia se pensó inicialmente
en que la cifra de muertos podría llegar a los 200.
Pero sucedió lo que los moradores llaman el milagro
de La Dolorosa. La casa contra la que se impactó el
cuerpo del avión estaba deshabitada. La cuadra más
destruida es la de la iglesia en donde a esa hora solo
habían tres personas: el sacerdote que murió y dos
familiares que vivían en la parte posterior y se
salvaron. En las demás casas destruidas los
ocupantes, esa noche habían salido y en su mayoría
no regresaban de las fiestas o de los puestos de
ventas ambulantes en el malecón. Pocos habían
retornado temprano, uno de ellos, Luis Andrade, lo
había hecho porque quería ver la película "Supermán",
difundida esa noche por la cadena Ecuavisa. "Así es
cuando uno tiene que morir", comentó un vecino al
recordar también que en la mañana de ese día, el padre
León había regresado de Estados Unidos dónde se
realizó un examen médico. "Gracias a Dios me
dijeron que mi salud está de lo mejor", había
comentado el sacerdote a sus fieles durante la
misa celebrada tres horas antes de la tragedia.

Otra de las situaciones que llamó la atención fue
que a la estatua de bronce de La Dolorosa, ubicada
sobre la entrada principal del templo, no le pasó
nada. Ni un rasguño, solo terminó ennegrecida por
el humo y mirando con sus ojos llorosos los restos
del avión en frente de ella. El altar mayor también
resultó intacto, ni el agua, ni el humo lo afectaron.
De todas las imágenes de la iglesia, apenas dos
fueron alcanzadas por el fuego. En medio de la
desgracia, las glorias a Dios no faltaron.

Ataúdes volantes

En 1974, cuando la estatal Ecuatoriana de Aviación
adquirió cuatro aviones Boeing 707, el doctor
Blasco Peñaherrera, entonces subdirector de
Vistazo, los calificó de ataúdes volantes. Y no le
faltaba razón, el avión había dejado de ser producido
tres años atrás y para esa fecha ya se contabilizaban
en el mundo 21 accidentes donde ese tipo de avión,
similar al accidentado en Manta, estuvo involucrado.

Afortunadamente esos aviones pudieron volar 22
años más en Ecuatoriana con un récord limpio que
sorprendió a todos. De estos cuatro aviones, uno
quedó inservible en el aeropuerto de Quito y los
otros tres fueron adquiridos por la compañía de
carga AECA. Hoy continúa solo uno de ellos
volando entre Quito, Guayaquil, Manta, Panamá,
Miami y Nueva York. Los otros dos sirven de
repuesto para mantener en el aire al sobreviviente
que ya muestra signos de cansancio tras sus 61
mil horas en el aire, desde mayo de 1967 en que
fue construido.

LARGO HISTORIAL

La historia de la aviación comercial registra al
707 como el pionero de la evolución del
transporte aéreo comercial. El primero de ellos
apareció en 1958 y desde entonces alcanzaron a
obtener la confianza de las más grandes compañías
de aviación del mundo. Durante muchos años
fueron símbolo de las poderosas Trans World
Airline y de la Panamerican Airline. Fue el modelo
más exitoso de la llamada primera generación de
aeronaves jet.

Ante el avance de la tecnología, la Boeing dejó de
fabricar ese modelo entre 1970 y 1971. Sin
embargo se llegaron a producirse 26 versiones del
707, unas para carga, otras para pasajeros y otras
para uso exclusivo militar. El mayor orgullo del
modelo fue haber sido designado como el avión
oficial del presidente de los Estados Unidos hasta
hace apenas cinco años, en que fue reemplazado
por un Jumbo 747. En Sudamérica los jefes de
estado de Colombia y Argentina todavía usan este
tipo de avión para sus desplazamientos, aunque
también ya están pensando en renovarlos.

Pero la hoja de vida de éste, considerado por
algunos como el "escarabajo" de la aviación de los
últimos 40 años, no ha estado exenta de incidentes.
Un registro da cuenta de 122 accidentes aéreos
desde el 22 de abril de 1970, hasta el 22 de octubre
de 1976. Los dos últimos ocurrieron con pocas
horas de diferencia, el uno en Manta y el otro en
el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires. Por
coincidencia, ambos aviones estaban cargados con
pescado congelado.

MILLON AIR

La compañía Millon Air, con base en Florida,
Estados Unidos, cuenta en su flota con aviones
Boeing 707 y McDonnald Douglas DC-8. Sus
viejos aviones no se han salvado de estar
involucrados en muchos percances.

En los últimos 10 años la compañía ha sido
multada con casi 50 mil dólares por haber
presentado un largo historial de corrosiones en
las naves y de incumplimientos de las normas de
seguridad norteamericanas. Se contabilizan
tres incidentes en vuelo y 43 llamadas de
atención.

El 28 de abril de 1995 uno de los DC-8 de la
Millon Air aterrizó bajo una ligera lluvia en el
aeropuerto de Guatemala. El avión derrapó en
la pista y se detuvo en un área residencial
circundante matando a seis personas. La
tripulación sobrevivió. El 23 de febrero de
1996, un 707 de la misma compañía obligó a
paralizar el tránsito en el aeropuerto de Miami.
Tras varios intentos no pudo desplegar el tren
de aterrizaje delantero y procedió a tomar pista
sin él. Chispas salieron de la quijada de la nave,
afortunadamente nadie resultó afectado.

Por si fuera poco, la Millon Air ha sido acusada
de incumplir con las regulaciones y convenios
de carga aérea existentes entre los Estados
Unidos y Honduras, por lo que su conducta viola
las condiciones de los certificados de vuelo que
le habían otorgado.

En el Ecuador, luego del desastre de Manta, las
operaciones de esta compañía han sido
suspendidas hasta analizar las causas de la tragedia.
Sin embargo, cinco de las ocho empresas
cargueras que sirven al país continúan volando
con aviones que ya sobrepasan los 30 años.

El padre Gabriel

Fue ordenado sacerdote el 21 de septiembre de
1957 en la catedral de Portoviejo. 39 años más
tarde, la misma iglesia lo recibió para brindarle
cristiana sepultura en su cripta. Cuencano de
nacimiento pero manabita de corazón, el padre
José Gabriel León inició su trabajo espiritual
en el cantón Pichincha, De allí fue trasladado
a Jaramijó, un pueblo de pescadores que vieron
en el padre León un alivio para su situación de
abandono. Allí todavía lo recuerdan con cariño.

En 1971 llegó a la parroquia La Dolorosa de
Manta. Terminó la construcción del templo,
levantó la casa parroquial y habilitó aulas para
catequesis. Consiguió la ayuda de algunas
familias de feligreses que se ausentaron a
Estados Unidos. Una de ellas lo invitó a pasar
unas cortas vacaciones que aprovecharía para
realizarse exámenes médicos. Un mes estuvo
ausente de su parroquia. Regresó el martes 22
en la mañana sin saber que tendría una cita
con la muerte esa misma noche. (FUENTE:
REVISTA VISTAZO N. 701, PP. 14-20)
EXPLORED
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