Quito. 25 feb 97. Arriba de Pujilí está La Quesera, una
comunidad de campesinos pobres, que perdió sus casas en el
terremoto del 28 de marzo de 1996. Ahora sobre la tierra
desolada ha renacido la esperanza, en la forma de una aldea de
casas policromas, cuyos colores vivos hacen olvidar el
terremoto.

La fiesta llegó. Con pingullos, flautas, tambores y
trompetas, el último fin de semana, se terminaron las 20 casas
de la Aldea Modelo.

Tras el sismo, llegaron los periodistas, junto y quizá antes a
personas vinculadas al diario que entregaron el primer
socorro, como María Fernanda Ribadeneira y jóvenes que sentían
la necesidad interior de ser solidarios.

Después surgió la idea de que HOY promueva la reconstrucción,
en un proyecto de autogestión. Los campesinos aportaron la
mano de obra durante un año y 500.000 sucres de ahorro por
familia.

La Fundación Esquel asumió la administración del Proyecto y la
Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica la dirección
de la construcción, con tecnología apropiada y mejorada.
Profesores y alumnos se acercaron alegres a la cooperación, en
un prolongado acto de solidaridad.

Muchos se hicieron presentes: el Distrito Metropolitano de
Quito, los Residentes Ecuatorianos en Suiza, la Cámara de la
Construcción, la Embajada de Holanda, la Coca Cola, el Colegio
de Economistas, Tanasa, la Caja Banco de Crédito, Fundación
Tecnoviva, Cedal, la Embajada de Holanda y mucha gente
solidaria que ayudó en silencio.

"Fue un acto digno", dijo Benjamín Ortiz, director de Diario
HOY, en la entrega de las escrituras y las llaves de sus casas
a los que construyeron su lugar en La Gloria.

Y fue un acto digno porque los damnificados no recibieron nada
gratis. Ellos aprendieron a salir adelante por su propia
cuenta, codo a codo con la gente de la ciudad.

Esta obra vale más como una expresión de amistad y cooperación
que por su valor material.

De ahí que, a pesar de su modestia, se ha convertido en lugar
de peregrinaje para quienes quieren ver el resultado de darse
la mano para salir adelante.

LOS MUSICOS Y LOS AMANECERES

Para inaugurar las casas de la Aldea Modelo los campesinos del
sector de las Queseras, ubicado en el barrio La Gloria, a diez
minutos de Pujilí, muy temprano desempolvaron sus trajes y sus
instrumentos musicales.

En ese lugar todos son músicos. Algunos estudian en el
Conservatorio Nacional, pero dicen que su gran problema es la
falta de instrumentos.

En ese lugar parece una costumbre ser feliz. Las tragedias
pasan, pero los que sobrevivieron no la dejaron instalarse en
sus vidas.

Trabajaron día y noche, soportaron las heladas, las ventiscas
y el sábado se dieron una oportunidad para festejar. Dos
bandas de músicos de la misma comunidad tocaron sin parar todo
el día. Bailaron los sanjuanitos, los jachullapis, los
danzantes... El ritmo y el movimiento de los niños, jóvenes y
ancianos contagió a todos los presentes.

Todos bailaron. Los impulsores del proyecto festejaron porque
era de autoconstrucción en el que los responsables de
terminarlo eran los mismos comuneros.

La idea de la Aldea Modelo no hubiera sido posible sin la fe
en el trabajo y en la dignidad de la gente de Pujilí. "Este
proyecto para que sea exitoso debía ser nuevo", dijo Cornelio
Marchán, de la Fundación Esquel.

Tal vez la fiesta fue de todos porque en este proyecto nadie
impuso nada, porque se construyó con tecnología basada en la
tierra y tal vez por eso los músicos alistaron sus
instrumentos desde el amanecer.

EL MILAGRO Y LA FIESTA

En la época postcolonial, cuando era común la exportación de
telares, lana y algodón a la zona de Pujilí, ocurrió un
milagro.

En una paca de algodón, unos asombrados trabajadores,
encontraron la imagen de un niño. Era la representación de
Jesús. El hallazgo sorprendió a los habitantes de la zona,
pero más se sorprendieron cuando vieron que la imagen crecía.
Esta historia está viva en la memoria de los habitantes de
Pujilí y a la imagen lo bautizaron como el Niño de Isinche.

Desde entonces el Niño se instaló en las fiestas religiosas de
los habitantes de este sector. Acude a todas las ceremonias y
siempre viste de acuerdo a la ocasión.

Las 20 familias de la Aldea Modelo también quisieron tener al
Niño de Isinche en su fiesta y organizaron una caravana para
ir a sacarlo de su iglesia, todavía destruida por el
terremoto.

En una fiesta revivieron el pase del Niño de Isinche.
Disfrazados de caporales, acompañados del Rey Angel, el Rey
Mozo y el Embajador, que son la representación de los tres
reyes magos, lo llevaron hasta sus casas nuevas. Los negros
cantaban las letanías, los caporales recordaban la época en la
que les obligaban a trabajar como esclavos, los yumbos y los
zahumeriantes también colaboraron para alegrar la fiesta.

El Niño hizo su entrada triunfal a la Aldea Modelo, en la que
se celebró una misa para bendecir las casas y la zona que se
llenó de color. (DIARIO HOY) (P. 1-B)
EXPLORED
en Autor: Juan Tibanlombo - [email protected]

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