Guayaquil. 01 jul 99. Sin importar de dónde provenga el
comentario, ya sea de un analista o de un ciudadano común, estos
primeros seis meses que concluyen no dejan recuerdos gratos para
la economía ecuatoriana.

Retroceso en el crecimiento en lugar de la ansiada reactivación,
un déficit fiscal más pronunciado, una inflación que hasta fin
de año podría bordear el 60%, mayor devaluación y la pérdida del
poder adquisitivo, son los efectos de la conducción económica.

Es que 1999 empezó mal. El primer mes del año y parte del segundo
transcurrió sin un presupuesto definido y cuando finalmente el
país contaba con su proforma aprobada, esta no estaba respaldada
con el debido financiamiento.

La incertidumbre en el mercado provocó que el precio del dólar,
que registraba cierta estabilidad, empezara a escalar hasta
salirse de la banda cambiaria, lo que llevó al Banco Central a
abandonar el sistema de bandas y adoptar la libre flotación en
el primer trimestre.

Al principio la medida fue suficiente pero otros factores como
la crisis bancaria, la inestabilidad y acefalía en las entidades
encargadas de la conducción económica, provocaron mayores
expectativas que se tradujeron en el crecimiento en la demanda
de dólares y la presión en el precio de la divisa.

Para frenar el incremento, el Banco Central llevó las tasas en
sucres a niveles superiores al 90%, encareciendo el costo del
dinero en todo el sistema, lo que dificultó el financiamiento
para los sectores productivos.

Congelador y bancos caídos

Durante este período en el país se registraron casos insólitos
como el cierre unilateral de instituciones bancarias,
concretamente el Banco del Azuay y el Banco del Progreso, que se
unieron a cerca de una decena de procesos de reestructuración y
saneamiento en el sistema financiero.

Entre estos dos sucesos y pese que la asunción al Ministerio de
Finanzas de Ana Lucía Armijos, trajo cierta esperanza por su
experiencia en el manejo de temas económicos, los rumores sobre
incautación de divisas inundaron el mercado y efectivamente se
tornaron realidad.

La decisión más cuestionada de todos los tiempos fue la del
decreto 685 que congeló las cuentas bancarias y la del feriado
bancario, que se prolongaría por una semana para dar tiempo al
Gobierno de diseñar una estrategia.

Ese fue el golpe de gracia para la producción y el inicio de la
ruptura de la cadena de pagos entre las empresas y la banca.

Aunque la decisión se flexibilizó para los casos de emergencias
médicas, se debía pedir autorización a la Superintendencia de
Bancos para que la ciudadanía pueda disponer de sus propios
recursos, lo que ahondó la desconfianza en las autoridades.

La congelación de cuentas acarreó discrepancias entre las
autoridades económicas que desencadenaron en la renuncia de
cuatro de los cinco miembros del directorio del Banco Central,
quienes aseguraron haberse opuesto a la medida.

La acefalía en el instituto emisor se prolongó por un mes y
sembró mayores preocupaciones en el mercado.

Pero los problemas no terminaron. Con el cierre del Banco del
Progreso, se abrió la puerta a una campaña contra el
regionalismo.

Finalmente, cuando en el sistema financiero se había emprendido
un proceso de reestructuración, iniciado con la contratación de
una auditoría extranjera, el Superintendente de Bancos, Jorge
Egas Peña, renunció a su cargo.

Esta actitud dejó en la acefalía a los tres organismos de control
y reestructuración bancarios: la Superintendencia de Bancos, La
Junta Bancaria y la Agencia de Garantía de Depósitos (AGD).

Recursos no llegan

Ante la falta de recursos para financiarse el gobierno del
presidente Jamil Mahuad trató de basar su programa económico en
los recursos que provendrían de los créditos y la inversión
externa en la zona fronteriza, luego de conseguido el acuerdo de
paz con Perú.

Los tres mil millones de dólares que en la Cumbre Económica por
la Paz comprometieron los organismos internacionales para este
propósito, solo quedaron en enunciado hasta que no se concrete
el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que constituiría
el espaldarazo ante la comunidad mundial.

Ahora solo existe el compromiso de firmar el acuerdo hasta
agosto, que servirá como catapulta para renegociar la deuda
externa, en momentos en que el Ecuador simplemente ha desistido
de la posibilidad de conseguir una condonación porque no se la
considera una economía pobre.

En este orden de cosas los sectores productivos demandan el
diseño y aplicación de un programa económico coherente,
sustentado no solo en mayores impuestos, sino en incentivos para
el sector empresarial, como el mayor generador de fuentes de
empleo.

Tanto la banca como los sectores productivos reclaman planes de
reactivación que además de reestructurar los créditos otorguen
liquidez al sistema financiero y a sus deudores a tasas de
interés no porhibitivas y que realmente posibiliten salir de la
recesión.

Es la madre de todas las crisis económicas

"Esta es la madre de todas las crisis", dijo sin ambages, Hugo
Arias Palacios, catedrático del Instituto de Ciencias
Humanísticas y Económicas, de la Espol, al referirse a lo
ocurrido en el país durante los primeros seis meses de 1999.

El primer semestre Ecuador vivió el nivel más crítico y profundo
de la crisis económica, señaló el catedrático.

A su criterio, los hechos sucedidos de enero a junio se pudieron
prever y, a base de ellos se hubieran tomado las medidas
apropiadas para mitigar los efectos nefastos que ahora se
sienten. "Lamentablemente los decidores políticos del Congreso
y Ejecutivo, así como también sectores importantes que tienen
poder, no actuaron con sentido patriótico, en bien del país, sino
únicamente en función de intereses creados, lo que impidió tomar
medidas básicas que mitiguen el efecto de la crisis", opinó.

Desde que comenzaron a desaparecer los efectos del fenómeno El
Niño, expresó, debió reactivarse la producción agrícola mediante
esfuerzos concentrados en la reconstrucción vial, en cuyo ámbito
no se ha hecho nada.

En el ámbito financiero igualmente faltó actuar a tiempo para
controlar irresponsabilidades de ciertos banqueros, agregó.

Señaló también que de parte del Gobierno no hubo mesura ni
criterios adecuados en lo que se refiere al servicio de la deuda
externa.

Se dio prioridad al pago de la deuda mientras que Ecuador estaba
quebrado, lo que significaba contribuir a la crisis, indicó.
"Todo tiene límite, está bien que no se niegue el pago de la
deuda pero sí se deben postergar ciertos pagos de amortización",
detalló.

Criticó las políticas emanadas del Banco Central del Ecuador,
porque han elevado las tasas de interés.

Perspectivas son poco halagüeñas

"Las perspectivas del país son nefastas", manifestó el empresario
Alberto March. Basó su pesimismo en lo que consideró el mayor
problema que enfrenta Ecuador: la inacción del Gobierno y su
falta de reacción para atacar distintos problemas de forma
simultánea.

Es como un ovillo con distintas puntas, ilustró, mientras el
régimen se mueve parsimoniosamente para resolver uno a uno los
problemas existentes.

Pero lo enormemente preocupante, resaltó March, es que no se ha
dado ni un solo paso para la reactivación del sector productivo.
"Luego del saneamiento bancario si las autoridades logran superar
las crisis de confianza, ¿quién garantizará que la banca
sobrevivirá en salud si sus clientes están quebrados y no se
pagan las deudas?", cuestionó.

Lo primero que debió buscarse es resolver el problema del sector
productivo --recalcó March-- tras explicar que sin un mercado
dinámico, en medio de una recesión sin precedentes, lo más
dramático es que no existe un plan de acción, ni de contingencias
ni objetivos que alienten la producción.

"Somos presa de los criterios del Fondo Monetario Internacional
sin que haya posición para negociar", comentó March.

El mayor problema --advirtió el empresario-- es que hay una bomba
de tiempo que puede reflejarse en un estallido social por el alto
índice de desempleo y pobreza.

Según los empresarios, se requieren dos señales: la confianza y
el inicio de la reactivación productiva.

Las medidas para que estas se den son resolver la crisis
financiera y las deudas que tiene el empresariado privado.

Solo el cacao se salvará de los bajos precios externos

Aunque no hay una varita mágica para conocer los precios futuros
de los productos de exportación, quienes están involucrados en
la industria agroexportadora tradicional, salvo los cacaoteros,
sostienen que habrá una tendencia a la baja.

En cuanto al banano, el Vicepresidente de la Favorita Fruit Co.,
Vicente Wong, señaló que los precio bajos tienen para rato.

"No vemos en el mediano plazo una recuperación. Por ejemplo, solo
Ecuador tiene una sobreoferta de casi 80 millones de cajas",
dijo.
La situación del café también es delicada en cuanto a los precios
en el mercado internacional.

Aunque en este tema nunca se puede decir la última palabra, se
estima que la cosecha de brasilera será de 40 millones de sacos,
lo cual podría desembocar en un revés adicional en cuanto a
precios, según el Vicepresidente de la Asociación Nacional de
Exportadores de Café, Freddy Bustamante.

Parecería que los precios del camarón se van a mantener estables,
de acuerdo a los voceros de la Cámara Nacional de Acuacultura
(CNA), debido entre otras cosas a las condiciones no tan buenas
para la producción del crustáceo.

En cacao parece que es uno de los pocos productos tradicionales
de exportación que se salvan de la caída de los precios. José
Carvajal Candell, titular de la Asociación Nacional de
Exportadores de Cacao, cree que este tendrá una "ligera tendencia
alcista, que podría llagar hasta el 10% en el último semestre".

Respecto al precio del petróleo, aunque los valores del barril
se han elevado en el mercado internacional, su repunte no
seguirá. (Texto tomado de El Universo)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

Otras Noticias del día 01/Julio/1999

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el