Quito. 07.06.95. Enorme curiosidad ha despertado en el público
la exposición "Siglo XX", en que se exhiben algunos de los
objetos más representativos que usaban los seres humanos
durante el milenio pasado. Para la mejor comprensión de cada
uno de los artilugios, los organizadores de la muestra
colocaron un cartel con su nombre propio y una pequeña leyenda
explicativa. A continuación reproducimos algunos de esos
textos junto a la infografía computarizada correspondiente.
BOLIGRAFO.- Objeto alargado provisto de una mina cargada de
tinta, que servía para escribir pero, sobre todo, para ser
olvidado en los sitios más disímiles. Se han encontrado
algunos propios de los hombres dentro de los zapatos de las
mujeres y hasta en el intestino delgado de un perro, hoy
momificado (el bolígrafo, no el perro). Además de escribir,
también parece que se utilizaba para que manchara las camisas.
CLIP. Pedazo de metal doblado sobre sí mismo con el que se
sujetaban las hojas de papel luego de que los ejecutivos se
hubieran limpiado con él las uñas y la cera del interior de
los oídos.
TELEFONO. Por medio de este singular aparato los habitantes
del siglo XX se comunicaban entre sí a distancia. El ejemplar
de manivela fue sustituido por otro que poseía una rodela en
el medio con orificios para marcar los números, complicadísima
operación en la cual se perdieron irremediablemente algunos
dedos. Cerca del final del siglo se inventó el teléfono
digital, que eximía meter el dedo en el orificio y, en su
lugar, obligaba a aplastar teclas. Este último, sin embargo,
fue reemplazado por el celular, que causó la delicia de los
ejecutivos que se pavoneaban con el tal pegado a la oreja
siempre en lugares públicos, lo cual les obligaba a pagar unas
tarifas tan altas que les producía un infarto a la chequera,
del cual morían.
MAQUINA DE ESCRIBIR. Por un rodillo se introducía un papel y,
con los dedos, se impulsaban unas teclas que, a su vez,
accionaban una palanca que impregnaba en el papel la letra
deseada. Parece que generalmente eran utilizadas por las
secretarias porque a veces, en vez de papel, se han encontrado
medias nylon dentro del rodillo. Otras veces se ha encontrado
la máquina de escribir incrustada en la cabeza del jefe. Y
otra veces se ha encontrado al jefe incrustado dentro de la
secretaria.
HORTALIZAS. Extraños alimentos de espantoso sabor que se
cultivaban dentro de la tierra. Solo cerca del final del siglo
se descubrió que el martirio de su ingestión podía ser obviado
convirtiéndolas en pastillas.
VACA. Bellísimo y tierno animal de prodigiosas ubres que,
según se sabe, botaba leche cada vez que sentía caricias en
sus partes más delicadas. Quienes lo criaban eran conocidos
como ganaderos, término que, según los estudiosos, califica
con exactitud su labor: ganaban mucho aumentando agua a la
leche.
CIERRE. Llamado también zipper en algunas culturas y
cremallera en otras. Al ser accionado hacia arriba unía las
dos partes de un todo y al ser accionado hacia abajo, las
separaba. Los hombres lo llevaban en la parte delantera de su
pantalón y a su descuidado manejo se debieron muchos casos de
circuncisión y hasta de cercenamiento. Se cree que su
minucioso estudio inspiró a Lorena Bobbit para cometer una
acción que dio mucho que hablar, bien avanzado el siglo.
BACINILLA. Muy usada a principios del siglo como recipiente
para los efluvios corporales llamados, muy musicalmente, la
mayor y la menor, que sirvió de inspiración a muchos
compositores para sus sinfonías ya en la mayor o ya en la
menor. Con el transcurso del tiempo y el mejoramiento de las
bárbaras costumbres, las bacinillas de porcelana -muy
cotizadas en los altos círculos por la fina calidad de sus
acabados- fueron convertidas en soperas.
FOSFOROS. Llamados también cerillas en algunas culturas. Y en
efecto lo eran. Competían con los clips en su facilidad para
desalojar las cerillas acumuladas en el interior de los oídos.
En ciertas ocasiones muy especiales también servían para
prender cigarrillos.
SILBATO. Artilugio incrustado en la boca de los policías, a
manera de prótesis. Según una teoría basada en serísimos
estudios, se cree que por la ranura que existía en la parte
superior del silbato los infractores de tránsito introducían
las coímas de las cuales se alimentaban los vigilantes.
RULEROS. Instrumento que, paralelamente con las cremas, las
mujeres se ponían en la cabeza, hasta bien avanzado en el
siglo, para evitar relaciones sexuales.
CEPILLO DE DIENTES. Palo largo que remataba en unas cerdas, a
manera de escobilla, sobre la cual se ponía una pasta llamada
dentífrica. Parece que su uso originaba las más serias
rencillas domésticas pues se ha encontrado documentos que
demuestran que jamás los miembros de una familia se acordaban
cuál era el que pertenecía a cada quien. En su lugar se
inventaron luego las gomas de mascar que dieron por finalizada
la práctica del cepillo de dientes e inauguraron la época de
la dentadura postiza.
SORBETE. Se cree que era el preferido de los jóvenes
adolescentes, aunque hasta la fecha no se ha logrado
investigar por qué. Tal vez se deba a que en algunas culturas
se lo nombraba como pajilla o pajuela que era, al fin y al
cabo, lo que más les gustaba a todos los jóvenes antes de los
años setenta. Después, con la liberalización de las
costumbres, cayó en desuso.
PEINILLA. Fino instrumento de nácar, carey o plástico,
integrado por muchos dientes, que servía para que el cabello
se desprendiera frente al espejo, ante la desesperación de
quien, día a día, era más calvo, estado en que quedaron casi
todos los hombres hacia fines de siglo. Aquí el espectador
podrá ver las cabelleras de los especímenes clasificados como
Larreáteguis erectus, Moeller piquecantrophus y Maldonado
tardío, que hablan por sí solas.
LENTES. Vidrios de cierto grosor que les habitantes del siglo
XX se colocaban sobre los ojos, sujetos por una montura que
podía ser de carey o metal. Unos eran para ver de cerca. Otros
para ver de lejos. Y aquellos con espejuelos negros o verdes,
se cree que se usaban para dormir durante el día porque
impedían el paso de la luz. Hacia finales del siglo los lentes
superpuestos fueron cambiados por unos llamados de contacto;
los investigadores presumen que tal nombre se debía a que
aumentaban la visión al contacto con el objeto que se
pretendía ver, razón por la cual se han encontrado vestigios
de pelotas de básquet y de sopa de espárragos en el iris y, en
ocasiones, hasta en la niña.
SUPOSITORIOS. Delicados objetos de mediano grosor y forma de
cohete, que se desleían con el calor del cuerpo al ser
intruducidos cuando el receptor se hallaba de espaldas y con
los dientes mordiendo la almohada. Se cree que se los
utilizaba para curar ciertas enfermedades psicológicas porque
se han encontrado testimonios de pacientes que, tras haber
sido sometidos a un intensivo tratamiento, pasaron de la
depresión total a la más grande euforia, por lo cual se ha
sospechado, también, que causaban adicción.
PERIODICO. Ruma de papel que se usaba para envolver
cristalería, hacer madurar los aguacates, limpiar los vidrios
y tapar orificios. También traían noticias. Sus páginas
editoriales eran las más cotizadas a la hora de no tener un
papel higiénico a la mano. (1B)
la exposición "Siglo XX", en que se exhiben algunos de los
objetos más representativos que usaban los seres humanos
durante el milenio pasado. Para la mejor comprensión de cada
uno de los artilugios, los organizadores de la muestra
colocaron un cartel con su nombre propio y una pequeña leyenda
explicativa. A continuación reproducimos algunos de esos
textos junto a la infografía computarizada correspondiente.
BOLIGRAFO.- Objeto alargado provisto de una mina cargada de
tinta, que servía para escribir pero, sobre todo, para ser
olvidado en los sitios más disímiles. Se han encontrado
algunos propios de los hombres dentro de los zapatos de las
mujeres y hasta en el intestino delgado de un perro, hoy
momificado (el bolígrafo, no el perro). Además de escribir,
también parece que se utilizaba para que manchara las camisas.
CLIP. Pedazo de metal doblado sobre sí mismo con el que se
sujetaban las hojas de papel luego de que los ejecutivos se
hubieran limpiado con él las uñas y la cera del interior de
los oídos.
TELEFONO. Por medio de este singular aparato los habitantes
del siglo XX se comunicaban entre sí a distancia. El ejemplar
de manivela fue sustituido por otro que poseía una rodela en
el medio con orificios para marcar los números, complicadísima
operación en la cual se perdieron irremediablemente algunos
dedos. Cerca del final del siglo se inventó el teléfono
digital, que eximía meter el dedo en el orificio y, en su
lugar, obligaba a aplastar teclas. Este último, sin embargo,
fue reemplazado por el celular, que causó la delicia de los
ejecutivos que se pavoneaban con el tal pegado a la oreja
siempre en lugares públicos, lo cual les obligaba a pagar unas
tarifas tan altas que les producía un infarto a la chequera,
del cual morían.
MAQUINA DE ESCRIBIR. Por un rodillo se introducía un papel y,
con los dedos, se impulsaban unas teclas que, a su vez,
accionaban una palanca que impregnaba en el papel la letra
deseada. Parece que generalmente eran utilizadas por las
secretarias porque a veces, en vez de papel, se han encontrado
medias nylon dentro del rodillo. Otras veces se ha encontrado
la máquina de escribir incrustada en la cabeza del jefe. Y
otra veces se ha encontrado al jefe incrustado dentro de la
secretaria.
HORTALIZAS. Extraños alimentos de espantoso sabor que se
cultivaban dentro de la tierra. Solo cerca del final del siglo
se descubrió que el martirio de su ingestión podía ser obviado
convirtiéndolas en pastillas.
VACA. Bellísimo y tierno animal de prodigiosas ubres que,
según se sabe, botaba leche cada vez que sentía caricias en
sus partes más delicadas. Quienes lo criaban eran conocidos
como ganaderos, término que, según los estudiosos, califica
con exactitud su labor: ganaban mucho aumentando agua a la
leche.
CIERRE. Llamado también zipper en algunas culturas y
cremallera en otras. Al ser accionado hacia arriba unía las
dos partes de un todo y al ser accionado hacia abajo, las
separaba. Los hombres lo llevaban en la parte delantera de su
pantalón y a su descuidado manejo se debieron muchos casos de
circuncisión y hasta de cercenamiento. Se cree que su
minucioso estudio inspiró a Lorena Bobbit para cometer una
acción que dio mucho que hablar, bien avanzado el siglo.
BACINILLA. Muy usada a principios del siglo como recipiente
para los efluvios corporales llamados, muy musicalmente, la
mayor y la menor, que sirvió de inspiración a muchos
compositores para sus sinfonías ya en la mayor o ya en la
menor. Con el transcurso del tiempo y el mejoramiento de las
bárbaras costumbres, las bacinillas de porcelana -muy
cotizadas en los altos círculos por la fina calidad de sus
acabados- fueron convertidas en soperas.
FOSFOROS. Llamados también cerillas en algunas culturas. Y en
efecto lo eran. Competían con los clips en su facilidad para
desalojar las cerillas acumuladas en el interior de los oídos.
En ciertas ocasiones muy especiales también servían para
prender cigarrillos.
SILBATO. Artilugio incrustado en la boca de los policías, a
manera de prótesis. Según una teoría basada en serísimos
estudios, se cree que por la ranura que existía en la parte
superior del silbato los infractores de tránsito introducían
las coímas de las cuales se alimentaban los vigilantes.
RULEROS. Instrumento que, paralelamente con las cremas, las
mujeres se ponían en la cabeza, hasta bien avanzado en el
siglo, para evitar relaciones sexuales.
CEPILLO DE DIENTES. Palo largo que remataba en unas cerdas, a
manera de escobilla, sobre la cual se ponía una pasta llamada
dentífrica. Parece que su uso originaba las más serias
rencillas domésticas pues se ha encontrado documentos que
demuestran que jamás los miembros de una familia se acordaban
cuál era el que pertenecía a cada quien. En su lugar se
inventaron luego las gomas de mascar que dieron por finalizada
la práctica del cepillo de dientes e inauguraron la época de
la dentadura postiza.
SORBETE. Se cree que era el preferido de los jóvenes
adolescentes, aunque hasta la fecha no se ha logrado
investigar por qué. Tal vez se deba a que en algunas culturas
se lo nombraba como pajilla o pajuela que era, al fin y al
cabo, lo que más les gustaba a todos los jóvenes antes de los
años setenta. Después, con la liberalización de las
costumbres, cayó en desuso.
PEINILLA. Fino instrumento de nácar, carey o plástico,
integrado por muchos dientes, que servía para que el cabello
se desprendiera frente al espejo, ante la desesperación de
quien, día a día, era más calvo, estado en que quedaron casi
todos los hombres hacia fines de siglo. Aquí el espectador
podrá ver las cabelleras de los especímenes clasificados como
Larreáteguis erectus, Moeller piquecantrophus y Maldonado
tardío, que hablan por sí solas.
LENTES. Vidrios de cierto grosor que les habitantes del siglo
XX se colocaban sobre los ojos, sujetos por una montura que
podía ser de carey o metal. Unos eran para ver de cerca. Otros
para ver de lejos. Y aquellos con espejuelos negros o verdes,
se cree que se usaban para dormir durante el día porque
impedían el paso de la luz. Hacia finales del siglo los lentes
superpuestos fueron cambiados por unos llamados de contacto;
los investigadores presumen que tal nombre se debía a que
aumentaban la visión al contacto con el objeto que se
pretendía ver, razón por la cual se han encontrado vestigios
de pelotas de básquet y de sopa de espárragos en el iris y, en
ocasiones, hasta en la niña.
SUPOSITORIOS. Delicados objetos de mediano grosor y forma de
cohete, que se desleían con el calor del cuerpo al ser
intruducidos cuando el receptor se hallaba de espaldas y con
los dientes mordiendo la almohada. Se cree que se los
utilizaba para curar ciertas enfermedades psicológicas porque
se han encontrado testimonios de pacientes que, tras haber
sido sometidos a un intensivo tratamiento, pasaron de la
depresión total a la más grande euforia, por lo cual se ha
sospechado, también, que causaban adicción.
PERIODICO. Ruma de papel que se usaba para envolver
cristalería, hacer madurar los aguacates, limpiar los vidrios
y tapar orificios. También traían noticias. Sus páginas
editoriales eran las más cotizadas a la hora de no tener un
papel higiénico a la mano. (1B)
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