Quito. 20 feb 97. Agosto de 1996: "Fabián es una gran
persona, si necesito algo lo llamo a su celular y él
me ayuda". Febrero de 1997: "Alarcón es un malagradecido,
ha comido en nuestra mesa y mire cómo nos paga". Quien
dijo esto es uno de los miembros del círculo familiar
del ex presidente Bucaram. El nuevo presidente interino
del Ecuador logró hace seis meses dirigir el Congreso
Nacional por tercera vez gracias a su acuerdo con el
gobierno roldosista al que había apoyado abiertamente
en la segunda vuelta electoral. Hoy se alió con todos
los restantes partidos políticos para convocar a un
congreso extraordinario, defenestrar a Bucaram y erigirse
como el nuevo mandatario. Si ser político es ser un hábil
negociador, Fabián Ernesto Alarcón Rivera debería ya
tener algunos doctorados "honoris causa".

En los corredores del Palacio Legislativo se dijo que
Alarcón había de antemano condicionado la convocatoria
a congreso extraordinario, siempre y cuando la elección
del sucesor de Bucaram recayera en él. Una y otra vez lo
negó ante la prensa. Lo cierto es que después de algunos
días dictó la convocatoria esperada y las cosas
sucedieron de acuerdo a lo programado. Tras una primera
fallida asunción del poder y luego de arduas
negociaciones, por fin la noche del 11 de febrero, 55
diputados votaron por la nominación de Alarcón. Asume
el poder con un estilo diferente: se presenta como un
hombre mesurado y calculador para hablar. Es de los que
siempre emite la frase correcta en el momento oportuno.
Ha sido muy criticado por sus alianzas con todos los
sectores, pero siempre ha tenido una inteligente
respuesta para explicarlo todo.

POLÍTICO DE NACIMIENTO

El novel primer mandatario celebrará su cumpleaños
número 50 en Carondelet. Fabián Alarcón nació en Quito
el 14 de abril de 1947, siendo el último de ocho
hermanos. Su madre falleció un año después, quedando
al cuidado del padre, Ruperto Alarcón, un influyente
conservador.

Las actividades diplomáticas de su padre llevaron a
la familia Alarcón Rivera a España a principios de
los años 50. Por eso la educación primaria de Fabián
empezó en el Instituto Nuestra Señora del Pilar de
Madrid. La adaptación no fue tan fácil para la
familia, agravado por el hecho de que su padre
encontró un nuevo amor y contrajo matrimonio con
una distinguida dama española, Consuelo Albizú. El
día de la boda, Fabián y sus hermanos no quisieron
estar en España. Por fortuna la reconciliación de
la familia fue rápida, regresando todos a Madrid.

De la Madre Patria pasaron a México, donde el hoy
presidente realizó la mayoría de sus estudios
secundarios. De regreso a Quito terminó el
bachillerato bajo la tutela de los jesuitas en el
colegio San Gabriel de Quito. Ya en estas épocas
de colegio, cuenta su madrastra que Fabián llegaba
a casa con la ropa impregnada de gases lacrimógenos.
Luchaba junto a estudiantes universitarios en favor
de reivindicaciones sociales.

Por esos días su padre, resentido con algunos
sectores del partido conservador en donde había
militado toda su vida, fundó el Partido Patriótico
Popular (PPP). Por supuesto que Fabián Alarcón se
integró a la nueva agrupación desde los inicios,
cogiendo definitivamente su bandera luego de la
muerte de don Ruperto en 1968. En estos años recibía
también su título de doctor en jurisprudencia en la
Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

En Quito empieza a ser conocido en 1970 cuando
aparece como concejal, durante la administración
de Sixto Durán-Ballén. Frente al palacio de
Gobierno, en la casa municipal, le toca vivir la
dictadura de Velasco Ibarra y el carnavalazo que
llevó al poder al general Rodríguez Lara en 1972.
Trabajó mucho en los sectores populares como
presidente de la Comisión de obras para los
barrios de Quito. De allí nace la popularidad de
que hoy goza en la Capital.

LA ALCALDÍA QUE SOÑÓ

Del retorno a la constitucionalidad no estuvo
alejado, el joven doctor Alarcón formó parte de
una de las tres comisiones de Reestructuración
Política del Estado que integraron los militares
para viabilizar la transición.

En esa época y al amparo de la nueva Ley de
Partidos que ayudó a redactar, logró la
legalización del ya antiguo PPP. Pero el debut
fue también la despedida, el grupo desapareció
luego de su primera evaluación en las urnas.
"La asamblea decidió continuar activamente en
política y de acuerdo a concepciones
doctrinarias e ideológicas resolvió integrarse
al Partido Demócrata", lo comentó el propio
Alarcón años atrás.

Con los demócratas alcanzó la prefectura de Pichincha
en 1984, durante el régimen febrescorderista del que
su partido no estuvo alejado. Ganó la nominación
popular gracias al impulso que le dio su compañero de
fórmula y posterior alcalde de Quito Gustavo Herdoiza.
Lo sorprendente fue que mientras la imagen del alcalde
empezó a desmejorarse a los pocos meses de haber
asumido el mandato, la labor del prefecto Alarcón fue
satisfactoriamente evaluada. La obra provincial fue
notoria en los barrios marginales de la Capital y en
las parroquias rurales del cantón Quito.

En 1988 mantuvo un primer acercamiento con el Partido
Roldosista, "tuve la satisfacción de dar una
conferencia política en el local del PRE en Guayaquil",
comentó a Vistazo en aquella época en que Abdalá
Bucaram lo veía como una buena opción popular y hasta
pensó en él como su probable binomio presidencial. Al
final su partido se alió a la Izquierda Democrática,
perdiendo la alcaldía de Quito ante Rodrigo Paz.

El revés no lo hizo olvidar la idea de ser alcalde. En
1992, ya afiliado al FRA luego de que el PD fuera
borrado de los registros electorales, vuelve a
participar y esta vez pierde contra otro demopopular,
Jamil Mahauad.

COMO PEZ EN EL AGUA

En 1990 logra ser elegido diputado por Pichincha. Es
aquí, en los recintos legislativos en que Alarcón se
da cuenta que se maneja como pez en el agua.

A pesar de provenir de un partido con sólo dos
diputados en la asamblea, logra ganar la presidencia
del Congreso en 1991. Su acercamiento con el gobierno
del presidente Borja, dado inicialmente a través del
ministro de gobierno César Verduga, hoy también
ministro de la política de Alarcón, le permitió
lograr los votos necesarios, venciendo a los siempre
difíciles y numerosos "reconstructores
socialcristianos". Amparado en la figura de Alarcón,
el gobierno de la ID logró una mayoría que en las
urnas el pueblo le había negado tras las elecciones
de medio tiempo.

Regresó al Congreso en 1994 y un año después por
sugerencias del vicepresidente Dahik, los votos
conservadores y republicanos fueron para Alarcón,
candidato propuesto por Abdalá Bucaram para impedir
la reelección del socialcristiano Heinz Moeller.
En esos días ya estaba en juego el juicio político
al economista Alberto Dahik.

Las dos presidencias del Congreso y el manejo del
juicio político contra el vicepresidente de la
República proyectaron la imagen de Alarcón en todo
el país. Mientras tanto, su partido, el FRA empieza
a tener serios problemas internos tras los
cuestionamientos hechos a Alarcón por su líder
Cecilia Calderón. Las disputan se zanjan con Alarcón
convertido en el director nacional y con una amenaza
de expulsión para la heredera del fundador de ese
partido. Él ganó la curul que buscaba y apoyó
abiertamente a Bucaram en la segunda vuelta
electoral, colaboración que le mereció los votos
gobiernistas para una tercera dirección legislativa.
A cambio logró un ministerio para uno de sus
coidearios y, según lo denunciara Bucaram en sus
horas de desesperación, una embajada en Paraguay y
otras prebendas en la administración pública del
gobierno cesante.

Sin embargo en el último mes, sus relaciones con
Carondelet se complicaron. El presidente Bucaram se
refirió al FRA como el frente de rateros asociados,
calificativo que no molestó a la economista Cecilia
Calderón porque: "el país sabe a qué rateros se
refirió Bucaram". La respuesta de Alarcón fue pedir
la renuncia, so pena de expulsión, a todos los
funcionarios públicos afiliados a su partido,
empezando por el ministro de Turismo Napoleón Icaza.

¿CUÁL ES SU SECRETO?

A su alrededor pareciera tener un halo que lo cubre
de las desgastantes negociaciones políticas. Ni los
fuertes cuestionamientos a la legalidad de las
actuaciones del Congreso desmejoraron la imagen que
a manera de ilusión surgía en los ecuatorianos tras
librarnos del yugo bucaramista. Su aspecto de buena
gente, su amable sonrisa y su enérgica voz superaron
largamente en las encuestas a las delicadas y
refinadas facciones de la vicepresidenta.

Ya posesionado buscó inmediatamente la reconciliación
nacional. Él mismo se sorprendió de cómo fue recibido
en Guayaquil, ciudad en la que dijo que a pesar de ser
serrano, atenderá como nunca nadie lo hizo. Si lo
cumple o no, lo veremos. Es probable que ni siquiera
tenga tiempo para cumplirlo, muy pronto deberá convocar
a elecciones y prepararse para el final de su mandato
de 18 meses. Una presidencia que confesó a Vistazo la
pensaba buscar recién en el año 2000, pero que por
esas cosas del destino se le cruzó en el camino.
(FUENTE: REVISTA VISTAZO N. 708)
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