Quito. 31 jul 96. Para Sixto Durán Ballén el principal
objetivo - y la principal oferta de campaña- fue la
modernización del Estado.

El mandatario se proponía una amplia transformación
económica, denunciada como neoliberal desde el principio
por sectores de la oposición.

Para llevarla a cabo, era urgente una reforma política.
Algunas leyes y reformas pudieron hacerse con el Congreso,
gracias a acuerdos con la centro-izquierda, primero, y los
socialcristianos, después.

Sin embargo, los durísimos programas de ajuste de Sixto Durán
Ballén empezaron a quitarle apoyo en el Congreso. Por otro
lado, los socialcristianos, en una controvertida estrategia
política, se declararon en la oposición al presidente. Durán
Ballén, por encima de todo, ha sido particularmente
persistente.

Pero, a juicio de analistas, el principal obstáculo de la
reforma política fue la falta de auténticos ministros de
Gobierno en los momentos más cruciales. La gestión de Marcelo
Santos en el Ministerio de Gobierno fue duramente cuestionada.
Esto no sería de interés si no fuera porque Durán Ballén
resolvió acometer la reforma política por medio de un
mecanismo utilizado muy poco en el país: la consulta popular.

En efecto, la primera consulta popular se realizó en agosto de
1994. Hubo algunos obstáculos puestos por el Tribunal Supremo
Electoral. El ministro Santos respondió enjuiciando al pleno
del Tribunal, pero no logró nada.

En todo caso, Durán Ballén logró convocar la primera consulta,
en donde obtuvo la aprobación de tres aspectos de importancia:
consiguió del pueblo un pronunciamiento favorable a la
necesidad de una nueva constitución, aprobó la reelección
presidencial y legitimó la participación de los independientes
en política.

Eso sí, hubo las "clásicas" inconsecuencias del régimen: se
preguntaron temas relativos al manejo de las partidas
presupuestarias, que no tuvieron efecto alguno.
Se aprobaron también asuntos como el de la doble nacionalidad
o la elección de diputados.

La primera consulta fue un triunfo político del régimen. Se
creyó, inclusive, que significaría cambios en el tablero del
ajedrez electoral, con la posibilidad de que los ex
presidentes vuelvan a la palestra.

Pero para algunos analistas, la situación no demandaba una
mayor participación de sectores de la sociedad civil.

En todo caso, el Gobierno continuó con su propósito de
reformar la Constitución por la vía del plebiscito y, a
finales de 1995, planteó una segunda consulta popular. Pero
las circunstancias eran distintas. La popularidad del régimen
había mermado, una serie de escándalos habían puesto en
dificultades al presidente, y los planteamientos de reforma no
hallaron eco. En todo caso, las encuestas le daban el triunfo
al gobierno en las ocho preguntas, contra el criterio de
analistas políticos. Al final, Durán Ballén planteó once
preguntas que fueron rechazadas de golpe por el electorado.

Temas como la descentralización, la reforma del IESS, el
manejo del presupuesto por provincias, la prohibición de
realizar huelgas en los servicios públicos, la creación del
Consejo de la Judicatura, el fin de la sindicalización pública
y la eliminación del Tribunal de Garantías Constitucionales
fueron rechazados "olímpicamente" por el pueblo, en un gesto
que fue interpretado, por unos, como "una forma de rechazo al
Gobierno", y por otros como "miedo al cambio".

En todo caso, fue un desastre político que significó el fin de
los intentos de reforma de la administración Durán Ballén.

LOS PARTIDOS IMPIDIERON LA REFORMA, NOBOA

El ex candidato a la presidencia de la
República, Ricardo Noboa, afirmó que la reforma no se
cristalizó en este gobierno porque los partidos se niegan a
discutirla por la pérdida de privilegios, entre ellas la
eliminación de la elección por listas y estableciendo el
sistema distrital, la posibilidad de construir un Senado
calificado, la integración profesional del Tribunal Supremo
Electoral y de las Cortes de Justicia, para evitar la
politización de los comicios y de los juicios.

"Con la reforma política se promoverá la descentralización
estructural de la República, el análisis de la
plurinacionalidad, la racionalización del sindicalismo
público, la eliminación del patrimonialismo y la instauración
de una verdadera economía de mercado", dijo.

Recordó que entre octubre de 1993 y diciembre de 1994, la
Comisión de Asuntos Constitucionales del Congreso Nacional
intentó la reforma constitucional al sistema electoral y a la
estructura y funcionamiento de la legislatura; pero que
fracasó ante el intento de varios legisladores de introducir
la autoprórroga de sus funciones mediante disposición
transitoria.

La opinión pública forzó la clausura del período, y el
Congreso desnudó una vez más su incapacidad de propiciar
reformas de fondo.

Ello motivó, según Noboa, que el presidente Durán Ballén
convoque al plebiscito del 28 de agosto de 1994, cuyo
resultado, tímidamente, quitó a los partidos el monopolio
político, permitiendo a los independientes ser elegidos y
eliminó la manipulación del presupuesto por parte de los
diputados, expresó. Noboa dijo reconocer en Durán Ballén el
primer intento serio de reforma política del país y la
creación de una cultura plebiscitaria que concede al pueblo
el derecho de ser protagonista de las grandes decisiones.

ES NECESARIA, PERO FUE MAL HECHA

A pesar de las críticas de los sectores políticos y de la
oposición, la necesidad de reforma es unánimente reconocida.

Para Ernesto Albán, las afirmaciones del Gobierno de que debía
llevarse a cabo la reforma contra viento y marea "corrían el
riesgo de verse desmentidas por la cambiante e implacable
realidad, lo cual ocurre con tanta frecuencia en nuestra
política. "

Sin embargo, la principal preocupación del analista sobre este
tema es que "la reforma del Estado, la reforma política, o
como quiera llamársela, no es un asunto que interesa solamente
al Gobierno y al Congreso, y que debe, por lo tanto,
tramitarse entre estos dos organismos del Estado, con
exclusión del resto de la sociedad."

Por su parte, Roque Espinosa opinó que la intención de reforma
"se inscribe, por otra parte, en una situación particular: no
existe un proyecto coherente de reforma. Los remiendos
planteados a través de la Consulta Popular no han servido de
mucho. La propuesta de una Constituyente no ha calado en
sectores que tienen intereses electorales inmediatos. Las
propuestas de descentralización o de plurinacionalidad no
hallan eco en el país."

Espinosa explica que las causas de la imposibilidad de reforma
son tres: por un lado, "las derechas no han estado en
condiciones de llevar adelante ni de presentar una reforma
política. A esta situación debemos agregar que las fuerzas del
centro y de izquierda no encuentran rumbo ni proyecto
alternativo. En segundo lugar, el neoliberalismo que se ha
impuesto en el Ecuador ha tenido como referentes modelos
autoritarios (como son los casos de Chile y Perú), que no han
encontrado contraparte en el Ecuador. En tercer lugar, y ésta
es una explicación complementaria, el viejo modelo de Estado
que ha jugado un rol central en la vida nacional no acepta
reformas."

Espinosa agregó que "en resumen, en una sociedad en donde lo
pueblerino y lo mágico se codean, en una sociedad en donde el
paternalismo y el autoritarismo se funden cotidianamente de
lazos personales, no se puede imponer fácilmente -como lo
suponen los economistas liberales- la tan ansiada reforma
política."

Espinosa considera que la reforma política de Durán Ballén
era "un acuerdo de cúpula, que sin necesidad de la
participación de la sociedad, podría producir una mínima
reforma política que, en este caso, sirviera de paraguas al
proyecto neoliberal." (DIARIO HOY) (P. 2-A)
EXPLORED
en

Otras Noticias del día 31/Julio/1996

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el